Colombia | Con Francia Márquez a la cabeza, se pone en marcha el Ministerio de la Igualdad

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Arrancó el Ministerio de la Igualdad de Francia Márquez, el número 19 y de más ‘vices’

Por Camilo A. Castillo

Cinco meses después de que el presidente Gustavo Petro sancionó la Ley 2281 de 2023, este jueves, en un acto simbólico en Riohacha, La Guajira, empezó la existencia oficial del Ministerio de la Igualdad y la Equidad, cartera que estará a cargo de la vicepresidenta Francia Márquez una vez ella pueda asumir de forma oficial.

Este ministerio, una de las promesas de campaña del hoy presidente Gustavo Petro, tendrá el objetivo de promover la eliminación de las desigualdades económicas, políticas y sociales y de adoptar medidas para garantizar los derechos de poblaciones históricamente excluidas.

“Estamos cumpliendo esa promesa de campaña de crear esa nueva institucionalidad. Vamos a trabajar de manera incansable por la garantía de los derechos de las poblaciones vulnerables”, señaló Márquez.

La nueva cartera tiene a su cargo cinco viceministerios: Juventud, Mujeres, Pueblos Étnicos y Campesinos, de Territorios Excluidos y de las Diversidades. De esta forma, el de la Igualdad se convierte en el ministerio que más dependencias de este tipo tiene a su cargo, superando al de Defensa, que tiene tres.

Si bien no es la primera vez que una vicepresidenta está al frente de un ministerio —Marta Lucía Ramírez, la ‘vice’ de Iván Duque, fue canciller, y Guillermo Bell, el vicepresidente de Andrés Pastrana, fue ministro de Defensa—, sí es la primera vez que sea crea una cartera específica para que la segunda persona de más alto nivel en el Gobierno sea su titular.

Así será el Ministerio

Según se ha revelado, cada viceministerio tendrá cinco funcionarios de base —la oficina de la Vicepresidenta contará con 12 funcionarios entre asesores, secretarios y conductores— y la labor de toda la entidad se apoyará en una planta global compuesta por 706 profesionales de diferentes especialidades, entre ellos 32 directores territoriales.

Los borradores de decreto que dan piso jurídico a la creación de la cartera dicen que cada viceministerio, así como el despacho de la ministra, cuenta con direcciones para temas específicos. Por ejemplo, el de la Mujer tiene cinco direcciones, entre las que destacan una para la autonomía económica y otra para la prevención y atención de las violencias.

El Viceministerio de la Juventud tendrá direcciones para el barrismo social y una denominada Jóvenes en Paz; y el de las Diversidades, con oficinas para los derechos de la población LGTBIQ+ y para las personas con discapacidad.

Finalmente, se crean direcciones para temas como la superación de la pobreza, la población migrante, las personas en situación de calle y para atender pueblos indígenas, rom, comunidades afrodescendientes y campesinas. En total se crean 21 direcciones, 10 oficinas y tres comités internos de asesoría. No obstante, hay que decir que varias de estas dependencias entran a reemplazar consejerías que estaban a cargo de otras entidades y ministerios.

Por ejemplo, los temas relacionados con mujer, juventud, discapacidad o superación de pobreza, los cuales eran atendidos por consejerías del Dapre y por la subdirección para la superación de la pobreza de Prosperidad Social, ahora dependen totalmente del Ministerio de la Igualdad.

Esta cartera, junto con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el Instituto Nacional para Sordos y el Instituto Nacional para Ciegos —adscritos al Ministerio de Educación— pasan a integrar lo que el Gobierno denominó el Sector Administrativo de Igualdad y Equidad.

¿Más burocracia?

Durante los debates en el Congreso a la ley del Ministerio de la Igualdad, una de las críticas de la oposición era que la creación de esta cartera generaría más burocracia y un aumento del gasto fiscal. Partidos como el Centro Democrático señalaron que durante la administración Duque se creó la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, que cumplió una importante tarea en ese campo. También hubo voces a favor, como la del senador Humberto de la Calle, quien expresó que este articulado era una asignatura pendiente desde 1991 y que coincidía con el espíritu de la carta.

Para Ángela Guarín, profesora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, la creación de una cartera que se enfoque en poblaciones vulnerables y la intención explícita en eliminar desigualdades es positivo. “En diferentes documentos de política pública se encuentra explícito el enfoque diferencial que se debería incorporar, sin embargo, muchas veces este enfoque es limitado en la práctica”, señala.

Eso sí, considera que la creación del ministerio “requiere un rediseño institucional profundo” que garantice “la no duplicidad de roles y asignaciones presupuestales entre entidades”.

Angélica Bernal, Ph. D. en Filosofía y profesora de la Esap, considera que su pertinencia radica en que históricamente estos temas no han sido asumidos por entidades con la suficiente jerarquía: “Una entidad adscrita a Presidencia o a la Vicepresidencia nunca va a tener la suficiente jerarquía frente a una cartera. Tener un ministerio realmente ofrece unas condiciones estructurales más adecuadas para un propósito tan ambicioso”.

Desde los sectores LGTBI también lo valoran de manera positiva. No obstante, consideran que hay un déficit de protección jurídica frente a orientaciones sexuales e identidades de género y que es inevitable que algunos liderazgos sociales vean con recelo la creación de esta cartera.

“Hay un escenario de desconfianza de los sectores sociales LGBTI por lo que históricamente ha pasado y lo primero a lo que tendrá que enfrentarse la Vicepresidenta es a eso. Una cosa es hablar de Bogotá, otra cosa es hablar de los territorios donde el tema de política pública nacional con este enfoque ni siquiera se ha asomado”, señala Alejandro Michells, activista por los derechos LGBTI.

Con respecto al papel que tendrá que jugar Francia Márquez en todo este andamiaje, Magda Catalina Jiménez, de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, considera que el ministerio cuenta con una “enorme fuerza simbólica” para arrancar, pero que esto a la vez crea grandes retos.

“Ella tendrá junto con su equipo que diseñar las competencias específicas por desarrollar antes de crear las articulaciones o vínculos con las diferentes entidades. Eso es importante porque es algo que la gente no ve como un bien concreto —no es el Ministerio de Transporte o de Salud—, sino que trabajará con unos intangibles que son subyacentes a los derechos que deberían garantizarse”, agregó.

En el tema de la atención a migrantes, expertos consultados por este diario señalan la importancia de que el ministerio no termine duplicando funciones que hoy desempeñan otras entidades, como Migración Colombia, y advierten que, dadas las magnitudes de la diáspora venezolana en el país (más de 2,8 millones de personas), su atención no quede en segundo plano, opacada por las otras muchas funciones de la cartera.

El Tiempo

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