Uruguay | El precio del dólar y la política cambiaria del gobierno uruguayo

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El precio del dólar y la política cambiaria del gobierno uruguayo

Ec. Claudio Fernández Caetano

Desde enero de 2022 se viene verificando una caída del tipo de cambio nominal (el precio del dólar) que ha pasado de un valor de $44,5 a un promedio de $38,9 en mayo de este año. Sólo en el año pasado el precio del dólar presentó una disminución del 12% y en lo que va de este, otro 0,6%, logrando sus valores más bajos en lo que ha transcurrido de este período de gobierno. Como referencia tengamos en cuenta que los precios promedio de la economía, la inflación, medida por la variación del IPC (Índice de precios a Consumidor) aumentaron en lo que va del año 2023 en 4,3%, y 8,3% en 2022.

Más allá del valor nominal del dólar, interesa ver cómo ha evolucionado el tipo de cambio real (TCR), que refleja no solamente la relación entre el peso y una divisa extranjera, sino también cuán caro o no está el país respecto a otras economías, y por tanto es un buen indicador de su competitividad. En relación a ello, el tipo de cambio real efectivo global publicado por el BCU (Banco Central del Uruguay), presenta en abril de este año su nivel más bajo desde enero del año 2000.

En el gráfico 1 se observa que la pérdida de competitividad medida de esta manera comenzó a pronunciarse a inicios del año pasado, que se verifica a nivel global y a nivel regional (Argentina y Brasil) y también extrarregional, lo cual significa que nuestro país se está encareciendo respecto al resto del mundo según este indicador.

Esto se podría haber evitado, aunque fuese parcialmente, con una política cambiaria activa interviniendo en el mercado cambiario, que sostuviera el precio del dólar, pero en 2022 e incluso en 2023 no parece ser la orientación de la política aplicada por el BCU. Podemos destacar que este problema puede tener su origen en la propia política monetaria aplicada desde el BCU, la de la suba de la tasa de interés de referencia para combatir la inflación a través de sus mecanismos de transmisión.

El tipo de cambio es un canal de transmisión desde la tasa de interés de referencia para afectar el nivel de precios. En la economía uruguaya opera un tipo de cambio flexible, que determina su precio en la operativa de compra y venta de la moneda extranjera. La suba de la tasa de interés para depósitos en moneda nacional hace más atractiva la colocación en pesos que en dólares. En este caso, el mecanismo sobre los precios opera a través de la baja del precio del dólar: la venta de dólares para obtener pesos hace que aumente la oferta de dólares en el mercado, presionando a la baja su precio. Con la caída en el precio del dólar se abaratarían los precios de bienes importados y las exportaciones. En realidad, un tipo de cambio más bajo puede disminuir en parte los precios al consumo, pero siempre a costa de la pérdida de competitividad de la economía.

Claro es que la competitividad más afectada es la de la industria nacional orientada al mercado interno (que debe competir con productos importados más baratos) ya que el agro genera la mayor parte de sus ganancias en los precios internacionales. Más allá de ello, desde el sector agroexportador no han faltado reclamos por el valor del dólar que afecta sus niveles de rentabilidad, y como consecuencia de los niveles de empleo y de la inversión en el sector.

En los gobiernos del Frente Amplio se procuró que el dólar acompañara su evolución a nivel internacional, no solo mediante la compra de dólares incidiendo financieramente en su precio, sino además con señales que funcionaran como indicaciones de que se estaba atendiendo las fluctuaciones a nivel internacional desde la política cambiaria. Con la conducción actual del BCU, pasó a desatenderse la política cambiaria y por tanto también sus efectos sobre la economía real (producción de bienes y servicios), dejando absolutamente librado el precio del dólar a la confianza que se deposita en el mercado.

Todo esto nos indica que la política monetaria no se condice con las necesidades de crecimiento económico, ya que la suba de la tasa de interés como herramienta tiene mayor sentido en economías con mayor dinamismo que la nuestra, donde hay un calentamiento de la economía en los que puede visualizarse la necesidad por ejemplo de encarecer el crédito para que disminuya el consumo y enfriar la economía. Este no sería el caso uruguayo, donde llevamos tres años de caídas consecutivas del salario real.

La preocupación por la inflación, si bien es legítima, no puede dejar de lado otros objetivos que la política económica debería tener, como el crecimiento económico, los niveles de ingresos, su distribución progresiva y el empleo. Objetivos relevantes pero desatendidos desde la actual política cambiaria.

MATE AMARGO

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