Brasil: Estado de extorsión – Por Carol Proner
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Brasil: Estado de extorsión
Por Carol Proner *
La entrevista concedida por el empresario curitibano Antônio Celso García, conocido como Tony García, al periodista Joaquim de Carvalho, difundida el 5 de junio, contiene las acusaciones más graves contra el exjuez y exministro de Justicia Sérgio Moro, hechas públicamente hasta la fecha.
De todo lo dicho durante más de 3 horas de reportajes, el punto central es el lugar del discurso de Tony García: confiesa haber actuado durante años como uno de los principales colaboradores en los momentos más trágicos que envolvieron al poder judicial y al país.
Desde la farsa del juicio político contra Dilma Rousseff -a quien pide disculpas- hasta la farsa de la lucha contra la corrupción, el empresario dice que fue uno de los principales pivotes, contra su voluntad, de una perversa red de extorsión y mentiras que involucró a jueces y jueces, fiscales, abogados, investigadores, políticos y testigos.
Lo más relevante de las denuncias de Tony García fue la confesión de que actuó bajo lo que podría entenderse como un estado de extorsión, siendo inducido a hacer cosas ilegales, a grabar personas en lugares privados y secretos, a espiar con equipos de escucha, creando mentiras hechos para incriminar a imputados y comisión de delitos como falso testigo, todo ello supuestamente en nombre de la justicia, en ocasiones bajo la supervisión y vigilancia de agentes de la ABIN y GAECO y bajo grave amenaza de privación de libertad.
El código penal tipifica el delito de extorsión como la conducta de obligar a alguien a hacer, tolerar o abstenerse de hacer algo, bajo violencia o grave amenaza, con el objeto de obtener un beneficio indebido. Efectivamente, la conducta delictiva requiere un acto de colaboración por parte de la víctima, sin el cual existe una amenaza a la libertad o la integridad física. Ese es el estado que afirma el empresario y exdiputado que se define como una de las primeras víctimas de una especie de laboratorio Lava Jato cuando Sérgio Moro aún estaba desarrollando el método desde el 13º Tribunal Federal de Curitiba creando, en sus palabras, una especie de de Guantánamo brasileño.
Tony García no fue el primero en acusar a Moro y Deltan Dallagnol de extorsión. Próximamente regresará a Brasil el abogado Tacla Duran quien, con autorización judicial y salvoconducto, podrá contar oficialmente su propia versión y eventualmente probar las acusaciones de delitos que cree que fueron cometidos por la banda Lava Jato.
Es muy posible que, a partir de esta audiencia pública que se realizará el 19 de junio, ese sea el camino hacia la responsabilidad penal de Sérgio Moro, ya que seguramente será caracterizado como el líder de una organización criminal de un tipo inédito, crecida dentro de el poder judicial, utilizando posiciones de operadores legales para perseguir a los opositores personales y políticos y causar una distorsión democrática invaluable, además de un grave deterioro de los bienes públicos brasileños.
Cabe destacar un momento pintoresco de la denuncia de Tony García y que, como dicen los abogados penalistas que siguen el caso, de probarse fechas y personajes, podría explicar el comportamiento anómalo de los integrantes de TRF4 ante los desmanes de Sérgio Moro a lo largo del tiempo. Se trata de la llamada fiesta de la ropa interior, en alusión a una orgía con prostitutas realizada en un hotel de Curitiba y en la que, sugiere el entrevistado, los honorables habrían sido filmados y estarían bajo chantaje por parte del poseedor del secreto, en este caso Sérgio Moro.
A pesar de llamar la atención de los medios, tengo dudas de que esta parte de las denuncias sugiera la mejor manera de recopilar pruebas de extorsión entre miembros del Poder Judicial. Por un lado, es dudoso que la mera denuncia de alguien fundamente tal acusación, menos cuando ese alguien estuvo entre los que participaron en hechos presuntamente ilícitos durante años. Por otro lado, y sin desaprovechar la oportunidad, sabemos que la colusión patriarcal para practicar orgías exhibicionistas como parte del ejercicio del poder puede ser aún más impenetrable que la colusión para practicar lawfare .
Lo que importa y merece ser destacado, inclusive para validar cualquier acusación genérica o específica por parte de Tony Garcia, es la propria condición de permanente extorsión que alega haber sufrido, y la comprobación de que buscó denunciar los abusos siempre que pudo y que no fue escuchado.
Es fundamental que se conozcan las actas de la audiencia celebrada en 2021 con la jueza Gabriela Hardt, en la que el empresario denuncia las torturas sufridas y el estado de extorsión “sin saber que hablaba con el enemigo”, según denunció en la entrevista. . Es fundamental que los procesos de Tony García sean revisados por los tribunales, camino iniciado ahora por Dias Toffoli, quien acaba de determinar la suspensión de los procesos que lo involucran y el envío de todas las acusaciones al Supremo Tribunal Federal.
Se espera que estos casos sirvan de impulso para que el Supremo Tribunal Federal rescate la esencia misma de la justicia, sus órganos e integrantes y el sentido de la jerarquía, comenzando por la constitucional. Al mismo tiempo, es la oportunidad para que el Poder Legislativo también revise la conducta de Lava Jato, ampliamente denunciada por abogados y profesores, entendida como una advertencia sobre el mal funcionamiento del sistema de justicia y la vulnerabilidad soberana y jurisdiccional del país.
*Doctora en Derecho, profesora de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, directora del Instituto Joaquín Herrera Flores (IJHF)