Pedro Pablo Prada Quintero, embajador de Cuba en Argentina: “Tenemos muy clara la idea: o nos unimos o nos hundimos”

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Entrevista al embajador de Cuba en la Argentina, Pedro Pablo Prada Quintero: “Tenemos muy clara la idea: o nos unimos o nos hundimos”

Por Gustavo Veiga

El 28 de mayo se cumplen 50 años del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre las dos naciones. Se habían interrumpido en 1962 por presiones de EE.UU y se firmaron nuevamente el 28 de mayo de 1973.

Embajador y periodista de profesión, Pedro Pablo Prada Quintero tiene la locuacidad característica de su pueblo, bien cubana. Una condición que se destacará durante la extensa entrevista en la sede diplomática de Virrey del Pino y Arribeños, a dos cuadras de Barrancas de Belgrano. Se cumple el 50° aniversario de relaciones ininterrumpidas entre Argentina y la isla, un mojón clavado en el convulsionado 1973 y una oportunidad para entrevistarlo e ir más allá del tema que nos convoca. Fue un lunes, el 28 de mayo de aquel año, que las dos naciones afines por múltiples lazos y personajes históricos como José Martí y Ernesto Che Guevara, restablecieron de manera oficial el vínculo cortado en 1962 por la presión de Estados Unidos.

-¿Cómo se dio ese hecho clave para los dos países?

– El presidente Héctor Cámpora invitó a Cuba a la toma de posesión y su colega cubano Osvaldo Dorticós llegó junto con el de Chile, Salvador Allende. El argentino los fue a recibir al aeropuerto. Un gesto absolutamente inusual, fuera de todo protocolo, pero que reflejaba un sentimiento que prevalecía en el seno de la sociedad argentina y de su clase política hacia Cuba y la Revolución cubana. Ese día transcurrió en medio de la locura de la toma de posesión y al siguiente se produjo la entrevista más formal entre los dos jefes de Estado y se acordó el restablecimiento de relaciones. Pero ocurrió algo. El canciller cubano había tenido una necesidad de salir de la reunión en la Casa Rosada y se dieron cuenta que ante su ausencia no se podía hacer la firma que quedó relegada del 26 para el 28. Que es cuando se produjo y cómo aparece registrada oficialmente.

– ¿Cuál es el valor que le da Cuba a esta relación ininterrumpida de cincuenta años con la Argentina?

– Para nosotros es importantísima. Argentina es del grupo de países que a partir de los años 70 empezó a quebrar el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, el aislamiento político y diplomático regional. Debe recordarse que Argentina había sido uno de los países que más se resistió a la ruptura de relaciones y a las sanciones contra Cuba. Hay quien habla en términos absolutos, que eso le costó la presidencia a Arturo Frondizi. Me parece que es una simplificación de los hechos, pero no puedo negar que sin duda influyó en la actitud del imperialismo y de la oligarquía y los militares de aquí, que no vieron con buena actitud la resistencia a sancionar a Cuba. El 31 de enero de 1962, Argentina había votado en abstención junto con México y otros cuatro estados contra las sanciones. Y siete días después, el 6 de febrero, fue forzado el país a romper las relaciones.

-¿Pero once años más tarde se restablecieron aquel 28 de mayo del ’73?

– Cuando se recuperaron los vínculos diplomáticos, existían las relaciones con México, el único país que no las interrumpió y se habían incorporado Perú, Panamá, Chile y los estados insulares del Caribe que habían accedido a la independencia. Era un escenario absolutamente novedoso y esto ocurrió en pocos meses, entre los años ‘70 y ‘73. Un período muy corto de tiempo y esa andanada de reconocimientos diplomáticos y políticos a Cuba significó un golpe importante para la política de Estados Unidos en la región y para la intención de aislar a la Revolución cubana. Por eso, cuando a mí me hablan del 50° aniversario, es mucho más. Hay toda una historia de batallas conjuntas, de esfuerzos de ambos pueblos y países, de figuras políticas históricas de Argentina y Cuba que marcan ese camino. Nunca nos olvidamos que aquí, el movimiento de solidaridad con Cuba nació en 1953 tras los sucesos del asalto al Cuartel Moncada, la masacre de los revolucionarios que fueron a asaltarlo y la represión desatada por la dictadura de Batista.

– ¿Ese gesto fue devuelto casi treinta años después durante la Guerra de Malvinas?

– Estados Unidos no tiene amigos, solo intereses. Y como imperialismo que es, a la hora que los pueblos de América Latina tuvieron que necesitarlo, los abandonó. El episodio de la Guerra de Malvinas en plena dictadura lo hizo evidente y mucha gente se pregunta: ¿cómo es que a Cuba y a Fidel se les ocurrió respaldar a la Argentina en aquella coyuntura siendo una dictadura militar? Sencillamente porque Fidel y Cuba tenían bien claro que lo que estaba en juego y lo que estaba dirimiéndose no era una dictadura militar sino el derecho a ejercer soberanía sobre un territorio de América que había sido usurpado por una potencia colonial extranjera respaldada por el imperialismo.

– ¿Dos imperialismos?

– Eran dos imperialismos contra un país de América Latina y ahí no podíamos titubear, no podía haber dudas de cuál era la opción. Había que apoyar a los argentinos, a los que estaban muriendo en Malvinas defendiendo esa porción del territorio argentino. Yo estoy convencido que haríamos lo mismo con cualquier otra porción de nuestra América que fuera atacada, agredida y usurpada.

– ¿Los 50 años de relaciones diplomáticas son un nuevo punto de partida para robustecerlas?

– Cada meta es un punto de partida. La conmemoración de los 50 años permite mirar hacia atrás y también hacia adelante y proponernos un proceso de profundización, de ampliación de los vínculos. Yo creo que las relaciones tienen un potencial que hoy no está suficientemente desarrollado en lo político, en lo económico, en lo cultural, en la cooperación… Nosotros necesitamos de Argentina y ustedes a nosotros también. No estamos solos en este mundo para poder pararnos frente a esos grandes poderes. Necesitamos integrar nuestras economías. Argentina es uno de los grandes productores de alimentos y su experiencia debería estudiarse en todas las facultades de Agronomía de América Latina y el Caribe. Debería servir para que los países de nuestra región erradiquen el hambre. Tenemos un acuerdo binacional de intercambio de medicamentos por alimentos que es precursor. Fue una genial idea de Fidel y de Néstor en el año 2003 y que es la que estamos moviendo hoy.

-¿En qué otros aspectos Cuba y Argentina dialogan para mejorar ese vínculo en términos reales?

– En lo político, seguir afinando la concertación de ambos gobiernos a nivel regional, multilateral y en organismos internacionales. Argentina apoya desde el primer día que se presentó, la denuncia, el rechazo al bloqueo de Estados Unidos. Argentina ha criticado la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo. El canciller Santiago Cafiero acaba de decirlo en una entrevista que le hicieron. Creo que marca una ruta y el trabajo de ambos países por la integración latinoamericana y caribeña. Tenemos muy clara la idea de que, o nos unimos, o nos hundimos.

– Usted es periodista además de diplomático. ¿Qué sugiere para contrarrestar las noticias falsas y la desinformación que afectan a nuestros pueblos?

– Creo que hoy ante la diversificación de los espacios comunicacionales, hablar de medios es hablar de una parcelita. Hay tanta multiplicidad que uno tiene que considerarlo todo. No es solo un periódico, la TV, las redes… El desafío es mucho más complejo, porque hay algo que pertenecía a lo más genuino de la tradición periodística que era la ética. Y no es posible que se pueda hacer periodismo o informar sin ética. En su falta está la cimiente de las fake news, de las manipulaciones, de la manera en que se instrumentan las sociedades. Nunca se puede olvidar lo que escribió William Hearst, el creador de la famosa cadena, cuando mandó a unos periodistas a cubrir la guerra hispanoamericana en Cuba. Les dijo: ustedes manden fotos, yo pondré la guerra. Y así fue. La historia de la guerra fue la que escribió William Hearst en la prensa americana de la época, sentado cómodamente desde su oficina en Estados Unidos.

La embajada sitiada

En los días previos al golpe del 24 de marzo de 1976 y durante la dictadura genocida, la embajada cubana, sus diplomáticos y el personal argentino fueron víctimas de desapariciones, asesinatos y todo tipo de ataques.

“Es conocido que esta embajada se convirtió en un blanco del terrorismo en un hecho inusual en las relaciones diplomáticas. Probablemente no exista en la historia de las relaciones internacionales tamaño cúmulo de actos terroristas. El embajador y su comitiva fueron ametrallados en la puerta de esta sede, salvando milagrosamente la vida y solo resultaron heridos los escoltas”, empieza recordando Prada Quintero.

Después del ataque al embajador Emilio Aragonés, ocurrido el 13 de agosto de 1975, “se produjo el secuestro de dos diplomáticos cubanos y su ulterior desaparición, tortura y asesinato de acuerdo a todo lo que se ha logrado reconstruir de esa historia hasta la recuperación de sus cadáveres muchos años después. También se secuestró a otros tres diplomáticos más, aunque afortunadamente se logró salvar sus vidas y fueron liberados y enviados para Cuba” explicó.

Prada Quintero además contó cómo la represión alcanzó al personal local de la sede diplomática: “Debo recordar la manera en que se actuó, especialmente agresiva, contra los argentinos que trabajaban en la embajada. Siete de los cuales fueron secuestrados y desaparecidos. De todos ellos, solo se han recuperado los restos de una persona. Era una de las maestras de la escuela cubana que había en la embajada. La familia íntegra de uno de los siete desaparecidos fue igualmente secuestrada y desaparecida. La esposa, las dos hijas y el yerno casado con una de ellas. Hay dos libros escritos sobre eso”.

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