Las sociedades latinoamericanas y su marca en el papado de Francisco – 10 años de diálogos – Por  Verónica Giménez Béliveau

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Las sociedades latinoamericanas y su marca en el papado de Francisco – 10 años de diálogos

 Verónica Giménez Béliveau*, especial para NODAL

El año que Jorge Bergoglio fue elegido papa, en América Latina vivían el 40% de los católicos del mundo (425 millones de personas, según datos de 2014 del Pew Forum).  El continente más poblado de católicos es también aquel en que el catolicismo decrece sistemáticamente: en los años 1960 alrededor del 90% de la población latinoamericana era católica, hoy ese porcentaje ha descendido al 69%. El paisaje religioso latinoamericano se ha transformado en el siglo XXI, y muestra una migración del catolicismo hacia la no afiliación religiosa y hacia otras opciones de fe, con el protestantismo evangélico a la cabeza. Francisco asume su papado con una América Latina menos católica, más alejada de las instituciones religiosas, más evangélica.

La elección de un papa “del fin del mundo” como lo dijo él mismo cuando, recién electo, salió a saludar a los fieles en Plaza San Pedro, tuvo que ver precisamente con esa lejanía de los centros de poder. Los cardenales electores buscaron a un obispo alejado de la Curia, que pudiera traer un soplo de aire fresco ante los grandes problemas que enfrentaba el Vaticano en ese momento, ligados a manejos financieros turbios de la banca y, sobre todo, a los escándalos de abusos y pedofilia que explotaban luego de décadas de encubrimiento eclesiástico.

Y si bien los problemas de la Iglesia no se solucionaron, el papado de Francisco trajo nuevos vientos, mostrando un estilo original, que ha puesto en el centro preocupaciones y modos de gestión traídos del catolicismo latinoamericano. El papa Bergoglio es un conservador popular, más preocupado por la pastoral que por la discusión filosófica. Se formó en una iglesia para la cual la cuestión social es central, que discute y acuerda con la política. Francisco lleva consigo a la iglesia plebeya que lo formó y de la que es parte, alejada de las tradiciones aristocráticas del Vaticano. Esta forma de pensar la iglesia “a la latinoamericana” se refleja hacia fuera de la Iglesia, en la fuerte preocupación por lo social, y hacia adentro de la grey católica, en los modos de gestión de los conflictos con las regulaciones eclesiásticas.

La cuestión social es central en el papado de Francisco. El tema de la pobreza, preocupación histórica de la Iglesia del siglo XX, se renueva con Francisco, que le aporta una mirada latinoamericana. Cuando el papa se refiere a las “periferias existenciales” -término que acuñó durante su papado- habla a los excluidos, las personas en situación de pobreza, los migrantes, pero también de aquellos que están afuera de la mirada de la Iglesia, los olvidados por las instituciones. Francisco elige hablar a las masas más que a los católicos integrados en movimientos eclesiales, y opta por un catolicismo en el que entren todos los que quieran, aún a costa de un aflojamiento de la doctrina.

Es así que Francisco constituye como interlocutores preferenciales de su papado a sujetos políticos novedosos. Los movimientos populares son sin duda el sujeto elegido por el papa Francisco para transmitir un mensaje fuerte en torno de la cuestión social. Bajo el lema de las tres T, “tierra, techo y trabajo”, desde 2014 se organizaron los Encuentros Mundiales de Movimientos Populares. En estos encuentros se erige a los movimientos populares de todo el mundo como protagonistas de procesos de cambio, y se propone el salario universal como política transformadora. El papa latinoamericano expresa sus ideas sociales a través de movimientos con fuertes relaciones con el catolicismo pero autónomos de las estructuras de la iglesia, en un claro gesto de apertura hacia la sociedad.

La preocupación por lo social se articula con una mirada sensible hacia la vida de los y las católicas. La formación latinoamericana del papa lo puso frente a las realidades múltiples de personas que, aún sintiéndose profundamente católicas, no cumplen con las normas de la iglesia, por indiferencia, imposibilidad o desacuerdo. Una mirada reglamentarista propondría sanciones, la experiencia pastoral de Francisco lo lleva a negociar las reglas de conducta desde una mirada misericordiosa. En su libro El fin del mundo, el fenómeno del Papa Francisco desde la Sociología, Sol Prieto cuenta una anécdota conocida: un lunes de Pascua, el papa llamó por teléfono a una mujer a quien el sacerdote de su parroquia no permitía comulgar porque estaba casada civilmente con un hombre divorciado. Francisco le propuso una solución sencilla, que fuera a otra parroquia y comulgara con otro sacerdote. El papa no modifica las reglas, no cambia los estatutos, pero tiende un puente con los fieles que sufren a causa de la rigidez de las regulaciones y la inadecuación a la vida moderna. La mirada de Francisco se basa en la idea de misericordia, y retoma una pastoral relativamente corriente en América Latina, en la que los sacerdotes reciben a las personas y negocian su situación caso por caso. Los sacerdotes bautizan a hijos de padres que no están casados, consagran como madrinas y padrinos a personas que no están bautizadas, dan la comunión a divorciados.  Estas situaciones infringen las normas de la Iglesia, pero los sacerdotes las llevan a cabo con discreción según las necesidades de los fieles.

La mirada de Francisco reconoce la importancia de una iglesia que reciba a las masas de fieles católicos cuyas vidas no están regidas principalmente por las reglas eclesiásticas, sino por la autonomía, autonomía para elegir los consumos, para votar candidatos y candidatas, para elegir con quien casarse, si tener hijos, cuántos y en qué momentos, para elegir si ir a misa y a qué sacramentos recurrir, y también para decidir pertenecer a una religión o no pertenecer a ella.

El catolicismo latinoamericano se divide frente al papado del argentino: mientras que algunas corrientes le piden que profundice y legisle transformaciones -como la comunión de los divorciados o el sacerdocio de la mujer- para otras corrientes esos cambios son contrarios a la doctrina y destruirían el catolicismo en el que creen.

Tal vez este es uno de los grandes desafíos del papado de Francisco frente a América Latina: gobernar una institución para la cual la unidad pastoral y doctrinaria es central, en sociedades marcadas por las diferencias y las tensiones.

* Coordinadora del programa “Sociedad, Cultura y Religión” del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la Argentina

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