Perú: Todos somos sospechosos – Por Laura Arroyo Gárate

Un manifestante herido es evacuado durante enfrentamientos con fuerzas policiales en Juliaca, región de Puno. | Fuente: AFP
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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Perú: Todos somos sospechosos

Laura Arroyo Gárate*

Hace semanas agradecemos a las redes sociales que nos permitan enterarnos de todos los abusos y agresiones que está cometiendo el régimen de Dina Boluarte. Nos despertamos y abrimos el tuiter, el facebook y la prensa alternativa. Miramos el whatsApp y así accedemos a todos los vídeos que se reenvían entre muchos usuarios con la idea de difundir todo aquello que el poder mediático que cogobierna con Boluarte calla.

Reproducimos la información por nuestras vías de mensajería instantánea y nuestras propias redes sociales. Que la verdad no sea invisible es el objetivo. Que la verdad no sea amordazada. Que los asesinatos no queden impunes. Que la dictadura no logre limpiarse la cara gracias al manto de impunidad mediática con el que cuentan.

A diferencia de la dictadura fujimorista, con Boluarte todos los abusos están ahí, en vídeos para que los vea todo el mundo. Solo puede hacerse el ciego el que quiere serlo a consciencia. Vemos lo que vemos y oímos lo que oímos. Nadie «nos lo cuenta», no es un «trascendido». Pero esa fortaleza que debilita a cada minuto a este régimen -especialmente en el flanco de la política exterior- iba a ser previsiblemente atacada. Si antes tenían que silenciar físicamente (asesinar por protestar) o judicialmente (detenciones arbitrarias y persecución judicial), ahora tienen que hacerlo también comunicativamente porque es la única forma en que pueden lograr que la verdad, esa que hoy está en disputa, no salga a la luz.

El comunicado del Mininter es exactamente eso. Una clara declaración tanto de debilidad como de intenciones. No basta con terruquear porque el discurso ya no les funciona como en los 90. No es todo lo eficaz para legitimar su represión feroz, su racismo ni su autoritarismo. Necesitan silenciar a la verdad y la única forma de hacerlo es silenciando a todos y todas las que la enuncien por cualquier vía.

Hoy, quienes la enuncian están en las calles, en la prensa alternativa y en las redes sociales ya que la gran prensa es cómplice de ese silenciamiento perverso. Pero, así como el fascismo no surge de la noche a la mañana y un día cualquiera te despiertas con el fascismo ahí, como el dinosaurio de Monterroso, el comunicado del Mininter tampoco aparece de la nada. Por lo mismo no sorprende, pero sí preocupa.

Hace unas semanas, en este mismo espacio que seguramente será denunciado por apología al terrorismo (ya estoy lista para ello), escribí un análisis sobre las portadas del poder mediático. En esa publicación señalaba cómo el panfleto Perú21 -que ahora no es ya más del Grupo El Comercio porque ha pasado a ser de la casa discursiva de Willax, o sea lo mismo, pero todavía más altisonante- estaba delineando el camino de la dictadura.

El análisis del poder mediático es importante por eso, porque anticipa por dónde irán los tiros. Ya hace dos semanas nos venían diciendo lo que iban a hacer. Así opera ese poder: presiona desde sus portadas al poder político. Hoy que cogobierna en la dictadura no sólo presiona para ir hacia uno u otro camino, sino que anuncia el camino que se va a seguir. Perú 21 hablaba de reformar la ley antiterrorismo porque no les bastaba con terruquear a diestra y siniestra.

Ya entendían entonces lo que sabemos nosotros: que el terruqueo no les funciona del todo. Entonces, proponen ir todavía más allá. El mismo discurso de Butters o de Ortiz avalado también por la equidistancia de quienes se llaman «liberales» y luego dicen que es igual el extremo que gobierna que el «extremo» (¿?) que protesta. Pues bien, el comunicado del Mininter es el resultado.

Cualquier persona, sin probar su identidad siquiera, puede denunciar ahora a cualquiera que piense distinto. Esto incluye, sobre todo, a cualquiera que dice la verdad. Cualquiera que dice que las manifestaciones son democráticas estará haciendo apología del terrorismo. Cualquiera que diga que la represión de Boluarte es injustificable y debe pagar condena, también. Cualquiera que rechace a quien ejerce racismo contra la wiphala o denuncie a quien pide «meter bala» contra quien protesta, también. Señores y señoras, todo demócrata es a partir de este momento sospechoso.

El objetivo es doble. Por un lado, amordazar y asustar a quienes dicen la verdad porque ese es el éxito de la dictadura: callar a la verdad. Por otro lado, vaporizar los lazos de cuidado y construcción colectiva. Al fiel estilo neoliberal. Que todos seamos sospechosos es la versión aún más macabra del «sálvese quien pueda». Es pasar de esa terrible frase al «denuncia para salvarte». Una suerte de «pásala si no te abombas» que a diferencia del juego de niños busca que nos miremos con desconfianza para quedarnos solos y solas.

Porque así somos débiles. Porque así es como ellos ganan. No olvidemos que uno de los objetivos del terruqueo era justamente ese. No sólo apuntar al terruqueado, sino aislarlo de la colectividad y sacarlo de la vida social. Implementar un temor a estar siquiera cerca de un terruqueado. «Que nadie se junte» con un sospechoso. Esa intención subyace al comunicado del Mininter.

Estos días en que vemos recrudecer las acciones de la dictadura son buenos para recordarnos que frente a ella nuestro gran bastión es justamente el poder popular. Ese que existe en común y no en solitario. Ese que nos salvó en la pandemia y también está salvándonos hoy de la dictadura. Esas mujeres que hacen ollas comunes para quienes han llegado a Lima a exigir democracia.

Esos peruanos y peruanas haciendo colectas para sostener las marchas y, por tanto, sostener la democracia. Y todos y todas las que no silenciamos la verdad, sino que somos sus altavoces desde todos nuestros espacios de comunicación. Desde el whatsApp del grupo de promoción de tu colegio hasta tu tuiter o tu tiktok. Y por eso, porque ese poder sí está surtiendo efecto, necesitan callarlo.

Pero la verdad siempre se abre paso y, por suerte, el poder popular está demostrando que la defiende valientemente. Toca defenderla sosteniendo las movilizaciones. Toca defenderla difundiéndola. Toca defenderla impidiendo que quiebren nuestros lazos de soporte. Toca defenderla afianzando a nuestras propias redes y nuestros espacios de reflexión y construcción colectiva.

Toca defenderla hablando aún más fuerte. Y, por qué no decirlo, toca defenderla llenando la bandeja de entrada de ese correo electrónico de mensajes que digan la verdad y exijan democracia para que vean que el pueblo organizado lo está en todas las áreas y que su intentona por callarnos es en realidad su pesadilla. Que pierdan su tiempo filtrando mensajes. Que vean que las voces de la verdad somos mayoría y que todos somos sospechosos, sí, de ser demócratas.

*Estudió Linguistica en la Pontificia Universidad Católica del Perú.Autora del podcast “La Batalla de las palabras”

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