COP27 | Lula advierte que sin Amazonía protegida no hay «seguridad climática»
Lula advirtió en la COP27 que sin Amazonía protegida no hay «seguridad climática»
El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, propuso este miércoles organizar la conferencia del clima de la ONU de 2025 en la Amazonía, durante una visita a la COP27 de Egipto en la que advirtió que sin protección de los bosques tropicales no habrá «seguridad climática».
El exsindicalista de izquierda anunció que como parte de su política climática creará un ministerio de Pueblos Originarios, cuando el 1 de enero inicie su mandato.
Recibido con vítores y aplausos por centenares de personas a su llegada a la conferencia en Sharm el Sheij, Lula aseguró que librará una «lucha muy fuerte» contra la deforestación y que hablará «mucho» con los pueblos indígenas.
«Vamos a acabar con el proceso de degradación que están viviendo nuestros bosques tropicales», proclamó.
No puede haber «seguridad climática en el mundo sin una Amazonía protegida», declaró luego en otro acto abarrotado de gente, entre ellos el propio presidente en ejercicio de la COP27, el canciller egipcio Sameh Shukri.
Para ello será necesaria también la colaboración financiera de la comunidad internacional, advirtió Lula, retomando una estrategia que desarrolló durante sus dos primeros mandatos (2003-2010).
El mandatario en ciernes subió los ánimos de una conferencia preocupada por la aceleración del cambio climático y por las consecuencias de la guerra en Ucrania sobre el suministro energético.
La COP27 tiene como uno de sus principales temas de negociación la posibilidad de crear algún tipo de mecanismo financiero para enfrentar las pérdidas y daños causados por el cambio climático.
«Necesitamos con mucha urgencia mecanismos financieros (…), no podemos retrasar más ese debate», proclamó Lula en un discurso con guiños a Latinoamérica y África.
Lula insistió en su idea de realizar la COP30 de 2025 en el estado de Amazonas o en el de Pará, ambos en la región amazónica de Brasil.
Lula afirmó que el futuro ministerio de los Pueblos Originarios es una medida de justicia, para que los indígenas «no sean tratados como bandidos» y sean socios y beneficiarios de una nueva política a la que contribuirán con sus propias propuestas.
«Brasil está de vuelta», aseguró el líder izquierdista, de 77 años, rodeado de gobernadores de la cuenca amazónica. «Brasil no puede estar aislado como lo estuvo en los últimos cuatro años», martilleó.
A pocos metros se encontraba el pabellón oficial del gobierno de Jair Bolsonaro, que tiene también una activa agenda de actos públicos en la COP27.
Cuando aún faltan seis semanas para que asuma su cargo, Lula arrancó el martes su agenda diplomática en este balneario egipcio, con encuentros con el enviado especial para el clima estadounidense, John Kerry, y el negociador jefe chino, Xie Zhenhua, además de otras bilaterales.
«Me sentí alentado por la manera como habló, para enfrentar el problema de una vez por todas, para preservar la Amazonía», declaró Kerry al referirse a su encuentro con Lula.
«Trabajaremos de forma diligente para lograr ese objetivo junto a nuestros aliados, Noruega, Alemania y otros países que han estado profundamente comprometidos con eso durante mucho tiempo», añadió Kerry.
La deforestación promedio anual en la Amazonía aumentó un 75% con respecto a la década anterior durante el mandato de Jair Bolsonaro.
Noruega y Alemania anunciaron, tras la victoria de Lula, estar dispuestos a reanudar su apoyo financiero para preservar la selva virgen amazónica en Brasil, después de haberlo retirado en 2019, poco después de la llegada al poder de Bolsonaro.
Noruega es el mayor contribuyente de ese fondo y, según su ministerio de Medio Ambiente, hay actualmente 641 millones de dólares disponibles.
Brasil concentra el 60% de la Amazonía, uno de los mayores sumideros de CO2 del planeta, repartido entre nueve países y fundamental en la lucha contra el cambio climático.
Lula anunció que su «primera iniciativa» será reunir a esos países, en el marco del Tratado de Cooperación Amazónica, para que puedan hablar del «desarrollo integral de la región, con inclusión social y mucha responsabilidad climática».
La deforestación del lado brasileño, según datos oficiales, alcanzó en el período 2020-2021 un máximo en 15 años a causa de la promoción de la minería y las actividades agropecuarias por parte del gobierno de Bolsonaro.
Esa devastación representa casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero del país, según el Observatorio do Clima, una oenegé.
La diputada y líder indígena Sonia Guajajara, presente en el acto de Lula, urgió al presidente electo a «pensar con la gente las políticas sociales». Y lo emplazó a culminar en sus primeros meses de gobierno la demarcación de cinco territorios indígenas adicionales.
Lula celebrará otros dos actos públicos el jueves, mientras que la COP27, que termina oficialmente el viernes, entra en su recta final negociadora.
Agenda de Lula da Silva en COP27
Durante dos días, el funcionario celebrará al menos cuatro actos públicos, entre ellos un discurso este miércoles a las 15, además de reuniones con gobernadores brasileños, líderes indígenas y representantes de la sociedad civil.
En esos actos, expondrá su plan de mantener «viva» la Amazonía, donde la deforestación promedio anual aumentó un 75% con respecto a la década anterior durante el mandato de Jair Bolsonaro, que expira a fin de año.
Antes de su visita, la primera al extranjero desde su triunfo electoral el 30 de octubre, Lula envió a varias figuras de confianza a preparar el terreno, como las exministras de Medio Ambiente Marina Silva e Izabella Teixeira.
Silva, que podría repetir como ministra, afirmó que la presencia del político, antes de haber asumido la banda presidencial, es de por sí «un gran mensaje» que denota que Brasil «recupera el protagonismo climático».
Noruega y Alemania anunciaron estar dispuestos a reanudar su apoyo financiero para preservar la selva virgen amazónica en Brasil, después de haberlo retirado en 2019 poco después de la llegada al poder de Bolsonaro.
Noruega es el mayor contribuyente de ese fondo, y según su ministerio de Medio Ambiente, hay actualmente u$s641 millones disponibles.
Por qué es importante que Brasil cuide al planeta
El país concentra uno de los mayores sumideros de CO2, repartido entre nueve países y fundamental en la lucha contra el cambio climático.
La deforestación del lado brasileño, según datos oficiales, alcanzó en el período 2020-2021 un máximo en 15 años a causa de la promoción de la minería y las actividades agropecuarias de la gestión anterior.
Esa devastación representa casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero del país, según el Observatorio do Clima, una oenegé.
La diputada y líder indígena Sonia Guajajara, que está en Sharm el Sheij, urgió al presidente electo a «pensar con la gente las políticas sociales» de Brasil.
Lo emplazó en particular a culminar en sus primeros meses de gobierno la demarcación de cinco territorios indígenas.
De su lado, la exministra Marina Silva defendió enérgicamente la necesidad de crear una nueva autoridad nacional para coordinar la acción climática entre varios ministerios y abogó por un objetivo de reforestación de 12 millones de hectáreas.
Veja a íntegra da fala de Lula:
«Em primeiro lugar, quero agradecer a oportunidade de estar aqui no Egito, berço da civilização, que desempenhou um papel extraordinário na história da humanidade.
Quero também agradecer o convite para participar da vigésima sétima Conferência das Nações Unidas sobre as Mudanças Climáticas. Sinto-me especialmente honrado, porque sei que este convite não foi dirigido a mim, mas ao meu país.
Este convite, feito a um presidente recém-eleito antes mesmo de sua posse, é o reconhecimento de que o mundo tem pressa de ver o Brasil participando novamente das discussões sobre o futuro do planeta e de todos os seres que nele habitam.
O planeta que a todo momento nos alerta de que precisamos uns dos outros para sobreviver. Que sozinhos estamos vulneráveis à tragédia climática.
No entanto, ignoramos esses alertas. Gastamos trilhões de dólares em guerras que só trazem destruição e mortes, enquanto 900 milhões de pessoas em todo o mundo não têm o que comer.
Vivemos um momento de crises múltiplas – crescentes tensões geopolíticas, a volta do risco da guerra nuclear, crise de abastecimento de alimentos e energia, erosão da biodiversidade, aumento intolerável das desigualdades.
São tempos difíceis. Mas foi nos tempos difíceis e de crise que a humanidade sempre encontrou forças para enfrentar e superar desafios.
Precisamos de mais confiança e determinação. Precisamos de mais liderança para reverter a escalada do aquecimento.
Os acordos já finalizados têm que sair do papel.
Para isso, é preciso tornar disponíveis recursos para que os países em desenvolvimento, em especial os mais pobres, possam enfrentar as consequências de um problema criado em grande medida pelos países mais ricos, mas que atinge de maneira desproporcional os mais vulneráveis.
Senhores e senhoras, estou hoje aqui para dizer que o Brasil está pronto para se juntar novamente aos esforços para a construção de um planeta mais saudável. De um mundo mais justo, capaz de acolher com dignidade a totalidade de seus habitantes – e não apenas uma minoria privilegiada.
O Brasil acaba de passar por uma das eleições mais decisivas da sua história. Uma eleição observada com atenção inédita pelos demais países.
Primeiro, porque ela poderia ajudar a conter o avanço da extrema-direita autoritária e antidemocrática e do negacionismo climático no mundo.
E também porque do resultado da eleição no Brasil dependia não apenas a paz e o bem-estar do povo brasileiro, mas também a sobrevivência da Amazônia e, portanto, do nosso planeta.
Ao final de uma disputa acirrada, o povo brasileiro fez a sua escolha, e a democracia venceu. Com isso, voltam a vigorar os valores civilizatórios, o respeito aos direitos humanos e o compromisso de enfrentar com determinação a mudança climática.
O Brasil já mostrou ao mundo o caminho para derrotar o desmatamento e o aquecimento global. Entre 2004 e 2012, reduzimos a taxa de devastação da Amazônia em 83%, enquanto o PIB agropecuário cresceu 75%.
Infelizmente, desde 2019, o Brasil enfrenta um governo desastroso em todos os sentidos – no combate ao desemprego e às desigualdades, na luta contra a pobreza e a fome, no descaso com uma pandemia que matou 700 mil brasileiros, no desrespeito aos direitos humanos, na sua política externa que isolou o país do resto do mundo, e também na devastação do meio ambiente.
Não por acaso, a frase que mais tenho ouvido dos líderes de diferentes países é a seguinte: ‘O mundo sente saudade do Brasil’.
Quero dizer que o Brasil está de volta.
Está de volta para reatar os laços com o mundo e ajudar novamente a combater a fome no mundo.
Para cooperar outra vez com os países mais pobres, sobretudo da África, com investimentos e transferência de tecnologia.
Para estreitar novamente relações com nossos irmãos latino-americanos e caribenhos, e construir junto com eles um futuro melhor para nossos povos.
Para lutar por um comércio justo entre as nações, e pela paz entre os povos.
Voltamos para ajudar a construir uma ordem mundial pacífica, assentada no diálogo, no multilateralismo e na multipolaridade.
Voltamos para propor uma nova governança global. O mundo de hoje não é o mesmo de 1945. É preciso incluir mais países no Conselho de Segurança da ONU e acabar com o privilégio do veto, hoje restrito a alguns poucos, para a efetiva promoção do equilíbrio e da paz.
No pronunciamento que fiz ao fim da eleição no Brasil, em 30 de outubro, ressaltei a importância de unir o país, que foi dividido ao meio pela propagação em massa de fake news e discursos de ódio.
Naquela ocasião, eu disse que não existem dois Brasis. Quero dizer agora que não existem dois planetas Terra. Somos uma única espécie, chamada Humanidade, e não haverá futuro enquanto continuarmos cavando um poço sem fundo de desigualdades entre ricos e pobres.
Precisamos de mais empatia uns com os outros. Precisamos construir confiança entre nossos povos. Precisamos nos superar e ir além dos nossos interesses nacionais imediatos, para que sejamos capazes de tecer coletivamente uma nova ordem internacional, que reflita as necessidades do presente e nossas aspirações de futuro.
Estou aqui hoje para reafirmar o inabalável compromisso do Brasil com a construção de um mundo mais justo e solidário.
Senhoras e senhores, a Organização Mundial da Saúde alerta que a crise climática compromete vidas e gera impactos negativos na economia dos países.
Segundo projeções da Organização, entre 2030 e 2050 o aquecimento global poderá causar aproximadamente 250 mil mortes adicionais ao ano – por desnutrição, malária, diarreia e estresse provocado pelo calor excessivo.
O impacto econômico de todo esse processo, apenas no que se refere aos custos de danos diretos à saúde, é estimado pela OMS entre 2 a 4 bilhões de dólares por ano até 2030.
Os Estados Unidos convivem com tornados e tempestades tropicais cada vez mais frequentes e com potencial destrutivo sem precedentes.
Países insulares estão simplesmente ameaçados de desaparecer.
No Brasil, que é uma potência florestal e hídrica, vivemos em 2021 a maior seca em 90 anos, e fomos assolados por enchentes de grandes proporções que impactaram milhões de pessoas.
A Europa enfrenta uma série de fenômenos meteorológicos e climáticos extremos em várias partes do continente – de incêndios devastadores a inundações que causam um número inédito de mortes.
Apesar de ser o continente com a menor taxa de emissão de gases do efeito estufa do planeta, a África também vem sofrendo eventos climáticos extremos.
Enchentes e secas no Chade, Nigéria, Madagascar e parte da Somália.
Elevação do nível dos mares, que num futuro próximo será catastrófica para as dezenas de milhões de egípcios que vivem no Delta do rio Nilo.
Repito: ninguém está a salvo. A emergência climática afeta a todos, embora seus efeitos recaiam com maior intensidade sobre os mais vulneráveis.
A desigualdade entre ricos e pobres manifesta-se até mesmo nos esforços para a redução das mudanças climáticas.
O 1% mais rico da população do planeta vai ultrapassar em 30 vezes o limite das emissões de gás carbônico necessário para evitar que o aumento da temperatura global ultrapasse a meta de 1,5 grau centígrado até 2030.
Este 1% mais rico está a caminho de emitir 70 toneladas de gás carbônico per capita por ano. Enquanto isso, os 50% mais pobres do mundo emitirão, em média, apenas uma tonelada per capita, segundo estudo produzido pela ONG Oxfam e apresentado na COP 26.
Por isso, a luta contra o aquecimento global é indissociável da luta contra a pobreza e por um mundo menos desigual e mais justo.
Senhores e senhoras, não há segurança climática para o mundo sem uma Amazônia protegida. Não mediremos esforços para zerar o desmatamento e a degradação de nossos biomas até 2030, da mesma forma que mais de 130 países se comprometeram ao assinar a Declaração de Líderes de Glasgow sobre Florestas.
Por esse motivo, quero aproveitar esta Conferência para anunciar que o combate à mudança climática terá o mais alto perfil na estrutura do meu governo.
Vamos priorizar a luta contra o desmatamento em todos os nossos biomas. Nos três primeiros anos do atual governo, o desmatamento na Amazônia teve aumento de 73%.
Somente em 2021, foram desmatados 13 mil quilômetros quadrados.
Essa devastação ficará no passado.
Os crimes ambientais, que cresceram de forma assustadora durante o governo que está chegando ao fim, serão agora combatidos sem trégua.
Vamos fortalecer os órgãos de fiscalização e os sistemas de monitoramento, que foram desmantelados nos últimos quatro anos.
Vamos punir com todo o rigor os responsáveis por qualquer atividade ilegal, seja garimpo, mineração, extração de madeira ou ocupação agropecuária indevida.
Esses crimes afetam sobretudo os povos indígenas.
Por isso, vamos criar o Ministério dos Povos Originários, para que os próprios indígenas apresentem ao governo propostas de políticas que garantam a eles sobrevivência digna, segurança, paz e sustentabilidade.
Os povos originários e aqueles que residem na região Amazônica devem ser os protagonistas da sua preservação. Os 28 milhões de brasileiros que moram na Amazônia têm que ser os primeiros parceiros, agentes e beneficiários de um modelo de desenvolvimento local sustentável, não de um modelo que ao destruir a floresta gera pouca e efêmera riqueza para poucos, e prejuízo ambiental para muitos.
Vamos provar mais uma vez que é possível gerar riqueza sem provocar mais mudança climática. Faremos isso explorando com responsabilidade a extraordinária biodiversidade da Amazônia, para a produção de medicamentos e cosméticos, entre outros.
Vamos provar que é possível promover crescimento econômico e inclusão social tendo a natureza como aliada estratégica, e não mais como inimiga a ser abatida a golpes de tratores e motosserras.
Tenho o prazer de informar que logo após nossa vitória na eleição de 30 de outubro, Alemanha e Noruega anunciaram a intenção de reativar o Fundo Amazônia, para financiar medidas de proteção ambiental na maior floresta tropical do mundo.
O Fundo dispõe hoje de mais de 500 milhões de dólares, que estão congelados desde 2019, devido à falta de compromisso do governo atual com a proteção da Amazônia.
Estamos abertos à cooperação internacional para preservar nossos biomas, seja em forma de investimento ou pesquisa científica.
Mas sempre sob a liderança do Brasil, sem jamais renunciarmos à nossa soberania.
Conjugar desenvolvimento e meio ambiente também é investir nas oportunidades criadas pela transição energética, com investimentos em energia eólica, solar, hidrogênio verde e bicombustíveis. São áreas nas quais o Brasil tem um potencial imenso, em particular no Nordeste brasileiro, que apenas começou a ser explorado.
Cuidar das questões ambientais também é melhorar a qualidade de vida e as oportunidades nos centros urbanos. Fornecer alternativas de meios de transporte com menor impacto ambiental.
Gerar empregos em indústrias menos poluentes na cadeia industrial da reciclagem, que melhora o aproveitamento das matérias primas, e no saneamento básico, que protege a nossa saúde e nossos rios cuidando da água, elemento indispensável para a vida.
A produção agrícola sem equilíbrio ambiental deve ser considerada uma ação do passado. A meta que vamos perseguir é a da produção com equilíbrio, sequestrando carbono, protegendo a nossa imensa biodiversidade, buscando a regeneração do solo em todos os nossos biomas, e o aumento de renda para os agricultores e pecuaristas.
Estou certo de que o agronegócio brasileiro será um aliado estratégico do nosso governo na busca por uma agricultura regenerativa e sustentável, com investimento em ciência, tecnologia e educação no campo, valorizando os conhecimentos dos povos originários e comunidades locais. No Brasil há vários exemplos exitosos de agroflorestas.
Temos 30 milhões de hectares de terras degradadas. Temos conhecimento tecnológico para torná-las agricultáveis. Não precisamos desmatar sequer um metro de floresta para continuarmos a ser um dos maiores produtores de alimentos do mundo.
Este é um desafio que se impõe a nós brasileiros e aos demais países produtores de alimentos. Por isso estamos propondo uma Aliança Mundial pela Segurança Alimentar, pelo fim da fome e pela redução das desigualdades, com total responsabilidade climática.
Quero aproveitar a ocasião para garantir que o acordo de cooperação entre Brasil, Indonésia e Congo será fortalecido pelo meu governo.
Juntos, nossos três países detêm 52% das florestas tropicais primárias remanescentes no planeta.
Juntos, trabalharemos contra a destruição de nossas florestas, buscando mecanismos de financiamento sustentável, para deter o avanço do aquecimento global.
Quero também propor duas importantes iniciativas, a serem apresentadas formalmente pelo meu governo, que se iniciará no dia primeiro de janeiro de 2023.
A primeira iniciativa é a realização da Cúpula dos Países Membros do Tratado de Cooperação Amazônica.
A segunda iniciativa é oferecer o Brasil para sediar a COP 30, em 2025. Seremos cada vez mais afirmativos diante do desafio de enfrentar a mudança do clima, alinhados com os compromissos acordados em Paris e orientados pela busca da descarbonização da economia global.
Enfatizo ainda que em 2024 o Brasil vai presidir o G20. Estejam certos de que a agenda climática será uma das nossas prioridades.
Senhoras e senhores, em 2009, os países presentes à COP 15 em Copenhague comprometeram-se em mobilizar 100 bilhões de dólares por ano, a partir de 2020, para ajudar os países menos desenvolvidos a enfrentarem a mudança climática.
Este compromisso não foi e não está sendo cumprido.
Isso nos leva a reforçar, ainda mais, a necessidade de avançarmos em outro tema desta COP 27: precisamos com urgência de mecanismos financeiros para remediar perdas e danos causados em função da mudança do clima.
Não podemos mais adiar esse debate. Precisamos lidar com a realidade de países que têm a própria integridade física de seus territórios ameaçada, e as condições de sobrevivência de seus habitantes seriamente comprometidas.
É tempo de agir. Não temos tempo a perder. Não podemos mais conviver com essa corrida rumo ao abismo.
Se pudermos resumir em uma única palavra a contribuição do Brasil neste momento, que essa palavra seja aquela que sustentou o povo brasileiro nos tempos mais difíceis: Esperança.
A esperança combinada com uma ação imediata e decisiva, pelo futuro do planeta e da humanidade.
Globo