Las siete vidas de Nicolás Maduro – Por César G. Calero

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Las siete vidas de Nicolás Maduro

César G. Calero*

Con el cáncer consumiéndole a toda velocidad, Hugo Chávez designó oficialmente a su sucesor en diciembre de 2012: “Elijan ustedes a Nicolás Maduro como presidente“, imploró a sus seguidores. Su antiguo canciller le había demostrado una lealtad a prueba de bombas. No era el dirigente bolivariano más brillante pero sí el preferido de La Habana, de tanta ascendencia sobre el comandante.

Maduro estuvo a punto de perder las elecciones en 2013, con su mentor ya fallecido, pero sobrevivió al empuje de una oposición unificada. Con mano dura, solventó protestas en la calle, se deshizo de un Parlamento en contra y desbarató tentativas de derrocarlo por la fuerza. Ahora, la crisis del petróleo, la nueva coyuntura geopolítica surgida a raíz de la guerra en Ucrania y la hegemonía de la izquierda en América Latina le han dado una nueva vida, otra más, al heredero de Chávez.

Mientras la oposición venezolana continúa sin recuperarse de la derrota electoral en las elecciones regionales de hace un año, Maduro ha visto cómo la economía retoma el pulso en su país mientras el contexto regional le favorece. Su reciente paso por la cumbre del clima en Egipto le ha dado un soplo de vitalidad, al menos de puertas para afuera. Se mostró sonriente con los líderes de Francia y Portugal, Emmanuel Macron y Antonio Costa, y con John Kerry, secretario de Estado en tiempos de Barack Obama. Fue Macron quien insistió en que había que encontrar de nuevo un camino hacia el diálogo con la oposición.

Rehabilitación internacional 

La rehabilitación internacional de Maduro (por parte de las potencias occidentales) comenzó hace unos meses, con la guerra en Ucrania y sus implicaciones económicas a escala global como telón de fondo. El gobierno de Joe Biden dio un primer paso en mayo al suavizar las sanciones impuestas a Caracas y permitir que la compañía Chevron reiniciara negociaciones con PDVSA, la petrolera estatal venezolana.

Las sanciones al régimen de Vladímir Putin y la necesidad de buscar fuentes energéticas alternativas a las rusas hicieron girar las miradas hacia Venezuela, el país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Maduro acogió con satisfacción ese cambio aunque estuviese motivado por razones mercantilistas.

“El petróleo y la necesidad de estabilizar el mercado de la energía están entre las principales causas [de la rehabilitación internacional de Maduro], y han acelerado un proceso que quizás comenzó antes de esta coyuntura, con las elecciones locales y regionales de finales del año pasado”, reflexiona Anna Ayuso, investigadora sénior para América Latina de CIDOB (Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona).

El chavismo salió triunfante en esos comicios y la oposición mostró de nuevo sus costuras. “A partir de ahí se produce un agotamiento de la estrategia de Washington de hacer caer a Maduro e impulsar la figura Juan Guaidó (líder de la oposición reconocido entonces como presidente interino por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países). Maduro va a buscar ahora una reducción de las sanciones y la reanudación del diálogo con la oposición. La convocatoria de elecciones libres ya es otra cuestión”, explica Ayuso.

Diálogo en México

El chavismo y la oposición habían alcanzado ya algunos acuerdos en unas negociaciones celebradas en México hace poco más de un año, pero el diálogo se rompió bruscamente tras la detención y extradición a Estados Unidos de Alex Saab, acusado de ser un testaferro de Maduro. Como antesala de una previsible reanudación del diálogo en México, delegados del gobierno venezolano (encabezados por Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y peso pesado del chavismo) y de la oposición (con Gerardo Blyde, negociador en México, al frente) se han reunido este viernes en Francia para acercar posturas en el marco del Foro de París sobre la Paz impulsado por Macron.

Al cónclave han acudido también los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y Argentina, Alberto Fernández, dos de los mandatarios que representan ese nuevo mapa político de izquierdas en la región.

En ese escenario irrumpe con fuerza el nuevo Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva tras su reciente victoria en las urnas (su tercer mandato arranca el 1 de aenero de 2023). La integración regional es una de sus prioridades. Para ello, es más que probable que la principal economía latinoamericana reingrese en la CELAC, la comunidad que agrupa a más de 30 Estados latinoamericanos y caribeños y de la que se retiró en 2020 el ultraderechista Jair Bolsonaro. Lula supo en su día mantener una relación fluida a la vez con Chávez y con la Casa Blanca. Sus buenas dotes negociadoras podrían estimular ahora el acuerdo político en Venezuela.

Pero es Colombia el actor fundamental en las relaciones de la región con Maduro. Petro le ha pedido al líder bolivariano que Venezuela se reincorpore al sistema interamericano de derechos humanos. Su principal preocupación, sin embargo, es lograr estabilidad en la zona.

“Petro no podrá avanzar en sus planes de paz —recuerda Ayuso— si no consigue tener unas fronteras más estables, y para eso precisa la ayuda y la coordinación con Venezuela”. En juego está un acuerdo de paz con la guerrilla  el Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuyos jefes mantienen estrechas relaciones con algunos jerarcas del chavismo. Es un puzle complejísimo (como se vio en los acuerdos de paz con las FARC), con piezas de difícil encaje, como los posibles disidentes de la guerrilla, las bandas de narcotraficantes, las fuerzas políticas y castrenses contrarias a cualquier tipo de pacto y también los intensos flujos migratorios en una frontera muy caliente.

Es precisamente la migración, junto al petróleo, otro de los asuntos que podría llevar a la Casa Blanca a espolear el diálogo entre el gobierno chavista y la oposición y a suavizar más las sanciones a Caracas.

El número de migrantes venezolanos en Estados Unidos ha crecido exponencialmente en los últimos tiempos. A Biden le interesa frenar esa avalancha cuanto antes. Un impulso a la economía venezolana reduciría el flujo de migrantes. Las pretensiones de Estados Unidos, rizando el rizo, pasan por evitar que una mayor actividad petrolífera en Venezuela llene las arcas del Palacio de Miraflores. La creación de un fondo fiduciario destinado a cuestiones humanitarias sería una de las opciones que baraja la Casa Blanca, según The New York Times.

Calendario electoral

Si el diálogo fructifica y Maduro acepta convocar elecciones en 2024 bajo la supervisión de observadores internacionales, la oposición tiene por delante un gran desafío. Siempre que concurrió dividida a las urnas sufrió una dura derrota a manos del chavismo. En las pocas ocasiones en que la lucha de egos dejó paso a la unidad obtuvo una mejor recompensa electoral.

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), con Henrique Capriles como candidato presidencial, se quedó a un punto y medio de Maduro en los comicios de mayo de 2013. Y esa misma coalición le endosó una severa derrota al chavismo (15 puntos de ventaja) dos años después en las elecciones legislativas.

Pero si la división ha sido mala consejera para la oposición, la estrategia de acoso y derribo contra Chávez y Maduro no ha funcionado nunca. Dirigentes como Leopoldo López (condenado por instigar violentas protestas en 2014) o Juan Guaidó optaron por esa vía. Hoy López vive exiliado en Madrid y la figura de Guaidó (cuya impostada presidencia interina de Venezuela fue aceptada de manera sonrojante hasta por Bruselas) languidece en Caracas.

Según la consultora Datanálisis, hoy no sería el candidato preferido de la oposición. Por delante de él se sitúan Manuel Rosales (gobernador del estado de Zulia) o el propio Capriles. Al otro lado de la trinchera, Maduro espera su turno para disfrutar de una nueva vida.

*Ha sido corresponsal en México, Centroamérica, Cuba y Argentina. Asentado en Buenos Aires desde 2008, escribe para Publico de España. Es autor del libro de crónicasCuba a cámara lenta

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