¿Y qué es sexo? – Por Nieves y Miró Fuenzalida

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¿Y qué es sexo?

Nieves y Miró Fuenzalida*

¿Y qué es sexo? No el divertido, sino el que tradicionalmente divide a los humanos en femeninos y masculinos, en mujeres y hombres, división que ha existido por siempre y no hay razón para pensar de otra manera , ¿cierto? Bueno… no realmente, porque aunque parezca extraño la cosa no es tan simple. ¿Hay, en realidad, buenas razones para creer que naturalmente no hay nada más fuera de esta división binaria? ¿No será que esta idea biológica es una pura fantasía, como algunos críticos dirían? ¿O, por el contrario, como un buen materialista afirmaría, la división binaria es un estado natural enraizado en un hecho biológico?

A comienzos de 1949, Simone de Beauvoir escribió que “uno no nace mujer, sino que uno se convierte en mujer”. La idea implícita es que ser mujer no es lo mismo que nacer biológicamente mujer. La sociedad trata de manera diferente a hombres y mujeres. A medida que la niña se convierte en mujer esta cada vez mas expuesta a imágenes y estereotipos sobre cómo debería comportarse, pensar y sentir. En breve, como ser femenina.

Y la representación cultural de la feminidad principalmente está formada por hombres y, en gran medida, en interés de los hombres. Se espera que una mujer sea lo que el hombre quiera o necesite: amables, domesticadas, desinteresadas y responsables. Pero, también, excitantes, sexualmente disponibles, infantiles y, contradictoriamente, irresponsables. En buenas cuentas, la mujer es “el otro” en relación con la figura central del universo humano, que es el hombre.

Desde los 60’s la llamada segunda ola feminista, siguiendo a Simone de Beauvoir, se enfocó en los conceptos de feminidad y masculinidad entendidos como un conjunto de diferentes expectativas, estereotipos y normas que enfrentan tanto los hombres como las mujeres. A estos dos términos le dieron el nombre especial de “género”, algo puramente social, sin fundamento biológico. Este es el momento en que nace la distinción conceptual entre “sexo y género”. Sexo, se refiere a las diferencias biológicas entre masculino y femenino. La diferencia visible en los genitales y la función procreadora, por ejemplo. El género, en cambio, es una cuestión cultural, una clasificación social que define lo masculino y lo femenino.

En las décadas siguientes ciertas corrientes feministas adoptaron una posición mucho más radical. Interpretando a Beauvoir, para ellas ser mujer es, en sí misma, algo esencialmente social y no biológico. No se trata de ser esencialmente mujer, sino que, por el contrario, ser mujer es el resultado de una proyección, de la internalización de expectativas sociales restringidas, de estereotipos y normas de feminidad. Mujeres y niñas son, por definición, el conjunto de personas que tienen un rol social femenino proyectado sobre ellas.

La clara y obvia intención era, por supuesto, alejarse del espectro del “determinismo biológico” que condena a la mujer a la vida doméstica y maternal en lugar del trabajo profesional o intelectual. Según una feminista francesa, admitir que existe una división natural entre mujeres y hombres es naturalizar los fenómenos sociales que expresan opresión y hacen imposible el cambio social.

Judith Butler, siguiendo las filosofías posestructuralistas y desconstruccionistas, afirma que todo lo humano puede significativamente pensarse como socialmente construído. Con lo que finalmente nos quedamos, dice Butler, es que el género es una “actuación”: ser mujer o ser femenina no es un estado materialmente estable, sino una especie de actuación social repetible.

Desde los comienzos de este siglo en los círculos progresistas se afirma la creencia de que no es el sexo biológico, ni siquiera el “papel social” lo que hace a la mujer o al hombre, sino que la “identidad de género” es lo que verdaderamente nos convierten en mujer u hombre. Esto es bien distinto de lo que Beauvoir decía. Aquí la identidad femenina o masculina no es el resultado de una proyección, sino el de poseer una identidad interior.

Si una niña se siente interiormente como niño, entonces ese es su sexo. Y viceversa. En el 2020 el número de “identidad de género” ha explotado, para decir lo menos. Una bien popular es la de “ser nobinario”, no exclusivamente mujer ni exclusivamente hombre, una que cambia entre estas dos o rechaza a ambas. La lista cada vez mayor de personas trans puede ser incomprensible para muchos, pero todos ellos tienen algo en común: la “identidad de género” no corresponde con el sexo asignado al nacer.

Algo inquietante en este desarrollo es que cualquier cr{itica a la teoría de la “identidad de género” o al “transactivismo” es considerada transfóbica y reaccionaria.

Pero ésta es la cosa: una práctica estándar en filosofía como en la teoría crítica es la de someter a una teoría y sus postulados a una crítica mordaz. ¿Explica bien la evidencia? ¿Hay teorías rivales que puedan explicar mejor las evidencias? ¿Ayuda la teoría a explicar y predecir lo que le importa a la gente? ¿Encaja bien con otras teorías? Según la profesora inglesa y escritora gay Kathleen Stock, gran parte de lo que hay en las teorías de género es intelectualmente confuso y concretamente dañino. No sólo dicen que la identidad de género existe y es fundamental, sino que, también dicen que el sexo biológico es irrelevante.

¿Lo es? Bueno, no realmente… Aunque parezca obvio, ciertamente los humanos estamos divididos en hembras y machos y esta división binaria es un estado natural arraigado en hechos biológicos estables, nos guste o no. El primer criterio en la división de los sexos es el recuento de los gametos. De acuerdo al filosofo Alex Byrne los gametos definen a los machos y hembras en los humanos, los animales y las plantas. Los gametos son células reproductoras y de acuerdo con estas los machos en vías de desarrollo producen más gametos pequeños y movibles con el fin de reproducción sexual.

Las hembras en vías de desarrollo, en cambio, producen gametos más grandes y estáticos y en menor cantidad con el mismo propósito. Pueden ocurrir interferencias en este desarrollo, pero eso no significa que no hayan hembras y machos. Si todo va de acuerdo al plan, entonces ser mujer u hombre es la capacidad que un organismo dado tiene, o hubiera tenido, según las circunstancias.

El segundo criterio es el de los cromosomas. Hombre es un humano con un cromosoma Y. Mujer es un humano con cromosoma XX,  sin cromosoma Y. Ésta es la distribución estándar. En algunos casos algunas mujeres tienen X, XXX o XXXXX. Lo que define al sexo, sin embargo, es la presencia o ausencia del cromosoma Y.

Tanto en la cuenta de gametos como en la de cromosomas hay casos ocasionales de trastornos en el desarrollo sexual que no pueden caracterizarse fácilmente como macho o hembra, como en el caso del desorden ovotesticular, por ejemplo, donde encontramos simultáneamente tejido ovárico y testicular.

Ambas clasificaciones podrían denominarse esencialistas porque cada una prioriza una característica particular como esencial y suficiente para ser miembro de un sexo dado. Por supuesto, la línea de esta narrativa biológica no es completamente limpia, pero aún así, para la mayoría de los humanos, ésta es una respuesta clara para saber si alguien es hombre o mujer.

Ciertamente hay humanos con cromosoma XX y ovarios que cuentan como hembras, pero tienen una morfología altamente virilizada, incluyendo un clítoris con aspecto fálico, condición llamada hiperplasia suprarrenal congénita y otras diferencias sexuales que entran en la categoría denominada intersex. Dada esta situación… ¿hay buenas razones, entonces, para creer que hay naturalmente sólo dos sexos?

Según la cuenta de cromosomas y gametos un macho hermafrodita todavía es hombre porque esta en vías de producir pequeños gametos y tiene un cromosoma Y. Igualmente una hembra seudohermafrodita es mujer porque está en vías de producir grandes gametos y carece de cromosoma Y. Algunas diferencias sexuales como las que se encuentran en 46,XX/46,XY, por ejemplo, son difíciles de clasificar, tanto en el gameto como en la cuenta de cromosomas, pero no es claro por que estas dificultades deberían llevarnos a pensar que el sexo no es binario.

La dificultad sobre los casos límite es absolutamente estándar en las categorías biológicas. Muchos, o incluso todos nuestros conceptos están “su determinados” cuando se trata de casos periféricos que no pueden resolverse automáticamente de una forma u otra. De acuerdo con ésto, entonces, sexo binario, propiamente entendido, requiere sólo que la vasta mayoría de la gente caiga en una categoría u otra.

Luego, otra vez, ¿hay buenas evidencias para pensar que el sexo biológico es sólo una construcción social, como sostiene Judith Butler? Según Kathleen Stock, aquí no se trata sólo de creer que los términos mujer y hombre tienen una pesada carga de significado social y cultural, como decía Simone de Beauvoir. No… lo que aquí se está diciendo es que las categorías hombre y mujer no son nada más que contenidos sociales arbitrarios, lo que es mucho más radical y subversivo.

No hay dos sexos biológicos, naturalmente predados, ni hechos predeterminados por la selección natural. En el hecho esta afirmando que no hay nada “debajo” o “antes” del lenguaje que asegure una referencia lingüística a algo fuera de él… ¿realmente? Entonces… ¿tampoco hay reproducción sexual, elementos químicos pre-dados o especies biológicas? ¿No cambio climático, no moléculas, átomos ni quarks? ¿No virus ni bacterias? ¿El creacionismo no es mejor ni peor que el darwinismo? ¿La tierra empezó a girar alrededor del sol solamente después de Copérnico?

Para las feministas radicales de los 80’s los dos sexos no son más que una división social artificial creada para “oprimir” o “dominar”. Pero, ¿cómo empezó esta opresión? ¿No será porque un grupo fue más capaz, en promedio, de dominar el segundo grupo debido a la genética y las tendencias asociadas a la fuerza física relativamente superior? En todo caso, ésto no significa que la mujer no pueda escapar al espectro del determinismo biológico. El modelo binario puede ser exacto y el determinismo biológico completamente falso.

La diferencia entre natural y artificial, en realidad, es bien interesante y algunos filósofos han cuestionado esta distinción. La feminista Donna Haraway argumenta, por ejemplo, que no hay una clara distinción entre hombre y mujer. La administración de estrógeno y testosterona pueden modificar la apariencia sexual y la cirugía estética puede convertir una vagina en un pene o viceversa.

¿No es ésto un problema para el modelo sexual binario? No, según Kathleen Stock. Ninguna de las características citadas como esenciales para la pertenencia de un sexo u otro, sean los gametos o cromosomas, pueden producirse artificialmente mediante tratamiento hormonal o cirugía. Estas son endógenas. El sexo, si seguimos la evidencia, no es asignado, sino detectado. La división entre hombre y mujer es natural y mas del 99 por ciento caen en una u otra categoría, incluyendo las personas con diferencias de desarrollo sexual. Una mujer gay, por ejemplo, es una mujer que se siente atraída sexualmente hacia otra mujer y viceversa.

¿Por qué los sexos tendrían que importarnos? Simple: sin ellos nuestra especie desaparecería …

* Profesores de Filosofia chilenos graduados en la Universidad de Chile. Residen en Ottawa, Canadá, desde el 1975. Nieves estuvo 12 meses presa en uno de los campos de concentración durante la dictadura de Augusto Pinochet. Han publicado seis libros de ensayos y poesía. Colaboradores de surysur.net y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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