Castillo acepta la renuncia de un nuevo ministro censurado por el Congreso y van 70

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Geiner Alvarado: Poder Ejecutivo acepta su renuncia al MTC tras ser censurado por el Congreso

El Poder Ejecutivo aceptó la renuncia de Geiner Alvarado como titular del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) tras ser censurado por el Congreso de la República, el último jueves 15 de setiembre.

A través de la Resolución Suprema Nº 236-2022-PCM, publicada este domingo 18 de setiembre en el boletín de Normas Legales del Diario Oficial El Peruano, se le agradeció a Alvarado López por los servicios prestados.

Según la normatividad vigente, Geiner Alvarado tenía 72 horas como plazo para dejar el cargo, luego de la decisión adoptada por el Parlamento.

Como se recuerda, por 94 votos a favor, 14 en contra y 8 abstenciones, el Pleno dio luz verde a la moción presentada contra el entonces titular del MTC por la bancada de Avanza País, luego de haber sido interpelado, el pasado 5 de setiembre.

Pese a ello, Geiner Alvarado presentó una acción de amparo contra el Congreso ante el Juzgado Constitucional de Lima por una presunta afectación al debido procedimiento, por la moción de censura que se debatió, el último jueves en el Pleno.

Alvarado afronta, actualmente, al menos cuatro investigaciones fiscales. Una de ellas es dirigida por la fiscal de la Nación por presuntamente ser parte de una red criminal al interior del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento que estaría liderada por el presidente Pedro Castillo.

Tras su censura, la Superintendencia de Migraciones del Perú anunció que ha emitido una “alerta informativa migratoria” sobre Alvarado, basándose en que el Ministerio Público solicitó impedimento de salida del país contra el extitular de la cartera de Vivienda.

El Comercio


Castillo bate récord en número de ministros en medio de la crisis

Con los cambios de esta semana en Relaciones Exteriores y Agricultura, subió a 70 el número de posesiones de ministros en 13 meses de Gobierno de Pedro Castillo, récord que, para expertos, refleja las inconsistencias en la política del Perú.

La cuenta seguirá pronto, pues Castillo tendrá que designar un ministro de Transporte en reemplazo de Geiner Alvarado, destituido el viernes por el Congreso por presunto involucramiento en corrupción.

En total, 63 personas han pasado por una de las 19 carteras. En otros siete casos ha habido traslados. Alvarado es el quinto destituido por un Congreso que desde el comienzo ejerce férrea oposición.

El politólogo Roger Santa Cruz dijo a Télam que en principio el asunto tuvo que ver con que Castillo no tuvo etapa de transición, ya que sectores de derecha se empeñaron en desconocer su triunfo, incluso mediante una denuncia sin pruebas de fraude electoral.

A ese hecho, que le quitó tiempo a Castillo para preparar sus primeras acciones, se sumaron después, en opinión de Santa Cruz, factores como «la falta de capacidad de convocatoria» del mandatario y la ausencia de canales para acercar a cuadros técnicos y políticos con el Gobierno.

La crisis empezó antes de que el Gobierno asumiera: la designación como jefe del gabinete del beligerante Guido Bellido, del partido marxista leninista Perú Libre (PL) -al que pertenecía entonces el nuevo jefe de Estado-, hizo que dos ministros anunciados, Pedro Francke y Aníbal Torres, se negaran a juramentar.

Fueron necesarios contactos extras para que Francke y Torres asumieran en Economía y Justicia. Pero con Bellido y con la actitud intransigente de los tres partidos situados más a la derecha en el Legislativo -Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País-, la tensión fue permanente.

Los cambios

Apenas transcurrieron dos semanas antes del primer cambio: el canciller Héctor Béjar, exguerrillero de 85 años, renunció en medio de una ofensiva de la derecha, que le atribuía posiciones contra las Fuerzas Armadas.

Varios ministros quedaron en la mira de una oposición que, a través del congresista ultraconservador Jorge Montoya, prometió sacarlos «uno por uno». Castillo se vio obligado a relevar a varios funcionarios cuando era inminente su censura.

Carlos Gallardo, de Educación, se convirtió en el primero de cinco censurados, al quedar señalado como miembro de facciones de ultraizquierda. Fue la primera vez que Castillo dejó que la moción llegara hasta la fase de votos.

Luego cayeron Hernán Condori, en Salud, por promover productos médicos cuestionados; Betsy Chávez, en Trabajo, por autorizar una huelga aérea en Semana Santa, y Dimitri Senmache, en Interior, por supuesta negligencia para buscar a personas cercanas a Castillo y requeridas por la Justicia.

Alvarado, el más reciente caído, es acusado por la Fiscalía de ser parte de una organización para adjudicar obras irregularmente. La votación fue lapidaria: 94 votos contra 14.

Los cinco ministros censurados en 13 meses superaron ya a los cuatro que salieron por esa vía de 2001 a 2021 con seis presidentes, lo que según analistas resume tanto la agresividad del Congreso como los errores de la actual administración para escoger funcionarios.

Las decisiones de Castillo

El Presidente ha sorprendido con nombramientos por los antecedentes de los escogidos. Un caso notorio fue cuando en febrero colocó como jefe del gabinete a Héctor Valer, congresista de derecha que cayó tras apenas una semana por su historial de violencia contra su esposa y su hija.

Otra decisión que sorprendió fue cuando sacó de Salud a Hernando Cevallos, excongresista de izquierda cuyo trabajo recibía elogios de todos los sectores, para reemplazarlo por Condori, quien llegaba con muchos cuestionamientos éticos.

Una sorpresa similar terminó esta semana con la renuncia de Miguel Rodríguez, quien en un mes en la Cancillería -a donde llegó pese a que desde posiciones de derecha radical había sido duro crítico del Gobierno-, tomó medidas de política exterior discrepantes de las que defiende Castillo.

Rodríguez, cuya llegada causó además renuncias de calificados diplomáticos, fue reemplazado por su antecesor, César Landa, a quien habían relevado sin explicación cuando era uno de los pocos ministros bien vistos tanto por el oficialismo como por la oposición.

El otro cambio de esta semana refleja factor más que explica supuestamente la rotación de ministros: la impericia. El titular de Agricultura, Andrés Alencastre, salió al no poder concretar compras de urea, fertilizante clave para aliviar la crisis alimentaria que según expertos se avecina.

Solo tres ministros acompañan a Castillo desde el comienzo: el de Comercio, Roberto Sánchez; la de Inclusión Social, Dina Boluarte, que además es vicepresidenta de la República, y el propio Torres, actual jefe de gabinete.

Torres, al igual que pasó con Bellido e incluso con la dialogante sucesora de éste, Mirtha Vásquez, es blanco permanente de una oposición, que, sin embargo, no se atreve a buscar censurarlo.

La razón es que la censura a un jefe de gabinete es para todo el equipo. Y si el Congreso censura a dos equipos, el presidente queda habilitado por Constitución para cerrarlo. Una apuesta demasiado arriesgada.

Para Santa Cruz, Castillo es consciente de la situación y ha aprendido a jugar con ella, de forma que la oposición se tiene que desgastar en cada funcionario y aceptar a quien, como Torres, la reta y descalifica constantemente.

Otra característica de la política del Perú que aporta a la cuestión de los relevos ministeriales, es, en visión de Santa Cruz, que los partidos son solo «taxis» que recogen a personas sin vínculos entre sí para las elecciones.

Sin cuadros preparados en partidos, Castillo ha tenido que echar mano de inexpertos. La inmensa mayoría de funcionarios, en esta gestión y las anteriores, no han tenido militancia ni recorrido político.

Ese fenómeno se da en todos los ámbitos. Castillo mismo no tiene partido, pues renunció a PL, al que se había unido para las elecciones. En el Congreso pasan de 30 (de un total de 130), los legisladores que ya salieron de sus partidos.

Aun así, el récord de ministros no tiene precedentes. En anteriores gobiernos, el número a esta altura no llegaba a 30. Otro efecto de la difícil situación de un Gobierno cercado por una oposición monotemática en la búsqueda de su caída, pero también por «errores no forzados» en decisiones diarias.

Télam

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