Papa Francisco, bendícenos con tus bendiciones antiimperialistas – Por Rafael Cuevas Molina
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Rafael Cuevas Molina*
Que el papa sea infalible ya no lo creen ni las pocas viejitas santurronas que van quedando. El puesto ha ido perdiendo el peso de antaño junto con la institución que dirige, plagada de funcionarios corruptos e hipócritas de doble moral que lo ven como una amenaza a sus privilegios y le serruchan el piso cada dos por tres.
Pero, a pesar de todo, sigue siendo una voz a tener en cuenta que sobresale entre el vocinglerío que caracteriza a nuestra época, en donde, como dice el tango, “Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos /caradura o polizón”, o, en palabras de Humberto Eco, se forme parte de las “legiones de idiotas” que opinan sobre cualquier cosa como si fueran expertos.
En medio de ese ambiente de decadencia que caracteriza no solo a la Iglesia sino a toda nuestra época, el papa Francisco ha llevado un poco de aire fresco después de la cohorte de reaccionarios que le precedieron, el autoritario anticomunista Karol Józef Wojtyła, conocido como Juan Pablo II, y el exjefe de la Inquisición, Joseph Aloisius Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI.
Bergoglio, que pasará a formar parte de la galería oficial del Vaticano como Francisco I, sin llegar a ser un representante de aquella corriente de la teología que fue conocida como Teología de la Liberación en nuestro continente, sí tiene resabios, influencias o ecos de ella, pero con eso basta para que tenga una posición política que lo destaca y asocie a los vientos de cambio progresista que hoy soplan en América Latina.
Aunque ya no nos atrevemos a hacer una caracterización de “antiimperialista” tan unívoca como la habríamos hecho de la que ahora se conoce como la primera corriente progresista, aquella de Chávez, Lula, Kirchner, Correa et.al., sí podríamos decir, con tiento, que en las nuevas expresiones de la progresía latinoamericana sigue existiendo un afán soberanista que ve en los Estados Unidos a un socio con el que hay que andar, por lo menos, con pies de plomo.
Es posible que a ahora para estos nuevos gobiernos ya suene un poco demodé hablar de antiimperialismo, y tal vez por eso que el papa diga, sin pelos en la lengua, que América Latina será victima hasta que no se libere de imperialismos explotadores, suena casi revolucionario.
Literalmente dijo: “»Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. Siempre fue víctima y será víctima hasta que no se termine de liberar de imperialismos explotadores. Eso lo tienen todos los países. No quiero mencionarlos porque son tan obvios que todo el mundo los ve».
Y no es por tratar de forzar las cosas, pero, ¿esta frase no podría haberla dicho cualquiera de los líderes antes mencionados de la primera ola progresista latinoamericana del siglo XXI?
Nosotros nos inclinamos a pensar que sí, y por eso nos quitamos el sombrero frente a este papa. Claro que no solo por esto. Ya en el pasado ha hecho y dicho cosas que, en el contexto en el que son dichas y hechas, casi podrían ser catalogadas, como ya dijimos antes, de revolucionarias.
Véase si no su relación con movimientos y organizaciones populares a los que convoca y trata con cercanía. En 2020 les decía: “Con frecuencia recuerdo nuestros encuentros: dos en el Vaticano y uno en Santa Cruz de la Sierra y les confieso que esta “memoria” me hace bien, me acerca a ustedes, me hace repensar en tantos diálogos durante esos encuentros y en tantas ilusiones que nacieron y crecieron allí y muchas de ellas se hicieron realidad. Ahora, en medio de esta pandemia, los vuelvo a recordar de modo especial y quiero estarles cerca”. O su encíclica Laudato si, un verdadero manifiesto ambientalista sin parangón entre los líderes políticos de nuestra época.
Son solo dos muestras de cómo la voz del papa Francisco se ha tornado en un referente importante, a tener en cuenta, en tiempos en los que prevalece el más feroz neoliberalismo y las potencias mundiales se enseñan los dientes en el afán por repartirse el mundo.
Así que, como dice el título de este artículo, ojalá que el papa Francisco nos siga bendiciendo con estas sus bendiciones que, en una de esas, hasta es posible que lo escuche Dios y por fin salgamos adelante.
*Historiador, escritor y artista plástico. Licenciado en filosofía y magíster en Historia por la Universidad de La Habana. Catedrático, investigador y profesor en el Instituto de Estudios Latinoamericanos (IDELA), adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Presidente de AUNA-Costa Rica.