Marta Lucía Ramírez, vice y canciller colombiana: “Este país ha menospreciado el papel de las mujeres”

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Por José David Escobar Franco

La vicepresidenta y canciller, Marta Lucía Ramírez, trabajará hasta el último día del actual gobierno. El primer cargo lo asumió en 2018 y el segundo en mayo de 2021. En diálogo con este diario, la funcionaria habla de su papel en las dos carteras, del proceso de empalme con el futuro gobierno, que asume el 7 de agosto, y del nombramiento de funcionarios de carrera.

¿Cómo han sido los empalmes?

Los dos han sido absolutamente respetuosos. He sentido interés de saber qué hicimos, qué cosas avanzamos, qué quedó pendiente, dónde hubo obstáculos… Me da muchísimo optimismo ver que la vicepresidenta Francia Márquez es una mujer decidida a darle continuidad a todo lo que hice en materia de equidad de género, pero también pondrá su propia agenda. Ha sido muy difícil poner la agenda de género en primer lugar dentro de la política pública, pues eso implica cambios culturales e institucionales. También hemos explicado lo que hicimos en lucha contra la corrupción, transparencia, crecimiento y empleo. En la Cancillería ha sido un proceso similar. Las reuniones con el canciller designado, Álvaro Leyva, con su equipo de empalme, los viceministros y los directores de área han sido muy amables.

¿Sigue pensando que la estrategia de su gobierno frente a Venezuela fue la correcta?

No fue en el gobierno de Iván Duque, sino en el de Juan Manuel Santos que se cortaron las relaciones. En enero del 2019 se dio esa situación donde había un presidente en Venezuela que, según la Constitución, debía asumir: Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional. Lo que hizo el Gobierno de Colombia, ya presidido por Iván Duque, fue tener la coherencia de atenerse a lo que dice la Constitución venezolana. Pero Maduro pasó por encima de la Constitución de su país y por eso lo que tenemos es una dictadura. Colombia ha tenido la coherencia de decir: “Mientras haya una dictadura en Venezuela no tenemos cómo restablecer una relación”. Este gobierno nuestro ha sido muy solidario con el pueblo venezolano. Hicimos el Estatuto de Protección Temporal, el cual hoy todo el mundo nos reconoce. Legitimar una dictadura son palabras mayores, máxime cuando esa dictadura apoya los grupos terroristas de Colombia y el narcotráfico, que sale de Colombia a través de Venezuela.

Con el Decreto 835 de 2021, creado dos meses después de nombrarla a usted canciller, el presidente resolvió que la vicepresidenta no podía salir del país al mismo tiempo que él. Luego, en septiembre de 2021, con el Decreto 1185, el presidente le dio funciones sustanciales de política exterior a la jefa de gabinete, María Paula Correa. ¿Considera que le ataron las manos?

Personalmente, sí me desconcertó mucho esa decisión. Fue algo que nunca hablamos y que, obviamente, no considero que haya sido acertada. Ya lo dijo el canciller designado, Álvaro Leyva: va a levantar esos decretos y acompañar todas las visitas del presidente de la república, porque así debe ser. Pero ya el tiempo pasó, lo que hay es que mirar hacia adelante. No me cortaron las alas, y dudo que esa fuera la intención, porque no paré de trabajar ni un solo día. Lo que hice fue no quedarme acá encerrada en la oficina, a pesar de que no pude acompañar al presidente a las visitas de Estado, como hubiera sido lógico. Yo hice mis propias visitas. Fui a Estados Unidos en un momento muy crítico en la relación bilateral. Fui a lograr que el secretario de Estado, Antony Blinken, entendiera que este gobierno no estaba haciendo ningún tipo de campaña en contra del presidente Biden y sí es un amigo de verdad de Estados Unidos. Estuve en la Unión Europea explicando toda la situación difícil que estábamos viviendo cuando tomaron lugar las protestas acá en Colombia. Protestas que empezaron bien, porque era la expresión legítima de los ciudadanos, pero que terminaron muy mal cuando las infiltraron con vandalismo y con violencia. Varias de mis visitas se tradujeron en inversiones importantes en Colombia o en que luego hubo visitas de Estado donde invitaron al presidente. Particularmente, fortalecimos las relaciones con Turquía, India y Japón. La relación con Turquía que tenemos hoy no tiene precedentes.

¿Cómo queda su relación con Iván Duque?

Es una relación de trabajo que tuvimos durante cuatro años. En lo personal, es amable. Le deseo que en la vida coseche todas las cosas que haya hecho, que tenga un retorno de cada cosa que ha hecho en su vida. Creo que hicimos cosas buenas en este gobierno y que obedecen a un liderazgo positivo de él, y espero que esas cosas le sigan sirviendo al país. Espero que cada uno siga su vida sirviéndole bien a Colombia. Cada uno, al final del día, tiene un pasado, y yo tengo un pasado muy largo. Yo no llegué al trabajo profesional, ni a la política, ni al gobierno por el presidente Duque. Llegué porque ya traía mi propia trayectoria y mis propios méritos y votos.

¿No es contradictorio que se rehúse a establecer relaciones con Venezuela por ser una dictadura, pero que celebre acercarse a un gobierno de prácticas autoritarias y señalado por violaciones de derechos humanos como el de Turquía?

El caso de Turquía es distinto del de Venezuela. Por supuesto que existen críticas y señalamientos de los que no podemos hacer caso omiso, pero el presidente Recep Tayyip Erdogan fue electo democráticamente y se mantiene dentro de la institucionalidad de ese país. Si los turcos lo quieren retirar del poder, tendrán los canales para hacerlo. Maduro, en cambio, está usurpando el poder, pues su elección se dio en unas votaciones que no tienen ninguna garantía ni transparencia. Además, Turquía es un país estratégico para todo el mundo y está jugando un rol importante como mediador en el conflicto en Ucrania. Yo viajé allá y luego senté las bases para que nos visitara el canciller turco y para que invitaran al presidente Duque a una visita de Estado.

¿Por qué se incumplió la promesa hecha en campaña de aumentar los nombramientos de carrera diplomática en lugar de los nombramientos a dedo?

Si hubiera tenido yo la decisión, hubiera querido tener un 50 % o más de embajadores de carrera, pero cuando yo llegué ya estaban nombrados todos los embajadores. Tenemos que subir el nivel de las personas que están en la carrera diplomática, porque hay gente muy valiosa, pero de pronto hay gente que va a un ritmo lento y este país necesita elevar el ritmo y la excelencia. No es suficiente que la gente esté en la carrera, la gente tiene que estar todos los días demostrando que hace investigaciones sobre temas pertinentes. Falta más exigencia en investigación y más capacitación.

Según la Asociación Diplomática, durante su período disminuyó en un 22 % el número de funcionarios de carrera diplomática y aumentaron los nombramientos a dedo. ¿Esto tiene que ver con los defectos que señala en la carrera diplomática?

Yo no creo que sea realmente una diferencia importante. Tenemos varios [funcionarios] que están en cargos de dirección que son de la carrera, pero sí creo que hay que fortalecer algunas áreas de la Cancillería con personas que no necesariamente son de la carrera. Creo que las asociaciones diplomáticas han reconocido mi trabajo, justamente por promover mucho más el desarrollo de la carrera diplomática. Logré que, por segunda vez en la convocatoria, seleccionáramos a cuarenta nuevos estudiantes para la Academia Diplomática.

Desde la vicepresidencia, usted impulsó una agenda de equidad de género con enfoque económico y de empleabilidad para las mujeres. ¿Cómo canciller, le hubiera gustado hacer algo más en materia de género?

Sí me hubiera gustado hacer más, pero llegué al final del gobierno. En estos meses se logró colocar la agenda de equidad de género como un tema central de la Cancillería. Ahora que todos los presidentes hablan de género, la Cancillería colombiana queda con esa impronta. Eso fortalecerá la cooperación internacional en equidad de género.

Desafortunadamente, hemos tenido al 50 % de la población por fuera del poder económico y político. Si ese 50 % entra al poder económico vamos a ver un crecimiento del PIB. Cuando la mujer tiene autonomía económica es mucho menos vulnerable. Este es un país que ha menospreciado el papel de las mujeres. Sé que varias personas del próximo gobierno continuarán nuestros esfuerzos, no solo la vicepresidenta. Por ejemplo, con Cecilia López, nueva ministra de Agricultura, hemos hablado en el pasado del potencial económico de la mujer. Uno de los temas que prioricé fue hacer de las mujeres campesinas empresarias agrícolas. En el café, el arroz y el cacao hay cada vez más propietarias de fincas productivas. Esto lo seguirá desarrollando la nueva ministra.

Por otro lado, está el liderazgo político. Empecé una escuela de formación política para las mujeres con la fundación alemana Hanns Seidel y la Universidad Sergio Arboleda. A la fecha, hemos formado a más de 5.000 mujeres. A futuro habrá más mujeres en la política. La mujer en el Estado no está sirviendo para su propio ego, ni su vanidad, ni para imponer el poder o mostrar que “es que somos machos y aquí mandamos”. Por todo esto estoy agradecida con mi equipo de la Vicepresidencia.

La noto optimista con el nuevo gobierno, pese a que es de la oposición al suyo…

Es el gobierno que escogieron los colombianos. Tenemos que desearles que les vaya bien. Cualquier fracaso de un gobierno es el fracaso de todos como sociedad. Podemos tener diferencias, pero lo bueno lo reconocemos; lo que nos parezca malo lo decimos a tiempo con contundencia, pero constructivamente. Deseo que Colombia siga progresando en el desarrollo económico y la equidad, en ser un referente mundial de transición energética. Todos queremos acabar la pobreza extrema en Colombia. Yo tenía desde hace muchos años la apuesta de acabar la pobreza extrema en Colombia para 2030, lo dije en mi campaña, pero ¿qué pasó? Vino el covid y nos echó para atrás todos los esfuerzos, pero uno tiene que mantener metas ambiciosas. Deseo que este gobierno cuide mucho la confianza en Colombia y la estabilidad institucional.

¿Cómo quedan las relaciones con Rusia?

La relación de Colombia con Rusia es como la de cualquier país que rechaza hoy por hoy la violación del derecho internacional. Lo que ha pasado es muy grave: Rusia está empeñada en destruir a Ucrania. Eso no puede seguir pasando a los ojos de todo el mundo y que la gente, porque no le gustan los unos y sí le gustan los otros, cierre los ojos ante semejante atrocidad. Rechazamos la violación del derecho internacional, pero respetamos obviamente una nación que tiene un pasado y que tiene también muchas contribuciones valiosas a la humanidad. Rusia ha aportado en las artes, en la cultura, en la medicina, en la literatura.

¿Cómo quedan las relaciones con Nicaragua frente al supuesto no acatamiento del fallo de la Corte Internacional de Justicia?

En la contrasentencia reciente, la Corte demuestra que Colombia tiene derecho a seguir pescando en la parte alta del archipiélago y en todos esos cayos que son de propiedad de Colombia. Tenemos que buscar en el futuro un acuerdo para el bien común con Nicaragua, pero es muy difícil hacerlo con una dictadura. Nosotros tenemos unas comunidades raizales que han estado allí muchísimos años y tienen el mismo derecho de las comunidades nicaragüenses a compartir esa zona. Lo que ha hecho Colombia en protección de los raizales de ninguna manera es una violación de un fallo, como quiso hacer ver Nicaragua.

¿Cómo queda con Cuba?

Cuando llegué a la Cancillería encontré un estado de cosas que en Nicaragua, Venezuela y Cuba se ha mantenido. Cuba es un país muy valioso y lamentablemente ha tenido una situación muy difícil. Nosotros nos solidarizamos con la ciudadanía. Creo en las libertades y en un Estado que garantice su ejercicio. Es preocupante ver a las personas cubanas quejándose de no tener suficientes libertades. A pesar de eso, hemos procurado mantener una relación diplomática respetuosa con Cuba. Cuba en el pasado participó activamente en las negociaciones con las guerrillas colombianas, esa contribución se reconoce. Con toda la franqueza, quisiera para el futuro que Cuba, Venezuela y Nicaragua pudieran mostrarle al mundo entero un proceso democrático de elecciones transparentes y libres. Yo creo que eso es algo de lo que Colombia tiene que sentirse muy orgullosa. En esta elección que acabamos de pasar mucha gente asumió que no se iba a dejar que ganara el uno o el otro, pero tuvimos una fiesta democrática donde no importa por quién votó cada quién, todos respetamos el resultado de las urnas y eso es lo que quisiera ver en toda América Latina.

El Espectador

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