Quiénes mandan en la política panameña – Por Enoch Adames M.

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Por Enoch Adames M.*

En la comprensión y educación política de la sociedad, es importante instalar en el análisis, el entramado de poder político/económico, y las relaciones que les permiten a ciertos individuos ostentar una determinada cuota de poder, poder que no puede ser explicado de la nada.

La sociología política al igual que la ciencia política están de acuerdo, que lo que hace relevante el análisis político es la identificación de aquellos factores que construyen una determinada situación; como también los que la pueden transformar.  Por supuesto, que se trata de “hechos” que solo adquieren significación política, si son situados y problematizados en un contexto mayor de determinaciones o de condicionamientos. Si hay que esquematizar, se trata de establecer en lo posible, la relación entre estructura—acontecimientos/hechos—individuos.

 Para un país, donde el “análisis” político se reduce a subjetividades y representaciones de las acciones individuales, este tipo del análisis no supera lo meramente anecdótico de la política. Es el típico criollismo analítico centrado en el individuo, que acostado en la “hamaca del poder” elucubra permanentemente conspiraciones, pero que soslaya los pilares que la sostienen.

 El análisis como deporte

 El análisis de la situación política del país es uno de los deportes nacionales. No obstante, se pueden observar distintas aproximaciones al análisis de la política criolla. Podríamos proponer una tipología, que, no siendo exhaustiva cubre un arco posible de modalidades del análisis del “patio político”:

  1. el análisis que hace énfasis en la anécdota pública y privada, centrada en el cuento o la fábula que motiva o explica la acción de los individuos.
  2. la que hace descansar el análisis en la información privilegiada de los supuestos intereses de la acción individual y desde ahí, descifra lógicas de ajedrez político que son inescrutables al ciudadano común.
  3. Destaca también, la que nos remite a factores estructurales que determinan la lógica de las acciones de los individuos. Es el énfasis del papel aplastante en el análisis de las clases, la cultura o de las instituciones públicas y privadas
  4. Por último, el análisis que combina factores individuales con las estructurales y define condiciones e hipótesis posibles de las acciones políticas.

 Sin embargo, pocas veces se destaca el contexto estructural de la sociedad panameña, la matriz económico-social y el régimen político presidencialista, que aunado al sistema de partidos (partidocracia), establecen las oportunidades o restricciones de las acciones sociales y políticas que llevan a cabo los individuos y grupos; y que definen un orden de intereses sociales, económicos y políticos.

No obstante, debemos recodar que estas restricciones no limitan completamente dichas acciones y que, dentro de lo posible, los individuos y grupos escogen aquellas que “creen” que le son más beneficiosas, llegando en muchas ocasiones a transformar dichos condicionamientos.

 Individuo y política 

 Debemos recordar lo complicado que significa centrar el análisis en el papel de los individuos soslayando, de manera deliberada o descuidada, el contexto de relaciones de poder en la cual se sitúa la acción individual. En un escrito que se ha constituido en un modelo del análisis político -“El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”-, Carlos Marx definía como cuestión metodológica, tres premisas importantes, entre otras:

  1. Que, si bien los individuos hacen su propia historia, la hacen en condiciones no elegidas y que se les imponen, es decir, que los restringen. 2. Que la sobreestimación del papel de los individuos los convierte en héroes o villanos, donde a estos se les pude adjudicar un poder “sin paralelo en la historia universal”. 3. La referencia ineludible a las clases sociales.

 El maestro Ricaurte Soler en su trabajo, “Panamá: Nación y Oligarquía. 1925-1975” presenta como hipótesis de interpretación de la historia nacional en una “primera y apretada versión multigrafiada”—en el Segundo Congreso Nacional de Sociología en 1975—, las tres grandes inflexiones del proceso de edificación estatal-nacional que se personifican en tres grandes figuras: Belisario Porras, Arnulfo Arias y Omar Torrijos. Para Soler, detrás de estas figuras existe un entramado social que articuló los escenarios que en determinados momentos límites, individuos y no otros, tienen ese papel preponderante que la sociología y la historia nacional les asigna.

 Para la comprensión y educación política de la sociedad, es importante instalar en el análisis el entramado de poder político/económico, y las relaciones que les permiten a ciertos individuos ostentar una terminada cuota de poder, relación de poder que no puede ser explicada “ex nihilo”, de la nada. No es posible pensar en el vacío político-económico la acción de determinadas “personalidades”.

 Este criollo género, nos acerca a una modalidad fetichizada de narrativa política, un género muy menor de análisis, que se ocupa del microcosmos individual organizado en torno a las trayectorias públicas o privadas de esos “personajes”.

 La sociedad y política

 El análisis político, si no se quiere caer en el lugar común, debe metodológicamente poner por delante la especificidad sociohistórica de la sociedad panameña (matriz transitista de la economía), donde los denominados “hechos políticos” solo pueden ser explicados: 1. atendiendo a la naturaleza del orden político (régimen de gobierno presidencialista). 2. a la característica del sistema de partidos (partidocracia); 3. y en ella, el entrando de clientelismo y de corrupción que lubrica la relación público-privada. Es en este entorno donde es posible observar y juzgar la naturaleza de los individuos e intereses que componen la llamada “clase política”.

 Este es el contexto estructural de la política criolla, fuertemente condicionada por una historia de institucionalidad verticalista y de clientelismo, que se remonta al pasado de los Estados oligárquico y militar. A esta matriz cultural e institucional se suma las del presente presidencialismo (concentrador y excluyente) emergente y desarrollado post invasión militar norteamericana.

 Lo que tenemos hoy es una fuerte combinación de una política carente de proyectos; partidos sin programas (partidocracia), cuya única vocación es el poder y el multimillonario presupuesto del estado (25mil 126 millones de balboas); y un sistema,  que sin el componente clientelista, no sobreviviría a una presión ciudadana.  Estos tres elementos, “presidencialismo-partidocracia-clientelismo”, han modelado una especie de cinismo político en la ciudadanía, constituyéndose en un duro obstáculo para la construcción de una democracia deliberativa y participativa.

 Cinismo político como cultura

 La medición política que realiza periódicamente la organización Latinobarómetro sobre percepción institucional en América Latina, arrojaba para Panamá en el ítem “apoyo a la democracia” (serie 1995-2020), una disminución significativa de -40%. Entre las preguntas del Latinobarómetro sobre si “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, la adhesión a la democracia de los panameños y panameñas es de solo 36%. (Latinobarómetro, 2021: 21-40).

 No obstante, esta desafección de los ciudadanos panameños con respecto a la democracia— entendiendo que esa desafección está en relación con el régimen presidencialista que es la referencia cultural vivida o padecida—, los panameños que están inscritos en partidos políticos legalmente constituidos y en formación, al 5 de mayo, es de 1,618,251.

 Las preguntas en este contexto estarían necesariamente  orientadas a descifrar los factores ideológico-políticos de poder en la política panameña.

*Sociólogo. Académico de la Universidad de Panamá  

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