«Colombia es un país afroconveniente»: Conoce al Bloque Negro Antirracista
Cerca de 100 mujeres y diversidades negras de Colombia se articularon en un espacio que consideran antirracista, no mixto para hombres y personas blancas e ideal para salir a marchar en las distintas movilizaciones en Bogotá, incluidas las marchas feministas. Hablamos con tres integrantes de este Bloque Negro Antirracista para profundizar en la necesidad por un espacio de movilización seguro para las personas negras.
Por Laura Tatiana Peláez Vanegas
El pasado 8 de marzo vivimos una nueva marcha que conmemoró el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en Bogotá. Al llegar al punto de encuentro en el Centro de Memoria, el inicio de la marcha que organiza la articulación de Somos Un Rostro Colectivo, había algo nuevo en ese paisaje moriverde que siempre se pinta antes de una marcha feminista. Esta vez, unas pañoletas amarillas resaltaban entre la multitud. Entre los pliegues se podía distinguir una mano negra empuñada, de lucha, estampada en la tela amarilla. Arriba de ella, un mensaje: el feminismo será antirracista o no será.
Quienes llevaban estas pañoletas, en todos los casos, eran mujeres negras que integraban la movilización. Algunas de ellas cargaban pancartas con mensajes parecidos al de sus pañoletas. Otras llevaban megáfonos y la gran mayoría se agrupaban en el mismo punto. Entre todas parecían casi un centenar de mujeres y diversidades negras: eran las integrantes del Bloque Negro Antirracista, una articulación que se creó justo antes de esta marcha para procurar un espacio de movilización seguro para las personas negras. Así, juntas y en un bloque que no permitió hombres ni mujeres blancas, marcharon durante todo el recorrido hasta llegar al punto final, en la Plaza de la Hoja.
Allí nos esperaba una tarima donde se subió una de las mujeres de este bloque, como parte de la agenda del día. Nos recordó que sin antirracismo el feminismo es solo otro movimiento social colonial, que genera cambios para unas pocas. “Yo me levanto como Maya Angelou se levantó, y como nos levantamos todas y todes las personas negras. Por estas y por muchas más razones estamos aquí, ya que no tenemos otra opción más que el camino de la resistencia y la lucha», decía arriba del escenario. «Luchar desde nuestros lugares de enunciación no es una elección, dejar de luchar es un privilegio. Nos quitaron la humanidad, nos quitaron la dignidad”, dijo la vocera con micrófono en mano ante miles de feministas reunidas ese #8M en Bogotá.
El racismo al interior de los movimientos sociales de mujeres es una realidad, afirman ellas. Hablamos con tres integrantes del Bloque sobre esta exclusión racista, sobre el racismo estructural que ha sido tan visible en Colombia durante esta contienda electoral y sobre las violencias racistas que varias de ellas vivieron en la movilización del #8M.
La movilización feminista debe ser antirracista
El Bloque Negro Antirracista nace como resultado de varias juntanzas negras previas. Incluso de procesos que llevan décadas construyéndose y que se expanden por todo el país. “Estamos pensando en muchas personas, y protestando desde las mismas cosas. Estamos buscando un espacio para crecer, para nutrirse, para seguir manifestando las diversas diferencias que nos hacen”, asegura Juana*, integrante del Bloque. Dentro del mismo hay mujeres que pertenecen a colectivas como Mujeres Negras Trenzando Libertades, Cimarrón Producciones, el Proceso de Comunidades Negras (PCN), Matamba: acción afrodiaspórica, el Colectivo Negro Posá Suto, entre otras.
“No vamos a entrar a escenarios de mujeres blancas a ser como ellas, porque nosotras tenemos nuestras propias formas de ser”
¿Por qué buscaban una articulación más grande y de alcance nacional? Sara*, también integrante, cuenta que en marchas pasadas del 8 de marzo deseaba salir con otras mujeres negras de Bogotá, pero terminaban siendo tres o cuatro con sus amigas. “Esto empieza como un sueño de un lugar en el que pudiéramos estar todas, todes reunidas para gritar desde nuestras experiencias”. Sara asegura que en las marchas de Bogotá suele haber mucha invisibilización de las mujeres negras.
Esa sensación de no pertenecer a los espacios de las marchas era algo compartido por más mujeres negras. Así, esta vez la juntanza negra llegó en forma de Bloque a este 8M, para reclamar un espacio que les pertenece.
El Bloque reunió en Bogotá a personas de otras regiones. Muchas de las marchantes vinieron también de Cali, Cauca, Chocó y Buenaventura. Afirman que el reto para las qu viven en la capital fue demostrar que “En Bogotá siempre hemos habido personas negras. El reto fue tomar el espacio que nos pertenece porque habemos personas negras empobrecidas, estudiantes, académicas, trabajadoras, madres. No solo viven o vienen de otras regiones”.
Sumado a lo anterior, el día de la movilización, de acuerdo con las entrevistadas, vivieron episodios violentos por cuentas de otras mujeres, feministas blancas que asistieron a la marcha. “Esto no es nuevo para nosotras. Por ejemplo, yo estaba en la parte de atrás, cuidando que no se metieran otras personas al bloque y siempre llegaban mujeres a decirnos que le bajáramos, que teníamos que mostrar la empatía, el amor”, dice Juana. Esas mujeres querían marchar dentro del bloque sin entender que era un espacio de juntanza no mixto para mujeres y diversidades negras.
Después de explicarles que se trataba de un espacio no mixto, algunas mujeres, enojadas, atravesaron el Bloque a la fuerza, “A lo maldito sea”, como describe Juana. “Había miradas de ¿Por qué no podemos ingresar a su bloque?, ¿por qué no podemos ser el centro? Muchas terminamos desgastadas por eso, porque tenemos que hacernos notar, pero con esa constante exigencia del respeto de nuestro espacio”, añade.
“Me preocupa que aquellas mujeres negras que se salgan de la construcción que no atraviesa a Francia, las que construyen desde el dolor, desde su digna rabia, no van a dejar de ser mujeres negras salvajes”
Este es solo un ejemplo de la exclusión racista que se puede llegar a vivir en algunos sectores de los movimientos feministas. Algo que han denunciado las mujeres y diversidades negras una y otra vez a lo largo de la historia. Autoras afrofeministas como Claire Heuchan, en algunos de sus textos han explicado que el movimiento tiene un problema continuo con la raza. “El movimiento no se formó dentro de un vacío social, separado y distinto de la supremacía blanca. De hecho, muchas de sus primeras activistas estadounidenses se convirtieron en firmes defensoras de la superioridad blanca”, afirmó en su momento.
La autora da algunos ejemplos mujeres con comportamientos racistas que han sido históricas para el feminismo. Incluso desde sus inicios, con figuras como Mary Wollstonecraft, escritora, filósofa inglesa y uno de los pilares de la primera ola feminista, quien “Sin darse cuenta, estableció un patrón de comportamiento que continúa manifestándose en la praxis feminista: la falta de reconocimiento de cómo se posiciona a las mujeres según la raza”.
Claire también pone de ejemplo el libro pilar de la segunda ola feminista ‘The Feminine Mystique’, el cual, dice ella, se basó en suposiciones racistas y clasistas. Para Claire, la interseccionalidad a menudo se trata como una forma superficial de inclusión de las mujeres negras. “Sin explorar significativamente ningún factor que moldee nuestras realidades más allá de la jerarquía de género”, concluye.
Susana*, miembra del Bloque, asegura que otro de los objetivos importantes de la creación del Bloque fue “Abrir un espacio para que se pueda empezar a plantear que las mujeres negras siempre han estado gestando las luchas dentro del feminismo, pero que también son invisibilizadas porque no son mayoría”. Para ella, el frente es una forma de decir que ellas también están luchando y que el feminismo es un lugar de diversos lugares de enunciación. “No vamos a entrar a escenarios de mujeres blancas a ser como ellas, porque nosotras tenemos nuestras propias formas de ser”.
Colombia es un país ‘afroconveniente’
Quizá es la primera vez en la historia de Colombia que han existido tantes candidates afro para elecciones. En este momento, cinco personas afrodescendientes se presentan como fórmula vicepresidencial. Entre ellas la abogada y lideresa ambiental de Suárez, Cauca, Francia Márquez, quien ha sido la revelación política de estas elecciones. Un ejemplo de esto fueron los 800,000 votos que logró en la consulta del Pacto Histórico, así como las agresiones racistas que ha recibido por parte de figuras públicas, periodistas y las amenazas contra su vida en las últimas semanas. Si algo ha demostrado Francia Márquez, es que existen muchos sectores en Colombia activamente en contra del espacio que reclama su liderazgo.
El Bloque resalta el espacio que la candidata ha ocupado, pues da cuenta de que “La comunidad negra no es minoría y da cuenta también de lo valiosas que somos las mujeres negras”, afirma Susana. No obstante, tanto a ella como a Sara, les preocupa la instrumentalización de la mujer negra para las elecciones. “La cultura y la estructura blanca suelen capturar esa sabiduría, esa necesidad del pueblo negro para convertirla en su propio beneficio. Sea quién sea el presidente, nosotras siempre… el pueblo negro tiene que luchar”.
Para ellas, que una mujer como Francia llegue a las altas esferas del poder en Colombia es importante, pero no suficiente para generar un cambio de raíz. “En términos de lo visible está muy bien, pero en términos de lo estructural, ¿Qué significa?”, se preguntan. “Francia ha despertado el racismo de muchos, pero todos somos políticamente correctos. Qué mal por los que están siendo racistas, pero no hay unas acciones concretas”, dice Susana.
Juana teme algo adicional: que se genere otro estereotipo de mujer negra, o se refuercen los ya existentes. Porque las personas blancas no solemos reconocer la diversidad del pueblo negro. “Me preocupa que aquellas mujeres negras que se salgan de la construcción que no atraviesa a Francia, las que construyen desde el dolor, desde su digna rabia, no van a dejar de ser mujeres negras salvajes” afirma. Para ella “Colombia es un país afroconveniente” que utiliza a las mujeres negras cuando más le conviene, pero no cambia el sistema de discriminación y racismo que rige al país.
Para lograr ese cambio, todavía falta mucho. “El racismo no es algo que yo pueda llegar y decir: ‘se acabó el racismo porque tengo dos dirigentes: presidente y vicepresidenta negra’”, añade Susana. “Yo no sé para Petro en últimas qué signifique el tema de la negritud. Para que haya cambios estructurales se debe cambiar el Congreso, tenerlo lleno de personas que tengan una consciencia cierta del pueblo negro, de sus necesidades”, añade.
“No queremos que nos midan a todas con la misma regla cultural de la mujer negra exótica que baila y que va a ir a los espacios de movilización sólo a ser un entretenimiento de la blanquitud”
Y esa conciencia no se adquiere necesariamente siendo negro o negra. Personajes de la política como Miguel Polo Polo, militante del Centro Democrático, quien el pasado 13 de marzo ganó una de las curules para afrodescendientes en la Cámara de Representantes y luego la perdió gracias al reconteo de votos, lo demuestran. “El ser negro no significa tener consciencia racial, así de sencillo. ¿Qué significa un cambio estructural para la comunidad negra?Un cambio de consciencia que viene implantado hace 500 años desde todas las instituciones sociales, a nivel educativo, familiar, social”, afirma Sara.
Las tres mujeres concuerdan en que Polo Polo es otra víctima del sistema, así no sea consciente de ello. “Ni siquiera se enfocaron en lo corrupto que es, sino en que era petardo porque era negro. Observemos cómo se evalúan a este tipo de personas, Polo Polo sirvió para exacerbar el racismo”, asegura el Bloque. “¿Por qué pensaban que por el hecho de ser negro tiene que ser de izquierda? Es limitarlo”, dice Juana, aunque también se cuestiona: “La derecha va en contra de todo lo que eres tú, ser negro, empobrecido, diverso sexualmente. Todo eso lo reprime, lo oprime y lo erradica la derecha. ¿Por qué eres de allí?”, se pregunta sobre Miguel.
¿Qué sigue para el Bloque Feminista Antirracista?
Susana es reiterativa en que uno de los objetivos es seguir generando formación política para generar espacios de incidencia. “Que haya acciones que se puedan decantar en el mejoramiento de vida de los sujetos, sujetas negras, aunque sea en Bogotá”, pero para ella la incidencia debe salir de las redes sociales para ser transformadora.“La incidencia de aquí es que transforme así sea a una sola chica, que empiece a tener una transformación individual. Eso es una ganancia para el Bloque”.
Este objetivo proviene de experiencias en común, por ejemplo la de crecer como niñas negras en Bogotá, deseando ser niñas blancas. “Muchas de nosotras crecimos queriendo hablar de otra manera, queriendo un cabello lacio, desconociendo la forma en la que eran nuestros papás, nuestras mamás, que sí encarnaban más su negritud en términos de tonos de piel, en términos de todo lo estético, la forma de hablar, cómo comían…”.
Juana asegura que están trabajando para “Fortalecer y trabajar en los espacios seguros para las mujeres negras, principalmente, y para las personas diversas de sexo y género negras”. Resalta que fue clave rehusarse a que las tomaran como un bloque folclórico. “No queremos que nos midan a todas con la misma regla cultural de la mujer negra exótica que baila y que va a ir a los espacios de movilización sólo a ser un entretenimiento de la blanquitud”.
El Bloque concuerda con Claire en que las feministas blancas debemos dejar de analizar el racismo y el sexismo como dos formas de discriminación completamente separadas. Y que, por lo tanto, no merecen una consideración conjunta. Esta separación abre la puerta a violencias contra mujeres y personas diversas negras dentro de los movimientos feministas. “La violencia racista que hemos recibido, incluso dentro del movimiento feminista está anclada a las barreras de acceso que tenemos todas las personas en relación a los derechos”, dice Juana. “Anclado al tema de cómo se dio la colonia, cómo eso sigue dándose, cómo la esclavitud sigue existiendo. Simplemente se ha modificado a las nuevas formas y dinámicas de vida. Contra eso seguimos luchando, porque dejar de luchar es un privilegio”, concluye Sara.
* Los nombres de las entrevistadas fueron cambiados por seguridad y a petición de ellas.