Duelo al salir, festival al llegar: Una historia sobre tres celebraciones venezolanas en Argentina – Por Agustina Bordigoni
“Si tuviera que volver a migrar escogería de nuevo Argentina, me siento parte de este pueblo”, afirma Mariana Calderón, quien llegó de Venezuela en 2016. Ella tiene 38 años de edad y es de Guatire, una ciudad que está a media hora de la capital del país, Caracas. Es actriz y eligió Argentina porque, asegura, hay mucho que aprender: “Me encanta el hecho de que aquí en cualquier esquina hay un teatro”.
Su historia forma parte de una realidad más grande y colectiva. El número de venezolanas y venezolanas se multiplicó por 13 en Argentina en los últimos siete años: en suma se convirtieron en el mayor grupo de solicitantes de residencia temporal y permanente en el país. Las facilidades de las leyes migratorias, entre otras cosas, atrajeron a muchas de las 228.000 personas procedentes de Venezuela, de las cuales el 88% llegaron entre 2017 y 2021.
“El que migra lo único que sabe es que emprende una travesía. Pero cuando toma esa decisión y da el paso adelante lleva un equipaje, y ese es un equipaje intelectual, donde van valores, percepciones, historias, inquietudes y también sabores”, dice la antropóloga venezolana Ocarina Castillo.
La carga más pesada de esa valija, sin embargo, son los duelos, que se atraviesan de diferentes maneras. Una de ellas es la de reconstruir la identidad en el lugar de destino. Eso hicieron quienes se convirtieron en impulsores y participantes de una serie de nuevos festivales, fiestas y celebraciones venezolanas que buscan su consolidación en Argentina, mientras ayudan a miembros de la comunidad a conectarse con sus raíces y a propiciar el intercambio cultural, religioso y económico con el país que los acogió. Sentirse en “casa” es la definición general.
Esa nueva casa, que ahora es Argentina, se fue construyendo con otras historias de migración. Con los europeos, que escaparon de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, llegaron la Fiesta Nacional de la Bagna Cauda, la Fiesta Nacional de la Cerveza y la Fiesta Nacional de la Masa Vienesa, entre muchas otras. Ahora, con la llegada de venezolanas y venezolanos, las calles se llenaron de nuevos ritmos musicales, sabores y celebraciones, como la de la Virgen de Chiquinquirá, la feria Venezuela Gastronauta y el Festival de Teatro Venezolano.
Todas ellas tienen a su vez un origen transnacional y compartido. Por eso resultan universales y enriquecen el encuentro entre ambas culturas. Las empanadas con todas sus variantes adornan las gastronomías de Venezuela y Argentina. La gaita del estado Zulia, música con la que se homenajea a la Virgen de la Chiquinquirá, tiene un ritmo alegre que no disimula una nostalgia al estilo tanguero. Los duelos por las anticipadas pérdidas de hijos, representados en un escenario teatral, igualmente tocan las fibras de artistas y público aquí y allá… Todo es parte de una gran transformación. Una transformación que ya ocurrió antes en el país, y de la que podemos ser testigos justo ahora.