Mujeres y política: breve reflexión de cara a las presidenciales – Por Pamela Bojorge Ortega

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Por Pamela Bojorge Ortega*

A casi 100 años de la fundación de la Liga Feminista, de décadas de luchas feministas ¿cuánto hemos avanzado desde aquellos días en lo que respecta a derechos políticos de las mujeres? ¿Podemos afirmar que la lucha para ser consideradas ciudadanas y sujetas plenas de todos los derechos se terminó? ¿O seguimos siendo consideradas intrusas por atrevernos a usar nuestra voz de manera pública o por intentar liderar espacios de poder?

Es innegable, los grandes logros alcanzados, gracias a mecanismos tales como el sistema de cuotas de género el aumento en el número de mujeres electas a nivel parlamentario es una consecuencia clara de la implementación del principio de paridad, el mecanismo de alternancia y más recientemente de la paridad horizontal. Pero la igualdad legal no necesariamente significa igualdad real, y es en esta última donde encontramos que muchos obstáculos y desafíos para la participación política de las mujeres siguen respondiendo a los roles y estereotipos de género, donde lo público y el poder están totalmente monopolizados por los hombres, mientras que los cuidos, las labores domésticas y afectivas a las mujeres, es decir, las mujeres fueron limitadas a la esfera privada y de toda posibilidad de ejercicio del poder.

Y el otro gran obstáculo, acorde a sociedades patriarcales, es el acoso y la violencia política en razón de género. Y es en este punto donde la respuesta a la pregunta que nos hacemos una y otra vez entre diferentes grupos de mujeres toma fuerza en esta breve reflexión que les comparto ¿Se puede ser lideresas, tomadoras de decisión o ejercer un puesto de elección popular de manera segura y libre de todo tipo de violencia o discriminación?

Y ante esta pregunta, nos encontramos por lo general ante varios escenarios, lamentablemente no son los más esperanzadores, pero que trataré de abordar de la mejor manera, dejando en claro que me baso en mi propia experiencia y conocimientos, tomando prestadas las vivencias de lideresas con las que he compartido a la largo de muchos años .

La primera respuesta es que efectivamente las mujeres que deciden incidir en política o hacer carrera política dentro de una organización política partidaria sufren o van a sufrir violencia política. Un hecho demostrado es que conforme las mujeres van ganando reconocimiento y liderazgo en dichos espacios, de manera paralela, va aumentando hacia ellas las prácticas violentas. Y es ahí cuando se enfrentan a la disyuntiva entre el quedarse, porque es la única forma, al menos en el sistema actual, de tener representación e influencia en la toma de decisión, o dejar la silla vacía como una forma de autocuido y sanación. Ambas decisiones son válidas, pero insuficientes para hacerle frente al problema que representa el hecho de que la violencia política, en todas sus manifestaciones (acoso político, sexual y hasta laboral) genera que las mujeres sigan excluidas de la arena política o siendo mártires.

Otro hecho que tampoco nos ayuda es que en las próximas elecciones las mujeres debamos votar por partidos políticos que han sido abiertamente denunciados por machismo, abuso sexual y violencia doméstica. Ni pensar en que llegue a la presidencia un candidato sancionado en una organización internacional por acoso sexual. Lo anterior, se podría tomar nuevamente como una forma de excluirnos y silenciarnos, porque ante tales opciones la práctica más coherente como mujer sería no votar, renunciar a un derecho, que requirió resistencia y valentía de nuestras antepasadas sufragistas.

Y la segunda respuesta es que podemos las mujeres seguir luchando y en lo ideal creando agendas conjuntas para la consecución de nuestros derechos. No obstante, mientras exista una deuda por parte del Estado en crear mecanismos reales y efectivos que generen condiciones de igualdad real en la participación política entre hombres y mujeres, al igual que la voluntad política de los partidos políticos de promover de manera sincera los liderazgos femeninos (no solo se trata de cumplir con la norma, no se vale buscar portillos o vacíos legales que les permita evadir el principio de paridad ) y erradicar prácticas machistas dentro de sus estructuras, seguiremos las mujeres sobreviviendo, en vez de vivir libres y seguras la política.

La buena noticia es que la violencia política ya no es un tema muerto o invisible, en los últimos años ha tomado relevancia en la escena política, por el trabajo de distintas organizaciones de mujeres y feministas, tanto así que estamos a las puertas de que exista una ley que sancione el acoso y la violencia política contra las mujeres, que corresponde al proyecto de ley N⁰ 20.308. Cada acción afirmativa como esta nos acerca un poco más a ese dejar de “romper los techos de cristal”, las barreras, de pedir perdón por algo que es nuestro legítimo derecho.

*Politóloga, activista feminista

Semanario Universidad


 

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