Rodolfo Hernández: la hora de la franja amarilla – Por William Ospina
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Rodolfo Hernández: la hora de la franja amarilla
William Ospina*
El modo asombro en que crece como espuma la candidatura de Rodolfo Hernández a la presidencia revela que el viejo país de la politiquería y de la corrupción está quedando atrás: en este momento no parece ya que nada pueda detener la indignación de los colombianos y su voluntad de cambiar.
Hernández, un empresario de provincia hecho a pulso, que evidentemente no pertenece a la casta centralista que ha mangoneado y devastado al país durante muchas décadas, es un santandereano impulsivo y valiente que se ha lanzado solo contra los hábitos tramposos e hipócritas de la vieja política, y ya demostró en Santander que se puede derrotar la corrupción solo con honestidad y con valentía.
Todos los candidatos del establecimiento están estupefactos. No entienden de dónde puede salir en Colombia alguien tan enemigo de las alianzas hipócritas, de la simulación, de la tartufería, alguien que solo dice: paren de robar, paren de vivir del tesoro público, pongamos dinero en el bolsillo de los pobres, reactivemos el campo, hagamos industria, respetemos a la gente, acabemos con los privilegios, paremos el derroche del ejército, el despilfarro del Estado, creemos riqueza y protejamos la producción nacional.
Yo sí sé de dónde ha salido: de este pueblo colombiano indignado, valiente, enemigo de la ceremonia y de la trampa; de ese pueblo al que siempre han despreciado las castas perfumadas; ese pueblo que sabe hablar claro, que no finge ser perfecto, que en un país donde personas muy compuestas financian masacres y pagan sicarios, es capaz de subir el tono, es capaz de indignarse con la mentira, y es capaz sin cálculos de darle una bofetada con su propia mano al que le tiende una trampa.
Desde mi punto de vista eso no es ser violento, eso es ser humano. La violencia que ha desgarrado a Colombia es mucho más oscura y más cobarde.
(*) Escritor colombiano, autor de ¿Dónde está la franja amarilla?” (1997), En busca de Bolívar (2010), La lámpara maravillosa (2012), Pa que se acabe la vaina (2013), El dibujo secreto de América Latina (2014) y cuatro libros de poemas. Autor de las novelas Ursúa (2005), El país de la canela (2008), La serpiente sin ojos (2012) y El año del verano que nunca llegó (2015). Recibió los premios Nacional de Ensayo 1982, Nacional de Poesía 1992, de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada en Casa de las Américas 2003 y el Premio Rómulo Gallegos 2009.