La reconquista del poder: el perfil de Xiomara Castro – Por Fabiola Chambi

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La reconquista del poder: el perfil de Xiomara Castro – Por Fabiola Chambi

¿Consolidará la democracia, o agregará un nuevo ingrediente de incertidumbre?

Xiomara Castro, elegida el 28 de noviembre como primera presidenta de Honduras, tiene una historia política particular. Casada con el ex presidente Manuel Zelaya, fue su primera dama y, luego de su salida del poder, dos veces candidata. Como tituló un diario local, la “tercera fue la vencida”, tras 12 años de gobierno conservador. Castro ganó con promesas de conciliación, justicia, paz, refundación y orden democrático en un país donde la vida cotidiana está anclada a la resignación de permanecer o al riesgo de huir.

“Dios tarda, pero no olvida”, dijo en un discurso en obvia referencia a la reconquista del poder, aunque enfatizando que gobernará a su manera y bajo la consigna del “socialismo democrático”. Sin embargo, se ciernen dudas sobre el nuevo gobierno y su entorno familiar ligado a la política.

Su esposo, Manuel ‘Mel’ Zelaya, gobernó desde 2006 a 2009, año en que una alianza político-militar lo sacó del gobierno a seis meses de concluir su período, en lo que muchos consideran un clásico golpe de Estado. Había intentado realizar un referéndum para modificar la Constitución, una acción señalada por los opositores como un proyecto reeleccionista, prohibido en la misma Carta Política.

Zelaya ejerció el poder estrechamente ligado a los representantes de la izquierda latinoamericana, sobre todo a Hugo Chávez, un antecedente que el candidato derechista de Partido Nacional, Nasry Asfura, usó contra la campaña de su esposa.

La victoria arrasadora de Xiomara Castro del partido Libertad y Refundación (Libre) con una participación histórica que superó el 68%, deja señales importantes.

Según el abogado y analista hondureño Raúl Pineda, “la mayoría del electorado apoyó a Xiomara Castro como forma de castigo al partido oficialista y la necesidad de un cambio político que pasa necesariamente por la salida del actual gobierno”. Y es que el mandato del presidente Juan Orlando Hernández, sumido en la corrupción y con un juicio por narcotráfico en Estados Unidos, profundizó aún más la crisis política y social del país centroamericano.

Para el analista Olban Valladares, Honduras está viviendo un “alto grado de madurez” con un cambio generacional importante. “Los jóvenes hondureños, alrededor de 600,000 nuevos votantes, fueron el sector poblacional que provocó el desplome de uno de los más importantes partidos tradicionales que aunque mantiene fuerza en el Congreso no es suficiente”, dijo a CONNECTAS.

Mientras tanto, para la socióloga feminista e integrante de la plataforma Somos Muchas, Neesa Medina, “la juventud no conoció otra cosa que la miseria, la pobreza, la corrupción y el desfalco de la sociedad hondureña. La razón del voto también es porque el contexto se vuelve invivible y merecemos un país distinto del que hemos tenido los últimos 12 años”.

Queda claro que Honduras enfrenta un momento decisivo que impone grandes desafíos: consolidar un estado de derecho con seguridad jurídica, combatir la corrupción y el narcotráfico, encarar una nueva etapa de relaciones internacionales, y frenar la migración.

Según Transparencia Internacional, Honduras ocupa el puesto 157 entre 180 países en el índice de percepción de la corrupción y recientemente se conoció que Castro anunció un acercamiento con Naciones Unidas para instalar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Honduras (CICIH). Por otro lado, el Observatorio Consular y Migratorio de Honduras (Conmigho) reportó que entre enero y noviembre las deportaciones desde Estados Unidos y México aumentaron en un 33.8%.

En este contexto adverso reactivar las relaciones con Estados Unidos podría definir un nuevo comienzo. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ya dio un primer paso en su cuenta de Twitter: «Esperamos trabajar juntos para fortalecer las instituciones democráticas, promover el crecimiento económico inclusivo y luchar contra la corrupción”.

“Biden está muy dispuesto a colaborar con Xiomara, cosa que no ocurrió con los anteriores presidentes, incluso con Zelaya, que no tuvo el beneplácito de Washington”, dice el analista Valladares. También sostiene que la presidenta electa “no tiene el tinte izquierdista que se le ha querido dar” porque no viene de un hogar con formación política y con una tendencia definida.

Una afirmación, sin embargo, que parece desvirtuada por la frase “¡Hasta la victoria siempre!”, emblemática de la revolución cubana, que ella usó en su discurso al conocer los primeros resultados de las votaciones.

Con la bandera del feminismo

Honduras es el país con más feminicidios en la región: 4.7 por cada 100,000 mujeres, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) . Y este año hasta el 25 de noviembre, habían muerto 321. También resulta relevante que Honduras es uno de los cinco países de América Latina donde el aborto está penalizado bajo cualquier circunstancia.

Castro plantea despenalizar el aborto en tres causales: violación, malformación del feto o cuando corra riesgo la vida de la mujer. “Es una alternativa de cambio en un país altamente machista”, dice la activista Neesa Medina.

En un momento en que varios gobiernos se muestran más abiertos a políticas de defensa de los derechos de las mujeres, el camino planteado por Castro no solo podría ser una respuesta dentro de su país, sino también ante la comunidad internacional.

Pero esto no será suficiente para consolidar su gobernabilidad con luces propias y sortear los obstáculos, pues hay quienes expresan dudas sobre la influencia que podría tener el expresidente Zelaya en la toma de decisiones.

El esposo de la presidente electa se mantuvo casi al margen de su campaña y solo apareció en circunstancias muy específicas, mientras negaba rotundamente esas interpretaciones de injerencia.

“Pienso que debes valorar y respetar a Xiomara, es una mujer de lucha, yo la he acompañado, tenemos un matrimonio de 44 años, cuatro hijos, cinco nietos, eso habla de una mujer estable, de mucho carácter y tu servidor que ha estado décadas enteras en la política, ha podido avanzar a la par de ella precisamente por la capacidad que Xiomara tiene, no dudes de eso, la presidenta es una, la silla presidencial es una y la firma es una”, dijo el ex mandatario en una entrevista a Expediente Público.

Esa declaración no convence a todo el mundo, pues permite interpretaciones encontradas. El analista Pineda, por ejemplo, asegura que “actualmente, no se percibe a Xiomara Castro como figura política independiente de su esposo”. Sin embargo, en conversación con CONNECTAS acepta que “puede llegar a perfilarse así si se rodea de su propio equipo de gobierno, y mantiene un rol con alguna distancia del ex presidente Zelaya”.

Pero la nueva mandataria no parece muy comprometida con ese distanciamiento ya que su marido será asesor presidencial. Como si fuera poco, su hijo Héctor manejará el partido y coordinará la transición, mientras su hija Hortensia, la ‘Pichu’, será diputada y el hermano de Manuel, Carlon Zelaya, repetirá como diputado, indica El País.

Este escenario ya conocido en la región, como en Nicaragua con los Ortega o en Venezuela con Nicolás Maduro, ha encendido las alarmas de los opositores, que ven a Castro como una figura de repuesto para consolidar el retorno de la izquierda. ¿Podría abrir un nuevo capítulo de polarización en América Central? Es muy pronto para decirlo.

Entre tanto, los hondureños le entregaron a Xiomara Castro sus esperanzas de cambio tras muchos años de gobiernos marcados por la corrupción y la indiferencia a las necesidades reales de la población. Por eso, desde el mismo 27 de enero, fecha de su posesión, comenzarán a medir su capacidad de llenar esas expectativas. La primera presidenta de Honduras tiene en sus manos cumplir esa enorme responsabilidad sin poner en peligro la estabilidad democrática del país.

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