Chile | Natividad Llanquileo, convencional constituyente mapuche: “El poder no puede ser acaparado por los mismos de siempre”

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Por Gonzalo León

Natividad Llanquileo es una de lxs 155 convencionales, que a partir del 4 de enero con la elección de la nueva mesa directiva de la Convención Constituyente, comenzarán a poner contenidos a la nueva Constitución trasandina. En estos seis meses, en los que la Convención ha sido dirigida por Elisa Loncón (según la revista Time, entre las 100 personas más influyentes del mundo), se crearon las más de diez comisiones y se redactaron los reglamentos, pero ahora viene la parte más importante, de ahí que las diferencias políticas afloren o se agranden.

Con el triunfo de Gabriel Boric en la segunda vuelta presidencial se aseguró el destino de la Convención, pero eso parece no ser suficiente, puesto que el sector que representa el Presidente electo (el Frente Amplio) propuso como presidenta de la Convención a Beatriz Sánchez, una mujer de sus filas, que en 2017 fue precandidata presidencial. Tener el poder del ejecutivo y la dirección de la Convención no ha sido visto con buenos ojos.

La presidencia de Boric tiene una impronta joven y generacional. Por primera vez políticos en torno a los 35 años llegan al poder: Giorgio Jackson, Camila Vallejo y el propio Presidente fueron protagonistas de las multitudinarias marchas estudiantiles del 2011. Llanquileo también pertenece a esta generación: tiene 37 años, pero su experiencia no fue como dirigente universitaria, sino como vocera de los presos mapuche y luego como abogada. Si Jackson, Vallejo y Boric se pararon frente a “los viejos vinagres” de la Concertación de Partidos por la Democracia, Llanquileo se atreve a hacer lo mismo con Loncón, y por lo mismo fue la única convencional mapuche que no la votó en julio del 2021. Hoy esas diferencias si no se han agrandado, al menos se mantienen. De ahí que ella sea quizá la única convencional mapuche que se atreva a discrepar y criticar públicamente a Elisa Loncón. Podría decirse que lo que está detrás de esta diferencia es la moderación de la aún presidenta de la Convención y su lejanía de lo que ocurre en los territorios mapuche.

En esta conversación con LatFem, Llanquileo pone énfasis en que esta nueva Constitución fue una de las reivindicaciones de un movimiento popular masivo, que se reflejó en el estallido social del 2019 y que, en síntesis, se cansó de las promesas. A esta activista mapuche le preocupa la injerencia que están teniendo los partidos políticos en la elección de la mesa directiva de la Convención y llama a dar buenas señales, porque hay que recordar que tras redactar la Constitución, ésta tiene estipulado un plebiscito de salida, para ver si la ciudadanía la acepta o no.

—¿Cómo evalúas el funcionamiento de esta primera Convención Constituyente, que es paritaria, y con escaños reservados para los pueblos originarios?

—Estamos ante un hecho inédito: por primera vez se construye una Constitución con la participación de los pueblos originarios y también, como dices, con una presencia importante de mujeres. Nosotros venimos de la Constitución de la dictadura, que se tomó muchos años para realizarla, y luego hubo otros años, también muchos, en los que se hizo muy difícil modificarla. Pero producto del estallido social de 2019 se obligó a los diferentes sectores políticos con representación parlamentaria a llegar a un acuerdo, pero ese acuerdo lamentablemente estableció límites, que era principalmente el tema del tiempo: nueve meses, prorrogables por única vez por tres meses más. Entonces nos encontramos con esas dificultades para empezar.

La otra es que también por primera vez nosotros podemos participar en una instancia como ésta; nosotros en su mayoría venimos de sectores populares; en mi caso personal yo vengo de una comunidad muy alejada de la ciudad y por lo tanto ahí se dan otras lógicas. Los partidos políticos, a diferencia de nosotros, tienen mucha experiencia en la negociación que se da en este tipo de situaciones. Entonces muchos estuvimos un poco complicados en un inicio, en ese sentido ha sido bastante complejo hacer entender a los partidos políticos que lo que los pueblos originarios y las organizaciones sociales demandan tiene que ver con formas distintas de participación.

Pero además la mayoría de los convencionales no se conocía, veníamos de sectores muy distintos; en mi caso conocía al resto de los convencionales de los pueblos originarios, pero con el resto no nos conocíamos. A lo más a algunos los veíamos por la televisión. Obviamente los pueblos indígenas siempre la han tenido difícil, y especialmente los que venimos de los movimientos autonomistas, que reclaman la restitución de tierras. Y lo otro es que somos mujeres que venimos del mundo pobre. A veces cuesta decirlo, pero también hay instalada una cuestión de clase en la Convención, entonces ahí cuesta muchísimo entrar. Aun así, la evaluación es positiva.

—Y además estuvieron las dificultades que puso el gobierno de Sebastián Piñera para la instalación y funcionamiento de la Convención. ¿Fue frustrante eso o, de alguna manera, lo esperaban?

—Era inesperable lo que sucedió, porque había una partida presupuestaria destinada para la instalación y funcionamiento de la Convención, pero al inicio eso no se cumplió, especialmente en lo relativo a contar con los espacios necesarios para sesionar, porque como estábamos en pandemia y somos 155 convencionales, teníamos que estar en espacios distintos. Sólo hace un par de semanas el senado (del ex Congreso, donde funciona la Convención) nos pudo facilitar sus espacios, y ahí empezamos a funcionar de una forma más holgada, porque antes ocupábamos sólo la parte de diputados del edificio. Pero además hubo una campaña de desprestigio del gobierno y de sus aliados, entonces eso también lo tuvimos que enfrentar y lo seguimos enfrentando, con todo lo que eso significa: los medios de comunicación de su lado.

—Escuché la otra vez a un convencional de derecha decir que la convención no era representativa, porque su sector en el parlamento tenía casi el 50% y en la Convención poco más del 25%.

—Siempre ese va a ser el mensaje, porque ellos estaban acostumbrados a tener todo el control del país: el poder económico, el poder judicial, el poder político. Tenían todos estos poderes y la Convención también querían controlarla, pero no les resultó. Entonces les cambió el escenario: todo lo que ellos estuvieron viviendo todos estos años, desde la Constitución que ellos mismos hicieron (la de 1980) habían tenido el control del país. Entonces es muy difícil que quieran asumir que las reglas del juego están cambiando. Como se creen los dueños del país, piensan que pueden seguir controlándolo todo. Pero eso cambió desde el momento en que se eligieron a los constituyentes: llegó gente como yo, llegaron dueñas de casa, llegaron obreros, llegaron personas vinculadas a la educación, en definitiva personas que no habían estado en espacios políticos. Y ahí ellos se escandalizaron y dijeron: “Cómo llega esta gente aquí”. Y por eso digo que también hay una cuestión de clase instalada en la Convención. Para ellos va a ser muy difícil de asumir que sus empleados estén al mismo nivel que ellos.

—En este sentido, ¿crees que en la segunda vuelta presidencial entre Boric y Kast se jugaba el destino de la Convención?

—Sí, por supuesto, porque estábamos frente a dos figuras: uno, el Presidente electo, firmó el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución y el otro es una persona que era clasista, racista, misógino y en fin, pero además su sector ha hecho una campaña en contra de la Convención, y eso hasta ahora se ha mantenido. Evidentemente la Convención estaba en peligro si se hubiera elegido como Presidente el candidato de la derecha.

—Entiendo que fuiste la única mapuche que no votó a Elisa Loncón para que presidiera la Convención, pero más allá de eso, ¿cuál es la evaluación que haces de su gestión y de lo que significó su presidencia?

—Yo tengo diferencias políticas con Elisa Loncón, lo manifesté desde un inicio, pero fui muy respetuosa de su gestión. Ahora ella no fue electa presidenta de la Convención por ser Elisa Loncón, ella es elegida porque es mujer y porque es mapuche. Y esto lo digo porque el mundo mapuche ha tenido una presencia muy importante dentro del movimiento popular desde el estallido social, que fue una rebelión popular, donde la bandera mapuche era el emblema de todas las manifestaciones, entonces ahí hubo un reconocimiento. Muchas veces se confunde y se dice que fue elegida porque es doctora, pero hay que ser súper claros: la persona más votada dentro del mundo mapuche fue una ex presa política, como la machi Francisca Linconao, una defensora del territorio mapuche, una persona en definitiva que ha estado siempre del lado de los movimientos sociales. La segunda mayoría fui yo, que si bien no fui presa política, siempre estuvo defendiendo a los presos políticos y con la machi Francisca estamos muy vinculadas con los territorios, a pesar de que nos llegan críticas por estar en este espacio, por confiar en un Estado que una y otra vez nos ha engañado.

Pero yendo a tu pregunta, creo que Elisa Loncón fue una figura simbólica, importante, porque dio a conocer a las mujeres mapuche, una mujer que pudo estar en un espacio tan importante como éste.

—¿Te arrepientes de no haberla votado?

—Pese a que hoy tiene reconocimiento internacional, no me voy a subir al carro de la victoria, porque no me corresponde y porque yo fui crítica desde un inicio, pero eso no implicó que yo saboteara su gestión ni nada. Ahora nuestras diferencias políticas se manifiestan hasta hoy, porque estamos en lados distintos.

—Estas diferencias políticas con Elisa Loncón parece que son mutuas, porque ella apoyó a Rosa Catrileo y no a ti para la vicepresidencia de la Convención.

—Las diferencias con Elisa Loncón se vienen marcando con anterioridad a la Convención. Es algo que se ha mantenido en todo este tiempo. Pero lo que pasó fue que mientras la machi Francisca me pedía que asumiera una candidatura a la vicepresidencia de la Convención, Elisa Loncón apoyaba a su candidata. Pero qué le vamos a hacer: ella no se siente identificada políticamente conmigo y yo tampoco con ella. Bueno, el mundo mapuche tiene muchas visiones y todas son respetables.

—¿Ahora es más visible la influencia de los partidos políticos en la elección de esta segunda mesa directiva o esta influencia ya estaba? Lo digo por la intención del sector del Presidente electo de que la nueva presidenta de la Convención sea de sus filas.

—Bueno, para llegar a ser presidente de la Convención se tienen que dar una serie de acuerdos políticos. Y para eso hay que estar dispuesto a negociar, y los partidos políticos tienen poder de negociar porque lo vienen haciendo hace muchísimos años. Entendido esto, yo creo que es un error del sector del Presidente Boric llevar a una candidata para que presida la Convención. Es un error garrafal, porque de ocurrir esto lo que pase en la Convención va a repercutir en el gobierno y lo que pase en el gobierno va a repercutir en la Convención. Y creo que hay que respetar este tipo de espacios: hay más de 120 convencionales que nunca han ocupado un espacio como éste y creo que muchos de ellos tienen la capacidad para asumir la presidencia. Yo encontraría lamentable que alguien que viene de los partidos la presidiera.

Hay que entender que la Convención viene del estallido social, de los movimientos sociales, antes de eso cuántos años tuvieron para modificar la Constitución. Los partidos estuvieron en el gobierno, estuvieron en el parlamento, y no hicieron nada, y ahora ellos les van a presentar al pueblo una nueva Constitución. Entonces sería una pésima señal que fueran los partidos quienes terminaran entregando la Constitución para el plebiscito de salida. Cuando se habla de cuidar el proceso constituyente, también tienen que ver con estas decisiones políticas que se toman. El problema es que quieren controlarlo todo, y en ese sentido están haciendo lo mismo que la derecha. ¡Y eso no puede ser! Y aparte Beatriz Sánchez, la candidata del sector de Gabriel Boric, sale de una coordinación de comisión para irse de candidata, y lamentablemente eso se repite en otros convencionales. Varias coordinadoras de comisión están saliendo ahora de candidatas. Y el resto tenemos que seguir mirando, porque ellos supuestamente son los iluminados para hacer esto. Nosotros también tenemos una mirada de país que nos permite estar en este espacio, vinimos a hacer política de una forma distinta, y seamos claros: el poder no puede ser acaparado por los mismos de siempre.

—A partir ahora se empiezan a definir los contenidos de la nueva Constitución y hay una esperanza, no sé qué tan fundada, de que sea una plurinacional, feminista, donde el Estado garantice derechos básicos como salud, educación y derechos sexuales y reproductivos. ¿Será posible todo esto?

—Yo creo que esta Constitución, sin duda, nos va a permitir avanzar en relación a la pésima Constitución que tenemos. Nos va a permitir avanzar, pero no nos va a resolver nuestros problemas, porque hoy muchos, dentro y fuera de la Convención, están hablando de que hay que ser moderados y esa moderación no sabemos adónde nos va a llevar, y eso sería muy lamentable, porque esta es la oportunidad única que vamos a tener. Entonces cuando se habla de una Constitución feminista, tiene que ver con que quede establecido en todos los órganos del Estado la paridad de género, pero no solamente desde una posición binaria, sino que reconozca las diversidades sexuales. Ahí nos van a decir: “No, mitad hombres, mitad mujeres”. ¿Pero el resto dónde lo dejamos? Cuando se habla de una Constitución plurinacional, ¿qué significa eso? Aquí lo importantes es que si estamos trabajando sobre la base del respeto de los pueblos originarios, mínimo el reconocimiento del territorio mapuche. Pero en general en derechos sociales es en lo que debemos avanzar: salud, educación, pensiones, vivienda y derecho al agua. Si no somos capaces de avanzar en estos derechos, no creo que la gente nos apruebe la Constitución.

—¿Y en cuanto a derechos sexuales y reproductivos?

—Ya hay una iniciativa de norma, que debería discutirse en comisión y luego en el plenario, por lo que se está avanzando en eso. Yo planteaba recién unos mínimos, pero también hay muchos mínimos. En mi caso personal en esta Constitución yo vine a hacer transformaciones profundas. Los que venimos del movimiento indígena (pero además soy una mujer pobre, con una profesión, pero nada más) queremos que la Constitución sea el reflejo de la mayoría de los chilenos que vive la misma situación que nosotros. Quizá no se logre todo lo que queremos, pero vamos a avanzar con esta nueva Constitución.

—En tu juramento como convencional constituyente planteaste que había que sacar a las forestales del territorio mapuche y que había que liberar a los presos de la revuelta. ¿Sigues sosteniendo esto?

—No he cambiado, sigo manteniendo esas reivindicaciones. Por eso nosotros presentamos una iniciativa de norma constituyente del derecho a la tierra y a los recursos naturales en el territorio mapuche, y eso lo que busca, de alguna forma, es que las forestales se vayan. Por otra parte, cuando nosotros hablamos de mayores garantías de acceso a la justicia, también tiene que ver con que va a tener su efecto, por ejemplo, en los tribunales de ejecución de penas, siempre pensando en que quienes nos escogieron en este espacio fueron precisamente los presos de la revuelta y también los presos políticos mapuche, a quienes se les ha sometido a una prisión injusta. Y esto no puede seguir así: los tribunales funcionen de forma distinta.

—Apareció hace poco una declaración de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), justo después de que Elisa Loncón recibiera al presidente del gremio de los grandes empresarios y que Gabriel Boric visitara la Convención. Más allá de lo específico de la declaración, que se podría resumir en que si esto va a ser más de lo mismo, una farsa digamos, no cuenten con el pueblo mapuche. ¿Qué lectura política das a esa declaración?

—No la he revisado, pero me imagino para dónde va. El mundo de la movilización popular está aburrido de las promesas: le prometieron que Chile iba a ser distinto, que la alegría había llegado, todo eso que nos dijeron después de la dictadura con la recuperación de la democracia; nos prometieron derechos como pueblo indígena, que el Estado no ha sido capaz de responder; nos prometieron el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo [que da a los indígenas derecho a la tierra y al territorio] que si bien Chile como Estado lo ratificó, en términos concretos no se ha ejecutado. Pero si nos remontamos a la historia, hay que recordar que el pueblo mapuche hizo sus tratados con la corona española, y nada de lo que se firmó se ha cumplido. Entonces es evidente que a esta altura hay un cansancio, porque nosotros vinimos acá también queriendo avanzar en nuestros derechos y nos encontramos con que en el territorio mapuche llevamos varios meses en estado de excepción constitucional, lo que implica que las comunidades están militarizadas, porque antes había una alta presencia policial y ahora está derechamente militarizada. Y esta no sólo ha sido una decisión por parte del gobierno, sino también del parlamento.

La situación es compleja y es grave, porque no estamos siendo escuchados. A pesar de que estamos en una instancia importante como ésta y de que nosotros queremos avanzar, el gobierno de Sebastián Piñera y el parlamento nos dieron un portazo y nos dijeron que ellos tienen a los militares de su lado y pueden hacer lo que quieren en nuestros territorios. Entonces muchos ya no quieren conversación política, quieren hechos. Y del gobierno que va a asumir en marzo se esperan hechos.

—Por último, ¿cuáles son tus expectativas en esta segunda etapa de la Convención?

—Yo quiero pensar en positivo. Quiero pensar que los convencionales se acuerden de dónde salieron y por qué llegamos a este espacio; quiero pensar que esta nueva etapa, especialmente en la presidencia y la vicepresidencia, sea dirigida por personas independientes de los partidos políticos. Esa es mi expectativa.

LatFem

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