Nicaragua establece relaciones con la República Popular China – Por Rafael Cuevas Molina

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Rafael Cuevas Molina(*)

Luego de unas elecciones que cuestionó fuertemente, los Estados Unidos se levantan ahora con la noticia de que otro país de su patio trasero se le sale del redil en relación con su más acuciante oponente en el mundo: la República Popular China.

Hay dos aspectos que vale la pena analizar. El primero, el de la rearticulación de las alianzas de Nicaragua después que, tras las recientes elecciones presidenciales, el aislamiento al que ha sido sometido el gobierno sandinista no solo se mantuvo, sino que, en el proceso, sufrió magulladuras que lo dejaron en una situación precaria.

Esas magulladuras tienen que ver con el enfriamiento de las relaciones con Argentina y México, siendo como es este último un actor regional clave en Centroamérica. México, históricamente siempre ha apostado por la no injerencia y el contra balance de cara a la política estadounidense. Es emblemática, en este sentido, la postura que mantuvo cuando Nicaragua era prácticamente un protectorado y Sandino se batía contra la intervención en las montañas de Las Segovias.

En este contexto, el gobierno sandinista está buscando nuevos aliados poderosos que le permita impulsar su proyecto que implica un importante gasto social. China no es Venezuela, que supo incluirla en proyectos continentales solidarios que le permitieron tener un remanente económico que le dio estabilidad política durante varios años, pero seguramente estará interesada en comportarse magnánimamente con un posible aliado, tan estratégicamente situado, que ya dio muestras en el pasado de una aproximación al escoger el proyecto de un magnate chino para la posible construcción de un canal interoceánico.

El otro aspecto que ha de tenerse en cuenta es la reacción que los Estados Unidos ha tenido en relación con el restablecimiento de relaciones con la República Popular China que, en los últimos años, han hecho Costa Rica, Panamá, El Salvador y Belice.

Cuando El Salvador y Panamá lo hicieron, los Estados Unidos enviaron, ipso facto, emisarios del más alto a nivel a expresar su desacuerdo, mostrar su malestar y presionar para que las decisiones se revirtieran, lo cual a la postre no pasó. En Panamá, China ha propuesta una serie de megaproyectos que son urgente es un país con tanto potencial para el comercio mundial, y los Estados Unidos, a pesar de mostrar su disconformidad, no es capaz de ofrecer alternativas viables a los proyectos de la potencia rival.

En términos generales, pero con repercusión en el caso que tratamos, los Estados Unidos se comportan bastante torpemente con América Latina: la ningunean, no ofrecen suficiente apoyo a proyectos que apuestan por los desarrollos nacionales en los que ellos mismos podrían salir gananciosos, y asumen una actitud moralista hipócrita, que deriva en continuas y crecientes sanciones y distanciamientos, mientras que en otras partes del mundo se hacen de la vista gorda de lo que aquí condenan.

China parece ofrecer relaciones de un corte distinto, y sabe meter la cuña en los sitios que deja al descubierto el Tío Sam. No hay lugar para los vacíos de poder, en donde uno cede espacio, inmediatamente acude el oponente. Quién sabe si este cambio de socio del gobierno sandinista no lleve a retomar el proyecto del canal, mientras Estados Unidos continúa, como en Venezuela, apostando por una oposición de baja calidad, fragmentada, llena de personajillos ambiciosos y miopes políticamente.

En Centroamérica se hace presente, como ha sido siempre, antes entre España y el Reino Unido, entre el Reino Unido y los Estados Unidos, ahora entre este y China, el juego geoestratégico de las grandes potencias. Una Centroamérica unida, aunque fuera solo en la promoción de sus intereses comunes, signados por su envidiable posición geográfica de puente e istmo, podría lograr posicionamientos que le rindieran frutos que redundaran en crecimiento económico y mejoramiento social para las mayorías que, en las actuales circunstancias, salen espantadas buscando algún horizonte que les permita tener una vida digna.

(*) Historiador, escritor y artista plástico. Licenciado en filosofía y magíster en Historia por la Universidad de La Habana. Catedrático, investigador y profesor en el Instituto de Estudios Latinoamericanos (IDELA), adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Presidente de AUNA-Costa Rica.

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