Francisco Sagasti, expresidente: «La vacancia no se puede convertir en un hábito»

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Rodeado de numerosos textos, archivos, muchísima documentación, con proyectos de libros que van tomando cuerpo, cuesta creer que este académico, investigador incansable, incursionó hasta hace poco en la política nacional llegando a dirigir los destinos del país en un gobierno de transición y emergencia. Francisco Sagasti Hochhausler, observado en su hogar por las imágenes de su bisabuelo y su abuelo que peleó en la Guerra del Pacífico, reflexiona acerca de su travesía por el Partido Morado, el Congreso, Palacio de Gobierno y sobre todo en esos intensos meses de su gestión en medio de la pandemia y de la oposición política.

Esta semana, exactamente un 17 de noviembre, se cumplió un año de que usted asumió la presidencia. Ahora, al paso del tiempo, ¿qué reflexión le trae ese acontecimiento?

En primer lugar, que no era algo que hubiera buscado, que estuviera ansioso de hacerla, pero cuanto te toca una responsabilidad de esa magnitud uno debe asumirla a cabalidad. El sentimiento que tengo es de haber asumido una responsabilidad enorme, en un momento muy difícil y crítico para el país, de haber hecho todo lo posible con un equipo extraordinario. En ese poco tiempo, hay una satisfacción del deber cumplido, eso podemos decir todos los miembros del gobierno de transición y emergencia.

Si le pregunto por la mayor dificultad que tuvo como gobernante, ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza? ¿La pandemia? ¿La oposición en el Congreso?

Lo que hicimos en el gobierno, trabajando en equipo, fue tomar cada desafío, cada problema, en su momento. Cada dificultad que venía requería nuestra total atención y era lo más importante en ese instante. Ahora, mirando en retrospectiva, y a un año de haber asumido el gobierno evidentemente lo más complicado fue la pandemia con todas sus ramificaciones, conseguir vacunas, organizar el proceso de vacunación, tener cifras fidedignas que transmitir a la población y que nos guíe en la estrategia de vacunación, conseguir oxígeno, trabajar con el sector privado, con la sociedad civil, armar un comité de ética, renovar el comité de ética que nos ayudó a definir el proceso de vacunación, conseguir camas UCI, asegurarse que tengamos los recursos financieros para pagar al personal de salud, eso fue la cosa más compleja.

En el tema pandemia ¿se empezó realmente desde cero como se dijo en ese momento?

Mire, lo que teníamos era un contrato marco con Facilidad Covax, organizada por varias instituciones internacionales y fundaciones privadas. Cuando Llegamos al gobierno había un contrato, una carta firmada, con Facilidad Covax, que lo que decía era que el Perú podría tener 13.2 millones de dosis de vacunas a través de ese mecanismo. Pero la negociación no acababa en un convenio marco. Había que negociar las condiciones de entregas de las vacunas con cada uno de los laboratorios. Ese paso no se había dado.

Muchos destacaron su gestión, pero también hubo críticas. Entre ellas, la de permitir las fiestas de fin de año.

Bueno, recuerde, todas las medidas que se tomaron para evitar los contagios fueron un proceso de prueba y error. En base a la información que uno tiene disponible se va tomando decisiones. Pero la información no era perfecta, había demoras. Por ejemplo, no teníamos datos fidedignos e inmediatos sobre el número de contagios en todas las regiones. Entonces se iban tomando decisiones a medida que se disponía de la información. Probablemente hubo algunos errores, en este caso de permitir las reuniones de fin de año, pero también pusimos otras restricciones como el desplazamiento de una provincia a otra, etc.

Esta semana, en que se cumple el año de su mandato, una congresista ha planteado la vacancia presidencial.

Creo que la vacancia tiene que ser absolutamente excepcional, en condiciones realmente extremas. No se puede convertir en un hábito, en un juego. Debemos ser un poco más respetuosos de la institucionalidad y no utilizar el tema de la vacancia sobre todo con algo tan amplio como “incapacidad moral”, sin definirla de una manera precisa. Creo que debemos restringir el uso de esta posibilidad al mínimo y no estar recurriendo a ella de manera intempestiva y continuamente.

¿Estima que en el Congreso seguirán estos pedidos de vacancia y de parte del Gobierno también las cuestiones de confianza?

Creo que el Congreso y el Ejecutivo tienen que tomar conciencia de que necesitan mantener el equilibrio, la paz, la tranquilidad y el respeto al pueblo peruano a través de tratar de evitar el uso de armas extremas como desgraciadamente lo hemos visto en los últimos años. Realmente crean un problema para nuestra población.

Hace poco también se cumplieron los primeros 100 días de gobierno de Pedro Castillo, ¿qué juicio le merece esta gestión?

Estos 100 días han mostrado un proceso de aprendizaje, unas veces un poco accidentado, otras un poco lento, en unos casos más rápido. Por ejemplo, lo que se está haciendo en el proceso de vacunación es algo muy bueno. Se tomó lo que se había dejado avanzado y no solo eso, sino que aceleraron el ritmo de vacunación a medida que se tenía mayor disponibilidad de vacunas. Y eso ha llevado a que el Perú se encuentre entre los países que tienen un porcentaje muy alto de vacunaciones, con una y dos dosis. Creo que se han hecho cosas bastante razonables y buenas. Ha habido otras no tan buenas. Creo que tenemos un gran signo de interrogación en educación y transportes. Esperamos que en estos dos sectores se pueda enmendar el rumbo como se ha venido haciendo en otras áreas. Creo que estamos viendo en vivo y en directo un proceso de aprendizaje por parte del gobierno.

Se perdió el tiempo con el gabinete Bellido ¿piensa usted que eso es parte del proceso de aprendizaje?

Creo que sí, se perdió el tiempo. Si hubiéramos tenido desde el principio un gabinete distinto, como el que empieza a configurarse a partir de la designación de la nueva primera ministra, me parece que hubiéramos avanzado mucho más rápido.

¿No es muy benévolo en su juicio? Porque para otros este es un gobierno errático…

No es que sea benévolo. Uno mira las cosas como son. Es evidente que hay improvisación, que hay personas que no tienen el conocimiento y la capacidad para ejercer algunos cargos. Pero también es evidente que, al darse cuenta, como lo del ministro del Interior, se toman medidas. Quizás un poco tarde, pero se hizo. No es que sea benévolo ni lo pase por agua tibia, ni mucho menos. Cuando hay errores hay que decirlos… Ahora bien, a lo largo de los 200 años de vida republicana, quienes han ejercido el poder político han estado acostumbrado a manejarse con argollas. Hemos tenido la argolla de un grupo, algunas argollas regionales, argollas como la de El Club de la Construcción. Y lo que hay que hacer es luchar contra las argollas y no reemplazar una argolla por otra. Una de las tareas que tenemos todos y una de las sugerencias al gobierno del presidente Pedro Castillo es tratar de evitar el argollismo que tanto daño ha hecho a lo largo de nuestra historia. El presidente tiene que tomar conciencia de que es el presidente de todos los peruanos y no solo el presidente que viene de una región o de una profesión. No es solo el presidente de los maestros, sino de maestros, alumnos, empresarios, de todos. A medida que se tome conciencia de eso creo que va a poder gobernar mejor en este tercer siglo de vida independiente.

Sí, las argollas están mal. Pero contar con un partido es importante, ¿no?… Y ahora que Perú Libre y Vladimir Cerrón se alejan de Castillo, ¿podrá gobernar sin un partido?

Bueno, el gobierno de transición y emergencia gobernó sin un partido. El problema es ahora que el Perú tiene un sistema de partidos totalmente descalabrado. No tenemos un sistema de partidos, tenemos una colección de grupos y aspirantes a ejercer el poder totalmente fragmentado.

Estoy recordando en este momento que al Partido Morado le fue muy mal en las elecciones, ¿fue quizás por no identificarse con su gestión?

Prefiero no especular sobre eso. Hay muchas razones, hay quienes han hecho varios análisis. Con claridad digo que no he estado preocupado por ese tema. Durante el periodo de gobierno estuve preocupado totalmente por las tareas que teníamos en ejercer el poder y la autoridad de la mejor manera posible. Lo que sí me gustaría es que el Partido Morado y otros logren consolidarse. Lo que creo es que deberíamos ver es cómo se logra partidos más sólidos, más incluyentes y no tener esa característica que dice ‘tenemos que unirnos todos, pero unanse detrás de mí’. Nadie está dispuesto a ceder el liderazgo. Y una de las cosas que creo es importantísima para poder ejercer bien el liderazgo es que uno tiene que ejercer bien el ‘seguidazgo’. Saber ser un buen seguidor es la manera de aprender a ser un buen líder.

Y a propósito, ¿tendrá alguna presencia activa en el partido?

Sigo siendo miembro del Partido Morado. No he renunciado a mi militancia. Pero no tengo ninguna aspiración electoral para el futuro, por el momento estoy dedicado a otras tareas, no tengo aspiración de ese tipo.

¿No siente que el tiempo de gestión que tuvo en la presidencia del país fue demasiado corto, no aspira a realizar algo más para el país?

Lo que creo es que puedo hacer ahora a mi edad -y recuerde que tengo 77 años, además este periodo fue extremadamente intenso, agotador- es contribuir de otra manera, ayudar a la juventud, dar sugerencias, ideas, utilizar la experiencia que hemos tenido no solo en el Ejecutivo sino en el Congreso, en la construcción de un partido, en los 50 años que me pasé estudiando el país, ejerciendo cargos en organismos internacionales siendo asesor y consejero, puedo poner al servicio del país toda esta experiencia de una manera diferente que ejercer un cargo.

-Lo más probable es que no solo gente del Partido Morado le proponga postular a la presidencia.

Todo a su tiempo, no por mucho madrugar se amanece más temprano. Le puedo decir que no tengo ninguna intención de postular a un cargo electoral, salvo alguna excepción, pero no a la presidencia, definitivamente, y no al Congreso.

¿Cree que la presencia de Mirtha Vásquez le abre espacios de diálogo, de tolerancia, al gobierno?

No es solo lo que creo, está pasando, en realidad, ha logrado recomponer el equipo que había en la PCM, la manera en que dialoga con el Congreso, con los partidos políticos, empresarios, gobernadores, alcaldes, sindicatos. Mirtha Vásquez una persona dialogante. Tengo el más profundo respeto y admiración por la labor que realizó en un momento extremadamente difícil para todos tanto para el Congreso como para el Ejecutivo.

¿Hay una oposición recalcitrante en el Congreso? ¿Cómo ve esta relación Ejecutivo-Legislativo?

Más que una oposición recalcitrante, creo que hay una enorme desconfianza. Hay algo que sí me preocupa y son los grupos de interés enquistados en ciertas comisiones del Congreso. No puede ser que tengamos una comisión de Educación en la cual hay muchísimos miembros que tienen vínculos con universidades cuya licencia fue denegada y que estén tratando de descabezar el trabajo de la Sunedu. La ciudadanía tiene que estar vigilante ante estos grupos de intereses, estos lobbies que tratan de echar atrás estas reformas. Lo vimos también en la reforma política y ya estamos viendo algunos cambios que se quieren hacer en las reformas constitucionales. Tenemos también la Comisión de Defensa del Consumidor que prácticamente lo tiene una familia desde hace varios años. Y también la Comisión de Presupuesto.

Y al frente está el presidente y su estilo de gobierno. Al respecto, usted fue un mandatario dialogante ¿qué le parece eso de no declarar, rehuirle a la prensa, es parte de un estilo del presidente?

Lo único que puedo decirle, basado en mi propia experiencia -recuerde que las primeras conferencias de prensa que di fueron bastante malas, cometí errores, mantuve un estilo de comunicación inapropiado cuando hay que comunicarse con la ciudadanía- es que todos pasamos por procesos de aprendizaje, sobre todo al tratar de comunicarnos con la ciudadanía. Lo que espero es que el proceso de aprendizaje que he mencionado anteriormente se acelere y se logre un estilo de comunicación más fluido entre nuestros gobernantes y la ciudadanía.

Hace poco usted dijo que las élites no están asumiendo su responsabilidad, no solo las élites políticas sino las regionales, empresariales ¿Cómo hacer para incentivar esa participación?

Nuestro país no va a salir adelante como efecto de algún salvador de la Patria, una sola persona no tiene la respuesta. Creo que lo que hicimos en el Gobierno de transición es que se puede trabajar en equipo, con muchísimas personas… Se tiene que tomar conciencia por parte de las élites de la necesidad de la convergencia y el trabajo conjunto. Por ahí empieza el proceso de cumplir con nuestras responsabilidades encargadas, de manera adecuada.

¿Está escribiendo algún nuevo libro?

Bueno, es una manía que no puedo dejar. Hay un proyecto que estoy realizando en el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) para reflexionar sobre dos momentos que se ha pasado, con muchísima gente con la que he trabajado en diferentes espacios estudiando el país, en Grade, en Innóvate Perú. Estamos escribiendo sobre cómo se puede mejorar el trabajo de apoyo, la investigación y ejecución de políticas en base a la experiencia de los últimos cinco años y qué se puede transmitir a las generaciones futuras de este proceso de aprendizaje, no solamente personal sino de los diversos grupos con los que he tenido el privilegio de trabajar.

Si tuviese que elegir entre la vida política activa y la cuestión académica, ¿qué elegiría?

Durante los últimos cinco años he privilegiado la acción política, ahora este año estoy volviendo al mundo académico por un tiempo. Uno siempre escucha algunos pedidos, sugerencias… entonces, uno puede volver a la vida política quizá no en el ámbito nacional sino en el ámbito internacional.

Finalmente, ¿qué hacer con todo lo que se viene para el país?

Tomar conciencia que estamos en el Bicentenario de la Independencia. Cuando nuestro país logró su independencia hace 200 años hubo una promesa republicana, lo que Basadre llamó ‘la promesa de la vida peruana’. Era una de igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades. Lamentablemente a lo largo de nuestra historia esta promesa ha quedado incumplida. Diferentes grupos, las argollas, han tratado de apoderarse de ciertas parcelas de ejercicio del poder público y las han utilizado para su propio beneficio y esto ha sido una constante. Creo que 200 años después de la Independencia, con un presidente que viene de las regiones de nuestro país, que representa a quienes nunca tuvieron el acceso al ejercicio directo del poder, nos da una oportunidad extraordinaria. Y esto requiere una responsabilidad enorme por parte de quienes están en el Gobierno, en el Congreso, de la ciudadanía, del empresariado, de todos, para darnos cuenta de que tenemos, nuevamente, la posibilidad de hacer cumplir la promesa de la vida peruana, que nos decía el maestro Basadre. Esta pandemia es la muestra de los problemas que vamos a enfrentar en los próximos decenios… Si tuviéramos unas élites que tomen en cuenta la promesa incumplida, las extraordinarias posibilidades de nuestro país y se aboquen a que estas posibilidades se vuelvan realidad, estaremos en mejores condiciones para enfrentar los desafíos del futuro. ¿Me preguntó qué podía hacer en el futuro? Bueno, creo que tratar de hacer que tomemos conciencia. Ese es el tipo de tarea a la cual quisiera dedicarme en los próximos años.

¿Me dice que la pandemia ha tenido efectos nocivos en el país, pero también abre posibilidades?

Ha sido una tragedia terrible, pero en medio de esto hemos podido ver actos de heroísmo, hemos visto a vacunadores, hemos visto a intensivistas, al Ángel del oxígeno. No nos fijemos solo en lo malo, fijémonos en esa capacidad de respuesta y tratemos de construir sobre eso, tratemos de movilizar esas energías, que están allí y requieren de un liderazgo participativo, tolerante, honesto, que sea capaz de movilizar las energías de todos los peruanos, poniendo el bien común y el interés de la ciudadanía por delante de cualquier interés privado. Y no sintiendo que porque uno llega al poder ya puede mandar.

Algo que no se entiende mucho ¿no?

Es que hay una diferencia entre gobernar y mandar, eso es algo que debemos tener claro. El tener un puesto en el cual se ejerce la autoridad y el poder político exige mucha responsabilidad, oír a las otras personas, buscar los consensos, escoger lo mejor y definir un rumbo y perseverar en él… No importan las críticas cuando uno está convencido de lo que hay que hacer para el país.

Ahora sí, lo último. Y es una curiosidad personal. En su libro “Imaginemos un Perú mejor…” se revela su gran amistad con Enrique Zileri.

Sí, un amigo muy querido. Cómo lo extraño. Le cuento una cosa… Las oficinas de Caretas estaban frente a Palacio de Gobierno. Y a veces cuando salía al salón Túpac Amaru y miraba al balcón de Caretas decía, caramba, seguro Enrique me está mirando desde allí y me está diciendo “haz esto, flaco”. Lo tengo muy presente siempre, cómo se extraña a una persona con su integridad, con su sentido común, sus maneras de ver las cosas. Creo que es un ejemplo para el periodismo, sin duda lo es para mí.

La República

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