Vox: la ultraderecha de España arma una alianza anticomunista en América Latina – Por Naiara Galarraga, Miguel González y Federico Rivas Molina

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Por Naiara Galarraga, Miguel González y Federico Rivas Molina

Integristas (católicos y evangélicos), neocons y ultraliberales, populistas de derecha y nostálgicos de las dictaduras militares conforman la alianza anticomunista que el partido español Vox está tejiendo en América Latina. Eduardo Bolsonaro, hijo y heredero político del presidente brasileño; Keiko Fujimori, excandidata presidencial en Perú; o José Antonio Kast, líder del Partido Republicano chileno, que se opuso a derogar la Constitución de Pinochet, son algunas de las figuras más destacadas de este conglomerado heterogéneo al que une su visceral rechazo a los gobiernos de izquierda, tanto autoritarios como democráticos.

La punta de lanza de Vox ha sido la llamada Carta de Madrid, un manifiesto que alerta del supuesto “avance del comunismo” en la Iberoesfera (el nombre con el que el partido ultra, siempre atento al marketing, ha rebautizado a Iberoamérica), una parte de la cual ya habría sido “secuestrada por regímenes totalitarios de inspiración comunista, apoyados por el narcotráfico, bajo el paraguas del régimen cubano”. El líder de Vox, Santiago Abascal, anunció su propósito de dotar a la carta, que ha recabado más de 8000 firmas, de una “estructura permanente y un plan de acción anual”; es decir, pasaría de ser un mero banderín de enganche a una nueva organización internacional: el Foro Madrid.

Su objetivo es convertirse en alternativa al Foro de San Pablo y al Grupo de Puebla, las dos plataformas de la izquierda latinoamericana: la primera agrupa a fuerzas políticas y sociales, desde el Partido de los Trabajadores de Brasil al Partido Comunista cubano; y la segunda, a un puñado de políticos de perfil mayoritariamente socialdemócrata, como Alberto Fernández, Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Mujica o José Luis Rodríguez Zapatero.

En vez de montar una alianza de partidos, Abascal está reclutando a personalidades a título individual y eso le ha permitido fichajes sorprendentes, como el del expresidente colombiano Andrés Pastrana, que el pasado 10 de octubre participó a través de una grabación en Viva 21, la fiesta que Vox celebró en la Feria de Muestras de Madrid, y en junio pasado intervino en una cumbre telemática del ECR, el grupo del Parlamento Europeo en el que se sienta Vox con los ultraconservadores polacos de Ley y Justicia y los húngaros de Viktor Orbán.

El acercamiento de Pastrana a Vox ha causado sorpresa y malestar en el Partido Popular (PP), ya que el político colombiano es el actual presidente de la Internacional Democrática de Centro (IDC), de la que Pablo Casado es vicepresidente. Pastrana acudió, además, a la reciente convención del PP, junto al exmandatario mexicano Felipe Calderón.

Como embajadores volantes en América Latina, Vox utiliza al eurodiputado Hermann Tertsch y al diputado Víctor González Coello de Portugal. El primero aprovecha la infraestructura que le presta su condición de eurodiputado y vicepresidente tercero de la delegación europea en la Asamblea Parlamentaria Eurolatinoamericana (Eurolat), que reúne a diputados del Parlamento europeo y de 23 países de América Latina. Además, el grupo ultraconservador ECR ha montado su propio Eurolat, del que Tertsch es presidente. Por su parte, Coello de Portugal, vinculado a grupos integristas católicos, es portavoz de Vox en la Comisión de Exteriores del Congreso.

En los últimos meses, los dos parlamentarios asistieron como invitados a la toma de posesión del nuevo presidente de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso; fueron recibidos en Colombia por el expresidente Álvaro Uribe y en Lima por Keiko Fujimori, hija del expresidente peruano condenado a 25 años de cárcel por asesinato, secuestro y corrupción. Su primera misión en América se produjo en enero de 2020, cuando se reunieron en La Paz con ministros de la entonces presidenta interina Jeanine Áñez, quien sustituyó a Evo Morales tras una oscura operación que acabó con su renuncia, para recabar pruebas que pudieran inculpar de financiación ilegal a Podemos, entonces a punto de entrar en el Gobierno español.

El otro instrumento utilizado por Vox para desembarcar en Latinoamérica es Disenso, la fundación que preside Abascal. Aunque Vox ha hecho campaña contra la financiación pública de las fundaciones de los partidos, ha montado la suya propia para beneficiarse de las subvenciones que reciben en función del número de votos y escaños obtenidos. Al frente de la fundación está Jorge Martín Frías, exresponsable de formación en FAES (la fundación del PP) y asesor del Ayuntamiento de Madrid con Ana Botella, que presta soporte técnico a la aventura americana de Abascal.

El desembarco de Vox en la región tuvo un serio traspiés a principios de septiembre en México. Abascal acudió al Senado mexicano invitado a un acto antiabortista y allí aprovechó para presentar la Carta de Madrid. Su partido informó que 14 senadores (la mitad de su grupo parlamentario) y tres diputados del PAN la habían suscrito, igual que dos parlamentarios del PRI, ambos en la oposición a López Obrador. La noticia provocó un terremoto político en México: los dos parlamentarios del PRI, Lorena Piñón y Manuel Añorve, desmintieron a Vox, mientras que el PAN se desmarcó de la iniciativa, recordando que su socio en España es el PP. Dos de las senadoras que firmaron la carta dijeron haber cometido “un error” y pidieron disculpas.

Los medios de comunicación mexicanos habían difundido un tuit de Abascal del pasado 13 de agosto, coincidiendo con el 500 aniversario de la destrucción de Tenochtitlan, en el que se proclamaba “orgulloso” de la colonización de México: “España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas”, escribió. Una visión radicalmente contraria a la del Papa Francisco, quien pidió disculpas por los “errores muy dolorosos” cometidos en la colonización.

Entre los líderes americanos que desfilaron por la pantalla de Viva 21 no hubo ningún mexicano. Sí estuvieron, además de Pastrana, Keiko Fujimori y Kast, Eduardo Bolsonaro y el senador por Texas Ted Cruz. Abascal coincidió con ambos en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) celebrada en Maryland en febrero de 2020, que clausuró el entonces presidente Trump.

Cruz, representante del ala más conservadora del Partido Republicano, con un discurso antiabortista, contra la inmigración y a favor de la pena de muerte, tuvo que ponerse en cuarentena tras reunirse con el político español, que dio positivo al coronavirus.

Eduardo Bolsonaro, encargado de las relaciones exteriores del clan familiar y émulo de su padre en comentarios homófobos machistas, se convirtió desde entonces en uno de los mejores aliados de Vox, lo que no excluye cierta rivalidad: Abascal prefirió acudir a México a principios de septiembre en vez de participar en la conferencia conservadora que, como franquicia de la estadounidense, había montado Bolsonaro en Brasilia con el hijo de Trump.

La Nación

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