El Salvador: la transformación del escenario político – Por Roberto Pineda

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Roberto Pineda*

Lo que la oposición política (ARENA, FMLN, Vamos y NT) no logró en 27 meses, lo alcanzó el movimiento popular y social: poner en una semana a la defensiva al proyecto político del presidente Bukele, y hasta arruinarle las celebraciones del bicentenario de la independencia. La protesta del Bicentenario abre un nuevo momento político en El Salvador.

Desde las coloridas jornadas de protesta del 7 de septiembre contra la implementación del bitcoin hasta las multitudinarias marchas del 15 de este mes, la correlación de fuerzas se ha modificado, la disputa de clase por el momento favorece a los sectores populares. De lo que se haga en las próximas semanas dependerá el desenlace de este periodo de lucha.

En un hecho histórico inédito, dirigentes de ARENA y de la ANEP, se sumaron a la marcha del 15 de septiembre contra el bitcoin que salió del parque Cuscatlán. Marcharon junto a un sector del movimiento popular y social. Este hecho viene a sumarse a dos anteriores igualmente sorprendentes.

Luego de los Acuerdos de Paz de 1992, antiguos enemigos a muerte, terratenientes y campesinos, marcharon juntos para exigir la condonación de la deuda agraria; así como excombatientes del FMLN y veteranos de la Fuerza Armada marcharon juntos para exigir un pliego de reivindicaciones económicas y sociales. Estas son las ironías de la historia.

La movilización popular y el estado de ánimo combativo, de mantenerse, impactará fuertemente en las bases populares y en los aliados del proyecto Bukele, en la diáspora, así como en las Fuerzas Armadas y PNC, ya que les provocara dudas acerca del ritmo y desenlace futuro de este enfrentamiento.  De enfriarse la calle, el proyecto de Bukele saldrá fortalecido.

Que Bukele está a la defensiva es un hecho, lo que no sabemos es cuánto tiempo va durar esto.  Pero de no soplar el fuego de la llama de la rebeldía popular, esta  ira extinguiéndose hasta apagarse de nuevo, como nos enseña la experiencia histórica.  Y esta es seguramente la apuesta del régimen Bukele, dejar que se apague.

Por nuestra parte, el desafío es de mantener el fuego encendido lo más que se pueda. A continuación hacemos una apreciación de la situación, desde una óptica de movimiento popular, y tratando los temas de la oposición a Bukele, el nuevo bloque de poder y escenarios de futuro.

1. La oposición a Bukele

Necesidades, intereses y desafíos

La oposición a Bukele aglutina a diversos sectores con intereses diversos y hasta opuestos: el sector de partidos políticos, el sector de fuerzas sociales y populares, el sector de gremios empresariales de la ANEP, el sector académico, la iglesia católica (CEDES), iglesias históricas e incluso alguna pentecostal como la MC Elim, y algunos gobiernos de la Unión Europea y el de Estados Unidos.

Los partidos políticos de oposición (ARENA, FMLN, Vamos y NT)

Los partidos políticos observaron las protestas desde la necesidad de oxigenarse luego de una fuerte tormenta de ataques políticos e incluso judiciales, y desde los intereses de una óptica fundamentalmente electoral, evaluando su significado en votos para las elecciones de 2024.

Necesitan y confían en que lograran encauzar la protesta popular hacia una acumulación partidaria electoral. Y para derrotar al proyecto Bukele en el 2024 necesitan de una alianza electoral y de un  candidato presidencial único  y de prestigio, lo cual es un complejo desafío a lograr. Pero en pedir no hay engaño.

El movimiento popular y social (BRP, MScV, CNTS, y CSMP)

El movimiento popular y social encabeza las protestas[2] desde la necesidad de recuperar su protagonismo de lucha, luego de un prolongado periodo de parálisis  y desde los intereses de  garantizar las conquistas populares y defender las garantías democráticas.

Ojalá que logre manejar adecuadamente los niveles de organicidad entre la izquierda social y la izquierda política, y que los conflictos al interior de esta última no sean trasladados mecánicamente hacia la primera.

Las protestas los fortalecieron, pero como desafío necesitan para darle continuidad a esta batalla asegurar diversos elementos: lograr acuerdos mínimos de unidad en la acción entre sus varias expresiones; coordinar la lucha de calle con la lucha parlamentaria; combinar la lucha de calle con la lucha de los partidos políticos de oposición, y luchar por la dirección en un futuro frente nacional anti-Bukele, que hay que construirlo.

Los sectores empresariales de la ANEP

Los sectores empresariales de la ANEP, -conducidos por las familias Siman, Poma, Meza, Esserski- se incorporan a la protesta del 15 de septiembre desde la necesidad de recuperar su protagonismo de incidencia, luego de un periodo de ataques sistemáticos por parte del régimen de Bukele y desde los intereses de garantizar una presencia activa en la conformación de una alternativa política anti-Bukele.

Particularmente, a la ANEP le interesa recuperar su presencia en las juntas directivas de las instituciones autónomas de donde fueron expulsados, porque es desde estos espacios que garantizaban antes sus negocios.

Han sido estos sectores, en particular los vinculados a los dueños de medios de comunicación (TCS, EDH, LPG, DEM) los que han mantenido y mantienen una denuncia permanente y sistemática contra los atropellos del gobierno autoritario y bonapartista de Bukele. Y han sido los ganaderos los más activos en la convocatoria a la marcha.

Los sectores académicos, de investigación e iglesias

Estos sectores democráticos históricamente han jugado un papel relevante en la defensa de los intereses de la democracia y la justicia social. Abogan por la existencia de instituciones democráticas en un marco constitucional y la necesidad de la participación ciudadana. Con su palabra autorizada, desde la ciencia, el periodismo investigativo, o incluso desde la fe, contribuyen a construir un ideario democrático y legitiman la protesta social.

Las embajadas y la Embajada

La Embajada de Estados Unidos ha sido históricamente en nuestro país el referente para medir la estabilidad de cualquier gobierno. En 1941 el presidente Martínez-no obstante sus veleidades nazifascistas- al enterarse de Pearl Harbor se abalanzó a declararle la guerra al Eje Fascista. Durante la Guerra Popular Revolucionaria-1980-1992- el gobierno estadounidense financió e incluso participó directamente en el conflicto armado, en contra del FMLN.

En la actualidad el gobierno de Biden ha retirado la ayuda de la AID al gobierno Bukele; estamos hablando de 271 millones de dólares y la ha transferido a organismos de la “sociedad civil” para la lucha “contra la corrupción y por la democracia”.

Dicen que siguen siendo gobiernos “amigos” pero con serias diferencias y serios llamados desde Washington a respetar la sagrada “separación de poderes” y el “orden democrático.” Pero conscientes de las dificultades que traería una ruptura total, dada la situación política regional con Honduras y Nicaragua.

Pero para la desgracia de Washington y de Jean Manes, la embajadora, hoy existen otros poderes internacionales, dispuestos a extenderle una mano amiga al régimen Bukele.

2. El nuevo bloque de poder

Necesidades, intereses y desafíos

El nuevo bloque de poder alrededor del proyecto del presidente Bukele incluye el todavía apoyo mayoritario de los sectores populares, el control sobre el Estado (incluyendo Presidencia, Legislativo, Judicial, Fiscalía); apoyo de la diáspora en USA, alianzas con un sector de la oligarquía (Kriete) y apoyo diplomático y económico de la Republica Popular China.

Este proyecto para consolidarse, necesita estabilidad política, mejoramiento social y crecimiento económico. Esto explica diversas medidas. Lo del bitcoin obedece a la necesidad de aprovechar el ascendiente sobre la diáspora para disputarle ese jugoso mercado, con empresas propias o de sus aliados, a las empresas estadounidenses de envío de remesas.

Lo del incremento de efectivos de la Fuerza armada obedece a la necesidad de garantizar el monopolio estatal de la violencia, hoy compartido con grupos delincuenciales. Bukele necesita aplastar esa competencia, y se prepara para hacerlo, aunque esto signifique una política de exterminio social, que le permita una recuperación efectiva del territorio, y contará para este plan seguramente con respaldo popular.

En el plano económico, no obstante la seria crisis provocada por el endeudamiento, existen señales de una reactivación económica, incluso reconocida por la ANEP; que los ha beneficiado en las áreas de las exportaciones, construcción, industria, comercio y remesas.

Por otra parte, la población sigue esperando el cumplimiento de las promesas del Plan Cuscatlán, en particular lo del tren del Pacifico, y el aeropuerto en Oriente, a pesar del atenuante de la pandemia del covid.

El respaldo mayoritario de los sectores populares

Es un hecho que los sectores populares fueron golpeados por las políticas neoliberales de veinte años de gobiernos de ARENA y de diez años de gobierno del FMLN. La emergencia de Bukele y de Nuevas Ideas como alternativa política obedece y descansa sobre este hartazgo con respecto a los partidos del antiguo sistema político.

Los sectores populares le han dado un voto de confianza en las encuestas a Bukele por 27 meses, pero necesitan comprobar que va castigar a quienes lo defraudaron y que va a mejorar su situación de vida. Únicamente les ha cumplido parte del compromiso y el relativo a mejorar la calidad de vida sigue pendiente  y con resultados contradictorios.

Por una parte, la gente ha observado que sus intereses de salud con relación al covid han sido garantizados, así como que se ha mantenido el bajo nivel de homicidios; pero por otra parte, ha experimentado aumentos en los artículos de consumo popular y no ha logrado entender lo del bitcoin. Lo relativo a los retrocesos en la institucionalidad democrática, todavía le siguen siendo ajenos.

Lo del bitcoin, -fundamentalmente-, ha desencadenado la protesta popular y ciudadana. Y el presidente Bukele no reprime  las protestas porque no necesita hacerlo, sería un desgaste innecesario, casi una estupidez, pero debemos de tener la certeza que lo hará sin duda alguna al ver en peligro real los intereses de su proyecto político, y cuenta con los instrumentos para hacerlo. Cuando tome esta decisión, sabremos que la crisis política  está en su punto de no retorno.

Un movimiento sindical pro Bukele

Entre los sectores de trabajadores organizados que respaldan la gestión de Bukele se encuentra el poderoso STISSS, así como a nivel municipal ASTRAM y SITTOJ en el órgano judicial. Cuentan con capacidad de movilización, recursos y experiencia sindical.

Pero a la vez responden al clamor popular y entran de manera permanente en contradicciones con otros sectores de Nuevas Ideas vinculados al Ejecutivo o al Legislativo. Tal fue el caso reciente de una propuesta de modificar la composición de la junta directiva del ISSS, que fue rechazado en las calles por el STISS hasta lograr que fuera retirada la propuesta.

Una alianza con partidos políticos de derecha

Bukele llega a la presidencia compitiendo con la bandera prestada del partido GANA. En la actualidad, GANA, el PCN y el PDC, partidos del antiguo sistema político, siguen existiendo como aliados legislativos de Nuevas Ideas, pero en una situación de irrelevancia política. Pero le aseguran al proyecto Bukele una cobertura de pluralismo ideológico y político.

El control sobre el Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Municipal)

Para impulsar su proyecto de un nuevo sistema político, el clan Bukele necesitaba irse apoderando de los diversos instrumentos de control político del antiguo sistema, del aparato de estado.

En un relativamente breve proceso, inicialmente compite por medio de un partido alquilado para ganar la Presidencia en 2019 (lo que le permite el control de las FFAA y la PNC), luego construye el partido Nuevas Ideas con medio millón de afiliados, después gana en 2021 electoralmente la Asamblea Legislativa y la mayoría de Alcaldías, y posteriormente desde la AL se apodera de la CSJ y de la FGR.

Habiendo colocado todas sus piezas en el tablero de ajedrez, hoy se prepara para su jugada maestra, la reforma constitucional que le garantizara la institucionalización de un nuevo sistema político, en el cual su partido Nuevas Ideas y él como su dirigente máximo será el árbitro inapelable, compita o no compita para un nuevo periodo presidencial.

El apoyo de la diáspora en USA

La comunidad salvadoreña en Estados Unidos fue el aliado inicial del proyecto Bukele y continúa siendo uno de sus principales pilares de apoyo. Y como amor con amor se paga, no es casualidad que la recientemente aprobada legislación para el voto en el exterior, vaya con una dedicatoria especial de agradecimiento a este sector.

La comunidad salvadoreña en Estados Unidos se compone de varias generaciones. La primera generación, la que llega en los años ochenta del siglo pasado, es una generación con fuertes inclinaciones de izquierda, en respaldo al FMLN. Las siguientes generaciones son mucho más pragmáticas, pero con un fuerte rechazo hacia los gobiernos de ARENA y del FMLN, que los obligaron a  salir del país, los expulsaron.  Y es en este sector mayoritario que tomó fuerza la figura y el proyecto político de Bukele.

La oligarquía pro Bukele

Hay un sector minoritario pero importante de la oligarquía que ha decidido respaldar al proyecto Bukele. Su rostro más familiar es el del ahora colombiano-salvadoreño  Roberto Kriete, uno de los dueños de Avianca.  Pero hay más, hay otras familias (Callejas, Dueñas, Regalado, Salaverría) y esto le permite al presidente Bukele bloquear la posibilidad de la unidad de su enemigo social principal, y esto termina afectando lo político,  al interior de ARENA y de la misma ANEP.

La Otra Embajada, la de la Republica Popular China

La proverbial paciencia china ha sido recompensada en El Salvador, ya que frente a la clara injerencia de la Administración Biden y de la Unión Europea, se yergue la dulce sonrisa de confianza de la embajadora china, Ou Jianhong, hablando sobre la necesidad de respetar el principio de no injerencia en los asuntos de otros estados.

Para China El Salvador ha sido un regalo inesperado, pero valioso. Su brillo no es económico, es de naturaleza geopolítica, su cercanía con Estados Unidos, su principal adversario comercial. Y esto explica el contundente apoyo con vacunas gratis y vendidas, en relación al combate del covid. China pasa a ser  en El Salvador una espina atravesada en la misma garganta del imperio.

3. Escenarios de futuro

1.Consolidación del proyecto Bukele

No obstante la contundente protesta popular, el régimen cuenta con los mecanismos para “capear la tormenta” y lograr recuperar la estabilidad política que le permita continuar con su proyecto de un nuevo modelo de estado, de “una nueva republica” al servicio de sus intereses.

No es casual que se maneje la posibilidad de una nacionalización del sistema de pensiones como una medida orientada a recuperar el apoyo popular. Pero el corazón del proyecto Bukele radica en la reforma constitucional, y esta marcha viento en popa, así como  internacionalmente, van a la búsqueda de la CELAC por encima de la OEA, como lo ha expresado el vicepresidente Ulloa en México, en una lógica de los enemigos de mis enemigos son mis amigos.

2. Situación de equilibrio de fuerzas

La protesta social y popular continuara calentando la calle, afectando la imagen pública del presidente Bukele pero no lograra concitar las condiciones para un cambio de régimen, que permitiera ya sea la restauración oligárquica o un gobierno de coalición. Pero lo mantendrá en crisis permanente.

El régimen todavía mantiene las libertades públicas, mientras la oposición política impone una visión de esperar el 2024 para cambiar la correlación de fuerzas, mediante la reducción significativa del peso legislativo de NI, e incluso el desafío a la presidencia.

3. Consolidación del proyecto de la oposición política

La protesta social y popular continuará calentando la calle, afectando la imagen pública del presidente Bukele y permitirá que los partidos políticos logren afinar sus estrategias electorales orientadas al 2024, incluso con la posibilidad de un frente único electoral anti-Bukele.

Buscarán mientras tanto acelerar el aislamiento nacional e internacional del gobierno Bukele (OEA, CIDH. ONU, SIP, etc.) a la vez que confiarán en su ahogamiento financiero, dados los niveles de endeudamiento.

Los partidos políticos junto con la empresa privada y la embajadora Jean Manes coinciden en buscar una salida electoral en el 2024 a la actual crisis. Y seguramente tratarán de empujar al movimiento popular y social por este camino. La oposición política mantiene la iniciativa.

4. Consolidación del proyecto popular

La protesta social y popular continuará calentando la calle, y crecerá afectando la imagen pública del presidente Bukele, ante lo cual el régimen responderá   –después de agotar su campaña mediática– con la imposición del estado de sitio y la represión.

La oposición política llamará a la cordura, mientras que la oposición social y popular aceptará el desafío, pugnará por una salida popular y democrática a la crisis, y logrará enfrentar la represión y hacer que el régimen ceda en su proyecto de entronización, con medidas inmediatas que permitan mitigar el alza en el costo de la vida.

Y, logrando cambios significativos, tales como reversión de algunas medidas gubernamentales, la derogatoria del bitcoin y, o el despido obligatorio de jueces. Para lograr esto se requiere que el movimiento popular y social unifique sus filas, construya un programa de cambios y diseñe una estrategia de lucha, flexible y efectiva. Ojalá así sea

* Luchador social, catedrático universitario (Escuela de Artes, Universidad de El Salvador), escritor e investigador..


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