Mercenarios, la privatización de la Guerra – Por Jorge Santiago Rojas

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Por Jorge Santiago Rojas*

A lo largo de la historia han existido siempre hombres dispuestos a luchar guerras ajenas a favor del mejor postor. El oficio mercenario es uno de los trabajos más antiguos del mundo. Sin embargo, esto no es cosa del pasado, y por el contrario, en la actualidad siguen más vigentes que nunca.

En el último año hemos visto como la contratación de mercenarios se ha vuelto un nuevo “modus operandi” a la hora de intervenir en los asuntos internos de otros estados.
En América Latina desde mayo del 2020 hasta la fecha se ha visto el resurgir de esta práctica por parte de la mayor potencia militar del mundo. En Venezuela, Bolivia y más recientemente en Haití, se han descubierto la presencia de mercenarios a sueldo contratados a fin de desestabilizar esos países.

Primero fue Venezuela. En mayo del 2020 se llevó a cabo un intento de desembarco armado por parte de mercenarios en las costas occidentales del país caribeño. Este intento resultó fallido porque las Fuerzas Armadas Venezolanas llevaron a cabo una fuerte intervención a fin de evitar su ingreso al país. Esta operación de defensa fue denominada “Operación Gedeon” (para más detalles, les dejo el link de mi artículo que explica con detenimiento los sucesos y los actores intervinientes: https://bit.ly/2UvawFE)

En esta ocasión las fuerzas mercenarias no contaron con los apoyos necesarios para asegurarse el éxito y, a su vez, se encontraron con el accionar defensivo de las Fuerzas Armadas Venezolanas, situación que frustró la operación. Días previos a estos sucesos, la agencia de noticia norteamericana “Associated Press” (AP), publicó un artículo donde detallaba la existencia de un contrato firmado entre Guaido, presidente autoproclamado de Venezuela, y la empresa SilverCorp, perteneciente al ex militar norteamericano y veterano de guerra en Irak y Afganistán, Jordan Goudreau. En dicho contrato se especificaba el tipo de servicio a proveer, los costos del mismo y contenía las firmas de las máximas autoridades opositoras de Venezuela. Asimismo, la operación contó con la participación de mercenarios venezolanos, entrenados en Colombia, y dos norteamericanos. Estos fueron detenidos in fraganti y en sus declaraciones como acusados frente a la justicia venezolana confirmaron la existencia de dicho contrato y reconocieron trabajar para Goudreau. Sin embargo, los medios de comunicación masivos hicieron poco eco de esta operación, e incluso acusaron a Maduro de organizar un autoataque para justificar detenciones. De esta manera un tema tan preocupante como la contratación de mercenarios con el objetivo de intervenir en un país pasó desapercibido en el escenario político latinoamericano.

Más tarde le tocaría el turno a Bolivia. En junio del 2021 el diario The Intercept reveló la existencia de un plan llevado a cabo por Luis Fernando López, Ministro de Defensa del gobierno golpista de Janine Añez. Este medio, constató la existencia de audios y documentaciones que evidenciaban la existencia de un plan para evitar la asunción del nuevo presidente de Bolivia, Luis Arce, elegido poco menos de un año después del golpe de estado contra Evo Morales. Según esta fuente, el plan disponía que mercenarios norteamericanos, contratados desde Miami como empleados de diferentes empresas y dependencias públicas, trabajaran junto con militares y fuerzas de elites bolivianas para evitar que el MAS llegue al poder nuevamente en octubre del 2020. Finalmente, este plan nunca fue ejecutado y López huyó del país poco antes de la asunción de Arce como presidente. No obstante, esta filtración dejó en evidencia que los sectores golpistas no estaban dispuestos a perder las elecciones y mucho menos a entregar el poder de modo pacífico.

Por último se encuentra el turno de la Nación más empobrecida del continente americano: Haití. El día 7 de Julio del 2021 un grupo armado ingresó a la residencia del presidente Jovenel Moisse dando lugar a su asesinato. Acto seguido, tras un tiroteo estos huyeron con un saldo de al menos 3 mercenarios muertos. A los pocos días, la Policía Nacional logró detener a 28 sujetos de los cuales 26 eran colombianos y los restantes dos eran norteamericanos. Estos mercenarios, según las filtraciones de The Washigton Post, trabajaban para la empresa CTU Security LCC y fueron contratados en Estados Unidos por el médico haitiano Christian Emmanuel Sanon, quien es acusado de ser el “cerebro” de la operación. Hasta la fecha se sabe poco sobre el móvil del crimen, pero lo que está claro es que los que perpetuaron este magnicidio eran mercenarios a sueldo que días antes habían estado en el Florida, Estados Unidos, hablando con Sanon.

Aún la justicia esta investigando estos hechos que terminaron con la vida de Moisse. Sin embargo, estos ejemplos nos dejan entrever el retorno de una vieja y peligrosa tendencia desestabilizadora en América Latina: la del uso de Mercenarios contratados en Estados Unidos.

Las largas guerras en Irak y Afganistán dejaron tras si muchos soldados veteranos. Finalizadas estas guerras, estos soldados como manos de obra desempleados crearon sus propias empresas de seguridad, tal fue el caso de Goudreau, o comenzaron a trabajar para empresas del sector. La experiencia obtenida es su principal capital y por ello sus servicios son escogidos, ya sea para intervenir de manera directa o para entrenar a grupos paramilitares. Así, los mercenarios se convirtieron en los nuevos monotributistas de la guerra. Ya no trabajan en relación de dependencia para un ejército nacional, sino que prestan sus servicios y expertise a terceros a cambio de dinero. De esta manera, aquellos que desean generar algún tipo de desestabilización en algunos “patios traseros” contratan a estos sujetos a fin de no responsabilizarse en caso de fallas (Venezuela) o en caso de excesos (Haiti).

Como dijimos al principio, ésta no es una práctica nueva. Lo novedoso es que en esta tercera década del siglo XXI los mercenarios parecen ser los nuevos instrumentos de injerencia extranjera. Los casos expuestos nos demuestran los márgenes de maniobrabilidad internacional que genera la contratación de los mismos, dando lugar a un esquema de privatización de la guerra en donde todas las responsabilidades se licuan y los verdaderos instigadores quedan libres de culpa.

*Estudiante avanzado de Relaciones Internacionales, UNR. Miembro del Observatorio Internacional Rosario en el Pensar Futuro

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