El Salvador | Amparo Marroquín, investigadora en comunicación y cultura: “Es muy posible que el panorama sea poco alentador para los procesos democráticos del país”

Foto: Joaquín Salguero
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Entrevista a Amparo Marroquín, investigadora salvadoreña en comunicación y cultura

Por Nicolás Retamar, de la redacción de NODAL

El 1 de mayo asume en El Salvador la nueva Asamblea Legislativa para el período 2021-2024. El gran triunfante en las elecciones fue el presidente Nayib Bukele, cuyo partido Nuevas Ideas conquistó 56 de los 84 escaños que estaban en juego para el Congreso. Bukele, quien tuvo enfrentamientos constantes con la Asamblea Legislativa, al punto tal de militarizarla el 9 de febrero de 2020, ahora tendrá el control del Ejecutivo y el Legislativo para impulsar proyectos que en su momento fueron frenados por diputados opositores.

NODAL dialogó con Amparo Marroquín, investigadora y docente del Departamento de Comunicación y Cultura en la Universidad Centroamericana de El Salvador para conocer en profundidad qué implica este nuevo reacomodamiento para la política salvadoreña.

¿Cómo ve el panorama político ahora que el oficialismo tiene mayoría en la Asamblea y no necesitaría de alianzas para aprobar cualquier iniciativa?

Es muy posible que el panorama sea poco alentador para los procesos democráticos del país por las señales que ha dado el presidente Bukele como líder indiscutible del partido. Es decir, un panorama en donde el presidente Bukele y su grupo de asambleístas lo que busquen sea una reforma constitucional que les permita no solo concentrar el poder sino mantenerse en él durante un tiempo más prolongado. Esa es una de las posibilidades. Sin embargo, muchísima gente mantiene la esperanza que no sea eso lo que hagan, sino que de alguna manera lo que vivamos sea un fortalecimiento democrático como una sociedad donde el Estado tenga una presencia que sea beneficiosa para la gran mayoría de la población. En mi caso soy más bien pesimista, me parece que por las señales que se han dado nos vamos a enfrentar a un debilitamiento democrático, pero no estamos seguros. Como todos, estoy a la expectativa.

¿Cuál será el rol de los partidos opositores teniendo en cuenta la marcada derrota en las elecciones legislativas y en las elecciones municipales?

Los partidos no oficialistas harán oposición, pero será una oposición con capacidad de acción muy limitada. Me parece que en este momento la sociedad salvadoreña está encontrando maneras de rearmar el movimiento social. El Salvador fue un país y una sociedad donde el movimiento social tuvo un rol muy importante durante las décadas de 1970 y 1980 en la época del conflicto armado. Posteriormente el movimiento social fue debilitado por 20 años de un proyecto neoliberal que tercerizó la economía y criminalizó este tipo de procesos en muchos casos. Además, el movimiento social también fue muy debilitado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el partido de extrema izquierda, que estuvo diez años en el poder y que de alguna manera cooptó el movimiento social para volverlo un brazo político del partido.

Entonces, eso debilita mucho la capacidad de la sociedad civil para hacer propuestas independientes de los partidos políticos y en un momento de tanta fragilidad, el rearme del movimiento social es un elemento esencial que todos estamos a la expectativa de que eso pase. Más que el rol de los políticos de oposición, lo fundamental es el liderazgo de los movimientos sociales, estoy hablando de las feministas, ecologistas y movimientos políticos de la sociedad civil que están intentando hacer propuestas distintas para los jóvenes, como el tema de la seguridad que es uno de los grandes problemas en un país que ha sido tan violento.

Diferentes encuestas dan a Nayib Bukele como uno de los presidentes con más popularidad en la región ¿Cómo se explica este fenómeno tratándose de una gestión que tuvo enfrentamientos con el Poder Legislativo, el Poder Judicial y tuvo tantas críticas hacia los Acuerdos de Paz?

La explicación que hacemos distintos investigadores sobre este tema tiene que ver con la capacidad que ha tenido Bukele de seguir la estrategia de Steve Bannon de estudiar muy bien donde están los miedos, los temores y las fobias de la sociedad salvadoreña y responder discursivamente a estas cuestiones. Es decir, el presidente Bukele ha sido capaz de entender que la sociedad salvadoreña está harta de la constante estafa y corrupción de los partidos políticos, de la manera cómo los partidos políticos, tanto los de izquierda como los de derecha, han negociado con las pandillas y concedido favores políticos a costa de la seguridad de los salvadoreños negociando con las maras y el crimen organizado. Entonces esa sensación de hartazgo y de agobio ha sido algo que Bukele supo capitalizar muy bien situándose siempre como un outsider muy al estilo de Donald Trump.

Bukele se ha valido mucho de las redes sociales y de su capacidad como publicista que es. Él tiene una carrera como publicista desde los 18 años, dirigió compañías de publicidad y tiene una capacidad instalada de generar narrativas y de posicionarlas desde las redes sociales y los medios de comunicación porque además es hijo de uno de los millonarios del país. No solo de generar narrativas, sino también de generar noticias falsas y controlar cierto tipo de percepción en una sociedad que no ha tenido una discusión sobre estos temas y que por primera vez se encuentra con un político que es muy hábil comunicacionalmente y que tiene un equipo que considera la comunicación y los procesos culturales como un motor central de la construcción del liderazgo político del presidente. Por un lado tenemos entonces un político relativamente joven que durante diez años ha construido su imagen y su carrera insistiendo en que él es distinto y está enojado con los políticos tradicionales, y tenemos a un político que además ha tenido la habilidad de construir proyectos que son muy visibles en la sociedad salvadoreña. Por ejemplo, la recuperación del centro histórico y cómo él capitaliza distintas obras del gobierno de izquierda del que luego se separaría y las presenta como propias. Si le sumamos la maquinaria de comunicación que él tiene pues le permitió tener estos niveles de popularidad.

A partir de la asunción de Biden como presidente de Estados Unidos hubo críticas hacia la gestión de Bukele, quien perdió el soporte de Donald Trump con quien mantenía un vínculo muy cercano. ¿Se reconfigura la política exterior salvadoreña en la región tras la derrota de Trump en EEUU y los cuestionamientos a Bolsonaro en Brasil, con quien Bukele comparte varias características?

Por supuesto que se reconfigura la política salvadoreña a partir de la asunción de Biden en Estados Unidos. El presidente Bukele empieza a buscar nuevos aliados y una de las maniobras más importantes que ha hecho fue tener un acuerdo con el gobierno de la República Popular de China para que El Salvador tenga vacunas Sinovac para prevenir el Covid-19 y eso está permitiendo que la vacunación en el país avance bastante rápida y le ayude a mantener la popularidad. Por otro lado, Bukele pasó de tener un discurso donde él insistía en que Estados Unidos era el principal aliado de El Salvador y era el país hermano durante la presidencia de Donald Trump, y de llevar a cabo algunas acciones que el expresidente de EEUU solicitaba como por ejemplo la creación de una policía de frontera que ayudaba al plan de detención de los migrantes o después de haber prometido que iba a endurecer las penas contra los coyotes o polleros -quienes  tienen el oficio de hacer cruzar a personas de un país a otro-, Bukele ha pasado a decir que El Salvador es un país migrante, que la gente tiene derecho a migrar y a vetar una ley que endurecía las penas contra el tráfico de personas y contra el coyotaje, justamente como una muestra de este tipo de nueva relación.

El gobierno de Biden está insistiendo en que Bukele debería fortalecer espacios de contraloría, de rendición de cuentas, de acceso a la información y de libertad de prensa, que son elementos que al presidente no le interesa propiciar. Entonces, lo que el presidente Bukele ha insistido es que El Salvador se está enfrentando a la injerencia de Estados Unidos y que él no lo va a permitir porque somos un país soberano e independiente, fortaleciendo las relaciones dentro de la geopolítica con posibles opositores de EEUU. La llegada de Ricardo Zúñiga, el enviado de Biden que el presidente Bukele se negó a recibir, justamente es una muestro de esto. Sin embargo, de alguna manera creo que todavía estamos en un momento de reacomodo donde la presión de Estados Unidos podría hacer que esta situación y esta actitud de Bukele cambie.


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