Las redes feministas y la redefinición de los trabajos comunitarios en pandemia

Foto: Ailén Possamay. El mundo no está parado seguimos sosteniendo la vida. Junín de los Andes, Argentina, 2019.
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La irrupción de la pandemia mostró, como nunca, las desigualdades y la precariedad que es realidad para gran parte de la sociedad. En los barrios populares se declaró el aislamiento comunitario, porque el #QuedateEnCasa no se experimenta por fuera de la comunidad y de sus redes. En esa construcción colectiva de estrategias y redes, se busca saldar las desigualdades materiales y garantizar el acceso a derechos.

En la primera línea de la comunidad, las mujeres, lesbianas, travestis y trans llevan adelante comedores comunitarios y merenderos que no dan abasto porque deben atender a mucha más gente que antes de la pandemia. El hambre es una de las principales cuestiones que se profundiza en este contexto.

Si bien teníamos un registro de 200 compañeras trans, (…) con la pandemia, de repente, tenemos un registro de más de 500 compañeras en la provincia (…) que empezaron a llamarnos por la falta de alimento porque no tenían ningún ingreso, porque dentro de los municipios no querían darles módulos alimentarios y muchas de estas situaciones y problemáticas que destaparon la cuarentena y pandemia (Luz Bejerano).

Consiguen mercadería, preparan los alimentos, los distribuyen y se preocupan por la dificultad de cumplir con el aislamiento. Lucero cuenta cómo se vieron obligadas a diversificar sus tareas y a construir sus propios protocolos, poniendo en acto aquello denos cuidamos entre nosotras: “Dentro del barrio estoy como promotora de salud, como limpieza del barrio y (…) también en los comedores ayudando a los compañeros en la manipulación de los tuppers, como que tenemos que ir poniendo los protocolos, dando mucha información(Lucero Ayala).

Cientos de promotoras sanitarias a diario recorren las casas para detectar el virus, acompañan los aislamientos de personas mayores que viven solas, realizan campañas en los barrios sobre cómo cuidarse y articulan respuestas con hospitales y centros de salud.

También buscamos información de dónde hay casos de covid, las zonas cercanas, (…) los cuidados que hay que tener para no contraer la enfermedad. Se activó mucho la parte de los dispensarios, qué días atienden al público, sobre distribución de la leche, días que vacunan a los niños, los lugares a donde ir si alguien tiene síntomas, puede llamar para que lo atienda o lo busquen, le den información (Silvia Campo).

Son ellas también quienes frenan los desalojos de vecinos y vecinas que, ante la falta de empleo y con nuevas dificultades para llevar adelante las economías de subsistencia previas, ya no pueden pagar el alquiler.

Como nosotras estamos acá en el barrio, nos contaban nuestras vecinas y vecinos que los quieren desalojar por el tema de los alquileres. Muy bien sabemos que no tenemos un trabajo, no estaban pudiendo pagar el alquiler y los dueños de casa exigían que paguen el alquiler o sino desalojen y busquen otro lugar. Entonces en esa cuestión nosotras fuimos articulando (…) para poder ir a la casa y hablar con los dueños, de que eso no se puede hacer en el transcurso de la pandemia, desalojar a una familia (Shirly Britchez).

Cientos de promotoras de género y las redes feministas garantizan los acompañamientos a mujeres, lesbianas, travestis y trans violentadas en un contexto de aislamiento, y recrean de mil maneras los encuentros y espacios de confianza. Ahí la red feminista lo que fue ordenando es cómo hacer la intervención de casos de violencia de género, generar protocolo común en todo el barrio, generar red de contactos resguardando a la mujer que está siendo víctima de violencia de género, hay que hacer un trabajo integral(Lourdes Durán).

Todas estas redes, trabajos y procesos organizativos hoy se muestran más esenciales que nunca para enfrentar la crisis que la pandemia profundiza. En estas redes de ayuda comunitaria, apoyándose en prácticas y tramas que históricamente han sabido construir desde abajo para la gestión de lo común, las guardianas de las comunidades muestran que, ahora más que nunca, sostener la vida implica interdependencia y solidaridad. Pero también ponen sobre aviso el trabajo, no siempre visible y casi nunca remunerado, que implica el cuidado comunitario, y el papel protagónico que en él tienen mujeres, lesbianas, travestis y trans.


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