Mario Lozano, virólogo argentino: “La situación en Brasil es cercana a una catástrofe sanitaria”

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Entrevista a Mario Lozano, virólogo molecular del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet)

Por Nicolás Retamar, de la redacción de NODAL

La situación sanitaria provocada por el Covid-19 y la ausencia de políticas públicas adoptadas por el gobierno de Jair Bolsonaro transformaron a Brasil en el nuevo epicentro mundial de la pandemia. Todos los días se baten récord de casos y muertes como una ola que parece no tener freno. Además de Brasil, las consecuencias se plasman en el resto de los países de la región, principalmente los más cercanos, provocando los colapsos sanitarios de Uruguay, Paraguay, Chile y una situación cada vez más preocupante en Argentina.

NODAL dialogó con Mario Lozano, virólogo molecular del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) y exrector de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), para conocer en profundidad qué implicancias tiene para la región tener a Brasil como nuevo epicentro mundial del coronavirus.

¿Cómo impacta en la región la situación sanitaria en Brasil?

La situación en Brasil es cercana a una catástrofe sanitaria. Esta condición, que se debe a que desde el principio hubo un descontrol en la tasa de dispersión del virus y prácticamente no hubo medidas que tendieran a evitar que el virus circulara, y si las hubo fueron muy localizadas, hizo que aparecieran variantes que son más contagiosas, más peligrosas, que parecen producir mayor número de hospitalizaciones, tener un poco más de mortalidad y afectar además a poblaciones etarias diferentes. Por ejemplo, la variante de Manaos parece afectar mucho más que la variante tradicional a los más jóvenes. Esa suma de características genera mucha preocupación y en esa preocupación se juega la respuesta de la región para evitar que esas variantes entren y, cuando entran como se demostró por ejemplo en Argentina que ya hay circulación comunitaria de algunas de ellas, que circulen lo menos posible y dejen de ser incorporadas desde el exterior.

¿Se pueden mitigar las consecuencias en los países limítrofes o el colapso es inevitable?

En Paraguay, Uruguay, Brasil y Chile hay una circulación del virus en este verano y el comienzo del otoño mucho más alta que durante todo el 2020. Hay dos países que durante el año pasado tuvieron muy pocos casos y una situación sanitaria excelente, como fueron Paraguay y Uruguay que estos tres meses de 2021 fueron suficientes para que prácticamente colapse el sistema de salud. Eso se debe probablemente a la relajación de las condiciones de cuidado en países donde no habían estado muy afectados al inicio de la pandemia pero también a la circulación de las variantes más contagiosas.

En este sentido, cuanto más circula el virus, cuanto más gente infecta, más capacidad de generar variantes tiene. Entonces, cuanto más se evite la dispersión con métodos que hasta ahora solamente son no farmacológicos, vamos a poder evitar que circule en su máxima expresión el virus. Aunque no evitemos que circule, podemos disminuir la velocidad con la que lo hace.

¿Cuál es la importancia de la vacunación en este contexto? ¿Cómo se explica el caso de Chile dónde el proceso de inoculación es bueno pero los contagios siguen subiendo y el sistema sanitario también está colapsado?

El de Chile es un caso paradigmático, que tuvo una política de vacunación muy exitosa, primero de conseguir vacunas y segundo de generar inmunización con esas vacunas en su población. A pesar de ello, no pudo escapar a este aumento vertiginoso de casos que sucedió en el resto de los países vecinos a Brasil. Ese aumento vertiginoso de casos junto con una vacunación muy importante de su población, implica por un lado una preocupación que es preguntarnos si la vacuna efectivamente está protegiendo a la población de las nuevas variantes virales pero también implica preguntarnos por el tipo de vacuna que se está usando masivamente en Chile. El gobierno de Sebastián Piñera consiguió al principio de la campaña de vacunación unas pocas centenares de miles de dosis de la vacuna de Pfizer que tiene un grado de protección de más del 90 por ciento. Sin embargo, para lograr la masividad tuvo que recurrir a una vacuna china Sinovac, que tiene una muy baja proporción de protección de alrededor del 50% en estudios preliminares. Además no ha finalizado sus estudios de fase clínica 3, así que es una vacuna que se ha aprobado para su uso de emergencia en Chile como paliativo a la necesidad de conseguir vacunas de cualquier manera porque no había provisión de otras que eran más seguras y más eficientes para combatir al coronavirus como son la vacuna de Pfizer, Moderna, Astrazeneca-Oxford y Sputnik V que tienen un alto grado de confiabilidad porque son seguras y al mismo tiempo son muy eficientes, todas tienen más de un 80% de eficiencia en evitar que nos enfermemos y algunas de ellas más de un 90% de eficacia con las dos dosis.

Si uno se preguntara sobre si el gobierno chileno hizo mal en conseguir esta vacuna, no lo creo, porque, en todo caso, una vacuna que protege al 50% de la población probablemente en términos de evitar la mortalidad sea mucho más eficiente y al mismo tiempo es la vacuna que se consiguió. Es mucho mejor situación tener inoculada a la población con una vacuna de eficiencia relativamente baja que no tenerlas vacunadas. Desde mi punto de vista, no es criticable la actitud del gobierno chileno de conseguir esta vacuna e inmunizar a la población.


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