Ecuador, claves para una encrucijada – Por Sergio Pascual

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Por Sergio Pascual *

En el momento en el que escribo estas líneas Ecuador no sabe quién acompañará a Andrés Arauz, el candidato del correismo, en la segunda vuelta electoral que se celebrará el próximo 11 de abril.

Yaku Pérez, de Pachakutik, y Guillermo Lasso, el banquero, se encuentran separados tan solo por 10.000 apoyos cuando aún quedan más de 300.000 votos por dilucidar, la mayoría de ellos en la región costeña de Guayas, una región donde la ventaja clara del banquero podría darle el pase a segunda vuelta en los próximos días.

1.- El contexto

No se comprendería este resultado sin entender que el pasado domingo 7 de febrero Ecuador celebraba elecciones en un clima enrarecido. De un lado una pandemia que ha golpeado con inusitada fuerza al país andino. Las pírricas 8000 vacunas que han llegado al país y que se han repartido entre allegados del Presidente saliente y las escenas de cadáveres en las calles de Guayaquil hace solo unos meses, han dejado una profunda huella en el imaginario social.

De otro lado una crisis económica descomunal que recuerda tiempos que los ecuatorianos creían haber dejado atrás.

La gobernanza neoliberal de Lenin Moreno, apoyado por el grupo parlamentario de Guillermo Lasso, ensanchó las diferencias sociales en un país ya de por si desigual y tensionó las frágiles costuras de la convivencia hasta provocar un estallido social en octubre de 2019 con un saldo de miles de heridos y 11 muertos. La ausencia de medidas de apoyo durante la pandemia intensificaron la crisis social y económica. En agosto de 2020 una encuesta de CELAG revelaba que más de la mitad de los ecuatorianos había perdido más de la mitad de sus ingresos.

2.- El clima político

En lo que se refiere al clima político estas elecciones se celebraban en un clima mediático de fortísima polarización política.

Efectivamente, durante los últimos cuatro años el Presidente Moreno y el coro mediático ecuatoriano han centrado todos sus esfuerzos en un único esfuerzo narrativo: destruir la credibilidad del correismo.

Apoyados sobre un aparato judicial secuestrado, el anticorreismo de Lasso y Lenin Monero alimentaron la persecución judicial y una discusión política y mediática en la que la disputa entre ambos polos parecía ser la única cuestión relevante en el escenario ecuatoriano.

Durante los últimos meses de la larga travesía preelectoral la discusión política gravitó fundamentalmente en torno a la participación electoral del exPresidente Rafael Correa (finalmente impedida), al encarcelamiento y juicio a sus principales dirigentes (como Paola Pabón, Ricardo Patiño o Virgilio Hernández) y a la proscripción del partido político del ex mandatario ecuatoriano.

3.- La sorpresa

A pesar de este contexto mediático hostil y bajo una dura persecución política el correismo logró capitalizar el 7F uno de cada tres votos en Ecuador revalidando su condición de principal bancada de la Asamblea Nacional y consolidándose como la principal fuerza del país con un 50% más de apoyos que su inmediato seguidor, 10 puntos por encima de éste.

La sorpresa de la noche sin embargo no fue la victoria cantada del correismo sino la derrota de la polarización. En un país acostumbrado a dividirse en dos pedazos en torno al clivaje correismo/anticorreismo, los electores habían entregado solo el 52% de los votos a ambos extremos del espectro político: Andres Aráuz, el exministro de Rafael Correa obtenía un 32%, Guillermo Lasso, el banquero histórico antagonista de la Revolución Ciudadana un 20%.

Estos porcentajes se corresponden exactamente con el voto duro de ambos campos políticos. La campaña de unos y otros no logró sumar un solo apoyo adicional al de los adeptos más convencidos.

La mitad de los ecuatorianos decidió votar por contra movido por otro imperativo, ajenos a un debate político mediático que nos les concernía votaron contra el debate que les proponían los medios, votaron movidos por el hartazgo, por el imperativo de la superación del conflicto, por el anhelo de cambio de época.

No es este un fenómeno nuevo. En la España de los albores de la democracia, por solo poner un ejemplo, las expresiones más duras de los polos enfrentados durante medio siglo (el PCE y la UCD de Adolfo Suárez, el ministro franquista) pronto quedaron relegados a lugares residuales. En Ecuador, como en aquella España, la mitad del electorado (un 48%) ha querido dejar atrás el conflicto y votar alternativas.

Efectivamente, en el Ecuador de 2021, el Ecuador en el que las demandas postmateriales ambientales y de género están muy presentes en la juventud, en el Ecuador en el que la economía y la salud familiar se tornan perentorios, la demanda de superación y cambio de ciclo se han hecho evidentes.

Así es como dos partidos históricos, el indígena Pachakutik y el socialdemócrata Izquierda Democrática (ID) han encontrado un espacio electoral que la fuerte polarización de años anteriores hacía imposible.

4.- Izquierda Democrática

El candidato de la ID, Xavier Hervas, con una campaña fresca y guiños a la población milennial, ha alcanzado el 16% de los votos, logrando revalidar los resultados que su partido alcanza en elecciones menos polarizadas, como las municipales, en las que sus candidatos logran meritorios resultados en torno al 20%.

Hervas se ha decantado en las últimas hora por una postura furibundamente anticorreista pero durante la campaña había mantenido cierta neutralidad política en el escenario correismo/anticorreismo, una neutralidad que le permitió aparecer como un outsider superador, atractivo para un votante huérfano que anhelaba dejar atrás un lustro de conflicto y tensión política. El sector joven de este público se habría visto seducido además por una espontánea y creativa aparición en tiktok del candidato.

De otro lado Hervas contaba con el respaldo de los votantes tradicionales de la socialdemocracia hoy social-liberalismo ecuatoriano. ID es una fuerza con experiencia de gobierno de nacional (el expresidente Rodrigo Borja pertenecía a sus filas) y amplia implantación en la capital -Quito- que ha gobernado en el pasado reciente.

El suyo habría sido en definitiva un electorado más cauto que el de Yaku Pérez. Los votantes en busca de un cambio de paradigma que veían en el candidato de Pachakutik a una figura inexperta e inconsistente en términos programáticos, encontraron en ID una suerte de émulo del socialista español Rodríguez Zapatero, un representante del cambio tranquilo.

5.- El fenómeno Yaku Pérez

En el otro extremo Yaku Pérez, candidato de un fracturado movimiento indígena, un candidato ambivalente y poliédrico, un candidato que ha logrado romper los límites electorales de Pachakutik con una propuesta liberal en lo económico y en lo social. La suya es una candidatura en la que tan pronto se propone exportar los recursos hídricos de los ecuatorianos, al más puro estilo neoliberal de la escuela de Chicago, como se postula como la candidatura de avanzada feminista y ambientalista.

El candidato de Pachakutik es furibundamente anticorreista y por extensión adverso a las propuestas progresistas de integración latinoamericana. Cuando aún se llamaba Carlos Pérez llegó a escribir en twitter: «La corrupción acabó al gobierno de Dilma y Cristina; ahora falta que caigan Rafael Correa y Maduro». Su alineamiento táctico con la derecha ecuatoriana es también conocida. De él es la frase «Es preferible un banquero a una dictadura» con la que hizo explícito su apoyo a Guillermo Lasso en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017.

Cuando aún no se han contado todos los votos Yaku Pérez no parece además dispuesto a aceptar el veredicto del Consejo Nacional Electoral (CNE) y su organización ya ha llamado a la movilización popular adelantando -al estilo trumpista- una denuncia de fraude a pesar de que a día de hoy los números son claros en su contra.

6.- Conclusión

En esta encrucijada si finalmente es el banquero Lasso el que accede a segunda vuelta los ecuatorianos se enfrentarán de nuevo el 11 de abril a la discusión correismo/anticorreismo. Serán aquellos que optaron por huir de este eje, por la vía tranquila del socialdemócrata Hervas o por la vía rupturista de Pérez, los que tendrán en su poder el destino del país.

Hervás ya ha optado por la vía anticorreista pero es más que dudoso que quienes lo votaron buscando una alternativa a la polarización el 7F sigan sin más sus lineamientos ahora que entra de lleno en el terreno de la disputa entre ambos extremos. El votante de ID, por contra, tradicionalmente más pragmático, en el caso de una segunda vuelta entre Arauz y Lasso, tendrá que optar por posicionarse en términos ideológicos entre la izquierda y la derecha más nítidas.

Los votantes de Pérez por su parte, en un importante porcentaje votantes orgánicos de Pachakutik, tendrían muy difícil votar al banquero Lasso a pocas semanas de que este -según sus dirigentes- les haya «robado» la segunda vuelta electoral.

Si por el contrario el pase a la segunda vuelta es para Yaku Pérez la clave de la elección recaerá en los votantes de Lasso e ID. Entre los primeros, ¿se impondrá el clasismo y racismo congénito de la derecha ecuatoriana y votarán por Arauz o darán rienda suelta al furibundo anticorreismo para votar a un indígena al que desprecian?. En el caso de los votantes de ID, ¿será el pragmatismo que los caracteriza el que impere y votarán por una candidatura más solvente y preparada como la de Arauz o su aversión al correismo les hará superar sus cautelas y precauciones y les arrojará en brazos de un candidato de dudosa reputación?

Muchas incógnitas por resolver en un convulso escenario ecuatoriano que no solo se juega su propio futuro sino el de la integración regional latinoamericana. Las respuestas las tendrá el pueblo ecuatoriano el próximo 11 de abril.

* Consejo Ejecutivo de CELAG

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