Pandemia y población LGBTIQ, aprendizajes desde el activismo – Por Lirians Gordillo Piña

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Por Lirians Gordillo Piña *

La pandemia causada por la covid-19 estremece al mundo y trastocó el acontecer cotidiano, también, en Cuba. Salvar la vida y responder a la emergencia sanitaria ha sido el centro de atención de familias, comunidades y Estados.

Pero, ¿qué han pasado gays, lesbianas, bisexuales, personas trans y queers?, ¿son también vulnerables?, ¿cómo han participado en el enfrentamiento a la emergencia sanitaria?

La nación caribeña reporta diariamente las estadísticas desagregadas por edad, sexo y territorio, lo que impide conocer cómo se comporta la enfermedad en otras poblaciones, incluyendo la comunidad LGBTIQ.

La respuesta gubernamental pone en primer lugar salvar vidas: la tasa de letalidad del país (personas fallecidas respecto a confirmadas) es de 0,98%. Por esta razón, el médico y activista Ernesto Betancourt Moila no cree que las debilidades se encuentren en la atención médica.

«Como profesional de la salud, puedo afirmar que durante el ejercicio práctico de los protocolos de actuación ante pacientes sospechosos y/o confirmados de coronavirus, se atiende de igual forma a todas las personas, sin importar su orientación sexual o identidad de género», explica Betancourt a SEMlac.

Sin embargo, activistas consultados para este reportaje coinciden en que la homofobia y la transfobia en el escenario familiar, laboral y social sí causan vulnerabilidades ante la covid-19.

El abogado y activista Adiel García Pérez identifica dos modos importantes en los que la pandemia ha afectado a las familias y las personas LGBTIQ en la isla.

El primero es la debilidad de redes familiares y comunitarias producto de la exclusión, lo que limita la gestión y acceso a recursos y bienes de consumo imprescindibles en estos momentos.

«El otro punto que también ha sido un nudo conflictivo es tener que exponernos a una convivencia prolongada y obligatoria en nuestras viviendas, que pueden ser, en muchos casos, espacios de opresión y discriminación», agrega el profesor universitario.

En peor situación se encuentran las personas trans, particularmente quienes practican sexo transaccional, la mayoría migrantes internas que deben pagar la renta de su vivienda.

A Malú Cano, coordinadora de la red TransCuba, le preocupa mucho la desprotección de estas personas y la ausencia de políticas y ayudas que les permitan afrontar la crisis sanitaria.

«No están amparadas en ninguno de los aspectos y tampoco han sido beneficiadas con ayudas específicas por parte del gobierno u organismos internacionales, como ha sucedido con el Sistema de Naciones Unidas en otros países de Latinoamérica», alerta Cano.

Para la activista cubana, la covid-19 ha dejado muchos aprendizajes, entre ellos la importancia de la solidaridad entre los grupos y contar con reservas para momentos difíciles. Se trata de «aprender a pensar en el mañana y no solamente en el día a día», asegura.

Solidaridad en primera línea

Durante estos meses, personas LGBTIQ profesionales de la salud, integrantes del voluntariado y también docentes han participado en la respuesta a la enfermedad.

Adiel García Pérez y Ernesto Betancourt Moila estuvieron en la línea roja de enfrentamiento. El primero, apoyando las labores de cuidado en un centro de aislamiento para personas sospechosas en Matanzas, a 104 km de La Habana; el segundo, recibiendo y clasificando casos de enfermedades respiratorias en la atención primaria de salud, en la capital cubana, en su condición de médico.

Betancourt se siente orgulloso de la experiencia y afirma estar «más dispuesto y mejor preparado para cooperar en esta y cualquier otra emergencia sanitaria».

Por su parte, García Pérez reconoce que este ha sido un momento de crecimiento personal.

«Era algo necesario, que debía hacer. Significó un crecimiento para mí, relacionado con experiencias de organización, poder conocer nuestro sistema de salud a fondo y constatar el sentido humanista que tiene, que a veces parece una frase trillada, pero doy testimonio de cómo pone al ser humano en el centro de sus preocupaciones y su actuar», dice a SEMlac.

La pandemia también ha sido una oportunidad para mostrar el compromiso, la experiencia y apuestas de un activismo que lleva más de dos décadas fortaleciéndose y diversificándose.

Distintos proyectos y espacios se volcaron a sus comunidades, barrios y grupos. Hoy pueden rastrearse experiencias en distintas zonas del país que involucran a organizaciones, diversos colectivos y activistas organizados, e incluso muestran articulaciones con instituciones estatales, sociales y ecuménicas.

Fue noticia la red de apoyo que Malú Cano y varias activistas de TransCuba organizaron en La Habana, la cual llegó a preparar diariamente alimentos para 70 personas trans mayores de 40 años e integrantes de la red que viven con VIH-sida.

Desde el arribo de la covid-19 a la nación del Caribe, el equipo gestor de AfroAtenas también emprendió acciones para ayudar a mujeres víctimas de violencia machista, personas adultas mayores de la comunidad LGBTIQ y que viven con el VIH-sida.

El Proyecto de Integración, Intervención y Transformación Sociocultural AfroAtenas tiene su sede en la barriada Pueblo Nuevo, en la ciudad de Matanzas, a 104 km de La Habana. Desde 2009 esta iniciativa apuesta por la transformación de esa comunidad, alejada del centro histórico de la ciudad e invadida durante años por un basurero.

Yoelkis Torres, coordinador general del proyecto, rescata como claves en esta etapa el trabajo coordinado, los diagnósticos y el conocimiento de las fortalezas y debilidades de la comunidad.

Otra de las organizaciones activas fue la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), en Matanzas.

En los primeros meses de la cuarentena, esa iglesia estuvo apoyando, junto a personas de la vecindad y la enfermera de la comunidad barrial, a personas ancianas que viven solas, a quienes les hicieron llegar mascarillas, alimentos y aseo.

«La iglesia también brindó espacios de acompañamiento pastoral y litúrgico a través de las redes sociales, dando un seguimiento a personas de la comunidad género diversa de otros lugares del país, que estaban pasando por procesos de depresión debido al confinamiento», cuenta Yivi Cruz, de ICM.

Sin embargo, estas historias, sus aprendizajes y aportes a la sociedad cubana en medio de la covid-19 no han centrado muchos titulares.

Por eso activistas y personas comprometidas reclaman socializar y compartir más el quehacer y compromiso de la ciudadanía y activismo LGBTIQ cubanos en tiempos de pandemia.

Rebelion


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