Argentina | Homenajes y un texto inédito al cumplirse 91 años del nacimiento de María Elena Walsh

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Se cumplen 91 años del nacimiento de María Elena Walsh, ícono de la cultura Argentina

Un día como hoy, 1 de febrero, pero 1930, nació en la localidad bonaerense de Villa Sarmiento la escritora y cantautora María Elena Walsh, considerada un «mito viviente, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias». Escribió más de 50 libros y grabó 24 discos. Murió en enero de 2011.

Escritora, poeta, guionista, cantautora, compositora y dramaturga, María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930, en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires.

Célebre por su literatura infantil, la producción artística de Walsh comenzó con el libro de poesías publicado a sus 17 años: «Otoño Imperdonable», que le valió el reconocimiento de escritores e intelectuales, como los premio Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez y Pablo Neruda.

A los 21 años se embarcó, junto a la folklorista Leda Valladares, rumbo a París, donde difundieron el folklore de tradición oral con gran reconocimiento del público, grabando varios discos que presentaron en su regreso a la Argentina.

Comenzó a componer para niños y grabó, junto a Valladares, el famoso disco Canciones para Mirar (1960), que incluía canciones que son parte de la cultura argentina como El Reino del Revés, y Doña Disparate y Bambuco (1962) que dio vida a Manuelita, la tortuga.

Incursionó como guionista de televisión en programas infantiles, ganando un Martin Fierro.

Luego, tomando elementos del folklore, el tango, jazz y el rock compuso letras de alto contenido social convirtiéndose en un exponente de la canción de protesta latinoamericana de la época.

María Elena Walsh falleció el 10 de enero de 2011 en Buenos Aires, sus restos descansan en el panteón de SADAIC del Cementerio de la Chacarita.

Homenaje a María Elena Walsh en el CCK

En el aniversario 91 del nacimiento de la artista, y a diez años de su muerte, el Centro Cultural Kirchner celebra su figura y su obra con un show especial abierto al público hoy lunes a las 19.30.

El homenaje será encabezado por el ministro de Cultura, Tristán Bauer, con un espectáculo especial abierto al público.

En la apertura del acto, la artista de rap Shitsem recitará un texto de la autora de «El reino del revés» y a continuación, se proyectará una selección de momentos de la película «Juguemos en el mundo». Se trata de un filme con dirección de María Herminia Avellaneda, guion de Walsh y la participación de la escritora junto a Aída Luz, Eva Franco, Virginia Lago y Jorge Luz, entre otros.

Sobre el final, Shitsem ofrecerá un tema inédito en homenaje a la gran creadora argentina, y fragmentos de sus canciones.

El frente del edificio se iluminará con una retroproyección con escenas de su vida y su obra, profundamente arraigada en la historia de varias generaciones de argentinas y argentinos.

La entrada es gratuita, con reserva previa, que se gestiona a través de la web del Centro Cultural Kirchner

Ámbito


El feminismo de María Elena Walsh en un texto inédito

Son palabras que pronunció en la Feria del Libro de 1985

Por Cecilia Martínez

Sobre hojas cuadriculadas y amarillas por el tiempo vibra desafiante la tinta azul que María Elena Walsh usó para crear un manuscrito hasta ahora inédito. El texto de 1985 se hace público 35 años después con un abordaje de género que la célebre escritora planteaba ya por aquellos tiempos: la limitada presencia de la mujer en los ámbitos culturales.

En el día en que la poeta, dramaturga, cantautora y compositora cumpliría 91 años, la Fundación que lleva su nombre y que se encarga de preservar su legado, comparte con LA NACION el documento. En el texto, Walsh vuelca sus reflexiones con motivo de la visita al país de las escritoras Susan Sontag y Dacia Maraini, invitadas a la Feria del Libro de Buenos Aires de aquel año, en que la novelista estadounidense también disertaría junto a Jorge Luis Borges.

En esos folios, la autora de Otoño imperdonable da forma a una suerte de borrador o ayuda memoria para una ponencia que ofrecería en el marco de la feria junto a las escritoras extranjeras.

De las cuatro hojas que conformaron el documento, se conservan tres, explica Sara Facio, quien fue compañera de Walsh durante más de tres décadas -hasta el final de sus días- y quien se encargó de conservar el manuscrito. “Las hojas estaban sueltas en un cuaderno de manuscritos que contiene la traducción que hizo de las cartas, en inglés, de su abuela Agnes (publicadas en Novios de Antaño)”, señala la ilustre fotógrafa, que además opina sobre lo formal del texto: “Me fascina cómo escribe de corrido, sin correcciones, con bella letra y total claridad”.

“Si María Elena conservó este documento fue porque lo quiso preservar. Fue una decisión, no una casualidad”, remarca Graciela García Romero, secretaria de la Fundación.

El fragmento del manuscrito que se hace público a través de esta nota refuerza los aspectos abordados en torno al género por la autora en buena parte de sus creaciones. A la hora de valorar este tipo de reflexiones de Walsh, Sara Facio remarca: “El tema principal para ella se centraba en que la mujer fuese tratada en la sociedad como persona, como igual al varón y no varios escalones abajo. De ahí su preocupación porque las mismas mujeres se diesen cuenta y no se sintieran inferiores, culpables y como mano de obra barata”.

Walsh con Susana Rinaldi y María Herminia en el programa de TV «La cigarra». Foto: FUNDACION MARIA ELENA WALSH

La fotógrafa entiende que estas preocupaciones fueron trasladadas por la escritora a sus creaciones literarias “de diferentes maneras: con dolor, con bronca, con ironía. El tema siempre está presente en su obra, aun en la infantil”, señala. Y alude a escritos de su compañera que la “emocionan” en este sentido, como el poema “Complicidad de la víctima”, publicado en LA NACION en 1978 o el texto “Sepa por qué usted es machista”, que la autora escribió para la revista Humor dos años más tarde. En este último artículo, Walsh procuraba, con ingenio, dar respuesta al postulado del título y sugería que una persona podía ser machista por faltarle “el principal de los sentidos: el del humor; porque se siente Dios, aunque no sea ministro; o porque su mamá es una santa, por lo tanto las demás mujeres son unas brujas”, enumeraba en un extenso listado de posibles opciones.

La escritora se interesó por la mirada sobre la mujer desde su juventud, cuando leía a Virginia Woolf, a Doris Lessing o a Victoria Ocampo, con quien entabló una gran amistad y por quién profesó una profunda admiración. En los 70, Walsh encabezó, asimismo, círculos de feminismo y política junto a la escritora Angélica Gorodischer y la cineasta María Luisa Bemberg. En 1984, tras la vuelta a la democracia, dirigió junto a Susana Rinaldi y María Herminia Avellaneda el programa de televisión La Cigarra, de corte feminista y emitido por Canal 11, que duró solo seis meses. Facio considera que, como producto televisivo, el ciclo “fue una bomba por su temática, aunque atacado políticamente de la peor manera en otra demostración de machismo, ya que nadie se había atrevido nunca a llevar a la TV a las Madres o Abuelas de Plaza de Mayo y ellas lo hicieron, o a llevar a la pantalla a obreras que ganaban menos que los varones realizando los mismos trabajos”. La fotógrafa se encargó de grabar en VHS aquellos programas, que define como “joyas” que pasarán a formar parte, junto a toda la obra de la escritora, del archivo digital del legado de María Elena Walsh.

Previsiblemente, a partir de mediados de este año, en este espacio virtual se podrá acceder también no solo al manuscrito que se publica en esta ocasión sino a otros escritos inéditos de la autora que están siendo digitalizados gracias a un proyecto de mecenazgo financiado por Fundación Itaú, junto a otros aportes. “La Fundación María Elena Walsh no puede dar una estimación exacta de cuántos manuscritos habrá, ya que todavía están apareciendo algunos que no estaban en su conocimiento”, explica el presidente de la entidad, José Pagés, quien también profundiza en relación al escrito al que Walsh dio forma en 1985 en el marco de la Feria del Libro. “Este manuscrito amplía, de manera significativa, las opiniones conocidas de María Elena sobre el tema género, posicionándola como pionera en la discusión de la presencia femenina en ámbitos culturales de nuestro país. La digitalización del archivo nos recordará que esta situación inequitativa sigue ocurriendo en diversos ámbitos en pleno siglo XXI”, señala.

El inédito de Walsh

«No es por azar, ni solo por la buena voluntad de sus embajadoras, que estas escritoras visitan nuestra Feria del Libro. Es porque algunas mujeres reclamamos -una vez en democracia- que el monótono elenco masculino de invitados extranjeros incluyera alguna vez a mujeres. En cuanto a las excepcionales aquí presentes, sería un tanto oblicuo llamarlas extranjeras. Compartimos un espacio que quiere ser universal, contemporáneo y ajeno a los panteones literarios. Sontag y Maraini son activas defensoras de muchas causas que nos atañen. Especialmente bienvenidas resultan en un país donde se está discutiendo -en los términos de la más degradante misoginia- una ley de patria potestad. O donde todavía, mujeres y varones ilustrados alzan un muro de Berlín entre adjetivos que consideran opuestos: “femenino o feminista”.Maraini y Sontag han llevado vidas distintas y producido obras diferentes, pero comparten muchos rasgos comunes: singular experiencia del sufrimiento y solidaridad con lo ajeno.»

Escritoras y pensadoras analizan el texto

Consultadas por el contenido del manuscrito, intelectuales y referentes de la literatura argentina dan su opinión sobre las palabras de María Elena Walsh en el escrito publicado por LA NACION.

Luisa Valenzuela

Con su ojo siempre atento a las injusticias y desequilibrios, nuestra sublime María Elena una vez más puso el dedo en la llaga. Como quien no quiere la cosa, así, de refilón, en una anotación que quedo latiendo entre sus manuscritos inéditos. Dos rápidas reflexiones al respecto. Una, el agradecimiento a la Fundación que lleva su nombre y encuentra estos pequeños tesoros que agregan un tizón más al fuego vivo de su memoria. La segunda, la intuición de lo feliz que en alguna zona de la consciencia expandida de la que habló David Bohm la consciencia que alguna vez se llamó María Elena Walsh debe de estar festejando la flamante ley por la interrupción legal del embarazo. Y también, por qué no, el uso cada vez más difundido del lenguaje inclusivo, mal que le pese a la RAE (y esto también la alegraría, recordemos su genial defensa de la Ñ). Importantes temas para paliar su frustración por haber tenido que esperar veinte años (!) a partir de su reclamo para que una escritora pronunciara el discurso inaugural en la Feria del Libro de Buenos Aires.

Gabriela Cabezón Cámara

Me parece que en este texto, como en tantos, María Elena Walsh da en el clavo: habla de “un espacio que quiere ser universal”. Ese universal fue, durante siglos y siglos, muy pequeño, apenas el punto de vista de los amos que, durante siglos y siglos, fueron varones y europeos. Lo que muchas, muches y muchos estamos intentando con nuestro trabajo es que esa perspectiva que se erigió en universal ya no sea la única. Que en el universal entremos las gentes más diversas, las perspectivas más diversas. En este sentido -y en muchos otros- es especialmente interesante la cultura de los pueblos originarios: eso que Edoardo Viveiros de Castro, entre otros, llama perspectivismo amerindio. Lo humano, en este marco, es una perspectiva. Puede tenerla lo que nosotros consideramos ser humano, nuestra especie. También el yaguareté o el pecarí o el manatí. La humanidad es un punto de vista: el propio. Siendo así, la humanidad es el universal común de casi todos los seres, un universal lleno de perspectivas diversas. Creo que ya es hora de que ese universal raquítico, el tradicional que nos dominó hasta hace muy poco y en muchos casos todavía nos domina, se llene de otras perspectivas. Va a ser mejor y más rico para todes.

Claudia Piñeiro

Hay varios aspectos interesantes en el texto. Históricamente, lo que plantea María Elena Walsh ha sido, y en parte aún es, exactamente así: lo que menciona en cuanto a las ferias, en cuanto a la patria potestad -ahora lo vimos con el aborto- y en cuanto al debate femenino-feminista. Tantos años atrás y ella ya planteaba estos temas. En relación a las ferias, cuando se empezaron a dar cuenta de que era vergonzante no convocar a mujeres, empezaron a “armar cupo” con mesas de la ‘literatura femenina’ o de ‘las mujeres y no sé qué cosa’, y ahora se ve lo mismo con mesas de feminismo, la lucha de las mujeres, del aborto, donde seguimos siendo convocadas en cuanto a mujeres. Pero a la hora de discutir los grandes temas de la literatura universal o local muchas veces reservan los lugares para los hombres. Esto ha mejorado, hubo cambios producidos a partir de la militancia y la toma de conciencia: en las últimas ferias estuvimos varias mujeres seguidas en los discursos de apertura inaugurales, como Luisa Valenzuela, Rita Segato o yo. Creo que de algún modo quisieron reparar en los últimos años el desastre de los años anteriores. Esto ha mejorado en el mundo literario en general, pero a fuerza de lucha y protesta. Otra cosa súper interesante que dice el texto de MEW es lo de ‘extranjeras o no extranjeras’: el movimiento feminista es darnos la mano entre distintas mujeres de distintos países. Si algo discriminatorio ocurre en una feria en Chile o en Colombia, acá vamos a protestar. O lo mismo ellas protestan por lo que nos pasa a nosotras. María Elena esto lo vio mucho antes. Vio que en el feminismo hay un abordaje transnacional que no se ha dado tanto en otros movimientos. Uno de sus mayores logros.

Dora Barrancos

María Elena Walsh planteaba en 1985, a poco más de un año de recuperada la democracia, la queja feminista de la falta de reconocimiento de las mujeres, circunstancia habitual en la Feria del Libro local mitigada en la oportunidad por la presencia de la norteamericana Susan Sontag y de la italiana Dacia Maraini. Festejaba esas incorporaciones que parecían partículas en la cantera misógina de la vida cultural vinculada a la producción literaria. Pero debe entenderse que el reclamo de Walsh se extendía a la experiencia abrumadora de la discriminación femenina en todos los cuadros sociales, y en un gesto que guarda ecos de Virginia Woolf, se negaba a ubicar como “extranjeras” a las dos invitadas a la Feria, puesto que más allá de las diferencias, había una identidad de sufrimiento y de solidaridad que las acercaba al “suelo común” de todas las mujeres. Era el momento de la discusión parlamentaria de la “patria potestad”, ese instituto patriarcal que ponía en vilo las prerrogativas del mismo maternaje. Walsh se refiere de modo sarcástico a la diferencia semántica y valorativa que pretendía distinguir entre “femenino” y “feminista”, una disyunción de la arcadia patriarcal que, aunque a veces pretende aliento, está irremisiblemente en bancarrota, gracias, entre otras, a la propia notable autora.

Ariana Harwicz

Decir artista mujer es ahora habitual, por lo menos en Occidente, en cualquier feria del libro: Frankfurt, Madrid, Buenos Aires, Guadalajara, Gijón; en los premios, en el arte, en el cine, pero me impresionó mucho, tras la lectura de estas notas de MEW citando a Sontag y esto que cita del Muro de Berlín y de la marginalización, que está hablando de la muerte social de las mujeres en el arte y lo está diciendo en 1985. Me impresiona por la cercanía, porque yo ya existía y ya era una niña lectora, y porque recuerdo haber ido con mi mamá a las ferias del libro. Reveo en la memoria y recuerdo a casi todos hombres en las ferias: poetas, escritores, dibujantes, humoristas. La mujer siempre tuvo un no estatuto. Era del orden de lo inconcebible decir una artista mujer. Era un no concepto. Hay excepciones en el siglo XVII y en el siglo XVIII, en el centro de Europa, sí, pero son excepciones absolutas. Y sino el destino de toda mujer que escribía o pintaba era hacerse pasar por su marido o escribir como anónimo o con pseudónimo. Hay que ser muy consciente de esta historia. Para el canon, no hay un equivalente en la historia de Dostoievski en mujer, o de Tolstoi, Dante, Shakespeare, Cervantes, Borges, Beethoven, Mozart, Picasso o Rubens. Siempre está la idea de que los grandes faros del arte son hombres. Parece que eso definitivamente cambia y se quiebra, se modifica esa historia a partir del siglo XX y, sobre todo, a partir del XXI. Es innegable que la mujer ha sido llevada a una muerte social en el arte. Y esa revolución cultural la estamos viviendo, las escritoras de hoy que somos convocadas somos conscientes. Lo que yo desearía como escritora de ahora en más es que no se lleve a la muerte social ahora a los hombres con las teorías de género con ánimos de revancha, sino que se abra el campo del arte sin forzosamente pensarlo desde ese lugar

La Nación


María Elena Walsh: una feminista de avanzada que transgredió lo que se esperaba para una mujer de su época

Por Mariana Fernández Camacho

Hoy María Elena Walsh cumpliría años: años de una artista todoterreno, difícil de encorsetar. Compositora, poeta, cantante, cupletista, narradora, dramaturga, guionista, autora de algunas de las páginas más bellas de la literatura nacional y de las canciones que todavía tararean adultas y adultos, niñas y niños. 91 años también de una mujer osada, que transgredió normas pero sobre todo los roles y expectativas de género de su época.

“Las mujeres, como los negros, los colonizados, la clase trabajadora, a medida que tomamos conciencia, menos queremos dádivas; queremos lo que nos pertenece por derecho y nos arrebatan día a día, es decir, todo. Las mujeres, que fuimos custodias de la vida –para que fuera rifada en guerras– queremos más que nunca defenderla de los fabricantes de muerte. Pero según, cómo y cuándo lo determinemos nosotras (…) Releo esta carta escrita al correr de la máquina y supongo que puede resultarte agresiva. Lo siento. No pude hacerla peor. Por más que aguce el estilo me es imposible reflejar la agresividad de una villa de emergencia, de un aborto clandestino, de los precios de la farmacia. Estos ingredientes configuran un naufragio en el que las mujeres y los chicos entran primeros. Así como en los éxitos nacionales nos colamos por la retaguardia. Gracias, caballeros”.

Carta a una compatriota (Revista Extra – 1973)

“Aquí yace una pobre mujer que se murió de cansada. En su vida no pudo tener jamás las manos cruzadas. De este valle de trapo y jabón me voy como he venido, sin más suerte que la obligación, más pago que el olvido. Aleluya, me mudo a un hogar donde nada se vuelve a ensuciar. Nadie me pedirá de comer, en mi última morada no tendré que planchar ni coser como condenada.”

Requiem de Madre (1973)

«Toda su obra está pensada, sentida y sufrida a partir de la experiencia de la prepotencia masculina”, dice la escritora Gabriela Massuh, autora del libro “Nací para ser breve: María Elena Walsh. El arte, la pasión, la historia, el amor”.

“María Elena Walsh reflexionó sobre la condición de la mujer de manera poética, musical y existencial. Ella no escribe para las mujeres, sino desde su consciencia de mujer. Y es una consciencia aprendida con dolor, aprendida con la experiencia de la prepotencia de los gobiernos de los años 40 en la Argentina, aprendida desde la prohibición pequeño-burguesa, desde el ejemplo de su madre… Toda su obra está pensada, sentida y sufrida a partir de la experiencia de la prepotencia masculina”.

Quien habla con Infobae es la escritora Gabriela Massuh, autora del libro Nací para ser breve: María Elena Walsh. El arte, la pasión, la historia, el amor, en el que comparte un reportaje que le hizo a principios de los 80 durante siete meses de quimioterapia a la mujer a la que considera un enorme amor en su vida, la misma que la ayudó a cambiar su visión política de la vida.

“(…) mujermente agobiada de plumeros. Nos amenazan hortalizas, nos corren copas, números, pelusa, nos arrebatan tiempo reservado para comprar una porción de sueño. En la suma de los pañales y el tintineo de los desayunos, en repetidas dosis de mercado y en la elaboración del miedo se nos va, se nos va el latido que dedicábamos a la locura. Y los que calzan sombra masculina, heredado poder, cómodo imperio, ordenan nuestra humana servidumbre mientras se ponen seriamente a fabricar los tajos de la guerra, el obstinado pan del sufrimiento”.

Más palabras que pinceles

María Elena Walsh nació un sábado de 1930 y se crió en la localidad de Ramos Mejía. Fue la segunda hija de Enrique Walsh, empleado ferroviario de ascendencia inglesa e irlandesa, y de Lucía Monsalvo, una argentina con genes andaluces. El ensamble familiar incluía a otra niña cinco años mayor que María Elena y a cuatro niños del primer matrimonio del padre.

Sus biografías resaltan una infancia libre en el far west bonaerense. Una casona con un piano y un papá que jugaba y rimaba al ritmo de cancioncitas de tradición inglesa. De ese varón heredó además la pasión por la lectura. Su mamá era una señora de pocas palabras, que rechazaba la ostentación y cocinaba dulces.

A los 12 años María Elena Walsh ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano, en la Capital Federal, porque le gustaba dibujar. Pero no le hizo falta mucho tiempo para distinguirse por sus palabras más que por los trazos de los pinceles.

Con solo 15 años, uno de sus poemas apareció publicado en la revista El Hogar, y en 1947 pagó con sus ahorros la impresión de su primer libro de versos Otoño imperdonable, que celebraron con entusiasmo escritores del tamaño de Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges y Pablo Neruda.

Una feminista de avanzada

La biblioteca de su juventud sumó textos de Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Doris Lessing y Victoria Ocampo. Estas grandes de la cultura del siglo 20 fueron más tarde tema de varios trabajos en los que Walsh se rebeló contra la subordinación de las mujeres.

“¿Quién dijo que el feminismo no es integración humana? ¿Y quién dijo que Victoria no era feminista? Es que una dama, tan culta, tan bella, académica, para colmo, no puede, mejor dicho no debe ser feminista. (…) La palabra feminista asusta a muchas personas. Sobre todo a las que temen al ridículo».

Sobre la ideología de Victoria Ocampo. Feminismo y no-violencia (Clarín – 1973)

“Era complicado hacerse un lugar en un mundo dominado por hombres. Y sobre todo una voz como la de María Elena, donde la marca de género es portada con mucho orgullo. Fue una intelectual feminista”, explica el biógrafo Sergio Pujol en uno de los capítulos de la serie documental Memoria Iluminada.

En uno de los capítulos de la serie «Memoria Iluminada», Pujol, su biógrafo, destaca que su «marca de género es portada con mucho orgullo».

“Sucede que ya no aguanto / que en la calle me grités / a la primera de cambio: / “¡Tenías que ser mujer!” / Soy mujer y me equivoco / pero vos, ¿quién te creés? / ¿Valentina la astronauta, / Evita, sor Juana Inés? / Sos el león de la Metro, / mucha porra y poco rey. […] Conmigo te equivocaste / de programa y de canal. / Me tomaste por tu abuela / que aguantó sin pestañear. / Si tenés el monopolio / del acierto universal / yo te dejo vía libre / pero vos, dejame en paz. / Y cuando las papas quemen / ¡arreglate sin mamá!

La feminista (Poemario “Hecho a mano” – 1965)

“Usted puede ser hombre o mujer, el machismo tampoco es cuestión de genes: poca gente más que algunas mujeres, sólo que ellas lo son por instinto de conservación, por despiste, por imitar a los hombres, por comodidad o porque así las dejan hablar por TV. Usted también lo es por todas estas razones pero además porque se cree superiorcito: hace unos 10.000 años que le pasan el aviso y claro, usted sigue comprando un producto inexistente”.

Sepa por qué usted es machista (Revista Humor – 1980)

«Sepa por qué usted es machista» es un texto célebre de María Elena Walsh que hoy cobra más vigencia que nunca. Apareció originalmente en la Revista Humor en 1980.

Su percepción de falta de libertad durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón la exilió en Europa. Con Leda Valladares -poeta, folclorista y su pareja- formaron el dúo vocal “Leda y María” y vivieron cuatro años en París cantando ritmos típicos del noroeste argentino. Grabaron discos, actuaron en radios, estudios de televisión y en salas de varios países del continente. Algunas noches, personajes como Picasso y Chaplin las acompañaron desde el público.

En paralelo, María Elena Walsh comenzó a escribir y a musicalizar con la guitarra los primeros versos para chicos y chicas. Invitó a jugar con libertad, a volar, a imaginar, a romper con la realidad… y ninguna infancia fue la misma después de sus historias. A través de una maravillosa poética del absurdo, María Elena propuso otros personajes y discursos. Otro universo, diverso, de posibilidades, en donde también se ven sus marcas de género:

“Si ustedes alguna vez encuentran detrás de un árbol o detrás de cualquier cosa, a un inspector enanote y sabiondo que les dice que no es posible que existan un enanito y 7 Blancanieves, o que no es posible que exista cualquier otra cosa linda, ustedes pueden contestarle: Sí señor, existe, en el bosque de Gulubú”.

El enanito y las siete Blancanieves (“Cuentopos de Gulubú”, 1966)

“A la Princesa le gustó la idea y decidió, por una vez, desobedecer a su papá. Salió a correr y bailar por el jardín con la Mariposa. […] La Princesa está de jarana donde se le da la gana”.

Historia de una princesa, su papá y el príncipe Kinoto Fukasuka (“Cuentopos de Gulubú”, 1966)

Con sus artículos fabricó una trinchera tenaz contra la ferocidad de la última dictadura cívico-militar en Argentina, y ya recuperada la democracia, entre otros proyectos, se puso al frente, junto con Susana Rinaldi y María Herminia Avellaneda, del programa La Cigarra; un espacio insólito de reflexión y debate sobre y para mujeres.

Desde Memoria Iluminada, Rinaldi recuerda aquella experiencia emblemática de la televisión: “Los que nos pidieron hacer La Cigarra son los mismos que nos sacaron porque les dimos miedo. Nos atacaron por todos lados. Había ahí una etapa de la mujer desprevenida que le dio miedo a mucha gente».

En 1990 María Elena Walsh publicó Novios de antaño, una novelización de su niñez y adolescencia, que completó en 2008 con los recuerdos autobiográficos de Fantasmas en el parque. En esas páginas quiso dejar asentado que Sara Facio era su “gran amor, ese amor que no se desgasta sino que se transforma en perfecta compañía”. Walsh murió en enero de 2011, a los 80 años.

María Elena Walsh fue una transgresora auténtica, que supo darle completo significado a esa transgresión. Lo fue sexualmente, con la audacia de su creación artística y también en materia política. En diálogo con Infobae, así la recuerda la prestigiosa socióloga e historiadora Dora Barrancos.

“No fue una feminista de fuste, no fue una feminista de tono alzado, no fue una militante feminista, pero eso en todo caso es lo de menos. Porque no importa el rótulo, no importa cuán en nombre del feminismo se juegan los lances de la vida, lo que importa es la subjetividad irreverente y la conducta en consonancia”.

Infobae

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