Entrevista a Cesar Dockweiler, gerente de Mi Teleférico de Bolivia: “Entre 2012 y 2019 construimos la red de teleféricos más extensa del mundo”
Por Julio Peñaloza Bretel, especial para NODAL
El régimen de facto de Bolivia, presidido por Jeanine Añez, pero fundamentalmente administrado por su ministro de Gobierno, Arturo Murillo, se lanzó a la caza de militantes, dirigentes sindicales, empresarios y profesionales que mantuvieran sintonía con el Movimiento al Socialismo (MAS) durante los once meses que gobernaron Bolivia. El caso del que fuera gerente de “Mi Teleférico”, Cesar Dockweiler, es una demostración de la manera obsesiva, inconsistente y atrabiliaria con la que obró el gobierno transitorio persiguiendo sin sustento a quienes formaron parte del proceso encabezado por Evo Morales desde 2006. En esta entrevista con NODAL Dockweiler explica su caso.
¿Por qué se fue de Bolivia luego de encabezar un proyecto tan grande como el del teleférico?
En Bolivia se empezó a implementar un modelo económico que dio grandes resultados como el crecimiento con récords en la región, que facilitó que el gobierno supiera encarar diferentes inversiones con el propósito de mejorar la calidad de vida de la población. En ese contexto, se presentaba el gran desafío de revolucionar el transporte y la movilidad urbana y fue así que el teleférico se hizo realidad, desde 2012 hasta 2019 habíamos construido la red de teleféricos más extensa del mundo, con récords de pasajeros transportados. En poco tiempo se convirtió en un referente internacional, uno de los proyectos más importantes en movilidad urbana que se han instalado en la última década a nivel mundial.
¿Y por ello decidieron perseguirlo?
Todo ocurre cuando en los acontecimientos de octubre y noviembre de 2019 se provoca un golpe de Estado a través de movimientos civiles y policiales, principalmente, quienes obligan al ex presidente Evo Morales a presentar su renuncia. Yo tomé en ese momento la decisión inmediata de no quedarme un solo segundo con un gobierno de facto, que dejaba advertir que se iba a provocar enfrentamientos entre bolivianos y que eso desataría violencia, razón por la que presenté mi renuncia. Como tenía 57 días acumulados de vacaciones de los que no había hecho uso, los solicite para salir a descansar después de siete años de un arduo trabajo. Lo extraño fue que, cuando estábamos de vacaciones con mi familia, nos enteramos que desde el gobierno golpista, me habían iniciado dos procesos penales con una celeridad infrecuente en la justicia boliviana, se había activado el Sello Azul de Interpol.
¿Es cierto que buscaban encarcelarlo por la producción de un video?
La instrucción política era “busquen lo que sea para iniciarle procesos penales a Dockweiler”. Ex trabajadores del teleférico me informaban que personeros de la Fiscalía buscaban y preguntaban sin encontrar nada en los procesos administrativos que revisaron. Husmearon debajo de las alfombras hasta que encontraron “El Laboratorio Audiovisual”, un proyecto en el marco del programa Cultura Teleferico, que buscaba conectarse con la población para lograr empoderamiento con respecto a este su sistema de transporte, destinado principalmente a los jóvenes, con actividades de danza, música, lectura, deportes y también habíamos incursionado en el área audiovisual. Enviaron a una asesora externa de la nueva administración, que, por su condición, está legalmente impedida de participar en un proceso de denuncia. Se trasladó al Laboratorio Audiovisual, se amenazó a los trabajadores que estaban allí, hizo decomisar una computadora –sin un procedimiento establecido con un juez– que tenía guardadas algunas imágenes que utilizaron para acusarme de uso indebido de bienes del Estado con el forzado pretexto de que se había elaborado un spot de campaña electoral, cuando en realidad se trataba de un mensaje reflexivo sin color partidario. Increíble pero cierto.
¿Cuándo se fue de Bolivia, cuándo retorno y cuánto daño le ha causado la persecución de la que fue víctima?
Yo salí de Bolivia de vacaciones hacia Perú en un vuelo regular en aerolínea comercial desde el aeropuerto de El Alto con todos los trámites correspondientes; es decir, migración y aduana. Salí tres días después del golpe de Estado. Estando fuera ya, y programando chequeos médicos que me hacía habitualmente cada año, me sorprendí al enterarme de que me habían iniciado estos procesos, de manera acelerada, con órdenes de aprehensión. Allí decidí quedarme fuera del país. A partir de entonces empecé a desarrollar actividades online enviando más de doscientas cartas a diferentes instancias nacionales e internacionales como la CIDH, la Alta Comisionada de Naciones Unidas y la Defensoría del Pueblo, varias de las cuales lamentablemente no responden de manera inmediata.
Durante este tiempo he aprendido que la persecución política causa daños a la persona y a su entorno familiar. Causa daño a otras personas con las que se tiene cercanía, trabajadores, amigos, que han sido parte del entorno laboral en los últimos años. Ahora me encuentro empeñado en generar espacios de reflexión para que en Bolivia se acabe para siempre la persecución política. Es obvio que los vicios procedimentales y la falta de sustento jurídico en las acusaciones de las que fuí víctima, en el marco de una justicia razonable que respeta el debido proceso, no tienen pies ni cabeza por lo que es imposible que pueda prosperar un juicio penal con esas características.