Diego siempre estará presente – Por Vinícius Pereira de Souza Cruz, especial para NODAL

Foto: Alejandro Pagni / AFP
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Por Vinícius Pereira de Souza Cruz *

Hablar sobre Diego Maradona desde una cancha brasileña es durísimo y por veces injusto por las equivocaciones o comparaciones que inconscientemente se nos ocurre a los brasileños para analizarlo. Porque hay la tendencia de hablar desde doctrinas distintas marcadas por la rivalidad Brasil y Argentina. Mientras en Argentina lo tratan de D10S, en Brasil, su representación divina absolutista (Pelé) nos permite, en su máximo grado, tratarlo de Maradona. Quizás, cuando uno quiere hacerse más “canchero” lo trata de “Mano de Dios”, “El Pibe de Oro” o “Dieguito”. Pero nunca D10S y tampoco Diego. Queda pendiente entender esa territorialidad.

Como ejemplo, llamó la atención en la tele el llanto de Pedrinho, ex medio enganche del Vasco da Gama, actual comentarista en la red SporTV de Brasil al mencionar a Maradona como su más grande referencia futbolística. En cambio, antes de tomarse por la emoción se refiere a Pelé como el más grande de todos, pero a Maradona como su máxima referencia. Seguro muchos ex jugadores brasileños, sobre todo los nacidos en los 70 o 80 del siglo pasado, habrán hecho el mismo comentario auto correctivo, casi que involuntario.

Ambos fueron, son y serán siempre las entidades máximas del fútbol mundial. Cada uno en su época, cada uno con su genialidad y las complejidades que abarcan los seres humanos. Sin embargo, Diego es el más cercano. Es el pibe que tiene el swing de las favelas brasileñas con toda su musicalidad contemporánea, que te invita a jugar en la calle hasta la madrugada. Es el Dios que falla y baja del cielo a secarle las lágrimas del ex centro delantero corintiano Walter Casagrande y dice: – “Estoy con vos.” Jamás recrimina.

Nací en agosto de 1986. Poco después del último mundial ganado por la Argentina. De chico siempre tuve presente los colores azul y blanco. Lo llevo por mi cuadro de alma, el Cruzeiro, aunque nacido en una familia del Mineiro. Ante “la imposibilidad” impuesta por mi viejo de ser hincha de Maradona en los Mundiales, me hice de Racing Club en Argentina por los colores semejantes a los de la selección argentina. Porque hinchar por Argentina a causa de Diego ya sería demasiado de la contra para mi papá y se lo respeté.

Lamentablemente me quedó poco para disfrutarlo. Mis recuerdos están en el gol contra Grecia en 1994, que lo festejé y fui censurado por mi viejo. Recuerdo con tristeza el doping de ese Mundial y más tristeza aún cuando no pudo venir a Belo Horizonte a jugar el partido Cruzeiro – Boca Juniors (2-1) por la copa Mercosur de 1997. Frustración completa para un chico de 11 años, en aquel entonces.

Cuando estuve por primera vez en Argentina empecé a entender porqué Diego y no Maradona. Empecé a entender desde la llegada a Ezeiza, por el mozo de la aduana que me atiende, por el nombre que se escucha en mención a quién uno llama en la calle y por el papelito que llevaba anotado los números de colegas y amigos, mediante la falta, todavía, de la tecnología de los smartphones. Siempre había por lo menos un Diego. En todos lados.

Asimismo, en el 2010, jugué un “picado” con amigos en la Avenida San Juan y Matheu, barrio San Cristóbal. Por primera vez estuve en un fulbito donde la mayoría de los jugadores patean con la zurda. Diría que tal hecho -en cantidad- es casi inexistente en Brasil. Dari, Nico, Pablín, Ivan, Ale, Gabo, entre otros. Todos pibes nacidos a partir de los años 80.

Y con el pasar de los tiempos, entre idas y vueltas seguidas a Buenos Aires, te das cuenta que Diego va más allá que una simple representación futbolera. Está en la mayoría de los ciudadanos argentinos, con sus virtudes y errores, en las marchas por los oprimidos, en sus nombres, en los muros grafiteados, en la actitud de uno. Es pueblo.

Los ateos siempre van a decir que se dice D10S ante la falta de argumentos científicos para comprobar su existencia. Los creyentes deben decir que “D10S está dentro de nosotros”. Hay un eje entre la negación y la afirmación. Lo cierto es que Diego siempre estará presente en los nombres, en las miradas de cada pibe latinoamericano con la pelota en los pies disfrutando lo divino que es jugar al fútbol y dando alegría a su gente. Que en paz descanses, 10.

* Periodista independiente, Podcast Passe Longo (Spotify), Estudiante de Letras en la Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG), Brasil.


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