Gestionar riesgos en vez de desastres – El Heraldo, Honduras
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Que Honduras es uno de los países más vulnerables del mundo no es noticia relevante. Eso casi toda la población lo sabe. Tampoco lo es decir que quienes han gobernado el país históricamente no se han preocupado por impulsar políticas públicas serias y extendidas en el tiempo para enfrentar esa vulnerabilidad y que solo reaccionan cuando los fenómenos nos afectan y causan daño; que no se ha trabajado en mitigar los riesgos y más bien unos pocos se han aprovechado de las desgracias para hacer clavos de oro y llevar cantidades millonarias a sus bolsillos.
Tal y como lo ha planteado el decano de la Facultad de Ciencias de la UNAH, Nabil Kawas, el país demanda de una política de gestión de riesgos en todos los sectores: agrícola, energético, salud, turismo, saneamiento, infraestructura; enseñarles a la población a conocer el riesgo, por ejemplo, a no habitar en las zonas de incendio porque se va a quemar; a no vivir en la orilla de los ríos porque se va a inundar o en una ladera porque puede morir soterrado, y hacer cumplir la legislación existente, que se respeten las leyes de ordenamiento territorial, de protección de las cuencas. Los gobiernos, sus funcionarios, no tienen nada que inventar, pues es seguro que si buscan en las gavetas de sus lujosas oficinas encontrarán no uno, sino que varios documentos elaborados por equipos nacionales e internacionales en otras crisis similares a la que hoy se enfrenta el país y que no se echaron a andar por falta de voluntad política. Es cierto que en un país como Honduras todo es prioritario y todo está por hacer, pero también lo es que la vulnerabilidad a los fenómenos naturales es uno de ellos y que ya basta de seguir gestionando desastres y exponiendo con ello la vida de miles de ciudadanos. No podemos salir de esta nueva crisis y seguir haciendo lo mismo, es tiempo entonces de trabajar en una estrategia para la reducción de los índices de vulnerabilidad y riesgos, comenzando por exigir el respeto irrestricto a las leyes ambientales, forestales y de ordenamiento territorial, entre otras.