A 15 años de la Cumbre de Mar del Plata: cuando Chávez, Kirchner y Lula organizaron el No al ALCA

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Cuando Kirchner, Chávez y Lula organizaron el No al ALCA

Por Luis Bruschtein

“Patotear con una simple mayoría, ideas que tienen tanto que ver con la vida de nuestros pueblos, ayuda muy poco a la convivencia de los pueblos” mandó Néstor Kirchner ante la mirada furiosa del presidente de México, Vicente Fox y el gesto de hastío de George Bush. El presidente argentino fue tajante. Lula y Hugo Chávez lo miraban con sonrisas cómplices y Tabaré Vázquez permanecía pensativo: como titular del Mercosur tendría que negociar el texto de la Cumbre de las Américas. Estados Unidos y sus aliados querían respaldar el ALCA pero el Mercosur argumentaba que la reunión era para hablar de empleo.

Usar el término “patotear” por lo que estaba haciendo Bush para imponer una declaración sobre el ALCA mostraba a un presidente argentino que no encajaba en la media histórica. Néstor no le tenía miedo, como dijo en otro discurso al referirse a los militares de la dictadura. Pero al mismo tiempo mostraba que la alianza con Lula en Brasil y Chávez en Venezuela, era capaz de redefinir la relación hegemónica histórica de Estados Unidos en la región.

Esta escena poco acostumbrada en la diplomacia latinoamericana ocurría en la IV Cumbre de las Américas, que se efectuó el 4 y 5 de noviembre. Al mismo tiempo se celebraba en paralelo en Mar del Plata, del 1 al 4, la Cumbre de los Pueblos. El debate áspero no era por una simple mención en un documento de la reunión de mandatarios del Continente y el Caribe. La intención de Bush era bloquear el proceso de integración regional que comenzaba a desarrollarse en el Mercosur también con el uruguayo Tabaré Vázquez y el paraguayo Nicanor Duarte Frutos.

La resistencia del Mercosur a la iniciativa norteamericana no era ideológica. Estados Unidos subvencionaba la producción agrícola y de alimentos y pretendía imponer condiciones a la producción local. La misma situación se planteaba con Brasil. La aceptación de esos términos hubiera puesto en riesgo el incipiente repunte de la economía tras la crisis del 2001.

La presión había sido muy fuerte sobre el vicecanciller Jorge Taiana, que debió rechazar varias embestidas en las reuniones preparatorias. Se esperaba que en el plenario de presidentes en Mar del Plata, Bush iría a fondo. La votación fue 29 a 5 (los cuatro del Mercosur, más Venezuela) pero el documento tenía que salir por consenso. El Departamento de Estado se había asegurado el voto afirmativo de hasta los más dudosos. Los alfiles de Estados Unidos fueron el mexicano Vicente Fox, el colombiano Alvaro Uribe, además de Bush y Paul Martin, el representante canadiense.

La reunión fue ríspida, como anfitrión, la presidía Kirchner. Y le sacó la palabra a Fox cuando el mexicano hizo el primer intento de cambiar el temario para introducir el tema del ALCA. “Ese tema no está en la agenda” dijo Kirchner. Bush se levantó y le dio la mano al mexicano, en solidaridad. Kirchner pensó que se había excedido y le comentó a Taiana:”estas cosas parlamentarias nunca me gustaron”.

Chávez, Lula y Kirchner habían arreglado una estrategia. Lula abrió punta con un discurso donde describía las asimetrías del comercio de la región con Estados Unidos y reivindicó que se hablara de la creación de empleo. La respondió Fox, que fue interrumpido por Kirchner. Los presidentes de Panamá y Colombia respaldaron a Bush. Chávez contó que Néstor le había dicho “vos alargá todo lo que puedas, que Bush se pone loco”. Y el venezolano habló casi media hora sin respirar mientras el presidente norteamericano se removía inquieto en su asiento.

Fue una verdadera batalla diplomática donde estuvo en juego el destino de la región. El desenlace de esa disputa al rechazar el ALCA, sentó las bases para consolidar el Mercosur y después fundar la Unasur y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe), en la que no participaban Canadá ni Estados Unidos, pero se incorporaba a la bloqueada Cuba al sistema interregional.

Poco tiempo después, de los 29 países que votaron a favor del ALCA en Mar del Plata, quedaron dentro de la CELAC, menos las dos potencias del Norte. El proceso de integración que se había potenciado en Mar del Plata en 2005, le arrancó la iniciativa a Washington y avanzó en un diseño que impulsó la infraestructura de comunicación y transporte intrarregional, así como el comercio y el funcionamiento de bloque ante temas como Malvinas, el levantamiento del bloqueo norteamericano a Cuba y en la paz en Colombia.

Desde la II Cumbre de las Américas, que se realizó en Santiago de Chile en 1998, organizaciones populares de la región realizaban un encuentro paralelo que se denominó “Cumbre de los Pueblos”. Consistía en talleres sobre problemáticas populares con un plenario que aprobaba un documento. En paralelo se realizaban actos y manifestaciones para rechazar el hegemonismo norteamericano.

En la presidencia de Fernando de la Rúa, Argentina se había comprometido como sede para la Cumbre del 2005. Kirchner aceptó el reto. Por motivos de seguridad, se había aconsejado que la reunión se efectuara en Bariloche. Pero Néstor prefirió Mar del Plata “para estar cerca del pueblo”, consciente del acto popular que realizaría la Cumbre de los Pueblos en rechazo a la presencia de Bush.

Chávez fue el orador principal de la cumbre paralela que se preparó como acto unitario con la participación de diputados y dirigentes de la izquierda y el peronismo, gremios y movimientos sociales en el Estadio mundialista de Mar del Plata. Una caravana de mil ómnibus partió desde Buenos Aires, además del Tren del ALBA en el que viajaron Diego Maradona, Emir Kusturika, un Evo Morales que todavía no era presidente de Bolivia, Adolfo Pérez Esquivel, Madres de Plaza de Mayo y otras personalidades.

Desde el primero de noviembre se habían realizado talleres. El tren llegó a la madrugada del 4. Desde la estación partió una multitudinaria marcha hasta el estadio con consignas contra Bush y el ALCA. Antes de los oradores cantaron Silvio Rodríguez, Amaury Pérez y Daniel Viglietti. La dirigente indígena ecuatoriana Blanca Chancoso leyó las conclusiones del Encuentro y después hablaron Cindy Sheehan, madre de un soldado estadounidense muerto en la guerra de Irak; Ramsey Clark, ex fiscal general norteamericano y emblema de la lucha contra la guerra de Vietnam, y Javier Couso, hermano del periodista español asesinado en Bagdad en 2003 por las tropas norteamericanas que bombardearon el hotel Palestine.

Finalmente, entre ovaciones, Chávez habló dos horas y llamó a su lado a Maradona y a Evo Morales. «Los argentinos tenemos dignidad. Echemos a Bush» gritó el 10. «ALCA, ALCA, ALCA, al carajo. ¿Quién enterró el ALCA? Los pueblos de América», dijo Chávez, y desató una cerrada ovación.

Pero el entierro real lo protagonizaron al día siguiente los mandatarios del Mercosur y el venezolano cuando frustraron el intento de Bush. La reunión de Mar del Plata impactó en el sistema unipolar que funcionaba en el planeta tras la caída de la URSS. Kirchner, Chávez y Lula pusieron un tope que permitió que América Latina tomara un rumbo de unidad e integración, en contraste con la división y el enfrentamiento promovido históricamente desde fuera de la región, cuando cada país enfocaba más hacia Washington o Europa.

Página 12


A 15 años del No al ALCA: Bienvenidos al tren

Por Sandra Russo

Ya no trabajaba en la redacción, después de tantos años. Pero cuando me llamaron y me propusieron viajar a Mar del Plata en el Tren del Alba, que iría a la contracumbre en la que Chávez y Néstor enterrarían el Alca con el mismísimo Bush en sus narices, dije que sí, qué claro que sí, y empecé a preparar mi mochila, por inercia. No necesitaba ni una muda de ropa, porque no me pedían que cubriera ni la Cumbre ni la Contracumbre: sólo el viaje en el tren. Tenía que llegar a la madrugada a Mar del Plata y tomarme primero un café y después otro micro que me devolviera a la Capital, para escribir la nota.

Fue en el mismo viaje, apenas empezó, o mejor dicho antes, en la conferencia de prensa que dio Maradona en la estación atestada de gente antes de la partida, que empecé a entender algo de lo que estaba pasando. Recién ahí lo quise a Maradona, después de mucho tiempo de relación conflictiva de la que él nunca se enteró. Porque allí, en ese tren, que estaba lleno de actrices, actores, cantantes, gente famosa, dirigentes como Evo, dirigentes sindicales, la verdad de la milanesa era Maradona. Era el motor, la tracción a sangre que le dio un volumen enorme a ese viaje de vigilia por la Patria Grande. Todo lo que significa Maradona, él lo puso al servicio de un proyecto, que en ese momento era arruinarle la fiesta a Bush.

Kusturica, que filmaba su documental, lo seguía por todas partes. Los primeros vagones, que era donde estaban los más importantes, eran inaccesibles para el resto de los pasajeros. Igual se podían hacer muchas notas en medio del apretujamiento general: si a uno le pegaban un codazo, se daba vuelta y seguro que era un “famoso pensante”, de esos que te dan buenas frases. Así transcurría la madrugada cuando la puerta del coche comedor se abrió y entró algo como una llamarada: era Maradona con Kusturika atrás y el séquito que lo seguía a todas partes.

Me achiqué en el asiento porque el clima en el coche comedor era de sofoco, pero de pronto una mano agarró la mía y era la de Maradona. Había ido a saludar a uno por uno de los atestábamos el tren. ¿Hace falta decir que desde entonces, yo, Marado Marado? Porque volví al toque y escribí la crónica que salió publicada al día siguiente, pero también vi y leí lo que había pasado en la Cumbre y en la Contracumbre, y la vibración inusual y magnífica del tren había tomado forma allí. Había encontrado su cauce.

Vi a Maradona apoyar su cabeza en el hombro de Chávez en el estadio. Vi y escuché el discurso de Néstor y la cara que iba poniendo Bush a medida que hablaba. Algo adormecido se desperezaba: un ciclo histórico regional y popular se ponía en marcha, y eso había sido posible esencialmente porque en Mar del Plata se había abortado la idea de la región eunuca y bananera dispuesta a las frígidas relaciones carnales.

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