Ricardo Lagos, expresidente de Chile: “Quiero una Constitución donde ningún ciudadano tenga temor”

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Por José María del Pino

El ex presidente chileno conversó con Clarín sobre el proceso constituyente que iniciará Chile. Si bien no se atreve a darlo de ejemplo, es enfático sobre América Latina: “Nos falta más civilidad”.

Prende la cámara y sonríe. Ricardo Lagos Escobar (82), gobernó Chile entre los años 2000 y 2006. Admirador de la socialdemocracia europea, fue bajo su mandato que se realizó la mayor reforma a la Constitución de Pinochet, un texto que hoy lleva su firma.

Sobre ese proceso, y las críticas a no haber realizado cambios más profundos, realiza su primera reflexión: “Los países desarrollados captan, del PIB de un país, el 30%, 35%, porque el Estado tiene que satisfacer a sus ciudadanos. Durante tantos años, se tapó esto con una muralla: el veto de una derecha que no entendió. Y al final, realizamos una reforma modestita, en 2005, para sacar los enclaves autoritarios. Esas cosas, son las que en el día de ayer se empezaron a solucionar”, señala.

Esperanzado en el proceso constituyente que comienza, el ex mandatario cree que aún es temprano para evaluar si la solución chilena puede transformarse en un modelo para la región: “No me atrevería a decir que Chile envía un mensaje”, sostiene.

Y agrega, “con mucha humildad, tengo que reconocer que lo que pasó el domingo fue lindo, pero lo del domingo anterior, fue horrible (el incendio de dos Iglesias). ¿Con qué jóvenes me quedo yo? Está clara la opción. Seamos más modestos, no creo que estemos para darle lecciones a ninguna parte. Si la gente quiere inspirarse, prefiero que se inspiren en este domingo y no en el de la semana pasada. Ahora, todo país tiene su realidad y digamos que América Latina no está pasando por un buen momento; los presidentes no hablan entre ellos”.

-¿Qué le preocupa de la situación de nuestra región?

-Para mí era normal tomar un teléfono y hablar con quien quiera que fuera presidente. A lo mejor discrepábamos mucho, pero teníamos un diálogo fluido. Ahora hay presidentes que no se hablan, no puedo entenderlo. A ambos los eligieron sus países, entonces háblense. Vean de qué maneras enfrentamos esta pandemia juntos. ¿Cómo es posible que no hubiese un lugar en Latinoamérica para haber discutido entre nosotros la pandemia? Para no pelearnos los ventiladores mecánicos. Y eso es culpa de nuestros gobiernos, digámoslo francamente.

-¿Y qué le puede decir el proceso chileno a América Latina?

-Ojalá se pueda entender, del plebiscito, que las instituciones son importantes y hay que respetarlas. Y respetarlas quiere decir que hay que hacerlo en todos sus sentidos. No porque ganamos el plebiscito vamos a decir ahora que acortemos el periodo presidencial. No, ayer lo que estábamos votando era un proceso constituyente, no si Piñera lo hace bien o mal. ¿Me entiende? Nos falta más civilidad (en Latinoamérica).

-Sobre la situación chilena, ¿hay espacio para una Constitución de corte populista o ésta tenderá a ser moderada?

-Yo no quiero hablar de constituciones moderadas, sino modernas, acorde al Siglo XXI. Quiero una Constitución donde ningún ciudadano tenga temor: sin temor a la enfermedad porque hay salud; sin temor a la ignorancia porque su hijo va a una escuela digna de tal nombre; una sociedad preparada porque cuando llega la vejez, la vejez está cubierta. Quiero una sociedad con un espíritu solidario. Una donde nos espantemos cuando veamos la desnudes en la que no ha dejado la pandemia respecto del hacinamiento en el que viven los nuestros. Que una cosa es entender que hay que derrotar la pobreza, y ya lo hemos hecho, pero es más que eso, tiene que ver con la dignidad del ser humano.

-¿Cómo viene a solucionar el proceso constitucional ese problema que usted señala?

-Una nueva constitución no resuelve los problemas. Son las políticas económicas, las políticas públicas las que lo hacen. Lo que usted establece (en la Constitución), es una sociedad solidaria, en el sentido de que todos tienen derecho a una igual dignidad. Educación, salud, previsión social, acceso a la cultura, todas esas cosas deben estar en una nueva constitución. Otra cosa es cómo se garantizan esos derechos. Cómo se establecen las medidas y se otorgan los medios para poder garantizar que eso se va llevar a cabo. Bueno, eso es gobernar. Gobernar consiste en saber que, porque ya he avanzado, me van a demandar más y tendré que entregar más.

-Usted se caracteriza por hablar de equilibrios entre democracia, economía y el rol del Estado, ¿es este un desafío en una futura Constitución chilena?

-Estamos insertos en un mundo que llegó a su fin, que es el mundo de la revolución industrial. Y estamos ahora iniciando y descubriendo este otro mundo, que es el de la revolución digital. ¿Cuál va a ser el nuevo paradigma por el que nos vamos a guiar? Para la revolución industrial estaba claro; estaban los trabajadores, estaba la empresa, estaba la oficina, etc… ¿y ahora qué? ¿Ahora vamos a trabajar de la casa a distancia? ¿ahora será la inteligencia artificial la que nos va a resolver buena parte de las demandas o servicios que hay que hacer? Hay un conjunto de desafíos en esta nueva etapa, y por tanto usted va a tener una constitución de características distintas a las del Siglo XX.

Porque, entendámoslo, la democracia surge cuando se inventan los periódicos. Sin periódicos no hay democracia. Ahora todos sabíamos leer y escribir los problemas. Surge por un cambio tecnológico. ¿Cuál es el cambio tecnológico que tenemos entre manos ahora? Estas son las nuevas concepciones que definirán el tipo de constitución que tendremos. Y tendrá que hacerse cargo que la política hoy es mucho más horizontal. Antes era vertical, no solamente en Chile. El banderazo que hacen en Argentina o las chaquetas amarillas, sin líderes, pero ahí está el movimiento fuerte. Entonces creo que el gran desafío es cómo usted hace una Constitución adecuada a estos desafíos de la democracia.

Clarín


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