Elecciones bolivianas, entre autoritarismo y democracia – Por Agustín Zambrana Arze

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Por Agustín Zambrana Arze *

Las elecciones del domingo 20 de octubre serán una dura pugna entre quienes quieren el retorno del modelo socialista/indigenista/populista de Evo Morales (que si bien no es candidato por su partido, el Movimiento al Socialismo, pero ha dirigido la campaña presidencial de Luis Arce Catacora), y los que se le oponen, buscando un cambio de ese modelo.

La salida de Evo Morales Ayma del poder, realizada el 10 de noviembre de 2019 debido a su renuncia, a raíz de los enfrentamientos suscitados por los resultados electorales, declaración de fraude electoral y posterior anulación de las Elecciones Generales del 20 de octubre de 2020, es, apenas, uno de los condimentos electorales que se tiene.

Debe tomarse en cuenta que el punto de partida de todo esto, fue el Referéndum del 21 de febrero de 2016, cuando el 51.3% de los votantes prohibió la modificación del artículo 168 de la Constitución Política del Estado, y, por ende, que Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera no se presenten como Presidente y Vicepresidente del Estado, respectivamente, en las Elecciones 2019. Sin embargo, el 28 de noviembre de 2017, el Tribunal Constitucional Plurinacional, mediante la Sentencia Constitucional Nº 0084/2017, resolvió “aplicar preferentemente” el art. 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos por encima de los arts. 156, 168, 285.II y 288 de la CPE, estableciendo reelecciones indefinidas en los cargos públicos electivos, habilitando a Morales como candidato presidencial pese a la prohibición establecida en el citado referéndum vinculante.

Ahora bien, y en base a toda esa anterior carga social y política, el votante boliviano se encuentra en un nivel extremo de polarización respecto al masismo/antimasismo, y cuya decisión podría no resolverse en las urnas el 20 de octubre, sino en la Segunda Vuelta del 29 de noviembre, claro, refiriéndonos al ambiente democrático. Por supuesto que dejamos de lado a la pandemia por el coronavirus (COVID-19), que no es causante de esta situación, sino que la sacó a relucir.

Esta polarización ha generado características en este proceso electoral, a decir:

  1. Ausencia de difusión de propuestas y/o Programas de Gobierno entre las diversas candidaturas;
  2. Nivel de violencia en las calles y redes sociales, entre los seguidores de diversos partidos;
  3. Planteamiento del “voto útil” o el “voto cruzado” contra el MAS como principal consigna;
  4. Que candidatos opositores al MAS abandonen la carrera electoral ante el escaso apoyo que podrían obtener debido al nivel de polarización, y al voto útil o cruzado;
  5. Búsqueda de dos candidatos rivales del MAS (Carlos de Mesa y Luis Fernando Camacho) de ese voto que es contrario a Morales y al MAS;
  6. Encuestas que han marcado tendencia en la intención del voto.

El 18 de octubre, además del Presidente y Vicepresidente, se elegirán a 36 senadores, 130 diputados y nueve representantes bolivianos ante Organismos Supraestatales, dentro del marco conocido como Elecciones Generales, por lo que la gobernabilidad no pasa solamente por tener un mandatario que sea elegido con buen respaldo, puesto que el sistema boliviano permite elección directa de 70 diputaciones en circunscripciones electorales (63 uninominales y siete indígenas originarios campesinos) y que, de por sí, representan más de 1/3 del Legislativo.

A diferencia de 2009 y 2014, donde Evo Morales ganaba ampliamente y obtenía más de 2/3 del Órgano Legislativo, con absoluto nivel de gobernabilidad asegurada, en 2020 se avizora que ninguna fuerza política tendrá ese respaldo legislativo, por lo que la negociación y acuerdos deberán estar presentes a la hora de realizar acciones urgentes que el país debe encarar, y para lo cual no tendrá los grandes ingresos económicos producto de la venta de recursos naturales.

La Pandemia del COVID-19 desnudó falencias existentes en muchos temas de importancia, como ser salud, educación, reactivación económica y productividad, estabilidad laboral y empleo, por mencionar algunos y que deben ser tratados con suma urgencia por el Gobierno elegido.

Pero, debemos agregar que estas elecciones marcarán lo que es la continuidad del denominado “proceso de cambio” que empezó en 2006 con Evo Morales, o significará el cambio de proceso y encaminar un nuevo sistema. Al final, las urnas hablarán, y esperamos que sea en un ambiente de paz y armonía, evitando repetir los hechos violentos del pasado.

Esa es la encrucijada que vive Bolivia en estos instantes, entre tratar de consolidar un sistema democrático (instaurado ininterrumpidamente desde 1982) o tener un autoritarismo, como los del pasado, que han provocado revueltas populares, renuncias y huidas al exterior de Presidentes. Lo cierto es que Bolivia, merece y requiere urgente un Pacto Social que converja a regiones que hoy sienten que hay cuentas pendientes con el estado central, ideologías, sectores, ciudadanos y demás participantes de la sociedad. Esperemos que así sea.

* Director del bunker, medio radial y de redes sociales de Santa Cruz


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