El ejemplo del Caribe: la integración regional en foco y las relaciones con Cuba – Por Danay Galletti Hernández

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región. Por Danay Galletti Hernández

Cuando la pandemia se hizo oficial, en marzo, la Comunidad del Caribe, más conocida como Caricom, no tardó en actuar. El bloque regional, integrado por 15 Estados miembros y cinco asociados, inmediatamente estableció un observatorio dedicado a evaluar el impacto del coronavirus y las respuestas llevadas a cabo, recuerda a Sputnik Antonio Romero, doctor en Ciencias Económicas y presidente de la Cátedra de Estudios del Caribe Norman Girvan de la Universidad de La Habana.

Allí también se definieron indicadores conjuntos para la seguridad y certificación de las instalaciones turísticas, además de las condiciones básicas necesarias para brindar servicios a los viajeros foráneos. En medio de los esfuerzos concentrados en las consecuencias del COVID-19, también adoptaron medidas para enfrentar la temporada ciclónica, comprendida desde el primero de junio hasta el 30 de noviembre.

Y es que con o sin pandemia, los pequeños países insulares del Caribe han estado siempre vulnerables a los fenómenos asociados al cambio climático y los retos que enfrentan en su camino hacia el desarrollo. Estos temas han sido una preocupación constante en las cumbres de jefes de Estado de la Caricom y no son nada ajenos a los problemas de Cuba, la mayor isla del Caribe.

​El bloque regional creado en 1973 está conformado por Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada, Bahamas, Belice, Guyana, Haití, Jamaica, Montserrat, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Suriname y Trinidad y Tobago. Además, están los miembros asociados: Anguila, Bermudas, Islas Caimán, Islas Vírgenes Británicas e Islas Turcas y Caicos.

A pesar de no integrar la Caricom, las relaciones entre el bloque y el país históricamente embargado por Estados Unidos vienen creciendo desde la primera cumbre entre Cuba y la Caricom, en diciembre de 2002. «Cuba fue el primer país que logró institucionalizar un diálogo al más alto nivel político con las naciones caribeñas. Esos espacios han sido el escenario para discutir, avanzar, proponer y adoptar acuerdos», apunta el profesor titular.

Así es como Cuba se ha hecho presente en el actual panorama de mayor fragilidad con acciones como la colaboración con la Agencia de Manejo de Emergencia de Desastres del Caribe —CDEMA, por sus siglas en inglés— y la transferencia de su modelo de gestión para el control de riesgos a territorios integrantes de la Caricom como República Dominicana, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago.

​A eso se suma la colaboración tras eventos hidrometeorológicos, terremotos y, más recientemente, el enfrentamiento a la COVID-19. Datos emitidos por la Cancillería cubana revelan que, en el mes de agosto, 685 profesionales de la salud de Cuba, pertenecientes al Contingente Internacional Henry Reeve fueron enviados para apoyar el combate a la pandemia en países del Caribe, sobre todo en Santa Lucía, Barbados y Jamaica.

​COVID-19 vs. turismo, importación y remesas

Entre las problemáticas preexistentes que agravaron las consecuencias de la pandemia en la región, Tamarys L. Bahamonde, máster en Economía Regional, señaló a Sputnik los insuficientes recursos naturales, las fragilidades en los sistemas de seguridad social, empleo y salud pública y el escaso desarrollo de la tecnología de la información.

«Muchos de los países dependen de tres esferas económicas para su supervivencia y crecimiento financiero: turismo, importación de commodities, sobre todo combustible, y de las remesas de naciones como: Canadá, Estados Unidos y Reino Unido, [siendo] las dos últimas víctimas de recesiones y disminución de puestos laborales», apunta Bahamonde, doctoranda en Urbanismo y Políticas Públicas por la Universidad de Delaware, en Estados Unidos.

Algunos países de la Caricom, remarca Bahamonde, son islas pequeñas cuya cantidad de habitantes no supera el millón, mientras otros tienen menos de 100.000 habitantes. «Esas características también influyen dentro de la vulnerabilidad, porque al ser territorios demasiado pequeños su alta densidad poblacional se comporta como un factor de riesgo», afirma.

Romero advierte, asimismo, sobre el serio problema de seguridad alimentaria y el alto nivel de endeudamiento, que llevó a algunas naciones a procesos de renegociación y ajustes fiscales con el acompañamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI). «Las dificultades de la deuda pública en muchos países del Caribe insular son superiores a la insostenibilidad que experimentó la deuda soberana en Grecia, Italia, España o Portugal durante los años 2009 y 2010», compara el economista.

Por su parte, Bahamonde indica que «algunos estados deben enfrentar la crisis económica y sanitaria en medio de periodos electorales o situaciones políticas que dificultan el establecimiento de acciones públicas». De igual manera advierte que «si, como se prevé, cae la actividad turística hasta 75%, el PIB de países como Bahamas, golpeado anteriormente por el huracán Dorian, se reducirá en más de 10 puntos porcentuales».

Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), divulgado en agosto último, alerta que el desplome del turismo, entre 57% y 75%, arrastrará a las exportaciones de servicios, principalmente del Caribe, con pérdidas previstas entre los 22.000 y los 28.000 millones de dólares; mientras que el comercio intrarregional mostrará también una fuerte contracción de -23,9%, en especial de manufacturas.

Durante la presentación de ese análisis, la Secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bércena, advirtió sobre la necesidad de profundizar en la integración regional para salir de la crisis en una zona que es hoy foco mundial de la pandemia. «Con pragmatismo, debemos rescatar la visión de un mercado latinoamericano integrado. Además, la región debe reducir costos mediante una logística eficiente, fluida y segura», recalcó.

Economía del Caribe: una asignatura pendiente

Romero observa que el archipiélago antillano considera prioritario el relanzamiento de las relaciones económico-comerciales con sus vecinos caribeños y la actual situación generada por la pandemia ha demostrado la necesidad de ese vínculo.

La asignatura pendiente, a su juicio, es el terreno económico-comercial, «ese sector es el eslabón más débil pues no se han explorado todas las posibilidades y ventajas de la proximidad geográfica y la reducción de los costos de transporte».
En julio de 2000, se estableció el Acuerdo de Comercio y Cooperación Económica entre Cuba y la Caricom, marco normativo para la regulación del vínculo en esas esferas, pero con una limitada agenda de liberalización, enfocada en los bienes. Sin embargo, el convenio no representó un avance significativo y 15 años después de firmado, aún no había entrado en vigor.

«No todos los países de los 15 que conforman la Comunidad lo ratificaron, pues estaba ausente el comercio y exportación de servicios, especialmente, los turísticos. En un segundo protocolo, adoptado en 2017 durante la más reciente cumbre, se incluyeron los servicios turísticos, entretenimiento, viajes, construcción, telecomunicaciones, transporte e informática», argumenta.

En el período 2000-2016, las relaciones económicas recíprocas mostraron niveles casi insignificantes y alta concentración. Los principales exportadores hacia la Mayor de las Antillas fueron Trinidad y Tobago (57%) y Guyana (36%); con la suma de las transacciones comerciales de Jamaica y Belice, el comercio total de la subregión con Cuba alcanzó 95%.

Apunta Romero que el sector privado no consideraba al mercado cubano muy lucrativo a corto plazo, por limitaciones como: problemas en la facilidad de comercio y en la realización de pagos externos en divisas; estructura económica y dualidad monetaria en la Isla y las limitaciones en términos de transporte marítimo y aéreo.

El Caribe centrado en la política exterior

Para Romero, el punto de inflexión y comienzo del fin del aislamiento diplomático de la Revolución Cubana en el hemisferio occidental aconteció el 8 de diciembre de 1972, cuando Guyana, Barbados, Jamaica y Trinidad y Tobago decidieron establecer relaciones con el archipiélago antillano.

Tras un periodo de deterioro (1979-1983), retroceso (1983-1990) y recomposición (1990-1992), acontecimientos como el derrumbe del campo socialista y la Unión Soviética, y el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por Estados Unidos, determinaron que el país transformase su estrategia de inserción internacional y asumiera a América Latina y al Caribe como las áreas de mayor interés dentro de su política exterior.

El Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, Daniel Fernández, en entrevista con Sputnik, asevera que el principio rector de los vínculos entre Cuba y el Caribe es la cooperación Sur-Sur. «Ese tipo de colaboración favorece la independencia económica y el avance hacia el desarrollo; así como, demuestra el alcance de los estados menos favorecidos, desde el respeto mutuo y la voluntad política de sus gobiernos».

Durante las últimas décadas, destacan los analistas, es perceptible una constante colaboración en áreas como la salud, la educación y el deporte. Expresiones de ello son la Misión Milagro, gracias a la cual millones de personas recuperaron la vista de manera gratuita; la Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana, formadora de miles de profesionales de la salud y el programa Yo sí puedo, que permitió erradicar el analfabetismo.

«También los Planes Integrales de Salud en países como Haití, el programa de capacitación Cuba-Caricom para brindarle servicios a pacientes con VIH-SIDA, así como la colaboración con el Centro Regional para niños y jóvenes con discapacidades con sede en Guyana», explica la historiadora Marisleidys Concepción, en declaraciones a Sputnik.

Pie de foto: Cumbre del ALBA- TCP. La Habana, diciembre de 2019. Siete de las naciones que integran el bloque: Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Granada, San Cristóbal y Nieves y Santa Lucía, forman parte también de la Caricom. Foto: Danay Galletti

La Mayor de las Antillas es el único país latinoamericano donde la totalidad de las naciones caribeñas están representadas a nivel de misiones diplomáticas propias. Los estados del Caribe apoyan la demanda de Cuba para poner fin al bloqueo y han estado siempre a su lado en todas las luchas en la arena internacional.

«Para Caricom, las leyes extraterritoriales norteamericanas afectan no solo el desarrollo de Cuba, sino también el de la comunidad. Es una posición compleja para el Caribe pues Estados Unidos les brinda asistencia técnica, ayuda militar y financiera, y constituye el principal destino de las exportaciones del área. Incluso, las relaciones con La Habana sufren limitaciones impuestas por el bloqueo», considera la historiadora.

​De acuerdo con los «Principales resultados de la Política Exterior Cubana en el año 2019», informe divulgado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Cuba contribuyó al fortalecimiento de organizaciones y foros regionales en espacios como la VI Reunión Ministerial CARICOM-Cuba. «En esta última se constató el excelente estado de las relaciones entre los miembros de Caricom y Cuba», argumenta por último el texto.

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