Nodal Cultura Pregunta | Igor Yebra: «Los artistas fuimos los últimos en volver, pero los primeros en volver con público»
El director del Ballet Nacional Sodre de Uruguay dialogó con Nodal Cultura
Por Daniel Cholakian – Nodal CulturaIgor Yebra
es bailarín y coreógrafo. Desde febrero de 2018 está a cargo de la dirección artística del Ballet Nacional Sodre – BNS- de Uruguay. Nacido en Bilbao, ha creado gran cantidad de ballets y ha bailado como solista para compañías en todo el mundo.
Uruguay es uno de los pocos países de la región que mantienen elencos escénicos estables, entre ellos el BNS y la Comedia Nacional, y la relación del público con la danza está muy extendida popularmente.
La reapertura de la sala Eduardo Fabini en el Auditorio Adela Reta del SODRE, la sala más importante del Uruguay, es un evento celebrado en el mundo de la cultura, luego de la suspensión de las actividades por las restricciones sanitarias.
El sábado 19 de septiembre el retorno a este escenario se realizará con una Gran gala de ballet, que incluirá piezas de estreno especialmente creadas y otras que serán ejecutadas por primera vez por el BNS. Como explicó a Nodal Cultura el propio Igor Yebra, el repertorio elegido incluye obras clásicas, modernas y coreografías vinculadas a músicas populares como el tango.
Aun cuando el Ballet Nacional de Uruguay había realizado presentaciones en la sala Nelly Goitiño, con menos butacas y un escenario más pequeño, las mismas se habían realizado en el marco de mayores restricciones sanitarias para la ejecución de piezas. De modo que esta gala es el primer paso hasta el retorno pleno de la danza en Montevideo.
Según Yebra, la sala Goitiño “es un teatro más pequeño y nosotros estábamos en ese momento con el protocolo que indicaba mantener dos metros de distancia y no tocarse, más un número reducido de bailarines en el escenario. Podíamos presentar solos o piezas contemporáneas que se crearon durante la pandemia. Ahora volvemos al auditorio de 1800 localidades, con un escenario que permite grandes producciones”
¿Cómo fueron las primeras sensaciones cuando efectivamente supiste que volvían con la danza a los escenarios en vivo?
En primer lugar, como yo soy de mirar siempre de una manera positiva las cosas, he estado trabajando desde el 12 de marzo con la cabeza en que un día u otro esto tenía que volver. Además, en un país donde ha golpeado de una manera mucho más leve que en el resto de países, esa posibilidad fue mucho más cercana que en otros lugares. Y más cuando veía en otros lugares que la habían pasado muy mal ya lo estaban haciendo. Eso daba unas esperanzas muy abiertas.
Cuando hicimos el primer espectáculo, que fue el 28 de agosto, iba con mucha ilusión caminando hacia el teatro, y me decía “vamos a hacer un espectáculo”. Y tenía ilusión y las ganas que luego veía reflejada también en los bailarines, y también en el mismo público. Yo sé, y se lo digo a todo el mundo que está viviendo esta mala situación, que esto va a pasar. Y todo el mundo remontará y lo que hay que hacer es afrontarlo. Pues eso; lo vivimos con ilusión y con ganas.
Ustedes hicieron ya algunas funciones en la sala Nelly Gotiñio ¿cómo fueron y cuánto sirvió para este re lanzamiento de la temporada en el Sodre?
Es algo diferente, porque es un teatro más pequeño y nosotros estábamos en ese momento con el protocolo que indicaba mantener dos metros de distancia y no tocarse, más un número reducido de bailarines en el escenario. Entonces nos parecía apropiado. Allí también era diferente el protocolo para el distanciamiento del público. En el auditorio podíamos presentar solos o un tipo de programas con piezas contemporáneas que se crearon durante la pandemia. Ahora volvemos al auditorio de 1800 localidades, con un escenario que permite grandes producciones.
Allí terminamos un domingo y al día siguiente recibimos la noticia de que se pasaba una siguiente fase. Una fase un poco un poco extraña, porque si bien te de aconsejaban o te sugerían que es mejor no tener contacto, lo dejaban a la decisión de la dirección artística. De modo que estaban abriendo la puerta, ya que a partir de esto podíamos hacer los espectáculos que estaban programados, aunque sugerían que evitáramos el contacto al máximo.
Hablando con los bailarines decidí que en lugar de dar un salto de gigante, que era pasar de lo que estábamos haciendo a realizar el tranvía (Un tranvía llamado deseo) que era lo próximo que nos quedaba en cartel, y que hubiera significado pasar de un 30 por ciento a un 100 por cien y me parecía un poco una locura, creamos está esta gala. Acá estaremos en un 60 por ciento. Acá habrá 8 parejas que mantienen contacto, que son siempre las mismas y trabajan entre ellos dos. Luego está el resto de la compañía, que si bien no se tocan físicamente, si están prácticamente trabajando uno al lado del otro. Esta es una manera de dar un paso más y no tan grande.
Pero al mismo tiempo también se tomó la decisión de empezar. Y hacemos todo para que los bailarines y todo el mundo que trabaja alrededor de la presentación estuvieran ok. Cada 15 días haremos pues haremos hisopados aleatorios, de la misma manera que están haciendo con los equipos de futbol, para ir llevando un control. Nuestros grupos son muy reducidos y trabajan siempre conjuntamente. Pero el control es un importante, porque no solamente hay que ocuparse del público que viene a las salas, sino que también es bueno pensar en los artistas que se van a subir al escenario. Y también en quienes están detrás de lo que se ve allí.
El ballet tiene una exigencia física muy importante, requiere un entrenamiento y obviamente tiene más riesgo físico que otras artes escénicas. Este retorno debe haber requerido que los artistas deban recuperarse físicamente. ¿Cómo fue el regreso para poder ensayar tranquilos?
La compañía nunca estuvo parada. Esa es una de mis visiones: mantener en todo momento el grupo unido y mantener hábitos y costumbres. A los diez días de que paramos y aunque los bailarines estuvieran en su casa, ya se programaron las clases matutinas, que son obligatorias. Además de la clase por la mañana con el maestro, se enviaban a algún tipo de tareas. Esto era para para no perder tan rápidamente esa forma física. Está claro que no vas a trabajar igual en tu casa o en ese encierro que como trabajas en un estudio, pero eso te ayuda. Ese era el primer objetivo.
El segundo era mantener al grupo unido, mantenernos en contacto, aunque fuera a través de cámaras y zoom. Y en tercer lugar no perder esa costumbre de saber que todos los días a las diez de la mañana tienes una clase y te tienes que levantar para eso. Porque yo pensaba cómo serían esos días hasta que se vuelva al estudio si tú le dejas a la gente que libremente se entrene como quiera, cuando quiera, a la hora que quiera. Porque cuando tienes que volver va a costar mucho más.
La prueba está que cuando se volvió fue duro, pero ya había una unas semillas plantadas. A partir de ahí fue ir poco a poco reconstruyendo ese trabajo. Primero había que trabajar en muchos grupos separados y eso fue difícil para los maestros, pero se iba adquiriendo la forma. Indudablemente no estás en la misma forma que al inicio de temporada, pero te diré que en estos momentos yo veo a los bailarines y te puedo asegurar que aún a un 70 por ciento, la media está muy bien. Esto es un poco lo mismo que ha pasado con los deportes. Si tú ves el futbol, cuando volvieron no tenían la misma la velocidad, pero tampoco es que eran viejecitos que estaban ahí corriendo tras de una pelota.
¿Cómo es el protocolo para el público para esta gala, ya que la sala es realmente importante?
Es grande, pero no es un estadio de fútbol, de modo que es más fácil. Los artistas fuimos los últimos en volver, pero los primeros en volver con público, y eso es de agradecer. Los deportistas volvieron antes, pero están sin público. Nosotros tenemos esa fortuna.
En estos momentos se está habilitado el 30 por ciento de la sala. Así como cuando hicimos los primeros espectáculos había que dejar una fila libre, ahora no, ahora puedes colocar el 30 por ciento de una manera que cada espectador no tenga a nadie ni enfrente ni al lateral. Además tienen que ver todo el espectáculo con la máscara, lógicamente. Deben mantener dos metros de distancia en la entrada y luego a la hora de la salida de la salida, que se hace de una manera escalonada. Por lo tanto yo creo que en un teatro es muy seguro. Tomar un colectivo es mucho más peligroso, ya que acá los colectivos van al cien por cien.
El artista también corre riesgo. La danza implica contacto, sudor, pero pasamos de fase y estamos contentos de que lo hayamos hecho. Nosotros estamos tomando ese paso adelante y sería bueno que el público también lo haga, tomando las precauciones y las medidas que tiene que tener.
¿Cuántos miembros entre artistas, maestros, profesionales, asistentes y técnicos tiene el Ballet?
Al final de cuentas somos cerca de unas 90 personas
Habrá sido un gran momento el reencuentro
Sí, sí, fue un momento, pero también es cierto que fue raro, porque el reencuentro fue paulatino. Se dividió la compañía en pequeños grupos, luego el grupo fue aumentando y aumentando hasta llegar a estar prácticamente todos. Recién en estos días hemos pasado de hacer tres clases, como estábamos hasta hace poco, a hacer solamente dos clases. Desde el viernes pasado la compañía trabaja en esas dos clases, pero hemos llegado a tener hasta ocho clases. O sea que el reencuentro ha sido de a poco, escalonado.
¿Cómo será la gala que presentarán este 19 de septiembre?
Será una gala de celebración. En primer lugar abrimos con el prólogo de La Bella Durmiente con la escenografía y todos los bailarines sobre el escenario. En el prólogo prácticamente no hay contacto, el poquito contacto que había lo hemos cambiado para que no exista. Será como ver el prólogo de La Bella tal cual es en un espectáculo normal. El público ni se va a dar cuenta de que ese contacto no existe. Es una manera de abrir con lo que es el lenguaje propio y natural de la compañía, el ballet clásico, que es lo que nuestro público nos pide.
Después vamos a presentar el Adagietto de Oscar Araiz, que es una obra que perdurará ya en el tiempo. Grandísimos bailarines lo han bailado en todo el mundo. Seguido tendremos una pieza nueva de Francesco Ventriglia, que ha sido mi mano derecha y la creó para los bailarines. Se llama Intake y es un estreno. Es interesante que también en estos momentos podamos estrenar obras. Parece increíble.
También haremos una suite del Quijote del Plata, obra que estrenó el ballet en el 2018 y es una pieza clásica y festiva. Seguido va el paso a dos de Mauricio Wainrot sobre el concierto N° 1 de Chopin, que es la primera vez que lo va a bailar nuestra compañía. También estreno para la compañía será una coreografía mía, un solo para un hombre con la música de La muerte del cisne. Y para cerrar presentamos una obra propia que se llama Encuentros, que fue hecha para los 100 años de La Cumparsita. Digamos que tendremos un paso por el clásico, lo actual y lo propio.
Y lo que tiene bonito, tanto conozcan a Araiz, como a Wainrot, como con Francesco, que está en Australia desde que empezó toda esta locura, es que hemos trabajado vía zoom. Hemos montado las obras así. Yo los he podido montar porque los conocía, pero luego los hemos trabajado con ellos desde la distancia. Hemos hecho la prueba de vestuario también vía zoom. Entonces me parece que es un modelo de trabajo que, aunque se utilizado por estas circunstancias, no creo que vaya a desaparecer. Yo creo que es bueno y que deberá de seguir, adaptado, midiendo los tiempos y de qué manera, pero lo veo como una ventaja. Nosotros estrenamos tres obras gracias a esto. Si no lo hubiéramos tenido, no las hubiéramos podido estrenar. Me parece que es algo que hay, que hay que seguir explotando e indagando.
Me siento orgulloso de que hayamos trabajado así y de poder estrenar estas obras. Si no hubiéramos tenido los coreógrafos o me hubieran dicho “mira yo no puedo dar esa supervisión final”, no se hubiera podido hacer. Les agradezco que tuvieran la confianza en mí para montarlas en un inicio, y que ellos aceptaran tener la supervisión final y dar esos toques y detalles que sólo ellos los pueden dar.
Y es muy importante para los bailarines también. Poder hacer eso en un momento así ha sido muy bonito y está siendo muy bonito, porque además te das cuenta de que lo hacen con unas ganas y una ilusión increíble, porque es gente que está en su casa y que no puede salir. Entonces de repente están ahí, en su casa, sentados en la silla, y ven a Oscar, a Mauricio o a Francesco desde Australia. Entonces lo dan todo y todavía más que si estuvieran en el salón.
Estamos en la semana del centenario de Benedetti. Ustedes tenían pensado este año estrenar La Tregua ¿en qué quedó ese proyecto?
No es que la teníamos pensado, es que la vamos a hacer (risas)
¿Y además de esa versión que otras obras tienen programadas?
Nosotros estamos manteniendo las fechas que teníamos. Los tres títulos previos cayeron porque cayeron las fechas y ahora nos quedaban dos fechas, y la seguimos manteniendo. Lo que hicimos fue hacer un movimiento de títulos. Y me dijeron que podía mantenerlo, me dieron el ok, entonces lo mantenemos. Porque La tregua tiene que estar este año. El centenario de Benedetti no volverá a ocurrir en la vida y en la historia. Por lo tanto, hay que hay que hacerlo.
Y jugamos con la ventaja de que a mí me gusta que las cosas se hagan con tiempo, porque soy de esos que creen que los ballets que perduran muchas veces se han construido con mucho tiempo y este se lleva cocinando desde el 2018. Antes de empezar la pandemia ya había un poquito más de un 50% de la coreografía que estaba ejecutada. A nivel musical, escenografía, vestuario, también había una buena parte ya ejecutada. Por lo tanto, ahora retomamos en tiempos prácticamente normales. Si hubiéramos seguido el calendario normal en octubre estaríamos recién regresando de una gira por Argentina, con lo cual estamos en tiempo y lo vamos a hacer antes incluso. Ahora, si de repente hay una recaída y debemos dar un paso atrás, eso será otra cosa. Pero en tiempo, vamos bien. Yo creo que para Benedetti, para quien conozca a Benedetti y su obra, que este centenario haya pasado durante esta pandemia no nos deberían ir sorprender.