Argentina | Ministro Salvarezza: «La Universidad es clave en el proceso de creación del conocimiento”

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“La Universidad es clave en el proceso de creación del conocimiento”

La aparición de la pandemia del COVID-19 puso el foco en el desarrollo de la ciencia y su capacidad para enfrentar los desafíos de la nueva enfermedad. A nivel local, surgieron proyectos de universidades públicas y del CONICET que representaron un aporte significativo. El contexto generado por el coronavirus “creó la oportunidad de mostrar a la ciencia nacional como antes no se podía”, destaca el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza.

Doctor en bioquímica, ex diputado nacional y ex titular del CONICET, Salvarezza sostiene que su gestión al frente de la cartera científica se apoya en cuatro ejes: la articulación de los sistemas tecnológicos, la difusión del conocimiento, la federalización de la ciencia y el ejercicio de esta última con perspectiva de género.

En una entrevista concedida al Suplemento Universidad, el ministro subraya que las instituciones de enseñanza superior juegan un papel fundamental en la puesta en práctica de esta estrategia.

– Hace poco mencionó que iba a invertir 745 millones de pesos en laboratorios y habló de saldar una deuda con la comunidad científica, ¿por qué?

– Hablaba de deuda en el sentido de que estuvimos cuatro años donde hubo un desfinanciamiento por parte del gobierno de Mauricio Macri. Y está muy claro con estos 745 millones, de los cuales 700 correspondían a una convocatoria de equipamiento para 212 proyectos que estaban vigentes. Se contaban con los fondos para este programa, para esta convocatoria que fue llamada y cuyos proyectos habían recibido la noticia de que habían ganado, pero que al final nunca recibieron la inversión.

Por eso resarcir la deuda. Hace cuatro años se hizo la convocatoria y la verdad es que en ese tiempo no se compró nada. Y nosotros encontramos en este momento crítico, con un Estado complicado con las finanzas, algunas herramientas de crédito internacional que no habían sido utilizadas.

-¿Cómo afectó la pandemia el desarrollo de la ciencia nacional?

-Es una gran oportunidad. Hay que retomar la senda 2003-2015, que son los años en donde la ciencia argentina creció; donde pasamos de tener 1,4 investigadores cada 1.000 habitantes de la población económicamente activa a tener 3 investigadores cada 1.000 habitantes. Y aparte pasamos de invertir 0,46 por ciento de un PBI que era de 200 mil millones de dólares a invertir 0,75 de un PBI que era 600 mil millones.

En ese momento hubo un crecimiento de la ciencia, aumentó el número de los investigadores y el INTA, el INTI, el CONICET y la Comisión Nacional de Energía Atómica multiplicaron por cuatro en millones de dólares el presupuesto que se les asignó tomando como base el 2003.

Luego, la ciencia enfrentó el periodo 2015-2019 y el decrecimiento fue evidente. Terminamos con 2,5 investigadores cada 1.000 habitantes. Perdimos participación en el PBI, pasamos a tener el 0,5 por ciento de un PBI que apenas arañaba los 500 mil millones. Es decir, perdimos 1.000 millones de dólares de inversión. Ahora llega el gobierno de Alberto Fernández y se vuelve a poner la ciencia como uno de los ejes principales para el desarrollo del país.

Es una cosa que es casi obvia, porque uno mira el mundo y se da cuenta de que los países desarrollados son los que utilizan la economía del conocimiento.

– ¿Cree que la situación que generó el COVID-19 aceleró la inversión en ciencia?

– Antes de la pandemia hubo gestos importantes como incrementar las becas, aumentar el monto y los ingresos a la carrera del CONICET, y también hubo un aumento del 25 por ciento en el presupuesto para Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT). Hubo gestos concretos con esta idea de subir escalones, porque 1.000 millones de dólares no los reponés de un día para el otro.

La pandemia pone de relieve el rol de la ciencia en el mundo, porque enfrentar un virus que no conocés requiere justamente del conocimiento. Creo que la sociedad global ha visto cómo los laboratorios se convierten en un lugar donde está la solución de distintos problemas. La pandemia creó la oportunidad de mostrar a la ciencia como antes no se podía. Hay dos condimentos en esta situación: la decisión política de retornar a este camino 2003-2015 y la pandemia, para que la sociedad rescate a la ciencia como elemento fundamental.

EL ROL DE LAS UNIVERSIDADES

– ¿Cuál es la importancia que tiene la universidad pública en la actualidad para el desarrollo de la ciencia?

– La Universidad es clave en todo el proceso de creación de conocimiento. Tenemos distintos organismos de ciencia, y el más conocido es el CONICET, donde la mayoría de sus investigadores son docentes universitarios.

Durante la pandemia, hicimos distintos llamados desde la Agencia de Promoción Científica para conocer diferentes proyectos para combatir el coronavirus. Los elegidos recibían 6 millones de pesos, y 18 universidades ganaron, muchas de ellas más de uno. Después hicimos otra convocatoria dentro del marco COVID Federal para resolver problemas dentro de territorios y fortalecer el vínculo con sus universidades. Ahí hubo 45 instituciones que ganaron proyectos, y cada una se llevó 1 millón de pesos por cada iniciativa.

– ¿En esta política está contemplada la inversión en universidades más chicas?

– Varias de las que ganaron proyectos son del interior del país, más pequeñas. Además, dimos dos subsidios institucionales. Le dimos a la Universidad de Chilecito y a la Universidad de Quilmes equipamiento para enfrentar la pandemia, eso en el marco del fortalecimiento institucional. Hoy Chilecito es una universidad de La Rioja que no es la que tiene sede en la Capital y sin embargo la hemos fortalecido para que tenga la posibilidad de diagnosticar no sólo coronavirus, sino también el dengue y el zika.

– ¿Qué tan lejos está la ciencia nacional de ser autosuficiente?

– En Argentina somos capaces de crear reactores nucleares y de venderlos a Europa. Fuimos capaces de fabricar satélites. En agosto vamos a poner en órbita al Saocom 1B. Somos capaces de crear nuestras semillas como lo están haciendo la Universidad del Litoral y el CONICET. Hay capacidades para hacer tecnología y eso es importante. Ahora, con un satélite uno tiene que comprar partes de proveedores internacionales, pero uno tiene que implementar la tecnología y dominarla para sustituir piezas en caso de que algún proveedor no te las dé. Así se crea una cadena propia de proveedores.

Acá se puede hacer cualquier tipo de radar. Sólo tres países hicieron un radar de observación como el del Saocom 1B. Eso es el dominio de la tecnología. Nosotros tratamos de que toda la tecnología que desarrollemos no solo la patentemos, sino que tengan el mayor grado de integración nacional, que la mayor parte sea fabricada en el país.

– Ahí el rol clave es el de las PyMES…

– Sin dudas. Para el caso del suero equino hiperinmune hubo cinco entidades trabajando juntas. Dos son empresas de base tecnológicas (una es una PyME como Inmunova) y las otras tres son instituciones, siendo una la Universidad de San Martín. En el caso del Ela Chemstrip hubo otro conglomerado con la UNSAM, la UNQ y las empresas Productos Bio-Tecnológicos y Chemtest.

– ¿Se podría decir que es una red de trabajo?

– Exacto. Ahí te das cuenta de cómo está funcionando y eso es algo que te deja la pandemia. En 2015 habíamos hecho crecer el sistema, pero teníamos algunos desafíos importantes. Uno era la articulación de sistemas y otro la transferencia de conocimiento. O sea, llegar a productos reales y llegar al mercado. La pandemia nos permitió hacer eso.

CIENCIA Y NUEVA NORMALIDAD

– ¿Cómo visualiza a la ciencia en la pospandemia?

– Veo dos fases que vamos a estar trabajando en forma transversal con otros ministerios. Un aspecto es el de la pobreza y el hambre. Vamos a trabajar con la misma visión que hicimos con la pandemia, la de instalar proyectos que den resultados rápidamente. Y otro aspecto es la minería, de fortalecer a las pymes con nuevas tecnologías y de trabajar con recursos no convencionales.

Vamos a trabajar minería con dos ministerios más, con el de Ambiente y el de Producción. Lo mismo cuando trabajemos con Agricultura. En 2019 vino la ola del ambiente. Tenemos que producir, pero tenemos que ver cómo lo hacemos, usando la tecnología y los recursos adecuados.

– ¿Hay un plan para trabajar en iniciativas teniendo en cuenta el antecedente de la pandemia?

– Nosotros nos incorporamos al tema minero no sólo por el tema tecnológico, sino porque nosotros, a partir de las universidades y de los organismos de ciencia que tienen un crédito social muy importante, podemos ser garantes de que se vaya a cuidar el medio ambiente. Aquí la ciencia tiene un papel fundamental con datos y tecnología para que, en estas cuestiones donde hay que tener licencia social para que esto se pueda aplicar, la presencia de la Universidad y los científicos pueda garantizar la difusión del conocimiento al respecto.

– ¿Qué otro objetivo tiene la ciencia argentina ahora?

– Buscamos la federalización, poder compartir con el resto del país el recurso desarrollado. Hay que apuntar a fortalecer el sistema de ciencias provinciales. De hecho, el COFECYT es un organismo donde las provincias interactúan con el Ministerio para realizar políticas para todas las provincias. Justamente la convocatoria donde participaron las 45 universidades vino del COFECYT.

También el otro punto es género. Argentina en el mundo tiene la mayor cantidad de participación de las mujeres. Sin embargo, sigue habiendo barreras de género, fundamentalmente en el acceso a los cargos jerárquicos. Buscamos que las políticas de evaluación y de subsidio no queden concentradas mayoritariamente en varones y que no haya ningún tipo de violencia.

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