Uruguay: Viraje y alineamiento en materia de política exterior de la Alianza Multicolor – Por Roberto Chiazzaro
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Roberto Chiazzaro(*), especial para NODAL
El nuevo gobierno, instalado a partir de mes de marzo, constituido por una Alianza interpartidaria, denominada Multicolor, ha sido muy claro en cuanto a su orientación de neto corte neoliberal y conservador. Una vez electo, se hizo visible la voluntad presidencial de alinear y subordinar la política exterior del Uruguay a las aspiraciones e intereses de Estados Unidos, en su intento de recuperar su hegemonía, sensiblemente disminuida, en América Latina.
La Alianza elaboró un documento en el cual consignaba los acuerdos alcanzados entre los socios, del cual destacamos el apartado numero 5, titulado ‘’ Inserción Internacional, abrir mercados y hacer alianzas’’, lo cual evidencia una postura economicista,en lo que respecta a la política exterior.
En el mencionado apartado se afirma que ‘’Se hace necesario instaurar una política exterior basada en los principios tradicionales del Uruguay y en la satisfacción del interés nacional, y no en afinidades o antipatías ideológicas con los gobiernos de turno en otros países’’.
Esta afirmación implica una critica a la gestión del Frente Amplio en sus 15 años de gobierno, que no se condice con la realidad. A partir de estas definiciones, el Presidente fue asumiendo una serie de medidas que implican un profundo viraje ,en lo relativo a la política exterior instrumentada por los gobiernos del Frente Amplio.
A principios de diciembre, en una extensa entrevista, Lacalle Pou manifestó su desacuerdo con los Gobiernos del FA en lo que respeta a su relacionamiento con Venezuela, declarando enfáticamente que condenaba al gobierno “dictatorial” de Maduro. Asimismo tomó la determinación de abandonar inmediatamente el Mecanismo de Montevideo.
El 20 de diciembre, se reunió con el Embajador de Estados Unidos, Kenneth George, el cual públicamente manifestó la disposición de su gobierno a negociar, bilateralmente, un Tratado de Libre Comercio con Uruguay. A posteriori de este encuentro, se puso en contacto con el Secretario de Estado, Mike Pompeo, para proponerle la negociación de un TLC, ya sea bilateralmente o a través del Mercosur.
A fines de enero, Lacalle Pou y el entonces canciller Ernesto Talvi, recibieron en Montevideo al Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, David Hale, con el cual conversaron sobre las crisis políticas internas en Venezuela y Bolivia. Asimismo,intercambiaron opiniones sobre el inminente inicio de conversaciones para concreta run TLC bilateral con Uruguay o conel Mercosur.
En el marco de estas conversaciones Talvi manifiestó su visión sobre un futuro Mercosur, moderno y flexible, manifestando la necesidad de impulsar con tal fin una modificación de la normativa mercosureña,que permita la celebración de tratados, a cada uno de los miembros, con terceros estados, sin que ello implique el visto bueno del resto de los socios del Acuerdo.
Sintetizando, la aspiración del gobierno implica el abandono de la Unión Aduanera, retrocediendo hacia una Zona de Libre Comercio .El 11 de febrero, Lacalle Pou toma una decisión extremadamente radical. En efecto, decide no invitar a los presidentes Miguel Diaz Canel, de Cuba, Daniel Ortega, de Nicaraguay, Nicolás Maduro de Venezuela, a la ceremonia de su asunción. A su vez invita a la Presidenta de facto de Bolivia, Jeanine Añez.
Al respecto manifiestó no estar dispuesto a que en la ceremonia de asunción esté presente el dictador Maduro. A su vez señaló que esa fue una decisión personal, y que se hacía cargo de la misma, anunciando así que su gobierno tendría un inminente carácter presidencialista.
Una vez asumida la Presidencia, Lacalle Pou tomó una serie de mediadas que reafirman, contundentemente su postura ideológica y que buscan sellar su tácita alianza con el gobierno de Estados Unidos, y con los gobiernos de orientación neoliberal y conservador de América Latina.
El 10 de marzo se anunció el retiro de Uruguay de la Unasur y la permanencia en el TIAR, dejando de lado la iniciativa del gobierno frenteamplista, el cual había iniciado gestiones para abandonar ese anacrónico e inútil Acuerdo belicista. El 13 de marzo se dio a conocer el retirode Uruguay de Telesur y del Banco del Sur.
El 20 de marzo, en el seno de la Asamblea General de la OEA, en Washington, con motivo de la elección de su Secretario General, Uruguay dio su voto a la reelección de Luis Almagro, coincidiendo una vez más con los intereses de Estados Unidos en la región. El 4 de abril, la Cancillería comunicó su beneplácito ante la propuesta presentada por Mike Pompeo, la cual procuraba lograr una salida política, de forma gradual,y con elecciones libres, a la crisis por la cual atraviesa Venezuela.
Por otra parte se indicó que Uruguay seguirá trabajando con los integrantes del Grupo de Contacto Internacional, en la búsqueda de una solución política y duradera por vías pacificas., la cual no tuvo éxito. El 6 de junio, el canciller Ernesto Talvi brindó una conferencia de prensa. Al ser interrogado sobre si él consideraba que el régimen venezolano constituía una dictadura, respondió que no correspondía, que en el ejercicio de su investidura, utilizase ese término, independientemente de su postura personal, la cual era por todos conocida.
El Canciller buscaba lograr una salida diplomática a la crisis, por tal motivo ,entendía que debía mantener una postura neutral, entre las partes en conflicto. Esta definición del Canciller generó mucha tensión en el seno de la Alianza Multicolor yespecialmente
con el Presidente, por lo cual,en una reunión llevada a cabo entre ambos, se acordó que en un futuro no lejano, dejaría su cargo, pasando a asumir, desde su banca,en el Senado, el liderazgo de su sector político.
En un breve lapso se generó otro entredicho entre el Presidente y su Canciller. En setiembre se procederá a elegir al nuevo Presidente del BID, y ante tal inminencia algunos de los países miembros del Organismo, elevaron los nombres de sus eventuales candidatos. Sorpresivamente, el gobierno de Estados Unidos, decidió presentar un candidato propio, Mauricio Claver Calone, para ocupar la Presidencia del BID.
Esta decisión es, por cierto, una jugada muy fuerte llevada a cabo por el gobierno de Estados Unidos. Esta es la primera vez que manifiesta su interés por acceder a la Presidencia del BID. Se deja así de lado, una norma, no escrita, por la cual, ese cargo, siempre ha surgido de un candidato latinoamericano. El candidato propuesto, Claver Calone, es un cubano-americano, que actualmente se desempeña como Director para América Latina, en el Consejo de Seguridad Nacional.
Claver Calone es considerado como uno de los principales consejeros del Presidente Trump en temas de la región, sobre todo en las relaciones bilaterales conflictivas con Cuba y Venezuela. El Departamento de Estado fundamentó esta cuestionada decisión, argumentando que Claver Calone posee los atributos para colaborar con América Latina y el Caribe, para superarlos efectos del Covid 19, el cual amenaza con desatar una de las peores pandemias económico-sociales que deberá afrontar la región.
A medidados de junio los ministerios de Economia y Finanzas y de Relaciones Exteriores, comunicaron su apoyo a la candidatura de Claver Calone a la presidencia del BID, decisión poco inteligente la de la Presidencia, desmesurado apresuramiento por satisfacer los deseos de Donald Trump, cuando todo indica que no resultará reelecto Presidente de los Estados Unidos.
Un razonamiento similar fue recientemente expresado por la Unión Europea, la cual ha propuesto posponer la elección del nuevo Presidente del BID. La UE no está de acuerdo en que un estadounidense esté al frente de la jefatura del BID, y romper ásí una tradición que reserva ese sillón para un latinoamericano. La UE entiende oportuno celebrar ese proceso electoral en marzo del 2021, cuando ya se hayan llevado a cabo las presidenciales de noviembre en los Estados Unidos.
Oportunamente, el canciller Talvi hizo saber, públicamente, su disconformidad con la decisión adoptada por el gobierno, la cual alinea a Uruguay con un bloque de paises sudamericanos que apoyan a Claver Calone, como Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia y Paraguay. Estos desencuentros suscitados entre el Presidente y su Canciller,condujeron a que se hiciese efectiva la solicitud de renuncia.
Resulta difícil recordar a lo largo de la historia uruguaya, un caso similar al del canciller Talvi , el cual sólo estuvo al frente de la Cancillería por un lapso de cuatro meses. Sin lugar a dudas, los hechos descriptos precedentemente avalan el titulo de este articulo:el Gobierno de la Alianza Multicolor ha hecho que el Uruguay experimente un giro extremadamente pronunciado, en materia de Política Exterior.
El embajador Francisco Bustillo, miembro del Partido Nacional, fue el elegido para sustituir al excanciller Talvi. Una vez investido manifestó que considera que el gobierno de Maduro debe ser caracterizado como una dictadura. Sin embargo entiende que, el gobierno de la presidenta de facto de Bolivia, impuesta en su cargo por el Ejercito de su pais, está “en un proceso electoral en aras de recuperar la democracia en todo su esplendor’’
Las palabras del novel Canciller recibieron una respuesta de Jorge Arreaza, canciller de Venezuela, quien entre otros conceptos manifestó: ‘’evite ideologizar la política exterior de su país por afinidades ideológicas’’.
Se ha dejado de lado la política exterior instrumentada por los gobiernos del Frente Amplio, la cual, en todo momento veló por la soberanía de la nación, y que fue llevada a cabo con absoluta independencia y autonomía.
Por el contrario, a lo largo del primer cuatrimestre del gobierno conducido por Lacalle Pou, se puede constatar un alineamiento y subordinación a las política implementada por el gobierno de Estados Unidos, el cual, aplicando los preceptos de la Doctrina Monroe, busca recuperar su hegemonía en Latinoamérica, la cual aceleradamente está siendo desplazada por la presencia de China en la región.
En el marco de un enfrentamiento entre las dos principales potencias, Estados Unidos y la Republica Popular China, resulta sumamente riesgoso hacer una apuesta por la primera, que a la fecha está soportando una triple crisis, sanitaria, económica y racial.
Hay que estar atentos a los resultados de las presidenciales de noviembre en EEUU, las cuales auguran una derrota de Trump y que seguramente impliquen cambios en la política exterior de esa nación.
Lo indicado es mantener una política de equilibrio, ya que si bien para este gobierno resulta tentador la celebración de un TLC con EEUU, no es menos cierto que, desde hace ya un buen tiempo, China se ha constituido en el principal destino de la producción exportable uruguaya y uno de los principales inversores en el país.
Durante los Gobiernos del Frente Amplio, se logró que Uruguay ocupase un lugar privilegiado en el futuro trazado de la Ruta de la Seda. Esta postura que ha asumido la Alianza Multicolor obstaculiza la posibilidad de mantener una política equilibrada entre ambos polos y, por el contrario, facilita la eventualidad de que se menoscabe el ejercicio de nuestra soberanía nacional.
El aumento y radicalización de este enfrentamiento bipolar y el lineamiento incondicional de la política exterior con los intereses de EEUU, será, sin dudas, sumamente perjudicial para los intereses de l Uruguay.
(*) Historiador, fue diputado nacional y hoy es Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Socialista de Uruguay.