Guatemala: sepultan a decenas de muertos por Covid-19 sin identificar

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Nadie acudió a reclamarlos. No tuvieron velas, flores, ni tampoco una plegaria final de sus familiares. Más de sesenta personas que murieron por el nuevo coronavirus en Guatemala han sido enterradas sin identificar.

Los hospitales guatemaltecos dicen que han tenido que sepultar a docenas de víctimas de COVID-19 en esas circunstancias. Uno de los más grandes está creando archivos y haciendo fotografías de algunos pacientes que llegan solos y demasiados enfermos para dar sus datos personales. También están colocando los cadáveres sin identificar en bolsas negras selladas con un espacio transparente a la altura del rostro en caso de que lleguen finalmente los familiares a buscarlos.

El protocolo de salud pública establece que si una persona fallece en una pandemia debe ser sepultado a lo sumo luego de seis horas de su muerte, lo que complica la situación.

Hasta el miércoles, las autoridades de salud guatemaltecas registraban 47.605 casos y 1.835 fallecidos.

La primera víctima de COVID-19 en ser enterrada en una de las fosas solamente identificada con un número fue una mujer de aproximadamente 26 años. Murió el 25 de abril en el hospital San Juan de Dios a causa de la infección y el mismo día fue sepultada solo con la identificación “XX”.

Byron Fuentes, director del la Dirección de Administración de Cementerios Públicos del Ministerio de Salud Pública, dijo que hasta ahora nadie ha reclamado a ninguno de los 41 hombres y 22 mujeres enterradas como “XX”.

Fuentes explicó que el 40% de los 60 cadáveres registrados como “XX” llegaron al San Juan de Dios y el resto a los hospitales Roosevelt, Temporal del Parque de la Industria y Hospital de Villa Nueva, todos adecuados para atender pacientes con coronavirus.

El Hospital General San Juan de Dios declinó comentar sobre el trato de los fallecidos sin identificar sin una carta formal.

En el Hospital Roosevelt, el jefe de patologías Luis Chávez dijo que buscan formas para que familiares puedan identificar eventualmente en el futuro a algún fallecido.

“Se entierran así (como XX) luego de agotar todos los medios, llamadas, mensajes, y si no han aparecido familiares”, explicó.

Agregó que empezaron a usar las bolsas con ventanas con la esperanza de que los familiares llegaran en cualquier momento antes de ser enterrados y tuvieran la oportunidad de identificar a alguno porque por razones de salud las bolsas no pueden abrirse.

“Tuvimos hace unas semanas el caso de una persona que llegó en un taxi. Era una mujer, la ingresaron al hospital y falleció. Esta mujer fue llevada a la morgue como ‘XX’. Nosotros rompimos el protocolo para esperar a algún familiar», contó.

El cuerpo de la mujer fue metido en una de estas bolsas y a través del espacio transparente se le hizo un fotografía con la cual la familia pudo identificarla, dijo el galeno.

El patólogo refirió que han adecuado un contenedor frío para guardar por algunas horas más algunos cuerpos cuando las familias no pueden llegar dentro de las seis horas que establece el protocolo para reclamarlos con todas las medidas sanitarias.

Para identificar a una persona, el hospital podría extraer las huellas de la persona fallecida y hacer un cotejo con el Registro Nacional de las Personas (Renap), pero la vocera Heydi Melgar aseguró que la institución sólo hace identificaciones con orden de un juez y por requerimientos de la fiscalía y medicina forense.

The Associated Press tuvo acceso a un acta de defunción emitida por el Renap de una persona enterrada como “XX”. Se trataba de una mujer de 52 años, según el registro. En el espacio donde debe aparecer su nombre y apellido colocaron “-XX XX, XX XX-”, en género: femenino, en su estado civil y profesión: No consta. La causa de su muerte fue síndrome de distrés respiratorio agudo y COVID-19.

Según el acta de defunción, la mujer murió en el Hospital General San Juan de Dios el 14 de abril y fue enterrada al día siguiente en la sepultura número 10, ubicada en una planicie rodeada de árboles altos y verdes, del cementerio la Verbena, el único autorizado en la capital guatemalteca para este tipo de entierros.

En el futuro, la posibilidad de identificar los cadáveres será más difícil, pues por ser una pandemia no se podrían desenterrar, insistió Chávez. La ley guatemalteca establece exhumaciones por orden de juez, pero por tratarse de una situación como ésta, el proceso no sólo se complicaría sino que podría ser algo de alto riesgo.

Las autoridades estiman una edad, registran el sexo y el hospital donde llegaron los enfermos. Los familiares tendrían que proporcionar información que coincida con esos detalles limitados, dijo Fuentes. Incluso así la confirmación sería complicada.

“Desde que comenzamos a enterrar no hemos recibido ninguna solicitud de nadie que busque a su familiar”, afirmó Fuentes.

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