América Latina frente al COVID-19 – Por Bernardo Quinn y Luis Huete

AFP / Cesar Von Bancels
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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Bernardo Quinn(*) y Luis Huete(**)

Ahora que la pandemia ha llegado con fuerza a la región, en este texto se plantean algunas soluciones a su mayor vulnerabilidad.

La pandemia del COVID-19 ha afectado al mundo entero de una manera sin precedentes. Las economías emergentes, entre las que se encuentra Latinoamérica, son más vulnerables a la enfermedad y por ello pueden verse afectadas de manera singularmente negativa.

La región tiene una serie de características que la hacen más vulnerable social y económicamente a la pandemia. Este documento analiza esas características, así como las posibles soluciones para revertir el impacto potencialmente negativo de la crisis en la región.

¿Qué hace más vulnerable a Latinoamérica?

Las cuestiones que dificultan la gestión social y económica de la pandemia en América Latina son las siguientes

1. Un sistema sanitario deficitario

El sistema sanitario público es precario en la mayoría de los países. La población que lo puede costear hace uso del sistema sanitario privado ya que el sistema público carece de la infraestructura y recursos para dar un buen servicio. El sistema público no dispone de una cantidad suficiente de médicos, enfermeros, hospitales, camas en cuidados intensivos, ventiladores, ni pruebas para diagnosticar la enfermedad.

La sanidad pública no podrá hacer frente a la pandemia si los contagios se descontrolan.

2. Porcentajes altos de pobreza y de vivienda precaria

La región tiene un porcentaje elevado de la población bajo los umbrales mínimos de pobreza. Ello conlleva vivir en condiciones poco aptas para una buena salud y condiciones en la vivienda que incrementan el riesgo de posibles contagios y dificultan el confinamiento.

Los asentamientos informales, tan frecuentes en Latinoamérica, se caracterizan por una densa proliferación de viviendas precarias; es el caso de las favelas en Brasil, villas en Argentina, cantegriles en Uruguay, tugurios en Costa Rica y Colombia, poblaciones callampas en Chile, ranchos en Venezuela, y pueblos jóvenes en Perú.

La densidad y precariedad de la vivienda representan un reto muy complejo para ejecutar el confinamiento que proponen los organismos sanitarios.

Además, los gobiernos no tienen un acceso fácil a las personas que viven en estos asentamientos. En algunos casos no se conoce la cantidad de gente que reside allí por falta de registro. Para llegar físicamente a esas personas se utilizan organizaciones sociales y otros mecanismos de asistencialismo que muchas veces ocultan esquemas de corrupción.

3. Una mayor duración del confinamiento

La crisis del COVID-19 comenzó en China y fue 19 comenzó en China y fue extendiéndose hacia el oeste. En este sentido, extendiéndose hacia el oeste. En este sentido, muchos países en Latinoamérica han tenido la oportunidad de anticiparse y aprender de las oportunidad de anticiparse y aprender de las mejores prácticas de otros países donde el brote surgió con anterioridad.

Es posible que el confinamiento en la región dure más que en otras regiones del mundo, con la consiguiente repercusión negativa en la economía, por dos motivos:

· La entrada de una parte importante de la región en el invierno, donde las temperaturas bajas favorecen la la permanencia del virus.

· La región no ha alcanzado el pico de la curva todavía. En cambio, Asia y Europa ya comenzaron los procesos de desconfinamiento y vuelta a la normalidad.

Un posible rebrote del virus (si se confirma una segunda o tercera ola como ocurría hace un siglo) agravaría aún más esta situación.

4. Un menor grado de digitalización

Latinoamérica está por detrás de otras partes del mundo en digitalización de la clase media y de la administración pública. En parte motivado por el menor coste de la mano de obra, pero también por la ausencia de instituciones que impulsen la digitalización de capas importantes de la sociedad.

5. Más informalidad en la economía y menor bancarización

Una parte importante de la población aún no dispone de cuenta bancaria y, como consecuencia, no tiene digitalizada la gestión de los pagos de sus servicios. Es muy frecuente la existencia de cadenas de quioscos que se han especializado en la cobranza de estos servicios públicos (telecomunicaciones, luz, gas, agua corriente, TV cable, entre otros).

En un contexto de confinamiento, las empresas con servicios estables se han visto perjudicadas por la falta de cobranza de sus servicios, cosa que no ocurre en aquellas economías donde el pago se hace a través de cuenta corriente y de forma automática.

La existencia de una economía informal muy elevada aumenta el uso de monedas y billetes con el consiguiente riesgo de que se conviertan en una fuente de contagios.

En la informalidad no existe el ahorro o es mínimo. Una consecuencia de ello es que las personas no pueden quedarse confinadas ya que tienen que seguir haciendo trabajos esporádicos para sobrevivir y mantener a sus familias.

6. Menor ancho de banda

La mayoría de los países en Latinoamérica están comenzando el ciclo de despliegue de las redes de banda ancha avanzado, ciclo ya concluido en la mayor parte de los países occidentales desarrollados.

En el mundo móvil existe todavía un porcentaje alto de la población latinoamericana sin acceso a 4G. En otras regiones del mundo, en cambio, están desplegando las tecnologías 5G, que requieren de mucha infraestructura de fibra óptica para conectar las estaciones base donde están las antenas.

Muchos gobiernos de la región han optado por un mercado de las telecomunicaciones fragmentado con exceso de presencia de competidores para favorecer en el corto plazo a los consumidores finales con precios bajos.

Los dos mercados de telecomunicaciones más grandes del mundo, EE. UU. y China cuentan con solo tres operadores nacionales en cada país. Ello ofrece suficientes alternativas para los clientes finales y a la vez garantiza una mayor capacidad de inversión de las empresas. En cambio, en muchos países de la región hay cinco o más operadores de comunicaciones y con leyes que impiden la concentración del sector.

El resultado de esas políticas es la ralentización de la inversión y la fragilidad de los operadores, dejando a los clientes de muchos países con velocidades medias de servicio de comunicación muy por debajo de otras zonas desarrolladas.

La disponibilidad de infraestructuras de banda ancha avanzada es clave para mantener activa a la economía cuando la población está confinada o si se quiere impulsar el trabajo en remoto. El futuro es digital. La competitividad futura de los países de la región dependerá cada día menos de sus materias primas y cada día más de su densidad digital.

7. Mucha dependencia del precio de las materias primas y de commodities

Los ingresos de divisas por exportaciones de Latinoamérica dependen mucho de las materias primas como la minería, agricultura y petróleo y de los precios correspondientes. Estas divisas son una fuente muy relevante de los ingresos fiscales de cada país.

Según la CEPAL, la minería representa en la región el 37 % de las exportaciones cuando el promedio mundial es del 9 %. En el caso de Perú, ese porcentaje alcanza el 59 % de las exportaciones (fuente análisis BBVA) y representa el 10 % del PIB. Los principales países exportadores del sector minero en la región son Brasil, Chile, México, Perú y Argentina.

La agricultura también juega un rol importante en las economías de la región. En países como Bolivia, Paraguay, Ecuador, Nicaragua, Honduras, República Dominicana y Guatemala el sector representa del orden del 10 % o más del PIB total. Y aunque el peso relativo es menor (entre el 4 % y 7 % del PIB) en otros países como Brasil, Colombia, Argentina, Perú, Uruguay, en valor absoluto representan una cifra muy importante para la economía.

Respecto del petróleo, los principales productores de la región son Venezuela, Brasil, México, Colombia, Ecuador y Argentina. Durante esta crisis se he visto el precio del petróleo en mínimos históricos, incluso llegando a tener un valor negativo en un momento específico.

A diferencia de años anteriores cuando la región se pudo ver beneficiada por la exportación de estos productos básicos con altos precios internacionales, ahora cabe esperar un menor volumen en la demanda y además con precios bajos.

La menor llegada de divisas en moneda dura a los países en la región por estos motivos tendrá efectos negativos en la economía.

8. Unas economías en la que el turismo es importante

La región tiene un extraordinario atractivo turístico por sus bellezas naturales, herencia cultural y buena cocina. El turismo en la región tiene un gran futuro como fuente de ingreso de divisas. La prohibición de vuelos internacionales y las restricciones previstas han hecho que el sector turístico este temporalmente paralizado.

9. Una menor inversión extranjera por el mayor riesgo país y riesgo moneda.

La mayoría de las monedas de la región han sufrido una devaluación frente al dólar en lo que va del año. La brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, en países como Argentina y Venezuela, se ha disparado. También se ha incrementado el riesgo país, teniendo como consecuencia un mayor coste de emisión de deuda.

La inversión extranjera depende del atractivo de las oportunidades que los inversores puedan encontrar en la región. El valor presente de dichas oportunidades de inversión es el cociente entre el flujo futuro de caja que puedan generar dichas inversiones dividido por la tasa de descuento.

El numerador de la ecuación se ha visto disminuido por variables como el menor consumo por el confinamiento, el miedo a gastar dinero, la caída del PIB, devaluaciones futuras y variables similares.

A la vez el denominador se ha visto incrementado ya que la tasa de descuento se correlaciona con el riesgo asociado a la inversión.

Un nuevo factor en contra es la tendencia de las empresas con vocación inversora a aumentar la liquidez y primar las inversiones más seguras y ortodoxas en épocas de incertidumbre como la actual.

10. Una deuda pública elevada y una mayor dificultad para financiarse

En la crisis financiera del 2008 y 2009 el nivel de deuda pública de la mayoría de los países latinoamericanos era razonable ya que se habían beneficiado de los precios altos que tuvieron sus materias primas y commodities.

En 2020 la situación es mucho peor. La deuda es alta y los precios de las materias primas son bajos.

No será sencillo para los gobiernos emitir nueva deuda a precios asumibles o encontrar receptibilidad para refinanciar la deuda existente. Por ejemplo, Argentina ya ha anunciado que no va a poder hacer frente a los pagos de su deuda.

Por el contrario, tanto Europa como Estados Unidos van a tener acceso a ingentes paquetes financieros con los que hacer frente a la crisis.

11.Un mayor populismo en la política

La pandemia puede llevar al aumento del porcentaje de la población que vive bajo los umbrales mínimos de pobreza en la región.

Situaciones de este tipo suelen ser caldo de cultivo para que el descontento social lo capitalicen políticos populistas cuya receta es dar soluciones simples (y falsas) a problemas complejos. El populismo también necesita encontrar a culpables que puedan satanizar para movilizar electoralmente a la gran mayoría de personas que deciden su voto más por un sesgo cognitivo que por una reflexión basada en el contraste de datos y hechos de carácter más objetivo.

Las consecuencias trágicas del populismo son ya palpables en países como Venezuela, Cuba o Argentina.

12. Un riesgo elevado de conflicto social al aumentar la brecha social

Las familias con medios económicos pueden hacer frente de mejor manera a las consecuencias de la pandemia ya que tienen acceso a la sanidad privada, a la educación en remoto, disponen de una conectividad avanzada de banda ancha en el hogar, tienen un empleo seguro y mayores hábitos de lectura para documentarse sobre la epidemia.

Ello podría crear una aún mayor brecha en la sociedad entre los “ricos” y los “pobres” con el aumento de la desintegración social que ello supone. La desintegración de un sistema siempre da lugar a conflictos disfuncionales. Para crear una poderosa clase media se requiere un Estado fuerte y una sociedad civil estructurada capaz de controlar los posibles abusos de los dirigentes políticos y de permitir la profesionalización de las instituciones públicas.

Algunas ideas para que Latinoamérica supere el efecto de la pandemia

Por fortuna la población de Latinoamérica es joven y la enfermedad suele ser benigna para los menores de 60 años. Por ello, y a pesar de la vulnerabilidad mencionada anteriormente, el coste en vidas por millón de habitantes será menor en la región que en algunos países europeos.

Los problemas de fondo de la región, y en los que se mezclan cuestiones de tipo económico, político, social y de salud, no tienen una solución fácil ni inmediata.

La solución es de largo plazo e implica mejorar la educación, los sistemas de salud, la digitalización del país, la profesionalidad de las instituciones públicas, el liderazgo centrado en el bien común, el respeto a la ley, la economía verde, el fortalecimiento de la sociedad civil y la existencia de reglas de juego que favorezcan la generación de puestos de trabajo por parte de las empresas.

Las siguientes medidas de corto plazo entendemos podrían ayudar a paliar alguno de los efectos negativos de la pandemia en la región:

1. Anticipar el “desconfinamiento” para reactivar la economía

Latinoamérica tuvo la ventaja de anticiparse al confinamiento y aprender de la experiencia de otras regiones del mundo. Eso le ha permitido aplanar la curva del contagio y atenuar en términos relativos los contagios y muertes por la pandemia.

De la misma manera existe la oportunidad de aprender de las mejores prácticas en los procesos de desconfinamiento que se están realizando en Europa o Asia para aplicarlos en la región. El confinamiento duro no es necesario desde el punto de vista de la salud y en cambio tiene un efecto muy disfuncional en la economía.

2. Hacer un tratamiento diferenciado de las zonas rurales

Toda la región se caracteriza por una marcada diferencia entre las grandes ciudades y las zonas rurales donde la densidad poblacional y el riesgo de contagio son muy diferentes.

Una manera posible de acelerar el desconfinamiento es permitir que las zonas rurales vuelvan antes a la vida normal, siempre con las precauciones que sean necesarias. Esto es lo que ha hecho España y países permitiendo que las zonas menos pobladas puedan retomar niveles de actividad normales antes que las grandes ciudades como Madrid o Barcelona.

3. Fomentar las exportaciones de materias primas, agro y servicios profesionales

Las exportaciones han de volver a ser el mecanismo de generación de riqueza de la región. Tras las devaluaciones sufridas en los últimos meses la región tiene una ventaja competitiva en costes frente a otras regiones del mundo.

Las exportaciones, aunque sean de materias primas y de commodities, pueden permitir la reactivación de la economía local y la entrada de divisas fuertes como el dólar o el euro.

La escalada de tensión entre EE. UU. y China también ofrece una oportunidad para incrementar las exportaciones a ambos territorios de minerales, carne y cereales.

Esa misma devaluación de la moneda hace que la mano de obra cualificada de la región sea competitiva en precio. Los servicios profesionales digitalizables pueden exportarse y ser una fuente de divisas incluso en condiciones de confinamiento.

4. Integrar mejor a los empresarios y a la sociedad civil en la reactivación de la economía

Los gobernantes latinoamericanos podrían importar una iniciativa que está siendo utilizada con éxito en otros países. Se trata de la creación de organismos consultivos con empresarios o con figuras relevantes de la sociedad civil para que asesoren y colaboren con su conocimiento y experiencia de gestión en la reactivación económica de ciudades y países.

Madrid tiene uno de estos organismos, con el soporte de McKinsey, y con una agenda centrada en la reactivación del ocio y turismo; la mejora de la movilidad, urbanismo y servicios públicos; el desarrollo de la tecnología, telecomunicaciones y educación; y el fortalecimiento de la salud y de los servicios sociales.

En Italia, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, formó un grupo de trabajo integrado por 17 empresarios y directivos de compañías coordinado por el empresario Vittorio Colao, quien fuera director ejecutivo del grupo de telecomunicaciones Vodafone.

En Nueva York también se ha puesto en marcha un organismo similar encomendando dicha tarea al ex CEO de Google Eric Schmidt.

La mayor vulnerabilidad de Latinoamérica podría suscitar en sus ciudadanos una mayor solidaridad que bien encauzada aceleraría el proceso de fortalecimiento del Estado y de la sociedad civil creando una clase media que le dé estabilidad a la región.

¿Qué hace más vulnerable a Latinoamérica?

1. Un sistema sanitario deficitario

2. Porcentajes altos de pobreza y vivienda precaria

3. Una mayor duración del confinamiento

4. Un menor grado de digitalización

5. Más informalidad en la economía y menor bancarización

6. Menor ancho de banda

7. Mucha dependencia del precio de las materias primas y de commodities

8. Unas economías en la que el turismo es importante

9. Una menor inversión extranjera por el mayor riesgo país y riesgo moneda

10. Una deuda pública elevada y una mayor dificultad para financiarse

11. Un mayor populismo en la política

12. Un riesgo elevado de conflicto social al aumentar la brecha social

Algunas ideas para que Latinoamérica supere el efecto de la pandemia

1. Anticipar el “desconfinamiento” para reactivar la economía.

2. Hacer un tratamiento diferenciado de las zonas rurales.

3. Fomentar las exportaciones de materias primas, agro y servicios profesionales

4. Integrar mejor a los empresarios y a la sociedad civil en la reactivación de la economía

(*) Bernardo Quinn es Digital Transformational Leader

(**) Luis Huete Profesor de IESE Business School

El Espectador


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