De dictaduras y democracias – Por Diego Aretz, especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Diego Aretz *«Aquí defendiendo la democracia, maestro» Palabras del coronel Luis Alfonso Plazas Vega en la toma militar al Palacio de Justicia, Colombia 1985

La palabra «dictador» proviene de la palabra clásica latina dictātor, sustantivo agente de dictare. Durante la República romana, un dictador era un magistrado temporalmente investido con poder absoluto.

América Latina se ha caracterizado como una región que vive a espaldas de si misma. Es una región con una historia esquiva, una región que parece huir de su historia y de su destino. Europa al contrario es una región conformada por muchas naciones que han encontrado un rumbo posible después de centurias de guerras fratricidas, pero América Latina es una sola nación que no ha logrado leerse como tal. En ese sentido vale la pena analizar las similitudes del desarrollo de la democracia y las dictaduras en América Latina.

El tema de esta columna es la confusa historia de la democracia y las dictaduras en nuestra región, un tema difícil, pues es muy complejo discernir qué es una democracia o una dictadura en América Latina, o mejor, es muy fácil confundir a nuestras democracias con dictaduras.

La dictadura militar Argentina y la dictadura de Pinochet en Chile, un ejemplo, el caso de Trujillo en República Dominicana, el caso de los Castro en Cuba, Ortega en Nicaragua y por último el caso de Maduro en Venezuela. ¿Cuales son los elementos comunes a estas dictaduras? represión militar, censura política y censura periodística, violación sistemática de derechos humanos, asesinatos selectivos y sobre todo una región que tolera la existencia o coexistencia con estos sistemas.

Es sorprendente las cifras de violaciones de derechos humanos y asesinatos selectivos, en muchas democracias de América Latina, estos asesinatos y violaciones de derechos humanos superan a las dictaduras, en el caso de Colombia más de 100 mil desaparecidos y 8 millones de migrantes por la violencia, nos hace pensar de verdad si lo nuestro puede llamarse democracia.

Cuando vemos esto sobre la mesa es evidente que las izquierdas y derechas han provocado y generado dictaduras, no es un mal privativo de un sector político, es una perversión natural del poder y parece ser una perversión de las sociedades jóvenes, donde las instituciones del Estado aún no han logrado una fuerza e independencia que les permita proteger la democracia. Sin embargo si hablamos de nuestras democracias vemos algo parecido, nuestras democracias están llenas de represión militar: la noche del tlatelolco en México, los magnicidios en Colombia, los falsos positivos* y el asesinato de líderes sociales o el exterminio de la Unión Patriótica, la represión policial en el Chile de Piñera, represión en el Ecuador de Lenin Moreno, por no hablar del Brasil de Bolsonaro. Censura a la prensa y a la oposición la hemos visto en todas nuestras democracias, asesinatos selectivos, violación de derechos humanos…nuestras democracias parecen dictaduras hipócritas o quizás dictaduras democráticas. Nuestros líderes democráticos son dictadores en potencia, que una vez elegidos se creen en derecho de usar el Estado y la democracia para convertirla lentamente en su dictadura.

Por esto creo que si hay algo con lo que deberíamos tener cuidado es con la reelección presidencial, la reelección presidencial abrió en Colombia y Venezuela una peligrosa puerta a usar el mandato como una campaña, hoy en Colombia vivimos 20 años de la hegemonia Uribista. En Peru tuvieron 10 años eternos del Fujimorismo, el cambio de dirección, la renovación del elector son garantías mínimas de una democracia saludable. Es también de notar en nuestra región como los apellidos se repiten muy comunmente entre los mandatarios, lo que se disfraza de electores populistas y «tradiciones» muchas veces encierra dinastias que quisieran postergarse en el poder.

El camino de la consolidación democrática es un proceso largo y lento en nuestra región, nos ha sorprendido el surgimiento de dictaduras en este milenio, luego de varias décadas, teníamos la seguridad de que no lo veríamos de nuevo, y Nicaragua y Venezuela nos asombraron en los albores del milenio.

La defensa de las instituciones, el pensamiento crítico, la libertad y los valores esenciales de la democracia hoy deberían ser nuestra brújula, el populismo como el de Bukele en El Salvador hoy en día, es un juego peligroso que los políticos serios deberían evitar, el caldeado ambiente de la polarización de nuestras sociedades es la oportunidad perfecta para que las dictaduras vuelvan a surjir y con más fuerza. Es tiempo de revisar la historia y no cometer los mismos errores.

* Periodista y activista colombiano, ha sido columnista de la revista Semana, colaborador del diario El Espectador y Nodal.


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