México: a 100 años del asesinato de Venustiano Carranza – Por Pedro Salmerón Sanginés, especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Pedro Salmerón Sanginés *

¿Por qué Andrés Manuel López Obrador rindió un homenaje de Estado a un hombre a quién la izquierda latinoamericana identifica -si acaso- como el asesino de Zapata?

Hagamos una rápida semblanza antes de la explicación. Hijo de un terrateniente patriota que luchó contra la intervención francesa, Carranza nació en 1859 en un hermosísimo oasis del norteño estado de Coahuila: Cuatro Ciénegas. Durante la dictadura oligárquica de Porfirio Díaz, fue alcalde, diputado y senador, perono sólo fue un político del régimen: apoyó la rebelión liberal de 1891 y en 1908 impulsó la construcción de la alternativa al porfiriato.

En 1909, ese maduro político del viejo régimen se sumó sin ambages al proyecto reformista de Francisco I. Madero, quien encabezaría la revolución de 1910, al triunfo de la cual, Carranza fue electo gobernador de su estado natal.Y ese era el cargo que ocupaba cuando el 18 de febrero de 1913 tomó una decisión trascendental que lo convierte en un personaje clave de nuestra historia: rechazar la traición perpetrada por el general Victoriano Huerta contra el presidente Madero: el Golpe de Estado, el Cuartelazo que sería modelo de todo un siglo (de él aprendieron los Pinochet y los Videla).

La firmeza y dignidad con que enfrentó el cuartelazo y el magnicidio lo convertirían en el jefe de la lucha armada contra la dictadura militar, que terminó llamándose revolución constitucionalista.

En agosto de 1914 las instituciones políticas del antiguo régimen habían sido destruidas por el vendaval revolucionario. Carranza intentó restaurar el orden constitucional, como era su propósito explícito cuando convocó a la lucha contra Huerta, pero antes tuvo que enfrentar, en una guerra civil aún más cruenta, a quienes también querían destruir la principal institución económica del antiguo régimen: el latifundio. Carranza, que rechazaba la revolución social, fue capaz de reunir y encabezar en términos políticos una amplia alianza nacional que derrotó los anhelos populares que encabezaban Villa y Zapata.

Derrotada la revolución popular, Carranza convocó a un Congreso Constituyente para hacer de una sola vez todas las reformas que, en su opinión, requería la Constitución. Diputados de ese congreso, radicalizados por la lucha armada, introdujeron a la nueva Constitución trascendentales novedades en materias sociales, atendiendo la solución de los grandes problemas nacionales.

Electo presidente en 1917, Carranza no pudo pacificar al país. Movimientos contrarrevolucionarios aparecieron por distintos rumbos y los rescoldos de la revolución popular no se apagaron: el derrotado Villa no se rindió y el zapatismo se prolongó incluso después del asesinato de Emiliano, en abril de 1919, perpetrado con la anuencia del presidente.

Por ello, cuando en 1920 Carranza intentó imponer un sucesor a modo, provocó el último pronunciamiento exitoso de nuestra historia. Bastaron trece días para que se quedara sólo y aislado, y se le asesinara en un remoto poblado de la sierra Su muerte inspiró a varios de los mayores escritores mexicanos a contarla plásticamente: Francisco L. Urquizo, Martín Luis Guzmán y Fernando Benítez, entre otros.

Hombre de contrastes y claroscuros, nos legó tres cosas: una muestra de dignidad y vergüenza, de honor, que se expresa en su decisión del 18 de febrero de 1913. Una actitud que significa que ningún cuartelazo, ningún golpe de Estado es aceptable para escalar el poder y que señala a quien eso hace, como traidor y usurpador, sin cortapisas ni atenuantes.

Una Constitución que en consagró los derechos sociales y colectivos, convirtiéndose en la más avanzada de su época. El artículo 123 consagró las principales demandas del movimiento obrero y el artículo 27 recogió la principal demanda de la Revolución: la reivindicación agraria. Estableció un nuevo sistema de propiedad de la tierra y asumió como una responsabilidad del Estado la reforma agraria. Además, reivindicó para la Nación la propiedad original de la tierra, las aguas y el subsuelo.

Su tercer legado, que resulta de su actitud nacionalista ante las intervenciones o amenazas estadounidenses de 1914, 1916 y 1919, es la Doctrina Carranza, que se basa en los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, yexige a las empresas extranjeras someterse a las leyes mexicanas. Esa doctrina fue ampliada y perfeccionada por la Doctrina Estrada (1930), que hasta 2001 fue guía de nuestra política exterior, y que ahora vuelve a serlo.

Y no se puede olvidar que es el único presidente de la República que fue asesinado el 21 de mayo de 1920 cuando, legal y legítimamente, ostentaba el cargo.

Por ello se le rindió un homenaje de Estado.

* Historiador mexicno – twitter: @HistoriaPedro


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