Costa rica: la chance de un cambio de época -Por Gerardo Szalkowicz

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La paulatina escalada en el descontento popular y el proceso de frustraciones acumuladas en los últimos años, expresados en índices de pobreza y desigualdad históricos, abonaron el terreno para que se abra en Costa Rica la posibilidad concreta de una ruptura con el paradigma neoliberal implementado a rajatabla en las últimas tres décadas.

La figura que encarna esa esperanza es el abogado ambientalista y diputado de izquierda José María Villalta, de apenas 36 años, que pelearía cabeza a cabeza las elecciones presidenciales del 2 de febrero contra el candidato del establishment Johnny Araya, del oficialista Partido Liberación Nacional (PLN). Unos peldaños más abajo aparece en los sondeos el ultraderechista Otto Guevara, del Movimiento Libertario.
«Chema» Villalta es el dueño de la única banca parlamentaria de izquierda y referente del Frente Amplio (FA), partido que surge en 2004, es miembro del Foro de San Pablo y se reivindica como «socialista democrático», feminista, ecologista y latinoamericanista. Tras un bautismo militante en la universidad, al calor de la lucha contra la privatización de la electricidad en el año 2000, Villalta se convirtió en referente de las causas ambientalistas, participó activamente del movimiento contra el Tratado de Libre Comercio con EE UU (2007) y desde 2010 es la piedra en el zapato del Congreso.
Su programa de gobierno, titulado «Un país de oportunidades para todas y todos», contiene, entre otras propuestas, una reforma fiscal progresiva; el rescate y refundación de la seguridad social; educación pública, humanista y de calidad; equidad y diversidad en todos los órdenes; fortalecimiento de las instituciones y lucha contra la corrupción; defensa de la naturaleza; seguridad y soberanía alimentaria; y servicios públicos como derechos sociales y no como negocios privados. Pero quizá su planteo más audaz pase por la invitación a construir una democracia «participativa, popular e inclusiva».
Con una retórica beligerante contra el sistema político tradicional, Villalta despertó simpatía en la juventud y emergió como posible capitalizador de una etapa signada por la conflictividad social y la crisis de representatividad agudizada durante la gestión de Laura Chinchilla. Alguna vez elogió a Lula y a José Mujica, aunque aclaró que no tiene intención de «copiar ningún modelo extranjero».
Ante el sorpresivo y abrupto ascenso de Villalta, el oficialismo echó mano a su aliado principal: el aparato mediático. Se desplegó así una millonaria «campaña sucia», sin reparos éticos, destinada a sembrar «los peligros» que implicaría un triunfo del FA convirtiendo al país en otra Venezuela u otra Cuba. Un grupo de empresarios envió una carta a sus empleados alertando sobre «las graves amenazas que representan las propuestas del FA». El documento finaliza con un exhorto salido de otro siglo: «No debemos entregar el país a un gobierno comunista.»
En los últimos años, la desigualdad se disparó y alcanzó su pico histórico: la distancia entre los sectores con mayor y menor ingreso trepó a 24,8 veces, creciendo más que cualquier otro país de América Latina. Tras ocho años de gobierno del PLN –y 30 de bipartidismo clásico junto al moribundo Partido Unidad Socialcristiana–, el hartazgo del neoliberalismo está a punto de ebullición. Y la oportunidad histórica parece estar a la vuelta de la esquina. Costa Rica podría sumarse así al cambio de época que vive la región en este siglo.
http://tiempo.infonews.com/2014/01/19/editorial-117059-costa-rica-la-chance–de-un-cambio-de-epoca.php

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