«La otra hija del general», por Jorge Navarrete

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La decisión de nominar a Matthei podría revivir aquel fantasma que la derecha tanto ha tratado de superar y hacernos olvidar, al extremo incluso de no poderlo pronunciar: la dictadura.

ERA IMPOSIBLE escribir sobre otra cosa. La renuncia de Pablo Longueira generó un terremoto político que no estaba en los cálculos de nadie. Lo primero, por supuesto, es solidarizar con él y su familia. Debe ser una situación extremadamente grave lo que motivó la declinación de quien hizo del voluntarismo y el sentido de misión un pilar fundamental de su vocación pública. Espero, de verdad, que se recupere pronto.

Y no habiendo mucho tiempo para las condolencias, a la derecha le apremiaba resolver luego este imprevisto, garantizando una sucesión que repusiera las banderas de un sector que será duramente castigado por el juicio de la historia. Sin ir más lejos y después de 50 años de no haber ganado el poder de forma democrática, el legado político de Sebastián Piñera no podría ser más desastroso: un gobierno que parece haber sido sólo un paréntesis en el vasto predominio de la centroizquierda, que culmina su mandato habiendo destruido a los partidos y liderazgos que lo llevaron al poder, dejando a la derecha en una situación de deterioro y fragmentación no visto en décadas.

Sobre lo que viene por delante, escribo esta columna cuando hace pocos minutos el gremialismo anunció que Evelyn Matthei será su abanderada. Puestas así las cosas, quedan sólo dos alternativas por delante. La primera, la más temida, es que ahora RN repita el expediente y la derecha enfrente la elección de noviembre próximo con dos candidatos. Más allá de lo que se ha descartado públicamente, la sola posibilidad de que fuera Allamand el otro contendor abriría un escenario de incalculables consecuencias para la Alianza, que sin perjuicio de lo entretenido que pudiera resultar para algunos, rayaría en lo irresponsable y peligroso, transformando la contienda del oficialismo en nada más parecido a un reality, donde en forma periódica se nos regalarían sabrosos y bizarros episodios. La segunda posibilidad, no menos compleja, es que Matthei se constituya en la candidata única de su sector, sobre la base de una negociación en donde la minoría se subordina a la mayoría -en castellano, RN se allana a la decisión de la UDI-, exigiendo a cambio un razonable precio en la negociación parlamentaria. Incluso los mal pensados ya teorizan sobre la posibilidad de sacar a Zalaquett de la carrera senatorial por Santiago Poniente y así no engrosar con otra derrota electoral el ya alicaído currículo político de Allamand.

Cualquiera sea el desenlace de esta teleserie, Matthei será una de las protagonistas de esta contienda. Mucho se ha especulado sobre aquellos elementos que la convertirían en una  buena contrincante de Bachelet, donde se destaca su condición de mujer o el que también sea hija de un general. Más allá de lo primero, tengo severas dudas sobre lo segundo. Este año se cumplen 40 años del golpe de Estado y los ciudadanos, incluso muchos de los que nacieron en democracia, tendrán la posibilidad de informarse, conocer y formarse un juicio sobre los trágicos sucesos de aquella época y la responsabilidad de sus protagonistas.

La decisión de nominar a Matthei podría revivir aquel fantasma que la derecha tanto ha tratado de superar y hacernos olvidar, al extremo incluso de no poderlo pronunciar: la dictadura.

 

http://www.latercera.com/noticia/opinion/ideas-y-debates/2013/07/895-533913-9-la-otra-hija-de-general.shtml

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