Día de la Libertad de Prensa: el periodismo latinoamericano entre amenazas, pandemia y falsas noticias
¿Vive la libertad de prensa un deterioro en América Latina?
Este 3 de mayo se conmemora en el mundo el Día de la Libertad de Prensa, derecho que en América Latina vive “un deterioro generalizado”, de acuerdo con organizaciones de reporteros que documentaron el asesinato de 18 periodistas en la región durante 2019.
En lo que va del presente año, el gremio periodístico de la región ha reportado el asesinato de cuatro colegas, todos en México.
2019: América Latina con 18 periodistas asesinados
La Federación Internacional de Periodistas (FIP), en su recuento anual correspondiente a 2019, publicó que 49 periodistas perdieron la vida por motivos relacionados con su trabajo, 18 de ellos asesinados en América Latina, la región que lideró esta funesta lista en el orbe.
A nivel mundial, México fue el país con más asesinatos, con 10. Le siguieron Afganistán y Siria, con cinco cada uno, indicó la FIP.
En América Latina también resaltan los casos de Brasil, Haití y Honduras, donde se documentó el crimen de dos periodistas en cada uno de esos países.
La mentira mata.
La verdad salva vidas.
Ahora más que nunca.
El 3 de mayo es el #DíaDeLaLibertadDePrensa: https://t.co/vaM1F6FqjK pic.twitter.com/kuFrkPhX0r
— Naciones Unidas (@ONU_es) May 3, 2020
Situación en 2020
En lo que va de 2020, los gremios de reporteros de la región han registrado el asesinato de cuatro periodistas en México.
El 13 de abril pasado, la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe expresó su condena del asesinato de Víctor Fernando Álvarez Chávez, periodista del portal Punto por Punto de la región de Guerrero, en el sur de México.
El 30 de marzo, en el oriental estado de Veracruz, sujetos armados acabaron con la vida de la periodista María Elena Ferral.
Los locutores radiales Teresa Alcocer Carmona, de Ciudad Juárez (en la frontera con Estados Unidos), y Fidel Ávila Gómez, del central estado de Michoacán, fueron asesinados el 18 de febrero y el 9 de enero, de manera respectiva.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México reveló que 155 comunicadores han sido asesinados en ese país latinoamericano desde el año 2000.
El dirigente del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa (SNRP), Juan Carlos Rojas, declaró que este tipo de crimen es el más grave atentado contra la libertad de expresión y el derecho a la información, por lo que conminó al Estado mexicano a realizar las medidas correspondientes para evitar que continúen estos hechos.
En México existe el denominado Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, y desde su creación, en 2012, un total de 292 periodistas amenazados de muerte han buscado la protección del gobierno mediante este sistema.
La secretaria mexicana de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha subrayado en distintos momentos que son una preocupación para el Gobierno federal los crímenes contra periodistas.
Pandemia de la Covid-19 ha matado periodistas
De acuerdo con la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (FEPALC), hasta el 1 de abril pasado, cuatro periodistas latinoamericanos habían perdido la vida víctimas de la Covid-19.
El primer caso, fue un reportero de República Dominicana, corresponsal de El Nacional, según la FEPALC.
Además, el coordinador de corresponsales de la cadena Ecuavisa falleció en Guayas, Ecuador, el 27 de marzo anterior tras confirmarse que estaba infectado de coronavirus.
La tercera muerte registrada fue de un radiodifusor de radio Universal Guayaquil, en Ecuador.
El cuarto caso fue un miembro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa de República Dominicana (SNTP), afiliada de la FEPALC, quien falleció el pasado 28 de marzo tras dar positivo a coronavirus.
La libertad de prensa celebra su día en plena pandemia y con nuevas amenazas
Organizaciones y profesionales de todo el mundo coinciden en que la libertad de prensa no pasa por su mejor momento. Noticias falsas, crisis económica, manipulación… son los viejos y nuevos problemas que acechan a los informadores, que también sufren un aumento del uso de la intimidación y la violencia para silenciarlos.
Una presión que se agudiza en estos tiempos de incertidumbre provocada por la pandemia del coronavirus, como así consta en el último informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF) sobre la libertad de prensa, cuyo día internacional se celebra este domingo. «Entramos en una década decisiva para el periodismo, debido a las crisis simultáneas que afectan al futuro de la prensa”, alerta Christophe Deloire, secretario general de RSF, para quien el coronavirus se ha convertido en un «factor multiplicador” de los problemas que sufren los medios y que puede condicionar su futuro.
LOS CINCO TALONES DE AQUILES DE LA LIBERTAD DE PRENSA
Para RSF, hay cinco aspectos básicos que atenazan a la libertad de prensa y al futuro del periodismo y, todos ellos, se van a ver agravados por la pandemia que vivimos.
De un lado, el geopolítico, en aquellos países con regímenes dictatoriales o autoritarios que tratan de restringir este derecho e imponer su visión del mundo. RSF incluye entre ellos a China, hipercontroladora de la información; Arabia Saudí o Egipto, con el mayor número de periodistas en prisión; y Rusia o la India, que censuran habitualmente internet. Pero hay muchos más. Se trata de un derecho que es un bien escaso o inexistente en otros países en guerra o con sistemas autoritarios como Corea del Norte, Irán, Libia, Siria, Sudán, Turkmenistán, Yemen, Guinea Ecuatorial, Cuba o Vietnam, por citar algunos.
En un contexto cambiante y en el que los medios de comunicación tratan de adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad, la falta de una regulación adecuada en la era de la comunicación digital y globalizada ha creado un caos en el mundo de la información. Y este es el segundo de los problemas sin resolver.
Para RSF hay confusión de contenidos comerciales, editoriales y políticos, que compiten entre sí. Todos hemos sido testigos de ruedas de prensa en las que presidentes como el brasileño Jair Bolsonaro desacreditaba a la prensa o simplemente mandaba callar a los periodistas. Para RSF estas situaciones están generadas por “la hostilidad e incluso el odio hacia los periodistas” de algunos dirigentes políticos, que no ha dejado de acentuarse y que ha abierto un tercer frente al libre ejercicio de la profesión.
También existe una crisis de confianza por parte de los ciudadanos hacia los medios sospechosos de difundir “noticias contaminadas” no fiables. Y eso ha hecho que en países como Irak, el Líbano, Chile, Bolivia, Ecuador o incluso Francia o España, los informadores sean agredidos durante la cobertura de protestas por grupos nacionalistas, simpatizantes de extrema derecha o ciudadanos descontentos con el sistema que ven al informador como un enemigo de sus reivindicaciones.
Y no se puede obviar, como quinto elemento que amenaza a los medios, las sucesivas crisis económicas que se ceban con el sector, empeñado en una transformación digital desde hace años que lo ha dejado bajo mínimos, según RSF. Ello provoca importantes reducciones de puestos de trabajo (sólo en la última década la prensa de EEUU ha perdido a la mitad de sus periodistas) y debilita a las empresas que afrontan dificultades económicas frente a posibles presiones de los poderes facticos.
Para muchos, se trata de una tormenta perfecta que ha hundido a muchos medios y que se ha agravado con la debacle generada por la pandemia.
“La casa ya estaba ardiendo y la COVID solo echa más gasolina al fuego. Esto acelerará los cambios que ya se estaban produciendo y habrá que extraer lecciones importantes”, aseguró recientemente a Efe desde su casa de Nueva York el periodista y profesor Jeff Jarvis, uno de los gurús globales del periodismo digital.
Los tiempos en que el periodista era un mero espectador y narrador de conflictos y guerras, en los que solía ser respetado por todos los bandos enfrentados, casi ha pasado la historia. Desde la aparición del terrorismo globalizado, especialmente el yihadista hace casi dos décadas, y más recientemente las mafias del crimen organizado y de narcotraficantes, los informadores son percibidos como seres “secuestrables” (por los primeros para obtener dinero a cambio) o como amenazas que hay que eliminar para que no investiguen sus actividades (en el caso de los segundos).
Sólo este año una decena de periodistas han muerto en el mundo, según el recuento de RSF, y otros 229 han sido encarcelados.
Si nos fijamos en México, uno de los países más peligrosos para ejercer esta profesión, desde el año 2000 se han documentado 131 asesinatos de informadores, asegura la ONG Artículo 19. Políticos corruptos y el crimen organizado se encargan de callar las voces de aquellos que se atreven a delatar sus actividades. Y las amenazas y secuestros por parte de organizaciones paramilitares, de narcotraficantes y grupos guerrilleros aumentan en países como Colombia o Nicaragua.
La prensa es, en estos lugares, un objetivo a batir, mientras resulta casi inexistente en otros como Siria, Libia o Afganistán, donde se libran conflictos sobre los que pesa un severo apagón informativo.
LA COVID: OTRO VIRUS AMENAZA UNA LIBERTAD EN CUIDADOS PALIATIVOS
Con una libertad de prensa en muchas partes del globo en cuidados paliativos, pese a que vivimos el periodo de la historia con mayor número de democracias, la COVID-19 no ha venido más que a agravar el estado del maltrecho enfermo.
Cierto es que la mayoría de los medios han notado incrementos importantes de consumo de información por parte de los ciudadanos en diarios on line o en canales de televisión en abierto: los ciudadanos devoran noticias sobre la pandemia en pleno confinamiento, pero el parón económico ha provocado tal debacle en los ingresos publicitarios que muchos medios ya asumen pérdidas.
La Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA), que representa a más de 18.000 publicaciones en todo el mundo, cree que están siendo especialmente castigados los medios privados, cuyos ingresos se han visto mermados ya entre el 70 % y el 80 %.
Con unos medios debilitados y la población confinada por el estado de emergencia aparece para muchos gobiernos la tentación de tratar de restringir el tráfico informativo a través del recorte de derechos.
«Es preocupante que la pandemia de COVID-19 se esté utilizando en algunos países como un pretexto para imponer restricciones indebidas sobre la libertad de prensa», constató el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
Restricciones y censura que llegan cuando las redacciones están vacías, los profesionales confinados y las ruedas de prensa y las entrevistas son virtuales, algo inédito y que choca con el principio periodístico de “estar” en el lugar de los hechos para poder contarlos.
Todos creen que cuando superemos la pandemia nada será igual. Y para la libertad de prensa seguro que tampoco el escenario será el mismo, pero habrá que recuperar uno que refuerce el derecho de todos a informar y a ser informados.