Argentina | Ernesto Villanueva, rector de la UNAJ: «La pandemia significó un cimbronazo enorme para la vida universitaria»

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La UNAJ en movimiento

Entrevista a Ernesto Villanueva, Rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche sobre la emergencia educativa en la que nos pone la pandemia de coronavirus. Los esfuerzos de todos en la UNAJ al servicio de la masividad y la calidad educativa. Educación virtual / educación presencial

¿Cómo afecta la vida universitaria, en todos sus ámbitos, esta circunstancia excepcional que es la pandemia de COVID19?

La pandemia que afecta a la humanidad también está alterando la vida universitaria. En nuestro país se decidió una cuarentena un poco antes del inicio de las clases en todas las universidades y, consiguientemente, la inmensa mayoría de ellas, al menos en las universidades públicas, decidió tirarse a la pileta. Tirarse a la pileta, ¿qué significa? Pasar de las clases presenciales a las virtuales, con el riesgo que eso implica.

A mi juicio, esto altera profundamente las características tradicionales de la universidad. Si se ve la historia de esta institución desde su creación —no se sabe si en La Sorbona o en Italia, en Bolonia—, el cara a cara ha sido un elemento determinante. La idea misma de claustro es constitutiva de nuestra institución. De ahí que este salto, este tirarnos a la pileta, significa un cimbronazo enorme para la vida universitaria.

¿Cuáles son los factores que inciden en la emergencia del pase de las clases presenciales a las clases virtuales?

Este cimbronazo afecta absolutamente todas y cada una de nuestras actividades. Si uno se detiene en eso de pasar de presencial a virtual, se pueden encontrar cuatro grandes factores que inciden en esa transformación. El primer aspecto es el del propio personal de la universidad. Todos, o casi todos, tienen que recalar en sus casas, y por ende, en el caso de que sean posibles las actividades, las realizan desde sus hogares. Esta cuestión, realizar el trabajo en el hogar, está presentado muchísimas veces como una enorme ventaja (uno trabaja en pantuflas, no viaja, etc.), pero hay que tener en cuenta que las casas no siempre son las de veraneo que nos muestran las series de televisión. A veces es complejo trabajar con la presencia de hijos, de los suegros, del hermanito, o de la propia esposa o esposo que también tiene que realizar actividades a distancia. Nosotros en la Jauretche hemos tenido una colaboración inmensa de gran parte del personal Nodocente. En particular, me interesa destacar la actitud de la gente de la educación virtual, los trabajadores del área informática y todos aquellos que habitualmente dan la cara frente a los estudiantes (Bienestar Estudiantil, como consultas), que rápidamente han tenido que trasladar todas las tareas a sus propios hogares.

Este elemento decisivo —la actitud de nuestros trabajadores— para que funcione de este modo la universidad ha estado condicionada por un segundo factor que es nuestra capacidad tecnológica. Los recursos informáticos que tenemos instalados en la universidad son precarios. El gobierno de Mauricio Macri se encargó de no financiar absolutamente ninguna inversión y por eso teníamos un servidor ya un poquitín atrasado. Ahora, hicimos un esfuerzo enorme comprando otro y, la verdad sea dicha, todavía estamos en una situación que, aunque abastecemos al conjunto de los docentes y los estudiantes a través del campus, es una situación con puntos suspensivos, con riesgos enormes. Ello ha sido acompañado, como digo, por una relación entre el personal que trabaja en esta área y esa tecnología, que han tenido una dedicación —para decirlo llanamente— muchísimo superior a lo que plantea cualquier convención paritaria de trabajo.

El tercer elemento a tener en cuenta son los propios profesores y docentes. Decidimos pasar de presencial a virtual hace poco más de un mes y muchísimos de nuestros docentes —pensemos que son unos 1.500— no tenían experiencia al respecto. Bueno, al igual que la decisión de la universidad de tirarse a la pileta, ellos también se pusieron la malla y se zambulleron de una manera espectacular, aprendiendo sobre la marcha, trasladando las clases presenciales a las virtuales con la consigna de que D. Lo virtual no es simplemente la misma clase en donde uno está al frente con un pizarrón y los alumnos escuchan, sino que requiere de un conjunto de aspectos que significan una innovación grande a la hora de la didáctica y de la pedagogía. Pero no solo eso, la preparación de las clases de manera virtual significa un esfuerzo que también supera en mucho la dedicación de simple o semi o exclusiva que tiene cada uno de ellos. Acá hay un compromiso que no me canso de subrayarlo.

El cuarto factor, que es el que siempre cuesta más atender es el de los propios estudiantes. Pensemos, más del 60% de los nuestros acceden al mundo virtual a través de su celular y no desde una computadora. Eso es una restricción enorme. Pensemos lo que eso significa, no después de cinco minutos, después de cuarenta y cinco minutos de clase. Ese celular está siendo usado mientras que la familia, a lo mejor, está muy cerca de ellos, o viendo televisión o trabajando. Además al estudiante, sobre todo el estudiante de grado, lleva una motivación particular, que es la de recibirse. Que es muy diferente que la motivación que tiene un estudiante de posgrado o alguien grande que hace un curso voluntario en el que pone todos sus sentidos por aprender. Aquí la temática del aprobar es muy importante para los jóvenes.

¿Y cómo nos está yendo hasta ahora?

En este aspecto, hasta ahora, no digo que hayamos tenido éxito, pero nos va bien. ¿Nos va bien que significa? Se inscribieron en los cursos virtuales un 90% de los alumnos regulares, que es el promedio que siempre se nos inscribe en la universidad. Estamos dictando el 94% de los cursos y en estos primeros días de clase hay una hermosa actitud de parte de todos.

¿Qué rol han jugado los gremios (no docente, docentes, estudiantes) en esta circunstancia?

Hasta ahora me he referido a las personas. También hay que destacar la actitud del gremio docente, que incluso ha colaborado de manera financiera para reforzar nuestra área de educación virtual. Y la actitud del Centro de Estudiantes que ha impulsado en todo momento la inscripción y ha acompañado en todo momento las necesidades y las vicisitudes que tenemos al respecto. En ese sentido, creo que habría que distinguir, frente a una situación pandémica como la actual, dos formas de reaccionar. Una es la miedosa de preservarse uno mismo, y la otra es la de colaborar con la comunidad a los efectos de paliar esta situación. El miedo predomina al principio pero, tanto de parte del gremio docente cuanto del Centro de estudiantes y de las agrupaciones estudiantiles, hemos visto en todo momento una actitud de colaboración. Esto se expresa en la cantidad de voluntarios que se han inscripto a partir de la iniciativa que hubo en el Instituto de Ciencias de la Salud, más del 10% de nuestros estudiantes se inscribieron para realizar tareas voluntarias en el territorio en el que desarrollamos nuestras actividades.

¿Cuáles serán las consecuencias de la pandemia en la vida universitaria en general?

Un balance de todo esto es muy difícil de hacer en este momento en el que recién estamos empezando. Es muy temprano, no sabemos cómo va a evolucionar. Este cimbronazo que nos ha obligado a tirarnos a la pileta significa un aprendizaje enorme.

La relación presencial es constitutiva de los seres humanos, de la comunidad. Este es un paliativo que, por supuesto, puede ayudar mucho, complementando las clases presenciales en el futuro, recurriendo a otras herramientas, aprendiendo de lo virtual para pasarlo a lo presencial, haciendo más ágiles las clases, pero la primacía final del cara a cara es inobjetable. Pensar lo contrario nos constituiría en robots.

Me detuve hasta aquí, exclusivamente, en la temática de las clases. Ni siquiera entré en la composición social de nuestros estudiantes, con dificultades enormes en cuanto a infraestructura. Y tampoco hablé del desarrollo de la investigación en comunidades que no son tales sino encuentros virtuales periódicos. Creo que la investigación depende de las disciplinas. En algunas disciplinas, la tarea individual no se afecta, o se afecta menos, y en otras disciplinas en donde se trabaja grupalmente queda muy afectada sobre todo el trabajo de laboratorios. Todo esto que estamos haciendo es algo que debemos desarrollar para el futuro, sin creer que lo que estamos haciendo es lo perfecto y que es el futuro.

Revista Mestiza


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