El virus de la mentira – Por Rosa Miriam Elizalde

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Por Rosa Miriam Elizalde *

Si viéramos esta pandemia como un conflicto, entonces podríamos hablar de dos frentes, dijo a Al Jazeera Carl Miller, director de investigación del Centro para el Análisis de las Redes Sociales del grupo Demos, con sede en el Reino Unido. La primera línea es la presión sobre los servicios de salud, y la segunda, el desconcierto social y político que ha causado el virus y nuestra respuesta al Covid-19. La batalla contra las noticias falsas es clave en este frente, añade Miller.

Hemos consumido mentiras durante muchos años, pero ahora, que algo se salió de control sobre todo síquicamente, la mesa está servida para los lunáticos y odiadores de toda la vida. Por estos días, reporta Miami New Times, ciertos líderes mayamenses han aventado la teoría de que Cuba está detrás de la epidemia.

Es bien sabido que el gobierno cubano, después de la Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles, comenzó a experimentar y a obtener un gran apoyo de la entonces Unión Soviética en la guerra biológica y todo tipo de armas, afirmó el comisionado del condado de Miami Dade, Javier Souto, un octogenario que lleva en el cargo desde hace décadas, y que se las ingenió para aprobar una resolución que prohíbe los vuelos a la isla… justo después del anuncio del gobierno de La Habana de que había cerrado sus fronteras.

Pero no fue Miguel Díaz-Canel quien se encargó de dejar en ridículo esta teoría desquiciada. El USA Today analizó los destinos de viaje de cientos de floridanos que luego dieron positivo por Covid-19. Habían visitado otros 46 estados y todos los continentes, excepto la Antártida. Sólo 11 estuvieron en Cuba, pero no se contagiaron allí, según el diario estadunidense.

La historia de Souto está contada al revés. No es Cuba el país con más muertos y más contagios de Covid-19 en el mundo que ha puesto en evidencia la ineficiencia y crueldad de su sistema de salud, ni el que en medio de esta crisis sin precedentes se expresa incapaz de ofrecer a su propio pueblo, por no hablar del planeta, ningún ideal civilizatorio salvo la depredación financiera y medioambiental. Hasta el halconazo de Henry Kissinger, cómplice de escandalosos genocidios y profeta del excepcionalismo americano, duda de la capacidad de los estadunidenses para gobernarse a sí mismos.

Este lunes, sin ir más lejos, la brigada de troles de Miami al estilo de la llamada Operación Berlín contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, divulgó una imagen supuestamente actual, en la que aparecen carretas tiradas por caballos con personal sanitario a bordo. Se trata de una fotografía tomada el primero de mayo de 2018, en Placetas, una pequeña ciudad del centro de la isla, durante la marcha por el Día Internacional de los Trabajadores.

Pero la derecha mayamense, burda y ultramontana, es sólo una mediocre aprendiz del Departamento de Estado. En medio de la ola de simpatía mundial por la colaboración médica cubana a países pobres y ricos en tiempos de coronavirus, una funcionaria de la embajada de Estados Unidos en La Habana aseguró que el gobierno de Donald Trump vendió el año pasado medicamentos y equipos médicos a Cuba, por valor de varios millones de dólares, insinuando que el bloqueo económico de su país ejerce a la isla es obra de la imaginación caribe. El doctor Lázaro Silva, vicepresidente de Medicuba, el organismo estatal que importa insumos para la sanidad, respondió con sólo tres palabras: que lo demuestren.

Otro burócrata, subsecretario de Estado, llamó a médicos y enfermeras esclavos del gobierno cubano, el insulto favorito de Washington desde que convenció a los gobiernos de Brasil, Ecuador y Bolivia de expulsar a las brigadas sanitarias de Cuba, cosa que ahora le reclaman amargamente a Jair Bolsonaro, Lenín Moreno y la usurpadora Jeanine Áñez los pueblos castigados por el virus y la incompetencia gubernamental. Es una etiqueta de propaganda bien calculada concebida por el gobierno de Estados Unidos para desacreditar lo que es un logro moral indiscutible de una nación en desarrollo, reaccionó en The Washington Post el director general para Estados Unidos del ministerio cubano de Relaciones Exteriores.

Hay un patrón epidemiológico en las noticias falsas y los prejuicios que circulan sobre Cuba desde hace más de medio siglo, como lo tienen las sanciones que Estados Unidos aplica de manera unilateral a los países que considera enemigos. El papa Francisco, Naciones Unidas y decenas de personalidades y organizaciones han exigido el levantamiento de los castigos que golpean doblemente a las naciones en plena pandemia de Covid-19.

Trump, sordo a todo esto, ni siquiera se da cuenta que ha situado a Estados Unidos en su nivel más bajo de influencia política y moral, con sus armas de siempre –la arrogancia del poder, el éxtasis del predominio, la ambición de hegemonía, el furor de la autoafirmación– bastante melladas.

Si algo se expresa en los dos frentes de esta pandemia es que no hay país que haya quedado fuera de la guerra mortal contra el nuevo coronavirus y, con semejante tensión a cuestas, no hay nadie que aguante la imprudencia de la mentira imperial. Y si esta se enfoca en Cuba, menos.

* Periodista y escritora cubana.


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