Brasil: sin subsidio por la emergencia, mujeres desempleadas luchan contra el hambre
“Con lo que teníamos, pagamos las cuentas de marzo. El próximo mes no sabemos como vamos a comer”, lamenta la vendedora Beatriz Mendonça, de 48 años, sobre la vida en tiempos de coronavirus.
Ella vive en el distrito Grajaú, al sur de la capital paulista, donde reside con su marido, albañil autónomo, uno de sus hijos, de 13 años, y su nieta de 4 en una vivienda alquilada. Trabajadora informal en el sector de venta de eventos, desde 19 de marzo su contrato laboral y su sueldo fueron suspendidos como consecuencia de la cuarentena contra la pandemia del nuevo coronavirus, con el cierre de centros comerciales.
“Los muertos no pagan las cuentas, así que primero hay que pensar en la salud, proteger a los hijos, después se piensa en las cuentas. Pero está complicado, porque nos tomó por sorpresa, no teníamos una reserva en casa para pasar uno, tres, cuatro meses”, cuenta Mendonça, aprensiva. Ella relata que su marido, autónomo, también tiene dificultad de trabajar en este momento, pues en los condominios donde trabajaba hay restricción de circulación de personas.
La vendedora Beatriz Mendonça vive con su familia en una vivienda alquilada en Grajaú, el distrito más populoso de la ciudad de São Paulo / Marina Duarte de Souza
La realidad de la familia de Beatriz Mendonça, según los datos del Instituto Data Favela divulgados la semana pasada, es la misma de una de cada tres habitantes de las favelas brasileñas que tendrán dificultad de comprar alimentos en medio de la pandemia.
Todavía según el informe, la pandemia ya alteró la rutina de casi 100% de las personas que viven en esas comunidades. La mayoría de los trabajadores es autónoma (un 47%) o informal (un 8%) y, debido a eso, no cuenta con la garantía de las leyes laborales o un subsidio financiero destinado a quienes cuentan con todos los beneficios de ley.
Pará
Al otro lado del país, en Pará, la limpiadora Zuila Amaral, de 48 años, vive en el barrio Pratinha 1, en la periferia de Belém, capital del estado, enfrenta esta realidad.
“Estoy aprensiva por estar sin trabajo. La peor cosa es quedarse en casa sin dinero. Ahora, con eso, si antes tenía tres diarias, ahora no tengo ninguna. Enfrentamos dificultades porque solo mi marido está trabajando, pobre, y gana poco. Yo me quedo en casa con los niños”.
La limpiadora Zuila Amaral, de 48 años, habitante de la periferia de Belém, capital de Pará, en la región norte de Brasil / Asociación Grupo Comunal Limoeiro
Zuila tiene cinco hijos, pero solo dos viven con ella y su marido. Ella recibe un subsidio para familias pobres por el programa Bolsa Familia, pero el pago está pendiente hace tres meses. Su segundo hijo, que vive con ella, está sin trabajo. Su marido trabaja como cargador en una red de alimentos de venta al por mayor y recibe un salario mínimo, que actualmente es todo el ingreso del hogar. Con este valor, la familia aun ayuda a la madre de Zuila, que tiene problemas de salud.
La limpiadora cuenta que se siente más tranquila por haber sido beneficiada con las medidas del gobierno del estado, que eximió las tarifas de agua y energía de las viviendas que consumen hasta un 100 kilowatt (kW). Tales medidas no fueron implantadas por el gobierno paulista.
Pero en Pará a la crisis del coronavirus se suma a algo que acomete la ciudad todos los años: la subida de la marea. Debido a la ausencia de saneamiento básico y del alto volumen de lluvias, el agua invade las casas a diario.
Renta Básica de Emergencia
Beatriz y Zulia se adecuan al perfil que recibirá el subsidio de emergencia del gobierno, propuesto por el Congreso Nacional. Cerca de 38,1 millones de trabajadores informales del país y gran parte de los 13,6 millones de habitantes de favelas — según los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) y del instituto Data Favela, respectivamente.
El subsidio fue liberado por el gobierno a partir del último martes (7) para trabajadores informales, pero aun quedan dudan sobre cómo acceder al subsidio y el tiempo de espera que el valor sea liberado.
“No sé ni cuando van a pagar. Dicen que las limpiadoras también tienen derecho [al subsidio], porque estoy sin trabajo”, dice Zulia.
Beatriz Mendonça, teme que el gobierno tarde en liberar el recurso financiero y que la situación de las comunidades empeore. En sus palabras, la renta básica de emergencia es una necesidad urgente, “para ayer”.
Realidad precaria
El escenario que describen las trabajadoras puede ser aún peor si las favelas empiezan a tener una aceleración descontrolada de la pandemia, según Nani Cruz, coordinadora del centro social Rescate a la ciudadanía Grajaú Paulo VI que desde hace 20 años actúa con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad en Grajaú, e integrante de la Central de Movimientos Populares (CMP).
Ella señala que incluso seguir las recomendaciones del Ministerio de Salud es más complicado en las periferias una vez que la realidad precaria de las familias en las comunidades dificultan la higiene y el distanciamiento.
“En un espacio solo con una habitación y cocina viven seis personas. A veces, algunas familias viven hasta ocho personas o más. ¿Qué pueden hacer para seguir las orientaciones? ¿Cómo será la dinámica en esa realidad? Porque es otra dinámica de prevención y cuidados”, cuestiona la líder comunitaria.
Hay algunos casos del nuevo coronavirus en Grajaú, lo que preocupa a la líder, que afirma que los hospitales públicos de la región no tienen estructura para atender a todas las personas y la situación de ls habitantes del distrito solo profundizan la posibilidad de propagación de la epidemia.
Solidaridad
La unión en estos momentos de crisis es fundamental para la supervivencia de las personas y debido a eso se crearon redes de solidaridad para apoyar a las familias y demandar acciones concretas del poder público.
La Central de Movimientos Populares (CMP), la Unión Nacional por Viviendas Populares (UNMP por sus siglas en portugués) y otras 30 organizaciones sociales lanzaron la plataforma online Movimientos contra la covid-19 para exigir que el Estado “se responsabilice por la solución de la crisis”, con acciones más concretas como la distribución de productos de higiene y canastas de alimentos.
La vendedora Beatriz Mendonça recibió donativos de las campañas de solidaridad esta semana, lo que según ella fue un “alivio”. “Porque casi no había nada en casa, no había café, azúcar. “Recibir la canasta ayudó mucho, pero faltarán otras cosas, como la leche para los niños, frutas. Por lo menos vamos a utilizar el dinero para comprar otras cosas, porque los niños no se alimentan solo de arroz y frijoles. Ayudó mucho, enhorabuena”, cuenta.
Alternativas
La unidad de los movimientos populares animan la organización de diversas redes de solidaridad en todo el país. Las organizaciones también se articularon para exigir medidas al gobierno de Jair Bolsonaro, gobiernos estaduales y municipales, al poder legislativo y judicial.
El Frente Brasil Popular y el Frente Pueblo Sin Miedo lanzaron juntos, el 31 de marzo, la Plataforma de Emergencia para Enfrentar la Pandemia del Coronavirus y la Crisis Brasileña, que cuenta con más de 60 propuestas para la crisis económica y sanitaria en el país.
Entre las medidas reivindicadas para la población más pobre están la implantación inmediata de la renta básica de emergencia, la exención de las tarifas de servicios básicos de energía eléctrica, gas y de los alquileres.
Según los movimientos y organizaciones que componen los dos frentes, hay que crear “condiciones básicas para salvar a nuestro pueblo, con promoción y fortalecimiento de la salud pública, garantía de empleo e ingresos para los trabajadores; protección social, derecho a la alimentación y vivienda para todos; reorientación de la economía y destino de los recursos públicos”.
Los movimientos brasileños también lanzaron, el pasado martes (07), la plataforma online todomundo.org para visibilizar las iniciativas de solidaridad en Brasil en medio de la crisis generada por el nuevo coronavirus. Las donaciones pueden ser realizadas a través del sitioweb https://todomundo.org/.
Edición: Vivian Fernandes
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